Un fotograma de la serie El padre de Caín.
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La miniserie El padre de Caín, que cuenta los años más duros de ETA en el País Vasco, arrancó con un dato de audiencia arrollador: 3.223.000 espectadores y 19% de cuota de pantalla. Al día siguiente, en el capítulo del desenlace, gran parte de la audiencia le dio la espalda, quedándose con dos millones y medio de espectadores y un 14,5% de cuota. Como muestran los múltiples mensajes de rechazo en redes sociales, no todos los que la vieron estaban enganchados a la trama, muchos quedaron pegados a la pantalla porque no daban crédito a la escasa calidad y nulo rigor histórico de la miniserie. Incluso miembros de la Guardia Civil protestaron por los delirios históricos del guión y por la elección de Rafael Vera como narrador de aquellos años. La ficción se presentaba intercalada con entrevistas a conocidos periodistas, para dotar de veracidad a un guión lleno de errores y falsificaciones históricas, según los testigos y expertos entrevistados para este reportaje. También critican que se presentase a Vera como novelista, en vez de como condenado por secuestro y malversación de fondos. El diario El País describió la serie como “un chiste malo”.
La ficción se presentaba intercalada con entrevistas a conocidos periodistas, para dotar de veracidad a un guión lleno de errores y falsificaciones históricas
Ocultar las torturas
El periodista José María Calleja ríe cuando se le pregunta por la elección del libro de Rafael Vera y por la ocultación de sus delitos en el programa de Mediaset. “Jajaja…bueno, a ver… esto va a ser un lío, eh… Supongo que Telecinco no pone que está condenado porque dan por hecho que todo el mundo conoce esos datos. En fin, esto es una pregunta que tendría que responder Mediaset”. ¿Está de acuerdo con la opinión del periodista Manuel Cerdán, expuesta en la emisión, de que no se torturó a sospechosos de terrorismo en Intxaurrondo? “Es evidente que en el País Vasco hubo casos de malos tratos. Solo hay que ver las fotos de Mikel Zabalza, que apareció ahogado en el río Bidasoa y que es un caso innegable de tortura”. La serie no refleja estos hechos en ningún momento. “A mí no me preguntaron si hubo torturas en Intxaurrondo”, reconoce Calleja, uno de los escogidos para los reportajes de contextualización histórica de la serie. Quien quiera conocer el otro lado de la vida cotidiana del cuartel tendrá que recurrir a relatos como los de Ion Arretxe, autor del escalofriante Intxaurrondo. La sombra del nogal (Garaje negro, 2015). Él fue detenido junto a Mikel Zabalza y torturado por el propio general Enrique Rodríguez Galindo, uno de los personajes de la serie de ficción, donde no se menciona su condena a 71 años de prisión por secuestro y asesinato, con pérdida de empleo y grado.
Ion Arretxe enumera los errores y abusos de la serie de manera sistemática, sin perder el sentido del humor, a pesar de su terrible experiencia en el lugar. “Toda la serie está basada en la manipulación. Te voy a poner ejemplos: mira la escena de los guardias civiles que entran de paisano en una herriko taberna, que está llena de parroquianos que parecen personajes de El planeta de los simios a los que hayan colocado una txapela. La sala está presidida por un anagrama de ETA en la sala principal. Eso da a entender que quien va allí es miembro de la banda, cuando jamás se ha visto ese anagrama en una herriko. Luego, todos los personajes vascos que aparecen en la serie son miembros de ETA: los que están en el bar con el logotipo, los miembros de comandos y la dueña de la pensión, que en realidad no lo es pero tiene un hijo en la banda y pide al policía que no le hagan daño”, apunta. Otra manipulación histórica es la forma en la que se realizan las detenciones. “A todos les pillan con las manos en la masa, cometiendo un atentado o vigilando un secuestro. La realidad es que el ochenta por ciento de los detenidos de la época no estaban haciendo nada: les sacaban de la cama de madrugada, les interrogaban con los métodos que le daba la gana y después les ponían en libertad, a muchos sin pasar por el juez. Te lo puede contar Amnistía Internacional o cualquier organización contra la tortura”. Durante la emisión de la serie, Arretxe bromeaba en Twitter, denunciando que ante la falta de rigor tendría que ofrecer su testimonio en Sálvame.
¿Maniobra política?
