“La ciencia hoy es una mercancía”
Andrea Saltelli cree que los científicos deben tomar partido por los ciudadanos en los problemas sociales y medioambientales para contribuir a generar confianza entre ciencia y sociedad
CTXT / Observatorio Social La Caixa 18/07/2017
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Andrea Saltelli (Italia, 1953), profesor visitante en el Centro para el Estudio de las Ciencias y las Humanidades de la Universidad de Bergen (Noruega) e investigador invitado en el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona, explica en una entrevista en el Observatorio Social de La Caixa que la ciencia está en crisis principalmente porque “hoy en día es una mercancía: está en el mercado y se paga un precio por ella”. Saltelli cita al historiador Philip Mirowski y su libro Science-Mart. Privatizing American Science (El mercado científico: la privatización de la ciencia en EE UU), en el que, “mediante un juego de palabras a partir de Wal-Mart, la conocida cadena estadounidense de grandes almacenes baratos, expresa que, cuando la ciencia se convierte en un supermercado, la calidad desaparece”.
El profesor asegura que la crisis afecta a todas las disciplinas, pero que se aprecia especialmente en la psicología. Para explicar el porqué, Saltelli recoge los postulados de Auguste Comte, que argumentaba que las ciencias se clasifican según su proximidad a las leyes exactas. “En lo alto de la pirámide, están las matemáticas, la geometría, y después vienen la física, la química, la biología y las ciencias sociales. Cuanto más se aleja uno de la cúspide, de las leyes exactas, más se acerca a dominios en los que las cosas son más confusas y complejas”, cuenta el investigador. “Casi dos siglos después de Comte --prosigue Saltelli--, Daniele Fanelli comparó los índices de reproducibilidad de diferentes disciplinas. Descubrió que cuanto más desciendes por la jerarquía científica, más aumentan los resultados positivos, lo cual confirmó su hipótesis de que las disciplinas blandas sufren más sesgos”.
Sobre los límites de la ciencia, el profesor argumenta que “el reduccionismo consiste en pensar que, si se toma un sistema complejo, se divide en pequeñas partes y se estudian todas ellas, se comprenderá el conjunto del sistema”. La ciencia, dice, “no puede resolver todos los problemas”. Saltelli pone como ejemplo el clima, un “fenómeno demasiado complejo como para llegar a predecirlo de manera fiable mediante modelos matemáticos”. A su juicio, los consorcios podrían ayudar “si no se cae en la trampa del reduccionismo”.
El profesor e investigador ha publicado recientemente, junto con el filósofo Silvio Funtowicz, una serie de escritos sobre la posverdad, un “asunto” que considera “poco creíble”. Saltelli opina que tras el fenómeno de la posverdad hay dos procesos: “La pérdida de legitimidad de la ciencia y el conocimiento, en tanto pilares del Estado moderno, y el derrumbe de la calidad de la propia ciencia”.
Sobre la falta de confianza que inspiran los expertos, el profesor pone como ejemplo el tema del azúcar. “El año pasado --explica-- la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos publicó un informe que revelaba que la industria azucarera había financiado investigaciones sobre la grasa, para apartar la atención del azúcar. ¿Se puede usted imaginar las consecuencias que ha podido tener esto para la salud?”.
Saltelli destaca el “sesgo de confirmación” --los investigadores tienden a creerse los resultados que desde el principio pensaron que obtendrían-- cuando se le pregunta por el papel individual de los científicos en esta crisis . “La ciencia se ha vuelto impersonal. Yo puedo publicar un artículo y no me importa equivocarme, porque, después de todo, la gente me conoce por mi índice de impacto. Cuanto más elevado sea, más brillante seré; así que lo que a mí me interesa es publicar muchos artículos, aunque sean erróneos”. A su juicio, “la vanguardia científica constituye pequeñas comunidades que suelen cometer menos errores. En ellas, la ciencia puede alcanzar éxitos espectaculares”.
El investigador cree que para mejorar la ciencia es necesario dejar de utilizar variables como los índices de impacto y el factor de citación, que supuestamente describen la importancia de las revistas y los investigadores. En este sentido, cita la Declaración de San Francisco sobre Evaluación de la Investigación de 2012, “un documento muy importante y que ofrece un conjunto muy bien pensado de recomendaciones métricas, pero nadie las aplica, ni siquiera parcialmente”. “Aunque ideológicamente estés convencido de que esas cosas son negativas --explica el profesor--, sigues utilizándolas, y las instituciones que otorgan ayudas a la investigación también las utilizan. ¿Por qué se fijan en el índice de impacto? Porque la única alternativa sería leerse los artículos de los candidatos, y para eso hace falta tiempo”.
Saltelli se muestra más pesimista que optimista. “Si amas la ciencia, tienes que defenderla, y para eso hay que ser crítico. Pero mucha gente prefiere ocultar el problema, porque, según dicen, si atacas a la ciencia pondrás en peligro su financiación. ¿Por qué debemos pagar una ciencia de mala calidad?”.
Para terminar, el profesor enumera algunas iniciativas “bien encaminadas para empezar a cambiar las cosas”. Entre ellas están el proyecto de reproducibilidad de Brian Nosek en psicología, el centro de innovación en metainvestigación de John Ioannidis en Stanford o el proyecto alltrials.net de Ben Goldacre. Además, el profesor añade el blog Retraction Watch, “una herramienta inestimable para que las revistas especializadas y sus directores no bajen el nivel de exigencia”.
Saltelli concluye que “si los científicos se involucran directamente tomando partido por los ciudadanos en los problemas sociales y medioambientales, contribuirán decisivamente a generar confianza entre ciencia y sociedad”.
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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en la entrevista realizada por Núria Jar a Andrea Saltelli, profesor visitante en el Centro para el Estudio de las Ciencias y las Humanidades de la Universidad de Bergen e investigador invitado en el Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona, que lleva por título La ciencia nunca se pensó para el mercado, pero hoy es una mercancía. El texto está publicado en el Observatorio Social de La Caixa.