Khadija Ryadi / Activista marroquí y premio Naciones Unidas 2013
“Los derechos humanos en Marruecos están peor hoy que hace seis años”
Gorka Castillo Madrid , 12/12/2016
![<p>Khadija Ryad en una imagen reciente.</p>](http://back.ctxt.es/images/cms-image-000009785.jpg)
Khadija Ryad en una imagen reciente.
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El frío invernal se ha convertido en inesperado aliado del recuerdo. Al menos para Khadija Ryadi (Taroudant, Marruecos, 1960), expresidenta de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) y premio de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en 2013 por su compromiso político y también por su certeza de que las palabras sirven para desmontar el simulacro de democracia que existe en su país. “Obviamente, ese galardón, que también recibió Nelson Mandela, no fue reconocido por el Gobierno de Marruecos pero me sorprendió más que tampoco lo hicieran algunos gobiernos europeos”, afirma. Aunque viviendo en Rabat se juegue el tipo, Ryadi, que estuvo en Madrid el pasado fin de semana, hace una devastadora crítica de las torturas que se practican en las prisiones marroquíes a manos del régimen y analiza el despotismo masculino como uno de los ingredientes favoritos de una monarquía que ejerce el poder sin contrapesos. Aunque de cerca intimida con su mirada taladradora, esta activista de aquel Movimiento 20 de Febrero, que en 2011 trajo la esperanza de un cambio real en la orilla sur de Gibraltar, es apacible y muestra un humor a prueba de bombas. Con el pelo corto y siempre suelto para que se lo peine el viento, Khadija Ryadi es, sin duda, la conciencia crítica de miles de mujeres marroquíes aunque rechace ser el emblema de nada.
¿Cuánto ha cambiado Marruecos, si es que lo ha hecho, desde la reforma constitucional de 2011?
Nada. No ha habido cambios porque la reforma constitucional no tuvo como objetivo responder a las reivindicaciones sino que buscaba aplacar las protestas populares que se iniciaron en febrero de 2011 en demanda de reformas políticas y sociales. Hoy en día, la situación de los derechos humanos y las libertades en Marruecos están peor que hace seis años. Paralelamente, también se intentó lavar la imagen internacional del país, algo que preocupa mucho al poder y que tanto interesa a algunos gobiernos europeos.
Las terribles consecuencias de los conflictos libio y sirio fueron utilizadas por el Estado para reforzar su imagen de defensor de la paz
¿Por qué no cuajó el Movimiento 20 de Febrero?
Creo que aún es pronto para determinar las múltiples causas que confluyeron en el debilitamiento del movimiento popular. Desde luego, una de ellas es que el Estado maniobró con rapidez para hacer pensar a la gente que algunas cosas podían empezar a cambiar con la reforma de la Constitución porque Marruecos no era como Libia y Siria, sumergidos en sangrientas guerras civiles. Otra fue el fortalecimiento político que entonces comenzaba a percibirse en el Partido Justicia y Democracia (PJD), cuya imagen de incorruptible se implantó entre la población. También influyó la falta de decisión del movimiento islamista Justicia y Caridad, de inspiración sufí y claramente partidario de luchar contra el régimen monárquico. Por último, el contexto geopolítico en el que se iniciaron las manifestaciones no era bueno, con dos países árabes al borde de la guerra civil. Las terribles consecuencias de los conflictos libio y sirio fueron utilizadas por el Estado para reforzar su imagen de defensor de la paz y la seguridad ante la ciudadanía, lo que ha debilitado el movimiento democrático.
El PJD, un partido islamista moderado que nunca ha gozado de la simpatía de la Corona, está teniendo muchos problemas para formar un gobierno en Marruecos tras su exiguo triunfo en las elecciones de octubre. ¿Qué papel tiene el rey en este bloqueo político?
