Tribuna
¿Humor político en televisión?
En España son y han sido muy pocos los programas que hiciesen parodia de lo político y menos aún que tuviesen una dimensión informativa de la actualidad
Jesús López-Medel 3/01/2017
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El sentido de humor es un valor muy importante. Mejor una persona alegre que una triste. Mejor alguien que sonría que otro muy serio. La comunicación por medios audiovisuales es un instrumento ideal para provocar ese efecto tan saludable. En una sociedad abierta y tolerante, no pueden existir límites al objeto de que pueda tratarse con humor situaciones o personajes del ámbito público.
Sin embargo, escasean programas televisivos donde los políticos sean objeto de chanza o incluso ridiculización según lo que hacen o actúan. Además, son aprovechables no pocas situaciones, reacciones, expresiones o gestos de ellos, que se sienten obligados a estar siempre actuando y que, en muchas ocasiones, sobreactúan, impostando la voz o la solemnidad de la tontería que dicen o hacen.
No obstante, son y han sido muy pocos los espacios en televisión que hiciesen humor sobre lo político y menos aún que tuviesen una dimensión informativa de la actualidad. La televisión pública siempre ha sido muy remisa a ello pues sabe que a los políticos representados no les gusta (otra cosa es lo que aparenten) ser objeto de parodia o caricatura.
Hay que recordar el memorable de los muñecos de Canal Plus que era breve pero diario y que tenía un sentido netamente informativo en clave de humor
Desde la cadena estatal, nos tenemos que conformar sólo con un programa anual de cierre de fin de año cuando la inmensa mayoría de las familias cenamos. Anteriormente a este único programa de fin de año, este mismo humorista tuvo en otro tiempo su programa semanal los viernes: La hora de José Mota. Era bastante bueno. Había, sobre todo, personajes que reflejaban tipos sociales y algo de políticos. Pero aunque fuese poco, a estos, especialmente a quien manda, no les gustaba nada. Ese programa semanal duró cuatro años. Empezó en 2009 y solo un mes después de llegar Rajoy al Gobierno se dejó de emitir a pesar de las altas audiencias. ¿Casualidad?
A un nivel público, sólo dos cadenas autonómicas tienen programas de contenido de humor con carga política. En Euskal Telebista, Vaya semanita trata en clave de humor los clichés y mitos vascos junto con sketches políticos. Y, sobre todo, en TV3 catalana, donde, con la fauna aún más variada de allí, el programa de humor con carga política, Polonia, lleva más de diez años triunfando y haciendo reír a televidentes pero también desde una perspectiva crítica.
En las televisiones privadas, muy poco ha habido. Hay que recordar el memorable de los muñecos de Canal Plus que era breve pero diario y que tenía un sentido netamente informativo en clave de humor: Las noticias del guiñol. Duraron 13 años, desde 1995, y eran lo más refrescante que durante años generaba sonrisas. A ningún dirigente (particularmente a los del PP) le agradaba pero era muy representativo y hacía ver cómo en verdad los personajes reales se parecían mucho a los guiñoles, como sucede a veces con los dueños de perros, que acaban pareciéndose a sus propios animales de cuatro patas.
Una única referencia que logra sobrevivir en La Sexta: El Gran Wyoming. Su carácter también de la actualidad informativa permite enterarse muchísimo más de lo que sucede que en no pocos informativos-telediarios (especialmente TVE y Antena 3, que no informan de nada crítico). Lo hace Monzón y su equipo en clave de un profundo humor y con bastante inteligencia. Obviamente, quien es más centro en todo momento de las noticias es quien gobierna cuya exposición pública y dislates son notables. Llevan tiempo intentando que ese programa eche el telón.
Para las segundas elecciones, las de junio, en los meses previos, Rajoy incrementó lo que aparentemente eran frases torpes que causaban risa
Las altas audiencias lo impiden y a veces a quienes nos gusta un pensamiento crítico observamos alguna contención, aunque es para mí, al menos, el programa de cualquier tipo más interesante de los que se emiten en todas las cadenas.
Tras este repaso, permite deducirse el escaso o ínfimo peso del tratamiento del humor político o noticiable en España e incluso, al hilo del programa reciente de fin de año de Mota, una reflexión crítica. A veces, presentados con carga de humor (no muy irónica) y casi generando pena, los políticos se hacen humanos a ojos del televidente. Eso crea algo peligroso con quienes somos muy críticos con el sistema político porque nos presenta a unos personajes cuyo tratamiento de humor light humaniza cuando hay muchas de sus actuaciones o decisiones políticas que son muy deshumanizadoras y escasamente sensibles con los que más siguen golpeados.
No era un programa de humor pero recuérdese que para las segundas elecciones, las de junio, en los meses previos, Mariano Rajoy incrementó lo que aparentemente eran frases torpes que causaban risa, En algunos casos así eran en su origen pero otras formaban parte de un guion de “humanizar” a un líder lejano y aburrido.
Recuerdo tras expresar en el campo su admiración por las alcachofas, y difundirse por alguna cadena de televisión y, sobre todo, en redes sociales, un amigo impactado me preguntaba cómo se puede votar al personaje que dice esa estupidez. Le contesté que eso y ese tipo de torpezas simplonas le daban votos. Con la risa venía acompañado de una bajada del altar político y en ese que dice tonterías nos identificábamos.
This is Spain, my friend!
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Jesús López-Medel
Es abogado del Estado. Autor del Libro “Calidad democrática. Partidos políticos, instituciones contaminadas. 1978-2024” (Ed. Mayo 2024). Ha sido observador de la Organización de Estados Americanos (OEA) y presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Democracia de la OSCE.
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