LA “SUPERIORIDAD” DE LA IZQUIERDA
6. La izquierda ‘fisípara’
El mayor idealismo moral de las izquierdas explica sus conflictos internos, rupturas y escisiones, tendencia que solo se puede frenar si existen expectativas de victoria
Ignacio Sánchez-Cuenca 25/04/2017
La cuerda.
la boca del logoEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Necesitamos tu ayuda para realizar las obras en la Redacción que nos permitan seguir creciendo. Puedes hacer una donación libre aquí
-----------------------------------------------------------------------------------------------------
Argumento:
1. Las personas tienen desacuerdos ideológicos irresolubles.
2. La democracia, aun si establece un margen amplio para la deliberación y el acuerdo, apela al voto como mecanismo para tomar decisiones colectivas ante desacuerdos irresolubles.
3. La ideología no es una mera reputación, no es un mecanismo para ahorrar costes de información. La ideología contiene valores y principios que nos permiten formarnos una idea global sobre los asuntos públicos. La ideología es una forma de organizar nuestras opiniones sobre la política.
4. La ideología no viene determinada ni por los genes ni por el interés económico. Es más bien una cuestión de carácter moral.
5. Las diferencias ideológicas proceden de nuestra distinta sensibilidad hacia las injusticias.
6. Las personas de izquierdas tiene una mayor sensibilidad hacia las injusticias que las personas de derechas y por eso desarrollan un sentimiento de superioridad moral.
7. El exceso de moralidad en la política, típico de la izquierda más radical, lleva a intentar realizar la justicia a toda costa, aun si eso supone un coste social enorme.
8. En la derecha, como reacción, se desarrolla un sentimiento contrario, de superioridad intelectual ante cualquier propuesta de un cambio profundo.
9. El mayor idealismo moral de la izquierda explica la frecuencia de sus conflictos internos, de sus rupturas y escisiones.
10. La socialdemocracia como programa de cambio encarna el compromiso más acabado entre moralidad y eficacia políticas. La socialdemocracia entra en crisis cuando desequilibra ese compromiso en detrimento de su compromiso moral con la justicia.
Para reforzar la tesis defendida hasta el momento (a saber, que la ideología forma parte de nuestra constitución moral y que, en ese sentido, la izquierda es claramente superior a la derecha por defender una concepción de la justicia más ambiciosa y universal), quiero mostrar que dicha tesis puede dar sentido de un fenómeno bien conocido, la condición fisípara de la izquierda política.
Pido perdón por el término, que no está reconocido aún por nuestra Real Academia, si bien se usa habitualmente en el ámbito de la biología para referirse a la reproducción mediante división o fisión (frente a la reproducción de los seres “ovíparos” o “vivíparos”).
Es un lugar común que la izquierda es un organismo fisíparo, pues sufre numerosas divisiones que, políticamente, la debilitan. La historia de la izquierda es la historia de sus particiones, entre anarquistas y marxistas, entre socialdemócratas y comunistas, entre estalinistas y maoístas, etc., etc., etc. Hay incluso chistes célebres, como el de los trotskistas: “¿Qué es un trotskista? Un partido. ¿Qué son dos trotskistas? Un partido y una corriente. ¿Qué son tres trotskistas? Un partido, una corriente y una escisión”. Etcétera.
En España, las divisiones en el seno de la izquierda fueron tremendamente negativas durante la Guerra Civil, frente a una derecha que tuvo claros sus objetivos y consiguió ganar la contienda. Actualmente, las divisiones entre PSOE y Podemos han impedido la conformación de un gobierno progresista, permitiendo así que la derecha continúe en el poder a pesar de los numerosos escándalos de corrupción que protagoniza. En otros muchos países pueden mencionarse experiencias similares.
¿A qué se debe esta tendencia a la división y el enfrentamiento? ¿Y por qué se observa con mayor frecuencia en la izquierda que en la derecha? La respuesta tiene que ver, una vez más, con la moralidad y el sentido de la justicia.
Cuanto más fuerte y exigente sea la concepción de la justicia que se defiende en la política, mayores son las consecuencias de una desviación. Al izquierdista de una cierta tendencia le parece aberrante que otros puedan apoyar otras tendencias. La apelación constante a una “izquierda verdadera” frente a desviacionistas de todo tipo constituye uno de los elementos más previsibles de los debates ideológicos. Esta propensión se vuelve más fuerte cuanto más radical es el planteamiento y también, por qué no decirlo, cuanto más pequeño es el grupo que participa en el debate. Los grupúsculos de la izquierda radical son los que mayor importancia atribuyen a la pureza ideológica.
La izquierda no tiene empacho en hablar en nombre de los más altos ideales: la emancipación del género humano, la eliminación de la explotación, los privilegios y las jerarquías, la libertad entendida como autorrealización plena de los individuos… Todo ello deriva, como no me he cansado de señalar en entregas anteriores, de su potente nervio moral. Pero por ello mismo, si uno se convence de que sus compañeros adoptan posiciones equivocadas que pueden comprometer la consecución de tan elevadas aspiraciones, no queda más remedio que atajar el peligro, ya sea mediante la asfixia de la opinión discordante, ya sea mediante la separación del cuerpo original.
Asuntos en apariencia menores, como la organización interna del grupo o la estrategia de alianzas, pueden desencadenar enfrentamientos extremadamente virulentos que acaben en purgas, expulsiones o escisiones. Multitud de ejemplos vienen a la mente, desde la proliferación de partidos maoístas minúsculos en los años 70 (el PTE, la ORT, el MC, el PCE-ml, el PCE-r) hasta el reciente enfrentamiento en Podemos entre las líneas políticas de Iglesias y Errejón.
La única forma de frenar la tendencia fisípara de las izquierdas pasa por la expectativa de victoria. Si un partido tiene suficiente apoyo popular como para contemplar un triunfo electoral que le lleve al gobierno, sus disidencias internas se amortiguan y el purismo ideológico pasa a segundo plano. De ahí que pueda afirmarse que cuanto más pequeño sea un partido de izquierdas, más peligro de división tiene. Cuando fallan los apoyos, el único motivo de controversia que queda son las ideas.
Según dije al principio, las divisiones internas han sido uno de los principales lastres de la izquierda. Dichas divisiones no son un accidente histórico, sino que responden a una lógica subyacente que tiene que ver con la poderosa constitución moral del izquierdista.
(continuará)
Necesitamos tu ayuda para realizar las obras en la Redacción que nos permitan seguir creciendo. Puedes hacer una donación libre aquí
Autor >
Ignacio Sánchez-Cuenca
Es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus últimos libros, La desfachatez intelectual (Catarata 2016), La impotencia democrática (Catarata, 2014) y La izquierda, fin de un ciclo (2019).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí