1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

DEBATES FEMINISTAS

Madres y abuelas: heroínas silenciosas de los cuidados

La violencia que se produjo en el inicio del capitalismo forzó a las mujeres a ocuparse de los trabajos del hogar. Ahora, las empresas y el Estado deberían promover medidas para que estas tareas sean asumidas entre todos

Nuria Alabao 3/01/2018

<p><em>L'enfant malade,</em> de Edvard Munch.</p>

L'enfant malade, de Edvard Munch.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT está produciendo el documental 'La izquierda en la era Trump'. Haz tu donación y conviértete en coproductor. Tendrás acceso gratuito a El Saloncito durante un mes. Puedes ver el tráiler en este enlace y donar aquí.

Las cenas de navidad son un telescopio por el que observar una condensación de las relaciones desiguales en las familias: mujeres atareadas cocinando y pululando alrededor de mesas llenas de viandas trajinando con platos y turrones. Hombres sentados comiendo que, como mucho, habrán puesto la mesa. Evidentemente, no todas las casas son iguales, los roles están cambiando rápidamente espoleados por un feminismo que se extiende como la marea. El relevo generacional se nota, y los “nuevos” tipos de familia también: parejas gays y lesbianas con y sin hijos, madres –y padres– solteros que se juntan con amigos o con los abuelos y en todas las mesas, cada vez menos niños.

En mi casa, mi madre es una de esas energías de la naturaleza que se activa cuando la familia está cerca intentando adelantarse a cada uno de tus deseos. Estas fiestas, además de cocinar, servir y limpiar también se encarga de mi tío que está enfermo. No se puede levantar de la cama y depende totalmente de ella. Por suerte, ha podido contratar a otra mujer cuatro horas al día, aunque las ayudas de la dependencia todavía no llegan –como las de otras 350.000 personas en espera en todo el Estado–. El resto del tiempo, ella sola cambia pañales y sábanas de un hombre que pesa más de cien kilos, hace compañía y pasa el duelo. No es la primera vez que cuida a un dependiente. Antes se encargó de mi abuela –su madre– con Alzheimer y luego sin una pierna– y antes de eso, del padre de mi padre cuando fue incapaz de vivir solo. Previamente ya había dejado de trabajar para ocuparse todo el tiempo de mi hermano y de mí. Toda una vida dedicada a los demás. Sus preferencias personales, sus deseos siempre entrelazados con el deber inscrito en su género. Y si le preguntas, te dirá que lo hace porque quiere, porque nos quiere, porque no hay de otra.

Trabajos mudos

Es una auténtica heroína de esas invisibles y calladas. A veces, demasiado calladas, pero siempre invisibles. Como ella existen millones en España. Hay cálculos que cifran el coste no remunerado de los cuidados a dependientes en un 5% del PIB –entre los 32.000 y los 50.000 millones de euros–. Esto sin incluir las tareas domésticas. ¿Por qué hablamos del coste de ocuparnos de los nuestros? Es cierto que no queremos una sociedad donde todo tenga su equivalente monetario, donde no se haga nada sin cobrar. Pero ¿cuándo hemos decidido que ese altísimo precio tenía que ser asumido en exclusiva por las mujeres? El precio de hacer personas es el precio de reproducir trabajadores –cuando criamos a nuestros niños–, poner a punto a otros para el trabajo –cocinar, lavar, limpiar para nuestros compañeros– u ocuparnos de los que no pueden valerse por sí mismos y que el mercado laboral desprecia. Evidentemente no es algo que decidimos, ni fue discutido públicamente, sino que hizo falta una violencia brutal como la que se produjo en el inicio del capitalismo. Entonces, para crear asalariados a la gran masa de campesinos se les despojó de los recursos comunes que permitían vivir con cierto grado de autonomía y, en este proceso, esa misma violencia forzó a las mujeres a ocuparse de los trabajos del hogar. Es decir, a reproducir la fuerza de trabajo como mandato “natural” no asalariado. En Europa, la matanza de brujas –las que viven solas, retan el orden natural o incluso conocen métodos de control de la natalidad– formó parte de ese mismo impulso. Lo explica magistralmente Silvia Federici en Calibán y la Bruja (Traficantes de Sueños)