En todo caso, el cuartel no era cosa de broma. “La principal actividad de Intxaurrondo era la práctica de la tortura. La serie es un lavado de cara de los torturadores. No parece casual que se emita ahora, cuando el gobierno vasco ha documentado más de cuatro mil casos de tortura para explicar esa época. Todo el guión está enfocado a que fueron tiempos tan duros que la tortura estaba justificada”. El autor del informe del Gobierno vasco es Francisco Echeverría, forense de amplio prestigio, reclamado en los casos de José Bretón, Víctor Jara o de los restos de Cervantes. “Durante muchos años, si denunciabas torturas la prensa te decía que eras colaborador de ETA y que estabas siguiendo su manual. Si no fuera por los cuatro casos flagrantes que se han pillado, quizá se hubieran salido con la suya”, recuerda.
Durante la emisión de la serie, Arretxe bromeaba en Twitter, denunciando que ante la falta de rigor tendría que ofrecer su testimonio en Sálvame
Arretxe celebra las contundentes respuestas a la serie en redes sociales: “La gente ya no traga el cuento. Me hace gracia que ahora salgan guardias civiles dándome la razón, ya que yo siempre había dicho que en Intxaurrondo no existían los calabozos que muestra la serie. Intxaurrondo era un barrio-cuartel y nos torturaban en pisos junto a las familias. Te estaban llenando la bañera donde iban a meterte la cabeza y tenían que parar porque a la mujer de uno no le arrancaba el coche. Su marido lo arreglaba y luego volvían contigo”. Los detalles que aporta son brutales: “Galindo personalmente me cogió de los huevos y me dijo que si no hablaba me los retorcería hasta que explotasen. También me sacaron al patio para que los niños me insultaran y me pegaran patadas”, recuerda. Quien esté realmente interesado en este asunto, puede acudir al artículo ya clásico En España se tortura, del periodista Iker Armentia.
Poner su testimonio por escrito no fue sencillo: “Te machacan la autoestima como a la víctima de una violación. El torturado es un apestado. Primero, para la gente demócrata que no quiere creer que su país no es un Estado de Derecho. Segundo, para tu entorno, que siente dolor por lo ocurrido. Tercero, para toda la gente que piensa que puedes haber contado algo sobre ellos. Ante la Guardia Civil, me puse de rodillas pidiendo que me llevaran a casa con mi madre. Les suplicaba que me matasen. He llorado tanto de rodillas delante de guardias civiles que me da vergüenza contarlo. Y esos guardias civiles los presenta la serie como unos chicos majetes. ¿Por qué crees que hay tan pocos testimonios de tortura? Porque da mucha vergüenza reconocer que has estado así diez días”. ¿Cuál es su valoración final de la serie? “Que Telecinco paga y perpetúa el relato de los GAL”. Luego, fiel a su estilo, tira de humor negro: “Mejor que Rafael Vera esté escribiendo novelas que haciendo lo que hacía”.
No legitimar a Vera
La serie se completa con una serie de entrevistas intercaladas a reconocidos periodistas, para dar veracidad al relato de Telecinco. Iñaki Gabilondo explica: “Hice la entrevista sin haber visto la serie. Me llamaron con meses de antelación. Tampoco la vi estos días, ni las entrevistas previas. Por supuesto, si es verdad lo que dices, que hablaba Rafael Vera sin poner que está condenado por secuestro y malversación de fondos, es algo que no me parece aceptable. Se deben contextualizar las cosas”. ¿No cree que la inclusión de testimonios de figuras progresistas como el de Gorka Landaburu y José Ramón Recalde, se instrumentaliza para legitimar el relato de Vera? “No tenía esa sensación, pero aprovecho esta oportunidad para aclarar que mi presencia como entrevistado de ninguna manera es un respaldo para el relato de Vera. Solo pensarlo me incomoda muchísimo. Siempre me he posicionado contra los GAL y tengo evidencias próximas de que hubo torturas en Intxaurrondo”, señala. “Yo estoy a favor de crear entre todos un relato polifónico: participo igual en el debate sobre un libro de Rafael Vera que sobre uno de Arnaldo Otegi o en la presentación de Patria, de Fernando Aramburu. Dicho esto, no creo que la elección de Telecinco de filmar la novela de Vera sea políticamente inocente”.
¿Cuál es su valoración final de la serie? “Que Telecinco paga y perpetúa el relato de los GAL”
Alberto Moyano, redactor de El Diario Vasco, lamenta el desplome de calidad periodística a la hora de informar sobre el conflicto: “Animo a todo el mundo a ver el Documentos TV que se hizo en 1988 después de la muerte de Yoyes. Eso es información impecable, donde se entrevista a todas las partes, incluyendo a compañeras de Yoyes. Obviamente, era un reportaje de Televisión Española, alineado con la posición del Estado, pero que te daba una idea clara de lo que había pasado. La inclusión de algunos invitados cuestionables y la selección de preguntas de Mediaset no sé si dan pena o hacen gracia”, opina.
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Autor >
Víctor Lenore
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