1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Reportajes Ctxt

Gitanos kosovares: educados en la segregación

En Kosovo se repite la marginación que los romaníes sufren en Europa, pero además pagan las consecuencias del conflicto entre serbios y albaneses

Miguel Fernández Ibáñez Mitrovicë (Kosovo) , 31/01/2018

<p>Dos niñas retratadas por la fotógrafa albanesa Mimoza Veliu, premiada por su trabajo en la zona. Kosovo, 2013</p>

Dos niñas retratadas por la fotógrafa albanesa Mimoza Veliu, premiada por su trabajo en la zona. Kosovo, 2013

Mimoza Veliu

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT está produciendo el documental 'La izquierda en la era Trump'. Haz tu donación y conviértete en coproductor. Tendrás acceso gratuito a El Saloncito, la web exclusiva de la comunidad CTXT. Puedes ver el tráiler en este enlace y donar aquí. 

En el barrio Mahalla de Mitrovicë, Senad Gashijani juega a ser Luis Suárez. Su amigo Maksut prefiere convertirse en Neymar. Suárez, que en una calurosa tarde del otoño kosovar dribla con el Milán, mantiene su chulería: ríe, le hace un caño a Neymar, que hoy defiende y es menos espectacular, y bate al portero. ¡Gooool! La escenificación, a una distancia equidistante de una mezquita y de un centro de apoyo escolar –pero que bien podría pertenecer a muchos otros rincones del mundo– concluye con un posado natural de varias fotos. Senad y Maksut, apurando los últimos segundos del descanso, enfilan, como decenas de niños cada semana, el Learning Center Roma Mahalla, un lugar en donde la educación es la excusa para conocer a los camaradas del barrio y practicar los juegos de moda y la eterna pelota y en el que entender los beneficios de la integración y lo que les niegan en su entorno familiar: el valor de la educación.

Hysein Damati, trabajador de este centro en el proyecto Danish Refugee Council, habla claro: “El principal problema que afrontan estos niños son sus propias familias. No aprecian el significado de la educación y por eso he tenido problemas con sus padres, que no tienen trabajo precisamente por sus carencias educativas. Nosotros estamos aquí para que sus hijos no sufran los mismos problemas y puedan integrarse en la sociedad”.

Son las 15 horas y Senad y Maksut comienzan sus clases de apoyo escolar. Unas seis horas antes, niños y niñas de etnia romaní escriben en un papel las profesiones con las que sueñan. Lo entregan a los responsables educativos. Se apuntan y... de nuevo el fútbol. Los niños quieren ser futbolistas. Aquí el barullo no es ni por Luis Suárez ni por Neymar, sino por Messi, que monta un lío de campeonato, tanto que obliga a intervenir a los profesores. Llega el turno de un caso aislado pero significativo: el del presidente. “Quiero ser presidente”, reconoce un niño. Hace más gracia al puñado de educadores. Es la calma que precede al estruendo: la mayoría de unos 70 niños y niñas que aparentan entre 4 y 10 años quieren ser profesores. Los que en esa clase ejercen ese cargo sonríen, comentan la última profesión y reparten zumo y golosinas. Es el final de una sesión que comenzó con la proyección de un documental de la productora Dokufest en el que se explica que la varita mágica para conseguir los deseos es la educación.

El Learning Center Roma Mahalla opera en Mitrovicë, una ciudad dividida en dos, al norte serbios y al sur albaneses, deprimida desde que en 2000 cerró el complejo minero de Trepca, que llegó a dar trabajo a 23.000 empleados. A través de diferentes proyectos, persigue la inclusión del pueblo romaní, aunque dos de ellos están especialmente enfocados en la educación: el primero es una guardería que comenzó su andadura en 2017 y a la que cada mes vienen unos 160 niños y niñas, aunque son menos de un centenar los que los hacen de forma regular; el segundo son las clases de apoyo escolar hasta el noveno grado, útiles para explicar los conceptos que no entienden en el colegio y reducir el abandono educativo pero también para dar a conocer los beneficios de la formación. A ellas se dirigían Senad y Maksut. “Nuestros proyectos están relacionados con la educación. Nos coordinamos con otros proyectos de deportes y otras comunidades para también potenciar la integración”, desgrana Damati, conocedor de que los familiares de estos jóvenes carecen de la confianza necesaria para resolver las dudas escolares con las que sus vástagos regresan de la escuela.