Más que el rey es la institución monárquica, el Makhzen, quien influye decisivamente en la política de Marruecos. En el caso de las elecciones celebradas en octubre, el poder monárquico hizo todo lo posible para que el PJD no ganara los comicios pero, al no conseguirlo, siguió maniobrando para evitar que alcanzara el consenso parlamentario que necesita para gobernar.
¿Cómo actúa el Makhzen?
El régimen siempre ha maniobrado para debilitar a los partidos políticos. Y lo ha hecho mediante la represión o el chantaje económico. Una vez conseguido, los aísla de su base social antes de abrirles las puertas de las esferas del poder. Eso es lo que ha hecho con el PJD. Como tenía un apoyo popular grande, sólo le permitió alcanzar el gobierno a cambio de que frenara las movilizaciones surgidas durante las revueltas árabes de 2011. Una vez dentro de ese círculo, el Estado ya no se detuvo sino que maniobró para impedirle realizar cualquier iniciativa política, por ejemplo, quitándole la gestión de importantes ministerios. En este sentido, el discurso del rey durante la apertura del Parlamento fue clarificador al amonestar al primer ministro por no cumplir con su programa en política exterior y recordando a todos los diputados que tuvo que ser él en persona el que tuvo que agarrar las riendas de la política exterior para reactivar las inversiones extranjeras.
¿Hay discrepancias entre las organizaciones de izquierda en cuanto a los cambios que deben producirse en Marruecos?
Sí. Una parte es favorable a la instauración de una monarquía parlamentaria y otra parte considera que es mejor esperar a construir un nuevo modelo, poco a poco, sin confrontar los fundamentos del régimen actual.
Usted y la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) siguen denunciando que la tortura es una práctica habitual en las cárceles del país. ¿Cuál es la situación actual de los detenidos?
Hace un mes Naciones Unidas pidió al Estado marroquí el cumplimiento de tres prioridades: el fin de la tortura en las prisiones, el respeto de la libertad de reunión y organización, y acabar con las violaciones de derechos humanos que los cuerpos de seguridad cometen durante los operativos contra el terrorismo.
Habría que empezar por denunciar que la justicia en Marruecos sigue instrumentalizada por el poder. Ni siquiera hay abogados que asistan a estos detenidos
¿Qué sectores sociales son los que sufren más directamente el acoso del régimen?
Varios representantes universitarios que participan en los movimientos sociales están detenidos por motivos políticos. También hay islamistas y unos 60 saharauis contra quienes se practica el acoso como muestra de dominación. Habría que empezar por denunciar que la justicia en Marruecos sigue instrumentalizada por el poder. Ni siquiera hay abogados que asistan a estos detenidos.
¿Qué sintió al contemplar el vídeo-tutorial para la mujer maltratada emitido por la TV pública de Marruecos precisamente el día internacional contra la violencia de género?
Ese programa refleja la política que utiliza el Estado marroquí para esconder y camuflar los problemas de los malos tratos que sufren las mujeres a manos de sus maridos. Resulta muy dramático observar cómo se intenta banalizar esa violencia en mi país mientras se favorece la impunidad de los agresores. A raíz de este vídeo hubo una campaña de protesta que terminó obligando a la cadena de televisión a pedir disculpas. Vivo en un país que hasta hace dos años justificaba la existencia de una ley que eximía de la pena de cárcel a un violador si accedía a casarse con su víctima menor de edad porque “resolvía el problema”. Eso es terrible.
¿No tiene miedo a posibles represalias?
Querer cambiar las cosas en un régimen despótico como el de Marruecos exige asumir algunos riesgos. Por ejemplo, que mi familia y yo carezcamos de vida privada, que a menudo suframos difamaciones en la prensa o que grandes amigos y compañeros se encuentren encarcelados tras ser sometidos a juicios arbitrarios. Y aunque respeto la decisión de los exiliados políticos, mi compromiso con un cambio real en Marruecos me obliga a permanecer en mi país. El día que mi vida esté en peligro no dudaré en irme.
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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