Tribuna
Sin centros sociales: ni política, ni cambio
El desalojo del edificio de San Mateo 24 revela cómo el “gobernismo”, o “el cambio tranquilo”, ha sido la forma y el estilo (cada vez más, el contenido) de la nueva política, sin duda la marca de la casa del gobierno de Ahora Madrid
Emmanuel Rodríguez 16/11/2016
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Calle San Mateo 24: un edificio de la década de 1860, uno de tantos del Madrid decimonónico circundado por las rondas. Fue okupado con el emblema “El Patio vive”, hace algunos días. Y desalojado la noche del sábado 12 de noviembre por un dispositivo policial que pasaba la media centuria y con más material antidisturbios que el normalmente empleado en un partido de Liga. Aunque suene extraño a unos oídos acostumbrados a la sacrosanta ley de la propiedad privada, fue desalojado de forma ilegal. Los mandos policiales descerrajaron el inmueble sin la orden de desalojo de un juez, prescriptiva para cualquier proceso de este tipo y residuo, todavía vigente, de una democracia más garantista. La operación fue organizada directamente por la Delegación del Gobierno, o lo que es lo mismo, por mandato del ministerio del Interior. Una orden política. Un acto ilegal. Y lo más sorprendente, sin coste alguno.
El viernes 11 de noviembre, casi en paralelo a la okupación de San Mateo 24, se dieron a conocer los resultados a las primarias del Consejo Ciudadano Autonómico de Madrid, el órgano ejecutivo de Podemos en Madrid región. Ramón Espinar, el candidato de Pablo Iglesias, ganó por un margen de 2.000 votos a Rita Maestre, candidata de Íñigo Errejón y portavoz del gobierno municipal de Ahora Madrid. Si gustan de las metáforas topológicas, que antes servían para marcar posiciones en los grandes partidos comunistas y socialdemócratas, la derecha de Podemos (Errejón) perdió frente a una alianza del centro (Iglesias) y la izquierda (los críticos).
El edificio de San Mateo 24 llevaba vacío desde 2008. La propiedad había recibido previamente una inspección técnica negativa. Caso de no proceder con las reformas estructurales requeridas, el inmueble podía evolucionar rápidamente hacia el estado de ruina. Y como en tantas otras ocasiones, la propiedad se desentendió. El ayuntamiento procedió, entonces, con lo que se conoce como “ejecución sustitutoria”: una serie de obras de reforma encaminadas a detener el deterioro del inmueble. Es posible que los puntales que hoy sostienen su estructura sigan siendo mantenidos a cargo del presupuesto municipal.
Ahora Madrid, el “partido” en el gobierno del Ayuntamiento, es una particular coalición de grupos, una “candidatura ciudadana”. En AM participan Podemos, Izquierda Unida y una amplia constelación de esfuerzos y simpatías procedentes de la gran mayoría de los movimientos sociales de esa ciudad. El Patio Maravillas, el mismo centro social que se trató de reinventar en San Mateo 24, jugó un papel centralísimo en la formación de Ahora Madrid. Las reuniones que dieron lugar a Municipalia, luego Ganemos, luego Ahora Madrid, se hicieron en su mayoría en ese centro social. La concepción de la candidatura, su código ético, su programa, sus primarias se diseñaron también en ese espacio. Algunos de los actuales concejales fueron militantes de ese centro social. Paradójicamente, con y gracias al Patio Maravillas se consiguió ganar la ciudad de Madrid. Por eso las distintas derechas apuntan especialmente a este espacio. Por eso, se ceban con expresiones como los “okupas giratorios”. Y por eso, la orden de desalojo de una iniciativa tan modesta como la okupación de San Mateo 24 partió de una instancia tan alta como Delegación del Gobierno.
En las elecciones primarias de Podemos se jugaba una elección que de momento sólo hemos conseguido descifrar en términos negativos. Para muchos, principalmente para la coalición que reunió al oficialismo de Iglesias y a todo el sector que hasta hace poco se le enfrentaba (anticapitalistas y críticos principalmente), se trataba de impedir la hegemonía interna de lo que resumiendo damos el nombre de “errejonismo”. Más allá de la lucha fraccional, el populismo de Errejón se expresa en términos políticos como una apelación a la transversalidad, a una mayoría social concebida como una materia casi inerte. Según la consigna preferida por esta fracción del partido, “los que faltan” son animales tímidos y asustadizos, a los que inevitablemente espantan los discursos duros, las formas ásperas, la “defensa de la okupación” o la “renta básica”. Pero el “errejonismo” no es una tendencia acotada a Podemos; a sus seguidores en el partido.
