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Hace algunos meses, Simon Kuper publicó un artículo que me pareció extraño para la edición dominical del Financial Times, en el que sostenía que los hablantes nativos de inglés estaban en desventaja por el simple hecho de que el mundo entero (o, para ser más realista, las clases medias y dirigentes de todo el mundo) es capaz de leer y hablar en inglés. Estos últimos tenían la ventaja de entender completamente a los hablantes de inglés, sus opiniones, prejuicios y motivaciones, y al mismo tiempo esto eliminaba todo incentivo de los hablantes nativos de inglés por aprender idiomas extranjeros (para qué molestarse, si todo el mundo habla tu lengua) y así entender e influenciar a otras culturas que todavía llevan a cabo la mayoría de sus negocios cotidianos en sus idiomas nacionales.
Lo que me pareció curioso en el artículo de Kuper fue que daba la vuelta a la opinión habitual e histórica que afirma que tener extranjeros aprendiendo tu idioma siempre es una señal de superioridad cultural y tecnológica, que consolida esa superioridad, y que por tanto es algo muy deseable. Grecia influyó a los romanos a través de su amor y admiración por el idioma griego (el que Gibbon llamó el “idioma perfecto”), y transmitió así su cultura y su forma de pensar. No en vano, emperadores tan diversos como Adriano, Marco Aurelio y Juliano fueron helenistas, que a menudo se sentían más cómodos hablando griego que el tosco latín. (Estoy escribiendo esto a unos 200 metros de la puerta de Adriano en Atenas).
no hace falta que me extienda hablando de las personas que no saben nada del idioma del país sobre el que escriben, y aun así osan redactar una retahíla de lugares comunes que luego ganan premios en el mundo anglosajón
La ventaja de que otras personas hablen tu idioma siempre se dio por sentada: ayuda a tu cultura, religión u oficio, como se puede ver entre las élites francófonas en Oriente Próximo, las élites anglófonas en el subcontinente indio o en la mayor parte de África. La expansión mundial del cristianismo y del islam es impensable sin el cosmopolitismo del griego, en primer lugar, y más tarde del latín, del inglés y del francés; para el islam, del árabe. Las ganancias para EE.UU. de que haya extranjeros que hablen inglés son inmensas: dominar la cultura popular, el mundo de los medios y los libros o propagar con facilidad las ideas estadounidenses sobre política, filosofía, ciencias y economía. Esas ventajas han llevado al filósofo Philippe van Parijs a afirmar incluso que, para ser justos, los hablantes nativos de inglés deberían compensar a los no nativos por la ventaja “inmerecida” que poseen.
Entonces, ¿cómo pueden unas ventajas tan evidentes convertirse en una desventaja? Aunque no estoy de acuerdo con Kuper, incluso cuando leía el artículo, albergaba una pequeña duda de que en ciertos casos podría tener razón. Y creo que es hasta defendible. El “solipsismo cultural” de los hablantes nativos de inglés sigue empeorando al hablar todo el mundo su idioma de forma más o menos aceptable. Esto refuerza una tendencia muy humana hacia la pereza intelectual que les lleva a comunicarse solo con la gente que habla inglés y aprender todo sobre el país al que viajan, o más en serio, en el que trabajan o sobre el que escriben, a partir de fuentes anglófonas o hablantes nativos de inglés. Esta situación está abocada a proporcionar una visión truncada de la realidad.
Me sorprende observar la indiferencia de los hablantes nativos de inglés, aquellos que efectivamente hablan otros idiomas, hacia los medios de comunicación nativos de los países en los que viven. Puede que algunos de ellos hayan pasado una década o más viviendo en X, incluso hablando su idioma, sin molestarse apenas en leer las noticias escritas en el idioma local o entablar relaciones intelectuales más exigentes en ese idioma.
