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DEBATES FEMINISTAS

Sobre fascismo y feminismo: la renovación de la ultraderecha europea

El fascismo se transforma, se “feminiza”, podríamos decir, si con ello queremos hablar de la visibilidad de las mujeres en los partidos, y lo hace para adaptarse a los nuevos tiempos y preocupaciones

Nuria Alabao 6/12/2017

<p>Marine Le Pen</p>

Marine Le Pen

Luis Grañena

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“Quiero defender a las mujeres francesas”. Esta es una frase de Marine Le Pen, líder del Frente Nacional –FN–, partido de extrema derecha que llegó a la segunda vuelta de la presidenciales este año. Defender a las mujeres significa aquí defender a las “auténticas francesas” –nacidas en suelo francés, blancas, no judías ni musulmanas. 

¿Y qué amenaza a las mujeres occidentales? Le Pen lo tiene claro: el fundamentalismo islámico. Los ultras renovados no son abiertamente racistas, no hablan de superioridad de unas culturas –o religiones– sobre otras, ni de razas. Su racismo es vehiculado a través de una acérrima defensa de los valores republicanos y del laicismo. Y su “feminismo” está al servicio de un rechazo a los musulmanes a través de una asociación entre islamismo y fundamentalismo. Un ejemplo práctico: el papel de Le Pen pidiendo un referéndum para impedir que siguiesen llegando refugiados, después de los asaltos sexuales en Colonia a principios de año de los que se culpó a este colectivo. “Temo que la crisis migratoria señale el comienzo del fin de los derechos de las mujeres”, escribió.

Este enfoque le sirve al FN para defender la prohibición del velo, la construcción de mezquitas y para confrontar al “enemigo de la civilización occidental”, tan útil para la construcción identitaria de lo francés y que tan buenos resultados da en las urnas: 7,7 millones de votos en la primera vuelta de las presidenciales, el 21,43% de las papeletas. Nunca antes el Frente Nacional había obtenido esa cantidad de apoyos. 

Una buena parte de la extrema derecha, sobre todo la que cosecha éxitos electorales en Europa, ha cambiado mucho desde la emergencia del fascismo y el nazismo en los años 20-30 del pasado siglo, y ha hecho esta transformación con mujeres al frente y en gran medida gracias a nuevos enfoques de los temas femeninos. El fascismo se renueva –se “feminiza” podríamos decir, si con ello queremos hablar de la visibilidad de las mujeres en los partidos– y lo hace para adaptarse a los nuevos tiempos y preocupaciones.

Además de Marine Le Pen –y su sobrina Marion Marechal–, los partidos ultras tienen muchas mujeres en primer línea. La noruega Siv Jensen encabeza el Partido del Progreso, Pia Kjærsgaard es una de las confundadoras del Partido Popular Danés y Alternativa para Alemania llevó a Frauke Petry como cabeza de lista hasta hace muy poco. Este partido además, en la actualidad tiene a una diputada y responsable de cuestiones económicas que es abiertamente lesbiana: Alice Weidel

En realidad, todas podrían encarnar valores similares a los defendidos por un tipo de feminismo, el neoliberal, que autoras como Nancy Fraser critican: meritocracia, emprendedurismo e igualdad de oportunidades. Mientras los partidos y organizaciones que representan estas políticas alientan medidas y valores abiertamente reaccionarios. Incluso muchas veces, apoyan medidas contra los derechos de las personas LGTBI –como el matrimonio igualitario– o los derechos reproductivos de las mujeres.

Todas ellas están contribuyendo a cambiar la imagen y el estilo de la ultraderecha europea, a hacerlo más aceptable para la mayoría o, al menos, a atraer a más mujeres, incluso a jóvenes. Sin duda, una de las claves del éxito del resurgimiento de la extrema derecha en el continente. Al menos, de una parte. Como fenómeno relativamente novedoso y en evolución, no sabemos cuál será la forma definitiva que adoptará. Pero es un tema clave sobre el que vale la pena reflexionar porque en muchos países, aunque los ultras todavía no ganen elecciones, sí consiguen determinar la agenda de un manera clara, incluso moviendo las posiciones de otros partidos –no necesariamente de derechas– sobre temas clave para los derechos humanos y la propia definición y existencia del proyecto europeo.