En modo mayor, lo que podríamos llamar “gobernismo”, o “el cambio tranquilo”, ha sido la forma y el estilo (cada vez más, el contenido) de la nueva política, sin duda la marca de la casa del gobierno de Ahora Madrid. No hace falta enumerar las decenas de ejemplos de tibieza y falta de audacia de este ayuntamiento. Basta analizar su postura, algo más parecido a una “no postura”, frente al asunto del Patio. Silencio, responsabilidad, vergonzantes tuits de apoyo pero nunca de la cuenta oficial, apenas algunos de sus concejales apoyando una manifestación que hace un par de años habría sido el gran casus belli. ¿Cómo defender un centro social, un espacio legítimo pero que se constituye casi siempre sobre un acto de usurpación de la propiedad y que se desarrolla como una suerte de contrainstitución nacida de la ilegalidad y desenvuelta en la alegalidad? Sin duda, para los políticos de raza como Esperanza Aguirre esta no es una pregunta relevante, al menos cuando tal ilegalidad produce efectos positivos en las formas de poder y dominio neoliberal que ella defiende. Pero para nuestros nuevos políticos constituye un quebradero metafísico: la contradicción última e insalvable de estar en la institución.
En Madrid región existen alrededor de setenta espacios similares al que se quería alumbrar en San Mateo 24. Los centros sociales son el corazón palpitante de los movimientos sociales de la metrópoli madrileña. Espacios de organización, conspiración y socialidad alternativa, en ellos tienen su base grupos de vivienda, comedores sociales, colectivos migrantes y un sinfín de actividades que pueden ir desde la organización de debates y funciones de teatro hasta sesiones de boxeo o la escalada en rocódromos indoor. La característica común a estos espacios es que son el resultado de la autoorganización, de un esfuerzo realizado entre iguales. Desde hace algún tiempo, desde que reconocieron su importancia, los gobiernos del PP se han empeñado en acabar con estos espacios. Este mismo martes por la mañana se procedía al desalojo de otro centro social (la Casa Roja), esta vez, en el barrio de Lavapiés.
La política es, en última instancia, un juego agonal. Consiste en destruir los poderes del contrario al tiempo que se refuerzan los poderes propios. La nueva política se ha querido protagonista de un juego impolítico. Ha pensado que sus propios poderes procedían de algo tan vago como la “gente” o que algo tan inmenso y extraño al deseo de transformación social como la institución-Estado podía ser su principal recurso político. En las recientes primarias de Podemos Madrid, ha salido derrotada la idea de que puede existir una política sobre estas bases. Pero lo cierto es que todavía no se sabe muy bien qué oponerle.
El desalojo de San Mateo 24 y de otros espacios similares nos ofrece algunas pistas. Aquí, como en todo punto en el que se juega la materialidad del actual ciclo político, no se debe rehuir el conflicto. Si la derecha mediática juega al escándalo, si populares y ciudadanos les acusan con el original improperio de “okupas giratorios”, nuestros políticos no debieran arrugarse y pasar de página. Su papel, quizás su único papel, debiera consistir en entender y afrontar estos conflictos, de una forma inteligente, ¡claro!, pero con toda la artillería de la que dispone un gobierno municipal. Caso contrario, son cada vez más los que piensan que no merece estar en la institución. De momento, sabemos que con el Patio y cosas parecidas al Patio se ganaron elecciones. Es sin embargo improbable que sin este tipo de contrapoderes no sólo no se vuelvan a ganar, sino sencillamente podamos hacer política. Al menos una digna de tal nombre.
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Emmanuel Rodríguez
Emmanuel Rodríguez es historiador, sociólogo y ensayista. Es editor de Traficantes de Sueños y miembro de la Fundación de los Comunes. Su último libro es '¿Por qué fracasó la democracia en España? La Transición y el régimen de 1978'. Es firmante del primer manifiesto de La Bancada.
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