La rivalidad de albaneses y serbios

En un contexto marcado por la histórica rivalidad entre albaneses y serbios, la influencia de su conflicto ha condicionado también a sus comunidades

Los romaníes comenzaron a llegar a Kosovo durante el siglo XIII, adoptando desde entonces el credo islámico o el ortodoxo. Tras la II Guerra Mundial sumaban cerca de 11.000 personas y en 1991, 43.000. En el censo de 2011, el número cayó hasta los 35.784, menos del 2% de la sociedad kosovar, aunque se estima que el 40% de los romaníes que viven fuera del país no han adquirido aún los documentos oficiales de Kosovo, necesarios para matricular a sus hijos en los colegios.

En un contexto marcado por la histórica rivalidad entre albaneses y serbios, la influencia de su conflicto ha condicionado también a sus comunidades, creando un estigma imborrable en el caso romaní: desde la antigua Yugoslavia, pero sobre todo desde que Slobodan Milosevic retiró la autonomía de Kosovo y orquestó una purga de funcionarios albaneses, los romaníes, que ocuparon algunos de esos puestos vacantes en la Administración, son considerados colaboradores de Belgrado. Tras la guerra de 1999, en la que los albaneses obtuvieron la victoria gracias al apoyo de la OTAN, la factura del colaboracionismo no se hizo esperar, y una de las primeras represalias de las descontroladas turbas albanesas fue contra los 8.000 romaníes del barrio Mahalla del sur de Mitrovicë. Sus casas fueron destruidas y los afectados se convirtieron en desplazados durante una década; 600 de ellos residieron en los tristemente famosos campos contaminados por plomo de la UNMIK, o Misión de Administración Interina de la ONU en Kosovo, que gobernó el país entre 1999 y 2008. Pese a ello, Dzavit Berisha, representante del Centro Europeo para los Derechos Romaníes (ERRC) y miembro de la comunidad egipcia en el exilio, asegura que este pasado ya está olvidado: “Fueron vistos como colaboradores serbios, pero diría que ya se ha olvidado. Ahora se mueven libremente por Kosovo, cuando era impensable hace 10 años”.

La estrategia del divide y vencerás implementada por las partes enfrentadas ha ido demasiado lejos en Kosovo, polarizando, sobre todo desde los años 90 del siglo pasado, al propio pueblo romaní, que para evitar la discriminación ha llegado en algunos casos a rechazar su etnia para camuflarse entre la mayoría. Además, los romaníes en Kosovo no son sólo romaníes, sino que están agrupados bajo las siglas RAE (Romaníes, Ashkali y Egipcios). La Constitución kosovar reconoce las diferencias étnicas, aunque las comunidades ashkali y egipcia consideran esta agrupación como despectiva. Pese a ello, cada ejecutivo y cada organización humanitaria los ha agrupado como RAE en sus políticas, condicionando la implementación de acciones y sus resultados. Jonathan Lee, encargado de comunicación del ERRC, explica que “el Consejo de Europa agrupa a diferentes comunidades bajo el paraguas romaní aunque éstas sean distintas”. Insiste en que hay que  matizar esta variedad étnica, aunque la diferencia más evidente es la lingüística: los romaníes hablan su lengua y habitan las zonas serbias y del sur del país, los ashkali utilizan el albanés entre otras razones para evitar el rechazo de la mayoría albanesa con la que conviven, y los egipcios hablan albanés y se consideran descendientes de los migrantes llegados del Nilo. Pese a estas diferencias, los 15.436 ashkali, 11.524 egipcios y 8.824 romaníes sufren los mismos problemas: carecen de buenas viviendas, tienen problemas de acceso a la educación y sanidad, sufren mayores niveles de desempleo y discriminación....

Desempleo y educación

La falta de educación ha sido y es la principal razón esgrimida por el Gobierno kosovar para defenderse de los altos dígitos de desempleo entre los romaníes

Junto al reconocimiento internacional, el desempleo es el gran quebradero de cabeza del Gobierno kosovar. Pese a que la tasa se sitúa en el 30,6%, una cifra que se dispara hasta el 50% para los jóvenes, la Agencia de Estadísticas de Kosovo (AEK) subraya en su informe del segundo trimestre de 2017 que el 57% de los casi 2 millones de habitantes son inactivos. El estudio de 2016 del UN Development Program es menos favorable: elevó el paro a un 35% –57% en el caso de los jóvenes–  y destacó que el 82% de las mujeres en edad de trabajar o no lo hacen o ni lo intentan. Los RAE, como era de esperar, arrojan peores datos: según un informe de Open Society, en 2009 el 43% de los romaníes estaban desempleados, aunque Berisha asegura que entre los RAE la cifra podría ser mucho mayor: un 90%.