Un campo diverso

El ámbito de la ultraderecha es diverso y sus formas concretas dependen de los contextos nacionales, por lo que resulta difícil generalizar. Por ejemplo, no es lo mismo cómo trata la situación de la mujer el neonazismo –que se reclama heredero directo del fascismo clásico y que en general, adopta sus marcos ideológicos–, que la nueva extrema derecha europea que se distancia explícitamente de ellos para hacerse más aceptable en sociedades que han cambiado profundamente. 

Por no hablar de las diferencias que encontraríamos con la nueva extrema derecha norteamericana que apoya a Trump, donde una de sus corrientes, la Alt-Light, ha hecho bandera explícita de la lucha contra los derechos de la mujer y del propio feminismo. Esto en un país donde los temas feministas han tenido cierto peso en la agenda pública, debido a que la “nueva izquierda” abandonó el socialismo mayoritariamente para adoptar como eje fundamental la lucha por los derechos de las minorías. Como explica Marcos Reguera, esta innovación les aleja de las posiciones del fascismo tradicional que era machista, pero no hacía de eso su principal bandera, que en cambio era el racismo. Tal y como lo sigue siendo para los neonazis y la Alt Right dura. Así, como le separa de Le Pen y el resto de la nueva extrema derecha europea. 

Neonazismo y neofascismo

El neonazismo, neofascismo o la ultraderecha sin renovación, no esconde su continuidad histórica con los movimientos de masas del pasado siglo que celebraban un cierto tipo de masculinidad como uno de sus ejes identitarios. En el fascismo clásico se desplegó una cultura de la virilidad de carácter militarista donde el “hombre ciudadano” se entendía como “hombre soldado”.Y como contrapartida, se apostaba por relegar a la mujer a un papel subordinado desde una posición de defensa de las estructuras sociales tradicionales y de la familia.

Esta ultraderecha tradicional que exalta los valores del hombre-soldado es la que está subiendo puestos en países del Este, en partidos como Jobbik en Hungría o Amanecer Dorado en Grecia, que también están consiguiendo importantes avances electorales. En realidad, poco que ver con una Lepen o una Weidel con estilos, discursos y temáticas diferenciadas.

La ultraderecha renovada

Lo que diferencia a la extrema derecha actual en Europa occidental con respecto al neofascismo es un cambio de discurso donde se produce una redefinición de su ideario en términos postmodernos. En unas sociedades que han sido transformadas por las luchas por los derechos civiles, donde las conquistas por los derechos de la mujer son mayoritariamente aceptadas, la ultraderecha está obligada a cambiar sus postulados si quiere prosperar. 

Al igual que sus homólogos norteamericanos, su novedad proviene de que adaptan las teorías de la izquierda –sobre todo de las conquistas de los movimientos post mayo del 68– a los moldes de la extrema derecha. Esto supone copiar el esquema de pensamiento y discurso de la nueva izquierda, para adaptarlo a su marco ideológico para ser más competitivos electoralmente. 

En este sentido, la posición respecto a los temas feministas –derechos reproductivos, desigualdad laboral, etc.– en la extrema derecha europea varía según los países. En general dependen de la configuración interna de los propios partidos donde siempre se tienen que producir negociaciones con los sectores más tradicionalistas. Así como de la capacidad de establecer una cierta hegemonía de los feminismos existentes. Por ejemplo, en Escandinavia, la posición de la extrema derecha hacia la mujer es mucho más avanzada y cercana a un feminismo liberal, por presión política y cultural del entorno. 

En el caso de Francia, la transformación del FN se produjo tras el ascenso de Marine Le Pen que asegura haberse apartado de una línea más "tradicionalista" y católica. Hace unos años, criticaba los abortos realizados "por comodidad”, sin embargo hoy esquiva el tema. De hecho, ha sostenido una contienda al respecto con su sobrina Marion Marechal que representa al ala dura del partido y que es contraria al aborto. Además, Le Pen, como hemos visto, adopta el discurso de la defensa de los derechos de la mujer como pretexto de su islamofobia, lo que le funciona para conseguir voto femenino que ha aumentado considerablemente respecto al del FN original.