El resto de la historia la conocemos, las mujeres hemos tenido que luchar para poder entrar en ese ámbito del trabajo asalariado que se ha hecho imprescindible para vivir en nuestro tipo de sociedad. A veces, contra legislaciones que tenían el objetivo expreso de mantenernos en casa. Las consecuencias permanecen hasta hoy. El coste del trabajo no pagado se cuantifica no solo en salarios que no recibimos sino en carreras laborales interrumpidas, desventajas para que nos contraten precisamente por eso, retribuciones más bajas, pensiones casi inexistentes y un largo etcétera, porque nuestra desigualdad en el mercado de trabajo está totalmente vinculado a nuestra condición de cuidadoras. Así como nuestra dependencia económica a la subordinación al marido. Y todo ello en relación con nuestra consideración social: producir para el mercado confiere estatus, mientras que ocuparse de la vida, cocinar, limpiar a enfermos, cambiar pañales, no. Recuerdo una conversación recurrente que tenía con mi abuela en la que ella se quejaba de que no había podido estudiar –le hubiese gustado ser médico aunque era analfabeta–. Yo siempre le decía que estudiar está muy bien, y que es una pena que ella no hubiese podido, pero que sabía hacer un montón de cosas, entre ellas cocinar –era magnífica– y que hubiese podido trabajar de chef si hubiese tenido la oportunidad. La recuerdo entonces pensando, los ojos como platos, ante algo que jamás se había planteado: ¿cocinar es un saber valioso? ¿Acaso no es como respirar?”

Crisis de cuidados

Hoy, por suerte, nuestra sociedad se ha transformado, pero eso ha producido desajustes en el ámbito del cuidado. Hay tensiones entre el nuevo papel de las mujeres y los viejos roles. Desde la economía feminista se nos advierte de que hay en marcha una auténtica “crisis de los cuidados”: las mujeres trabajamos cada vez más fuera de casa mientras aumentan las personas en situación de dependencia, sobre todo ancianos. Más del 70% de los dependientes reconocidos es mayor de 65 años. La atomización de la vida en las ciudades, el quiebre de las redes de apoyo tradicionales, así como la falta de implicación de los hombres en hogares donde las mujeres también trabajan está provocando un colapso en la capacidad de cuidar de las familias, como señala Dolors Comas-d'Argemir. Cada vez aparecen más ancianos muertos en sus casas tras días o semanas de abandono. Cada vez tenemos menos hijos por los altos costes personales para las mujeres y las dificultades para ser madre sin tener que renunciar a trabajar o a intervenir en el espacio público. No hay ni un reparto equitativo dentro de los hogares, ni medidas políticas destinadas a una solución colectiva de un problema que es de toda la sociedad. Una verdadera respuesta a la altura implicaría una reestructuración del conjunto del sistema social y económico. Estamos hablando de la vida.

Reorganizar el sistema de cuidados

Nuestro sistema de protección social se diseñó pensando en un mundo que ya no existe, como explican María Pazos Morán y Bibiana Medialdea. Pero aunque la realidad se ha transformado, el sistema de organización y reparto de los cuidados no. En general, las leyes han ido destinadas a dar facilidades a las mujeres para que “concilien” su empleo con “su” responsabilidad de cuidados, no a socializarlos. Es un sistema que pone el acento en las soluciones privadas, como si fuese un problema individual y no de organización de la sociedad. Las consecuencias, las conocemos: algunas mujeres no tienen más alternativa que cuidar a tiempo completo y abandonar así otros espacios y su independencia económica. Otras hacen auténticos malabares para compatibilizar sus empleos con la tarea de cuidar como pueden, o como les dejan.

Mientras, las que pueden contratan para esas tareas a otras mujeres, normalmente inmigrantes, y en condiciones muy precarias. Pero, ¿quién cuida de las cuidadoras? ¿Cómo solucionan ellas a su vez la necesidad de cuidados de sus familias? ¿A qué responde este olvido? No es casualidad que las empleadas de hogar constituyan el único colectivo laboral por cuenta ajena que no está protegido por el Estatuto de los Trabajadores. Es decir, no tienen derechos básicos como el paro y su trabajo se desarrolla sin ningún tipo de control, lo que facilita la contratación en negro. Todo ello “abarata” el coste de externalizar los cuidados. Es decir, se apuesta a que el precio –económico, personal– de cuidar lo paguen las mujeres, no la sociedad en su conjunto. A su vez, para que las mujeres de clase media puedan trabajar, se hace recaer buena parte de este peso en el último eslabón, las mujeres migrantes.

Corresponsabilidad social/con el varón

Hace falta una vuelta completa a esta situación. Gran parte del trabajo de cuidados tendría que llevarse a cabo de forma colectiva, social. Las empresas y el Estado deberían hacerse cargo de financiar e implementar medidas destinadas a que las tareas de cuidado sean asumidas entre todos. En ese sentido, desde el feminismo se piden medidas como ayudas económicas al cuidado, guarderías y aumento del gasto público en socializar los cuidados. Así como jornadas laborales más cortas –para hombres y mujeres– y otras medidas como permisos maternales y paternales iguales y obligatorios. Otra propuesta –fuertemente debatida– es la de la renta básica, aunque una parte del feminismo dice que podría reforzar la permanencia de las mujeres en el hogar, mientras que sus defensoras argumentan que daría autonomía a las mujeres que ahora cuidan sin ningún tipo de remuneración.