Me di cuenta de nuevo el otro día cuando estaba viendo en la tele de la habitación de mi hotel un programa ruso de debate político en el que un presentador claramente inteligente, aunque un tanto insolente, discutía con varios invitados las actuales relaciones entre EE.UU. y Rusia. El locuaz presentador controlaba la estructura del programa y, en representación del punto de vista de EE.UU., invitó a un periodista estadounidense que trabajaba en Moscú. Su nivel de ruso era aceptable y hasta creo que sería capaz de mantener una conversación real en ruso si se tratara de una situación en la que solo hay dos personas, él y otro, pero en un programa dinámico de debate donde no controlaba a los otros invitados y se interrumpían constantemente los unos a los otros, sus intentos por participar resultaban sencillamente patéticos. (Creo, sin estar seguro, que a lo mejor había sido invitado precisamente por ese motivo). Como muestra de que vivía completamente en un mundo anglosajón, incluso en Moscú, se refirió a Montenegro (hablando de la expansión de la OTAN), usando “Montenegro” y no “Cherna Gora”, que es como se dice en ruso. En mi opinión, eso demostraba que no leía ni veía noticias rusas que hablaran de la OTAN, sino que se enteraba de la reacción rusa a través de los periódicos estadounidenses y de algunas conversaciones con rusos que hablaban inglés. Justo lo que un corresponsal extranjero nunca debe hacer.
Podría continuar dando ejemplos de ese tipo durante un rato, ya que durante mis viajes he sido testigo de bastantes. Como por ejemplo, el debate sobre la Revolución Rusa que tuvo lugar en Moscú y en el que algunos de los historiadores occidentales más famosos no se sentían lo suficientemente cómodos como para hablar en ruso frente a una audiencia formada por un 99% de rusos (algunos de los cuales tuvieron que recurrir a la interpretación). Imaginaba entonces cómo de raro sería si un francés que hubiera escrito un libro sobre la Guerra de Independencia de los Estados Unidos decidiera hablar en francés durante una conferencia sobre el asunto en EE.UU. También recuerdo un famoso historiador medieval griego y bizantino que pidió que le entregaran la más básica información sobre Atenas en inglés. O un embajador occidental que durante la guerra civil bosnia pronunciaba una y otra vez el nombre de una ciudad asolada por entonces por las balas de la manera (incorrecta) en que se pronunciaba en Washington, no en Sarajevo. Y no hace falta que me extienda hablando de las personas que no saben nada del idioma del país sobre el que escriben, y aun así osan redactar una retahíla de lugares comunes que luego ganan premios en el mundo anglosajón.
En ese sentido, el artículo de Kuper, aunque extremista, contenía algo de verdad. La ubicuidad del inglés ha estimulado la pereza intelectual al hacer que los hablantes nativos de esa lengua sean menos propensos a esforzarse por aprender idiomas extranjeros. E incluso cuando tienen que aprenderlos, para usarlos sobre todo en taxis y restaurantes, no lo hacen para participar de la cultura y el idioma del país sobre el que se supone que tienen que saber y escribir. Les ha llevado a vivir, incluso en lugares a miles de kilómetros de distancia de Estados Unidos, y con culturas completamente diferentes, sumergidos en una burbuja de ideas generada por los medios ingleses y estadounidenses, a creer solo esas ideas y a reforzar el solipsismo que nunca ha dejado de ser fuerte en países bien integrados, grandes y geográficamente aislados como los Estados Unidos.
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Branko Milanović es un economista serbio-estadounidense. Durante casi 20 años fue economista jefe del grupo de investigación sobre Desarrollo del Banco Mundial.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog del autor. Traducción de Álvaro San José.