La falta de educación ha sido y es la principal razón esgrimida por el Gobierno kosovar para defenderse de los altos dígitos de desempleo entre los romaníes, cuyo analfabetismo supera el 13%. El gran escollo sigue siendo el corte de la educación secundaria. En 2013, un estudio de la AEK alertaba de que sólo el 26,2% de los RAE terminaban la educación superior, dato que caía hasta el 1,5% en el bachillerato y que se mantenía en esa cifra en la educación universitaria. En su último informe, las estadísticas del Estado kosovar del curso escolar 2015-16 reflejan que 2/3 de los niños albaneses que comienzan la educación primaria no acceden a la educación secundaria, cifra que sube en los RAE hasta el 90%, en parte porque no pueden afrontar los costes de libros, transporte o manutención. En números, de un total de 258.464 estudiantes que cursan la educación primaria, 1.609 son romaníes, 3.118 ashkali y 604 egipcios; en la educación secundaria, de los 83.906 estudiantes registrados, 131 son romaníes, 190 ashkali y 71 egipcios. Esta dinámica se mantiene en la Universidad, y de los 40.383 estudiantes matriculados en la Universidad de Pristina, tan sólo 18 pertenecen a la comunidad RAE.

Las estadísticas son crueles con los romaníes, y convertirse en profesores parece un reto inalcanzable para esos niños y niñas del Learning Center Roma Mahalla que junto a su varita mágica así lo sueñan. En el camino muchos caerán por la presión familiar; en el caso de la mujeres por el matrimonio a temprana edad que poco después las convertirá en amas de casa; o por la imperiosa necesidad de llevar ingresos a casa. “El abandono escolar está relacionado con la pobreza, que en el caso de los romaníes es consecuencia directa del antigitanismo”, puntualiza Lee. Para evitarlo, como repite Damati, el único camino es la educación: “Todas las comunidades que viven en Kosovo sufren el desempleo, pero hay que buscar los errores en nosotros mismos. Sin educación, incluso la comunidad albanesa carece de un trabajo. Los romaníes tienen que querer educarse para poder obtener un mejor trabajo”.

Estructuras paralelas

Han pasado casi 20 años desde la guerra y 10 desde la independencia de este país aún intervenido por la comunidad internacional y Kosovo puede ser uno de los estados más segregados del mundo. Los serbios, cuya comunidad se redujo en más de un 80% tras la guerra, viven en ciudades de un solo color étnico como son Gracanica o el norte de Mitrovicë. Hay paz, pero la segregación ha ido normalizándose gracias a las estructuras paralelas del Gobierno serbio en educación, seguridad y sanidad y a las cuestionables políticas de Pristina, que para evitar conatos de violencia étnica ha optado por aceptar un sistema segregacionista. Y los romaníes, en mitad de esta histórica lucha, de nuevo tienen que elegir bando: o el sistema educativo albanés, en el que se cuenta la historia política y religiosa desde la perspectiva albanesa, o el serbio, con una lengua, historia y fiestas de guardar diferentes.

La dinámica actual es preocupante y, salvo sorpresa, las estructuras paralelas seguirán ahí. Esto aventura que los romaníes tendrán aún más problemas para integrarse en la sociedad kosovar. Sobre todo si no aprenden albanés o siguen el programa educativo serbio, que sólo es válido en la Universidad del norte de Mitrovicë. En el Learning Center Roma Mahalla son testigos de esos efectos en su fase incipiente. Primero porque Mitrovicë está dividida en dos desde que concluyó el conflicto en 1999: al sur los albaneses y al norte, tras cruzar el río Ibar, los serbios. Segundo, porque el sistema educativo también está dividido. Por esa polarización, según explica Damati, quien como mediador también se encarga de agilizar la comunicación entre padres, centros escolares y municipalidades, han tenido que incorporar lecciones en serbio para los niños que acuden a centros del norte de Mitrovicë.

- Si viven en el sur, ¿por qué estudian en el norte?

- “Por dinero. El Gobierno serbio paga más de 20 euros al mes por cada niño que va a educarse al norte. Ese dinero extra viene muy bien a las familias, que obligan a sus hijos a ir a clases completamente segregadas aunque los niños no quieran. Por suerte, en la parte albanesa de Mitrovicë no existe ese tipo de segregación extrema”.