Sin embargo, muy lejos de todo esto, en los últimos tiempos hemos podido ver como se ha aprovechado la crisis para recortar en el ámbito social, incluso aunque España ya tenía un gasto muy por debajo de la media europea. Por ejemplo, las ayudas a las personas en situación de dependencia, que podrían aliviar algo la crisis de los cuidados, han sufrido recortes brutales que han supuesto un retroceso generalizado del sistema. Antes del 2012, las cuidadoras familiares cotizaban a la Seguridad Social, pero desde que ya no lo paga el Estado sino que depende de ellas mismas, el 94% no cotiza. En los últimos cinco años, 150.000 personas dependientes –90 cada día– murieron antes de recibir las prestaciones que habían solicitado. Las listas de espera son kilométricas. Así, los efectos de la crisis se están haciendo recaer en los más débiles socialmente, entre ellos las mujeres, mientras hemos visto como se rescataba a los bancos con miles de millones de todos.

Más allá del Estado

La mayor parte de soluciones planteadas desde las políticas públicas parten de la necesidad de igualdad en la sociedad tal y como está estructurada. Sin embargo, existe un debate abierto dentro del feminismo sobre si hace falta exigir algo más que insertarse plenamente en lo existente. Para mi madre, las opciones de vida, conocimiento y la libertad de la que he disfrutado yo eran casi inimaginables, pero ella apenas ha vivido las miserias del trabajo asalariado contemporáneo. (Sin embargo, nada más lejos de mi intención decir que es mejor cuidar en casa y depender del marido.) Mi madre ha tenido que enfrentar las frustraciones y la soledad de cuidar a moribundos y los momentos durísimos de ver a mi abuela olvidarse de sí. Sin embargo, todavía dice que la época dedicada a la crianza ha sido la mejor de su vida. No soy quien para convencerla de lo contrario. Cuando pensamos en vidas de mujeres profesionales “realizadas” estamos imaginando un ideal que en realidad pueden alcanzar muy pocas. Así que quizás haga falta mucho más que acceder a lo que hay en igualdad de condiciones, o de “méritos”, que dependen en gran medida del origen social. Y no solo para las mujeres.

Poner la vida en el centro de la organización social en vez del beneficio, como hace el capitalismo, es un enunciado de la economía feminista con gran potencial transformador. La potencia de reorganizar nuestras prioridades sociales para que cuidar no sea eso que “estamos obligadas a hacer las mujeres” sin cobrar y sin estatus, sino una tarea reconocida y esencial que forma parte del núcleo central de la vida humana y que a veces, también puede producir placer. Todos somos seres interdependientes, todos necesitamos cuidados, esa es la esencia de vivir juntos. El vínculo social está armado sobre redes de reciprocidad que, paradójicamente, también se debilitan si se dejan completamente en manos de la retribución económica o de la organización estatal. Tenemos, pues, como generación, desde la experiencia aprendida de las luchas anteriores y de nuestro presente en relación al de nuestras madres y abuelas, una serie de preguntas por responder: ¿cómo sería una economía verdaderamente al servicio de las personas y no de la acumulación de capital? ¿Cómo queremos cuidar y ser cuidados más allá de la obligación? ¿Cómo hacerlo de manera que podamos disfrutarlo? ¿Cómo dar cuerpo a espacios colectivos de cuidados que no pasen por el Estado o que no estén retribuidos monetariamente? ¿Cómo compatibilizarlos con la responsabilidad de la sociedad? ¿Cómo darle valor a las tareas de cuidados sin devolver a las mujeres al hogar? ¿Qué es una buena vida para todos y todas? ¿Acaso no debería ser ese el principal objetivo de la sociedad y de la política?

CTXT está produciendo el documental 'La izquierda en la era Trump'. Haz tu donación y conviértete en coproductor. Tendrás acceso gratuito a El Saloncito durante un mes.

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autora >

Nuria Alabao

Es periodista y doctora en Antropología Social. Investigadora especializada en el tratamiento de las cuestiones de género en las nuevas extremas derechas.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

5 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. lams

    Los explotados que se subleven. Huelga es el camino.

    Hace 6 años 10 meses

  2. Juan

    En un contexto familiar a mí sí que me parece una heroína y creo que en el artículo se refería a eso. Desde luego en un contexto general es una mujer explotada por el sistema capitalista patriarcal pero creo que el artículo también deja eso bastante claro.

    Hace 6 años 10 meses

  3. valentina

    Muy bueno tú comentario, Ana Muñoz. Lo subscribo al 100%

    Hace 6 años 10 meses

  4. Ana Muñoz

    No considero que el término para hablar de esas mujeres sea el de heroínas, más bien me parece que son mujeres explotadas. La heroicidad tiene más que ver con enfrentarse al poder y al status quo que con mantenerlo y alimentarlo. Calificarlas como heroínas significa que son presentadas como ejemplo de dedicación, abnegación, entrega y renuncia, el mensaje patriarcal de toda la vida.

    Hace 6 años 10 meses

  5. Ainize Foronda

    Me ha encantado tu texto Nuria, bravo. Comparto totalmente tu reflexión, muchas gracias.

    Hace 6 años 10 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí