‘Housing first’: una alternativa para personas sin hogar
El sistema, que facilita viviendas a los más vulnerables y se empezó a desarrollar en Norteamérica en los años 90, llega a España
Irene G. Pérez Barcelona , 19/10/2016
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Primero, la vivienda; después, ya se verá. Éste es el leitmotiv de housing first (primero la vivienda), un modelo que propone abordar el problema de las personas sin hogar ofreciéndoles una casa que no dependa del encorsetado sistema que hace que muchas veces falle la reinserción en la sociedad.
Según sus impulsores, la tasa de éxito es elevada porque la persona se siente más autónoma y realizada que en el modelo tutelado tradicional, conocido como escalera, en el que tienen que cumplir una serie de condiciones y reglas para, en última instancia, acceder a la vivienda. Además, para las Administraciones tiene una justificación tanto moral como económica, ya que el gasto en subsidios al alquiler y asistencia, a la larga, es menor que el de tener a esas personas durmiendo en la calle, con problemas mentales y físicos. Según los cálculos de Sam Tsemberis, psicólogo clínico miembro de la Universidad de Columbia, una persona sin hogar puede costarle unos 100.000 euros anuales a la Administración sin siquiera haber solucionado su problema de raíz.
“Si el programa es muy exigente en cuanto al papeleo, el tiempo de espera, de estar en un albergue (…) las personas mejoran al principio, pero luego fracasan y se sienten más desanimadas que cuando empezaron y vuelven a la calle”, explicó Tsemberis, que es también impulsor del housing firstdesde 1992 en la entidad norteamericana Pathways Housing First Institute, durante una jornada organizada por la Fundació Arrels en Barcelona sobre la aplicación de este sistema en Catalunya.
Pathways realizó un trabajo de campo con cientos de personas sin hogar sobre las circunstancias que les habían llevado a esa situación para explorar qué podrían hacer los trabajadores sociales de otra forma para conseguir su objetivo. La conclusión a la que llegaron es que estas personas querían tener una rutina normal sin que se les identificara como sintecho,poder llevar una vida modesta por sí mismos dentro de la comunidad, sin tener a trabajadores sociales viviendo en el mismo edificio ni tener que esconder sus adicciones en su propia casa cuando recibieran la visita del asistente.
Una persona sin hogar puede costarle unos 100.000 euros anuales a la Administración sin siquiera haber solucionado su problema de raíz
El modelo funciona de la siguiente manera: las agencias, que se financian a través de los fondos de sus socios y donantes y de las administraciones públicas, elaboran unos criterios prioritarios, en los que las personas con problemas mentales severos y/o adicciones son los primeros en ser atendidos. Estas personas reciben visitas periódicas de trabajadores sociales que les ofrecen apoyo en todos los ámbitos que puedan necesitar y les animan a salir a flote, aunque no pueden forzarles a hacer nada que no quieran (por ejemplo, ir a terapia). Por otra parte, al propietario le garantizan el pago del alquiler, ya que va a cuenta de la entidad que asiste a esta persona, y que buscará soluciones a los conflictos que puedan tener arrendador y arrendatario. Los pisos son individuales, a menos que la persona elegida quiera compartirlo con alguien de su entorno.
Otro de los participantes en la jornada, Tim Aubry, catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad de Ottawa, señala que, en el caso de Canadá, los datos muestran que la tasa de éxito de las personas que participan en este modelo más liberal ronda el 70%, mientras que en el caso de las personas que participan en otros modelos se sitúa entre el 30% y el 40%. El resto, vuelven a vivir en la calle.
“Creo que [por parte de las Administraciones] hay cierto reconocimiento de que cuando tienes sin techo, son visibles y la gente se siente incómoda, los Gobiernos quieren hacer algo pero no es una prioridad”, afirma Aubry. Por este motivo, insiste, hay que seguir haciendo pedagogía sobre estos programas y hasta qué punto ahorran dinero al Gobierno.
Idealmente, el modelo no tiene límites: “Tienes que permitir que la gente cometa errores y aprenda”, señala Tsimberis. Sin embargo, este experto admite también que hay que estudiar cada caso de forma individualizada y vigilar cuándo no funciona. “Hay personas para las que, quizás, el modelo housing first no funcione y necesiten más control”.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, de 2014, los centros de atención a personas sin hogar alojaron ese año de forma diaria a 13.645 personas, un 2,8% menos que en 2012. Sin embargo, este dato no tiene en cuenta a aquellas personas que duermen al raso o en cajeros automáticos.
El estudio Cuantificación y distribución territorial de la población mal alojada en Catalunya, elaborado por DEP Institut por encargo de la Agència de l’Habitatge (Agencia de la Vivienda) de la Generalitat con datos de 2014, detectó 8.634 casos de personas sin hogar y 5.433 casos de personas sin techo en la comunidad.
Los centros de atención a personas sin hogar alojaron ese año de forma diaria a 13.645 personas, un 2,8% menos que en 2012
Barcelona, con 3.141 casos, concentra el 57,8% del total de personas sin techo en la región. El Consistorio ha sido uno de los primeros en España en implementar el modelo housing first, con el que trabajan desde junio de 2015, bajo el Gobierno de Ada Colau, aunque el planteamiento inicial se llevó a cabo durante el último mandato de los socialistas en la ciudad y se empezó a planificar en 2011, durante la legislatura del convergente Xavier Trias.
Así, el Ayuntamiento adjudicó en un lote de 50 viviendas a las organizaciones Sant Joan de Déu y UTE Sant Pere Claver-Suara-Garbet con un coste anual de 929.945 euros que cubren los gastos de alquiler y suministros de los pisos –que son viviendas de mercado por la escasez de vivienda social disponible en la capital catalana–, los servicios de los profesionales de acompañamiento socioeducativo y ayudas económicas para poder contribuir al mantenimiento de la persona en el piso, como gastos de alimentación y transporte.
Este proyecto piloto del Ayuntamiento se ha orientado a atender personas “en situación de grave cronicidad de vida en la calle, con presencia de enfermedad mental y/o drogodependencia y situación [administrativa] regularizada”.
“Tenemos la previsión de iniciar una evaluación de impacto y calidad y ver qué encaje podría tener con el modelo de escalera”, indica Carme Fortea, jefa del Departamento de Atención a Personas Vulnerables del consistorio barcelonés.
Ferran Busquets, director de la Fundació Arrels, dedicada a la atención de las personas sin hogar y sin techo, enfatizó que el modelo housing first busca potenciar “la autonomía, la responsabilidad y la confianza”, mientras que el modelo escalera es más paternalista. En estos momentos, la fundación cuenta con 60 pisos, de los cuales 40 son individuales y 20 son compartidos porque la persona participante en el programa así lo ha querido. Y, a diferencia de lo que suele pasar en los centros públicos, también atienden a personas con una situación administrativa irregular.
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Irene G. Pérez
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