Bersiha, del ERRC, matiza que ashkali y egipcios, más integrados con los albaneses, no acuden a esos colegios, aunque sí los romaníes. Así, el dinero y los beneficios sociales se han convertido en el arma que Belgrado utiliza para enturbiar el desarrollo de Kosovo. Serbia, sabedor de que no recuperará Kosovo pero dispuesta a entorpecer su evolución como país, parece estar ganando esta batalla, ideológica para los políticos pero de supervivencia para romaníes y otras comunidades. Como consecuencia, muchos romaníes mantienen sus pasaportes serbios para poder obtener los beneficios de los sistemas de ayudas sociales y salud de Serbia, mejores que los de Kosovo, y conviven con los serbios en ciudades segregadas como Gracanica. Además, ya sea por estar necesitados de dinero o por creer que Serbia ofrece mejores perspectivas de vida en el futuro, algunos romaníes parecen estar eligiendo el país vecino desde el comienzo, es decir, desde la educación de sus hijos.

Por su parte, Kosovo, un Estado que arrastra muchos problemas desde su nacimiento y que tiene uno más en la falta de reconocimiento de cinco países de la UE, incluido el Estado español, ha malgastado el dinero invertido por la comunidad internacional para contener la influencia serbia. En el caso de los RAE, decenas de proyectos para apoyar la integración y mejorar los niveles educativos han sido financiados por la comunidad internacional. Para implementarse entre 2009 y 2015, el Strategy and Action Plan de la UE nació con un presupuesto para la integración de los RAE estimado de 20 millones de euros. Además hoy existen múltiples becas para los estudios superiores y decenas de Leaning Centers y proyectos financiados por Sida y George Soros. El sistema está bien, y el dinero invertido en Kosovo es ingente, desproporcionado para el número de afectados, pero al final, como siempre sucede, algo falla en la implementación: llámese corrupción o corrupción sumada a la injerencia de Serbia.

Kosovo es un reto en sí mismo para cada una de sus comunidades. Por eso los albaneses, y no sólo los romaníes, tratan de huir de un país en el que los funcionarios ganan 400 euros al mes y muchos locales viven gracias a las remesas de dinero que mandan sus familiares de la diáspora. Dentro de su extrema complejidad, en Kosovo es suficiente con sobrevivir. Así, en un país en el que muchos jóvenes están sobradamente preparados y aún así son desempleados, es complicado transmitir un mensaje de esperanza vertebrado en la educación, como intenta el Roma Mahalla Learning Center. Porque la ilusión que desprende Damati choca una y otra vez con la realidad: el abandono escolar en la educación secundaria y el conflicto entre serbios y albaneses. Tal vez por eso Senad y Maksut, más mayores que los asistentes a la guardería, entran a sus clases de apoyo en soledad, sin el ruido de sus compañeros, reflejando el solitario camino de la educación secundaria. Mientras, por las mañanas, en esas clases de tonos pastel, reinan el alboroto, la ilusión, los sueños.

Un buen marco legal 

Los problemas de la comunidad romaní no se pueden achacar al marco legal de Kosovo, que cuenta con leyes para luchar contra el odio étnico y la discriminación y cuya Constitución concuerda con los estándares de la Unión Europea (UE) en lo que respecta a los derechos de las comunidades–la palabra minoría se evitó para relajar tensiones con Serbia. Los locales suelen asegurar que su marco legal nada tiene que envidiar al de las grandes democracias del mundo. Y así parece: de un Parlamento de 120 asientos, 20 (10 serbios, 4 RAE, 3 bosnios, 2 turcos y 1 gorani) están reservados para las comunidades, y existe una cuota de representación proporcional de cada comunidad en el sector público, tanto central como municipal, que entre enero de 2013 y diciembre de 2015 se incrementó del 7,85% al 9,63%, rozando el 10% que obligan las leyes.

Pese a ello, su implementación dista mucho de ese marco teórico. La OSCE ha matizado que la distribución de cargos públicos es desproporcionada y que los RAE ocupan los puestos de funcionario más bajos, como son los técnicos o administrativos, y no están representados proporcionalmente en las instituciones centrales y municipales. Pone como ejemplo la municipalidad de Kosovo Füshe, en la que los ashkali suman el 9% de la población y apenas cuentan con el 2% de funcionarios municipales. Además subraya que de los puestos del Gobierno y sus ministerios, los romaníes ocupan el 0,14%, los egipcios el 0,13% y los ashkali el 0,03%, y los romaníes sólo están representados proporcionalmente en dos de las diez municipalidades en las que residen, mientras que los ashkali y egipcios, en ninguna.

CTXT está produciendo el documental 'La izquierda en la era Trump'. Haz tu donación y conviértete en coproductor. Tendrás acceso gratuito a El Saloncito, la web exclusiva de la comunidad CTXT.

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Miguel Fernández Ibáñez

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí