TECETIPO
Cuarenta años siendo ejemplares
Han hecho falta dos jefaturas del Estado a dedo para que Felipe VI llamase por su nombre a nuestro anterior régimen: dictadura. Eso sí, para compensar, ha condecorado a Rodolfo Martín Villa, ministro franquista responsable de la matanza de Vitoria
Gerardo Tecé 28/06/2017
Felipe VI entrega a Rodolfo Martín Villa, exministro franquista, la medalla conmemorativa de las Cortes Constituyentes. 28 de Junio de 2017 / Captura de pantalla de ABC
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En Madrid estaba hoy una de las noticias del día. El Congreso de los Diputados celebraba los cuarenta años de democracia, cuarenta años desde aquellas elecciones de 1977. La otra noticia venía de la comunidad autónoma número dieciocho, Venezuela. Un helicóptero pilotado por un grupo de policías atacaba las sedes del Tribunal Supremo y del Ministerio del Interior. Disparos y lanzamiento de granadas que, a este lado del charco, ni por aquello de tener el foco puesto en el Congreso y la democracia, nos ha recordado a un intento de golpe de Estado. Ni a un atentado, a pesar de las explosiones, los disparos y los encapuchados sosteniendo metralletas. Ni siquiera a violencia. Lo sucedido en Venezuela hoy era rebeldía opositora. Románticos con alas, vamos. Cuarenta años de democracia y tan poco olfato. Que Venezuela sea un avispero y que nos pueda rechinar Maduro no debería hacer que dejara de sorprendernos el tratamiento que se le da a cada capítulo de la telenovela que nos imponen. Ni el nivel de contaminación para consumo interno que nos hacen tragar. La misma prensa y partidos que hoy solo perciben rebeldía en Venezuela hablaban de golpe de Estado cuando el 15M, sin disparos ni granadas, rodeó el Congreso. A estas alturas y celebrando la madurez democrática, ya solo pedimos que nos manipulen con respeto.
Según cuentan las autoridades desde el acto solemne, los valores democráticos que hoy celebramos están bien asentados. Tanto que, como cada día de los últimos cuarenta años, hemos vuelto a felicitarnos una vez más por haber coronado el Everest de ir a las urnas cada equis tiempo. En plena Europa y habiendo llegado los últimos a la cima, seguimos recordando la gesta. Nos conformamos con poco. Se explica así que, mientras damos lecciones a otros, se nos olvide llamar por su nombre a nuestro anterior régimen: dictadura. Han hecho falta cuarenta años y dos jefaturas del Estado a dedo para que hoy Felipe VI se acordase de hacerlo. Eso sí, para compensar, ha condecorado a Rodolfo Martín Villa, ministro franquista responsable de la matanza de Vitoria. ¿No nos estaremos haciendo trampas convirtiendo el suficiente raspado de nuestra democracia en un sobresaliente histórico? Sea como sea, ahí sigue el autoengaño, pegado con orgullo en la nevera.
Mirando al futuro y al oeste del charco, quizá tengan razón quienes pronostican que si un día llegara al Gobierno de España un partido como Podemos, esto se convertiría en Venezuela. Podría ser. Precisamente porque la ejemplar democracia no lo es. Y los que van avisando del caos lo saben bien. Y saben que es así, con caos, como funciona el juego de mantener los privilegios en las democracias débiles. Lo vivimos no hace cuarenta, sino ochenta años, con la República. O por no irnos tan lejos, lo vivimos con Zapatero, aquel señor soso que les robó a algunos lo que consideraban suyo, el Gobierno. Menudo cabreo democrático. El nivel de irritación durante aquellos gobiernos de ZP tocó máximos y se convirtió en cotidiano, en el Parlamento, en la tele y en la calle. Acusarlo de todo tipo de maldades era parte del paisaje prevenezolano. De haber estado tras el 11M, de romper España, de regalarle Navarra a ETA, de humillar a los muertos, de atentar contra la familia tradicional, de buscar otra Guerra Civil o de querer prohibir el vino y la Semana Santa. Los grandes clásicos se pusieron a funcionar y la calle acabó registrando niveles récord de crispación.
¿Se imaginan qué pasaría si un día llegase al Gobierno alguien que, al contrario que Zapatero, sí pretendiese acabar con ciertos privilegios? Pues claro que esto se parecería a Venezuela. Por supuesto. Y se parecería porque cuarenta años después lo poco que hemos aprendido de democracia es que la nuestra es ejemplar. Nada más. Y para mí que con eso, por mucho que se repita durante décadas, no bastará llegado el momento.
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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