Es posible que una parte de la extrema derecha europea siga reivindicando la maternidad y el hogar como destinos “de la mujer” contra algunas conquistas del feminismo. Sin embargo, la nueva ultraderecha lo hace con nuevos argumentos. Por ejemplo cuando usa la propia tradición teórica o los debates dentro del feminismo como hace Alain de Benoist, uno de sus intelectuales. “Hay un buen tipo de feminismo, que llamo feminismo identitario, que trata de promover valores femeninos y mostrar que no son inferiores a los masculinos”. Para Benoist, se tiene que afirmar la igualdad de la mujer partiendo de una desigualdad esencial. “No somos iguales pero valemos lo mismo”, dicen los jóvenes neonazis del Hogar Social de Madrid. Aquí usan argumentos de un feminismo esencialista de la misma manera a cómo hacen con la raza o la cultura: “somos de diferentes culturas, respetemos las diferencias” –que lleva implícito un “como somos distintos, cada uno en su país”. En este caso, los argumentos “feministas” no se utilizan para reivindicar más igualdad o más derechos, sino para dejar a cada uno en su lugar, incluso si eso significa un papel subordinado. Ya que somos diferentes, valoremos las cosas “de las mujeres”: la maternidad, el cuidado del hogar… o “las mujeres no tienen que asumir roles masculinos y competir con ellos”. Es decir, argumentos que en realidad maquillan su racismo y su machismo. La ultraderecha es supremacista, abomina de la igualdad.

Los partidos de ultraderecha renovada son un fenómeno nuevo en la política europea y están basados en las nefastas consecuencias sociales del envite neoliberal que han puesto en crisis a las izquierdas europeas. Las fuerzas progresistas necesitan un nuevo modelo conceptual que les permita ofrecer respuestas a la altura. Estamos en un momento de transición histórica. A la derecha liberal –ahora neoliberal– le llevó 40 años reinventarse, y la nueva ultraderecha es producto de 30 años de redefinición. La izquierda parece que apenas ha empezado a actualizar sus postulados y está encontrando algunas dificultades para ello. Adoptar un feminismo antirracista radicalmente igualitario dirigido a todas y no solo a las que tienen posibilidades de romper “el techo de cristal” podría ser un buen comienzo. Así como incidir en las luchas materiales de las que menos oportunidades tienen, de las que están obligadas a dedicarse al cuidado y que tampoco encuentran oportunidades fuera del hogar porque ahí solo les esperan los peores trabajos. Porque, y aunque pueda parecer paradójico, ¿acaso no son ellas unos de los principales objetivos de los partidos ultras?

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Autor >

Nuria Alabao

Es periodista y doctora en Antropología Social. Investigadora especializada en el tratamiento de las cuestiones de género en las nuevas extremas derechas.

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6 comentario(s)

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  1. Irene

    Era un tema en el cual había pensado y me alegra ver que alguien ha tratado sobre esto. Elias, muy interesante tu precisión!

    Hace 6 años 3 meses

  2. Elías

    Es verdad que Le Pen ha dirigido su última campaña en gran medida hacia las mujeres, usando un discurso xenófobo en el que enfrenta al islam a través del supuesto ataque de esta religión a los derechos de las mujeres, algo que le ha generado grandes contradicciones en su partido y electorado, en temas como el aborto y la oposición a este de la iglesia católica. Pero esta estrategia, que parcialmente le ha servido, viene dada por obligación, y es que en las anteriores elecciones, las regionales de 2015, sólo un 23% de las mujeres votaron FN, frente al 31% de los hombres. Es decir, tenían (y tienen) un problema para crecer en votos, las mujeres. Y esta situación se ha venido repitiendo en todo Europa y en EEUU estos años: la extrema derecha no ha crecido más gracias al voto de las mujeres. Ejemplos: - Reino Unido: las mujeres votaron por igual a laboristas y conservadores (con un discurso que imitaba a UKIP), mientras los hombres votaron 6 puntos más a los conservadores. El voto a UKIP es básicamente masculino (casi dos terceras partes del voto a UKIP es de hombres). - Alemania: AfD es un partido de voto masculino. Si solo votasen hombres, sería el partido más votado en Alemania Oriental. - EEUU: Trump ganó por el voto masculino (53-41), mientras las mujeres votaron a Clinton (54-42). - Austria: las presidenciales de 2016 siguieron este mismo patrón. Las mujeres votaron masivamente por el candidato verde (62-38) mientras los hombres votaron masivamente por el candidato de ultraderecha (56-44). Y así más ejemplos, como el voto a Amanecer Dorado, que es eminentemente masculino. Quiero decir con estos datos que aunque el nuevo fascismo y la alt-right modifiquen sus discursos para atraer al electorado femenino, son precisamente las mujeres las que han impedido un mayor crecimiento de la ultraderecha.