Autor >
Branko Milanović
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13 comentario(s)
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invitado
A la magda brown: gracias por la información (pffff...). A ver si tiene usted ganas de entender lo que, tal vez de forma poco clara, intentaba decirle. A saber, que el proceso de unificación de un montón de formas de hablar más o menos próximas entre sí, más o menos mutuamente comprensibles para sus respectivos hablantes, tiene todo que ver con el nacimiento y consolidación de las modernas naciones europeas (limitándonos a esos ejemplos por ahora) o, mejor dicho, Estados europeos. Es decir, un proces dirigido desde arriba e histórico. O va a ser, acaso, lo propio de un organismo vivo -como metafóricamente se habla de los idiomas y usted tiene a bien recordarme-, que al pasar de Fuenterrrabía a Hendaya (barkatu euskaldunak, adibide bat besterik ez da) pasemos del todo castellano al todo francés? Así pues, visto retrospectivamente, una lengua como el espanhol oficial contemporáneo (o sus contrapartes italianas, o el inglesas, o francesas) es fruto de un proceso de unificación del todo "nacional", por desgracia. Es de esa forma retrospectiva que puedo hablar de multitud de dialectos previos, pero sí, no es tal vez muy exacto decirlo así precisamente porque es una forma retrospectiva de entenderlo. Pero mire usted, a mí me extranhó que para darse el gustazo de tratar la "íntima debilidad" de la sintaxis inglesa o algo así de chorra nos dijese que va a pasar algo con esa lengua que está mucho más cerca del "estado natural": que de valle en valle vayan cambiando ciertas características etc. Un saludo.
Hace 7 años 4 meses
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magda brown
Al invitado: Las lenguas son entes vivos. Los dialectos no son parte de un progreso gradual y las lenguas no son "nacionales".
Hace 7 años 4 meses
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Miquel
Así se comportan los españoles fuera de españa: conozco a más de uno que después de 40 años de vivir en Mallorca sólo hablan esoañol. E ingleses y ....
Hace 7 años 4 meses
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José Lázaro
Todas las traducciones suponen un filtro y por lo tanto una cierta pérdida de información. Quizás no sea el caso, pero de todas maneras expreso mi comentario con todas las cautelas. Los apuntes del autor son interesantes y creo q se acercan bastante a la realidad. Pero a mí me descoloca el uso banal o "absoluto" del concepto de "ventaja" que se refleja en el artículo. La ignorancia y la miopía intelectual son en muchas ocasiones grandesn aliados de aquellos q buscan tan solo el beneficio personal y no alcanzar un óptimo global q beneficie a todo el grupo. Mi experiencia de años viviendo en otras culturas es q mis opiniones son mucho más abiertas y flexibles, q espero a escuchar a los demás antes de exponer "mi solución", q empatizo mucho más. Pero ninguna de esas cualidades me ha sido de gran ayuda en mi vida profesional donde estoy rodeado de genten arrogante, monolingue y q hace las cosas "por sus santos cojones". Esta gente, como el imperio q domina hoy el mundo o como el que le sucederá, tiene la "ventaja" de no tener que preocuparse de los otros. No me extiendo más. Simplemente insistir q las bondades del conocimiento no son siempre una ventaja. No en el mundo en que vivimos...
Hace 7 años 4 meses
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Paco
Bien dicho, lo mismo cabe decir de Gran Brettaña, al menos para varios segmentos de población nativa.
Hace 7 años 4 meses
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invitado
magda brown: "En ella lleva escrito su destino de desintegración en dialectos ( como le pasó al latín), y que al español, sin embargo, por su idiosincrasia gramático sintáctica, le tardará en pasar." No soy un experto en estos temas, pero tengo entendido que las lenguas nacionales pasan ANTES por esa fase de dialectos, y posteriormente, el poder político centralizado crea una lengua escrita estándar que, con el transcurso del tiempo va permeando a las poblaciones y uniformizando el idioma. Es decir, eso de ser un montón de "dialectos" con características entrecruzadas entre sí, es más bien el estado natural, si es que se puede utilizar tal calificativo hablando del lenguaje. britten: Que las élites y sus pedanterías crean que un idioma es inferior a otro tiene todo que ver con la cultura (o sea, el vocabulario de un idioma, una cosa más bien superficial de la maquinaria de la lengua), es decir, con estatus social. Nada que ver con esa maquinaria que tan bien funciona, también cuando los doctos la dejan en paz. O acaso cree que nuestros ancestros ágrafos fueron por ahí grunhéndose los unos a los otros unas cuantos decenas de miles de anhos?
Hace 7 años 4 meses
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Britten
Juan, la primera pregunta se responde con una simple búsqueda en Google. La segunda lleva dos mil años respondida: los mismos romanos consideraban al latín mucho más vulgar y rudimentario que el griego, mucho más desarrollado y sutil. La prueba, para una sola palabra en latín: amor, existen al menos cuatro términos diferentes en griego. Algo parecido, aunque no igual, pasa entre el inglés y el alemán, aunque en este caso las dos tienen la misma raíz, lo que el inglés ha ganado en sencillez lo ha perdido en sutilidad.
Hace 7 años 4 meses
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magda brown
La sintaxis del inglés delata su íntima debilidad. En ella lleva escrito su destino de desintegración en dialectos ( como le pasó al latín), y que al español, sin embargo, por su idiosincrasia gramático sintáctica, le tardará en pasar. No aparece la pertinencia del castellano, que fue lengua franca durante siglos y que hoy alberga al mayor número de hablantes que lo tienen de lengua materna, despues del chino.
Hace 7 años 4 meses
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Pablo
Es que no se integran...
Hace 7 años 4 meses
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Hector
Estupenda traducción
Hace 7 años 4 meses
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pjmelian
EVEN A FOOL CAN LEARN ENGLISH. I AM AN EXAMPLE. 60% de los elementos proceden del latín ESCRITO. Pueril en sintaxis y gramática. Esta mezcla, entre otras, ha producido una olla podrida en la pronunciación de las vocales que empeora en los acentos regionales y mescolanza étnica. Some of their writers and journalists remind me of a person singing his or her national anthem in a foreign language. Understandably something comes out as a flimflam fraud.
Hace 7 años 4 meses
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invitado
La cosa es más profunda y radical de lo que refleja el artículo. Quiero decir, el asunto no es que el inglés sea tan dominante, sino que viene de algo anterior: la intercambiabilidad de lenguas, es decir, el hecho de que se puedan traducir. Como dice un estudioso de cuestiones lingüísticas, hablamos todos griego a través del latín. En la Antigüedad se produjo un vuelco total (dice ese estudioso) de las ideas y conceptos, y las constelaciones de ideas y conceptos, del griego al latín, de modo que la lengua de la cultura pasó a ser el latín (con más o menos pervivencia del griego al principio entre las élites), latín medieval de las escuelas, y luego, directamente, las lenguas nacionales, que se fueron incorporando paulatinamente, todas ellas recibiendo el trasvase de esas redes de significados. La cultura dominante de la que formamos parte, y que ya poco más o menos va abarcando todo el pobre globo terráqueo, por supuesto que implica una limitación en la visión de la realidad. Para empezar, resulta cada vez más difícil percibir que la realidad es tribal, por lo que no es de extranhar que nuestra cultura sea tan totalitaria. El inglés habrá recogido el relevo como foco lingüístico de la cultura dominante (ciencia, filosofía, justificaciones del poder, etc.), pero ello no es más que, en lo que nos toca, el paroxismo de una cosa que viene de un rato antes. Los creyentes en una realidad extralingüística y en la Ciencia no estarán de acuerdo, por supuesto, pero eso, visto lo visto, es natural (es decir, cultural).
Hace 7 años 4 meses
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Juan
Creo que hay dos cuestiones que se pasan por alto en este artículo. En primer lugar, habría que saber si lo que cuenta es verdad, esto es, si de hecho hay (proporcionalmente) menos anglófonos políglotas que hablantes nativos de otras lenguas (es complicado medirlo porque hay que ponderar el número de hablantes de cada lengua; no tiene el mismo estímulo quien pertenece a un grupo lingüístico con 300 o 400 millones de hablantes, que a uno con uno o dos millones). Se suele dar por sentado que es así, pero eso no lo convierte en realidad. La segunda cuestión es que observaciones como que el latín es tosco en relación al griego están completamente fuera de lugar: ¿tosco con respecto a qué?
Hace 7 años 5 meses
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