    Hace 6 años 3 meses

  3. Dolmen

    Creo que a la autora le vendría bien leer estos textos: https://esfuerzoyservicio.blogspot.com.es/2017/01/fascismo-y-extrema-derecha-hoy-en.html https://esfuerzoyservicio.blogspot.com.es/2017/01/fascismo-y-extrema-derecha-hoy-en_27.html https://esfuerzoyservicio.blogspot.com.es/2017/01/fascismo-y-extrema-derecha-hoy-en_28.html

    Hace 6 años 3 meses

  4. nadie

    pienso que mucho de lo que hay en el feminismo de hoy en dia nada tiene que ver con los derechos de las mujeres sino más bien como controlar al projimo ( especialmente contra los hombres) y actua de forma cada vez más violenta... hoy dia las chicas se pegan en la calle, esto antes no pasaba... y luego encima nos acusan a los hombres y nuestra textosterona dicen... los casos mediaticos que acusan sin pruevas a hombres... como los de hollibood y similar que no permiten ejercer el derecho natural a ser inocente... pues ya no pueden presentar pruevas... nos están demonizando sin derecho a ser inocentes hasta que se demuestre lo contrario... hoy dia es el hombre el que deve demostrar que no lo ha hecho en vez de que sea la mujer acusadora la que demuestre que la han violado

    Hace 6 años 3 meses

  5. juan

    El feminismo es y debe ser visto como algo transversal, puede ser feminista alguien de izquierdas o de derechas, y puede sin ser feminista tratar de patrimonializar ideológicamente el feminismo tanto formaciones de izquierdas como de derechas. De momento entre los partidos clásicos en España solo una mujer ha liderado un partido nacional que no llegó al 5% del voto, UPyD. Que haya mujeres liderando partidos de ultraderecha es buena noticia, no es buena noticia que los partidos de ultraderecha suban, pero sí lo es que su militancia no vea en el género un obstáculo al liderazgo. No acabo de entender el querer buscar pegas al "feminismo de los otros" creyéndose que el feminismo solo de unos.

    Hace 6 años 3 meses

  6. Soviet

    No sólo la extrema derecha está utilizando el feminismo para vender su discurso, también las élites hegemónicas neoliberales lo han instrumentalizado para eclipsar y desplazar los debates que durante la crisis han cuestionado el capitalismo. Son los grandes medios de comunicación de masas los que han situado la "moda" feminista en el centro del debate de la opinión pública, con un protagonismo sin parangón en las últimas décadas. Cualquiera, incluso la extrema derecha, puede ponerse la careta de progre con el feminismo (¿Qué hizo Rajoy nada más testificar en el juzgado? irse a un acto contra la violencia de género). Y como entre los hombres reina (sobre todo en la izquierda) un oculto y profundo sentimiento de condescendencia hacia las mujeres, toda crítica que se haga a este nuevo feminismo es atacada y vilipendiada ipso facto y sin consideración alguna. Si queremos solucionar los problemas que aquejan a la gran mayoría de las mujeres lo primero es criticar el sistema capitalista que aboca a la mayoría a situaciones de explotación, precariedad y/o pobreza. Desde luego que la lucha feminista sigue siendo muy necesaria, pero no de esta manera, no al servicio de los intereses de las élites y no para que toda capa de profesionales aburguesadas (desde periodistas hasta técnicxs de género) hagan caja a costa del sufrimiento del resto.

    Hace 6 años 3 meses

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