Eco, ¿la nueva movilidad?
Mathieu Saujot (Iddri) 14/02/2018
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Anuncios de uso compartido de coche para desplazamientos habituales, bicicletas y motos en free floating, patinetes eléctricos, taxis compartidos como UberPool, vehículos autónomos: el sector de la movilidad rezuma innovaciones y disrupciones. Estas se describen a menudo como portadoras de promesas ecológicas pero, ¿cuál es la verdadera situación?
Estas promesas no se materializarán por sí solas y estas innovaciones requieren ser orientadas. En primer lugar, resaltemos que la innovación es sinónimo tanto de riesgos como de oportunidades para la transición ecológica. No se trata de una varita mágica que resolverá todos los desafíos de la movilidad sostenible. La movilidad autónoma podría, por ejemplo, conducir a un aumento del consumo energético asociado a las necesidades de desplazamiento y los vehículos bajo pedido podrían crear mayores congestiones tal y como ya ocurre en Nueva York. Además, en realidad se trata a menudo de optimizaciones marginales que alcanzan sus límites rápidamente: la aplicación Waze, por ejemplo, no permite reducir el número de vehículos ni por tanto la congestión a largo plazo, sino únicamente rascar algunos minutos por aquí y por allá. Además, los actores del sector de vehículos con conductor (VTC) o del coche compartido no pueden crear por ellos mismos una verdadera transición hacia una reducción del autosolismo (viajar sola/o): será la refundición de nuestros modelos globales de movilidad individual y colectiva la que lo permitirá. La aportación de la tecnología digital y de las nuevas movilidades debe pues ser reubicada dentro de la perspectiva de los desafíos de una movilidad urbana sostenible: se trata de organizar una pluralidad de ofertas (transportes compartidos, bicicleta, desplazarse a pie…) en un territorio, con el fin de asegurar la fiabilidad y de convencer a un máximo de automovilistas.
Por otra parte, para que la innovación sea realmente el motor de una movilidad sostenible, la innovación urbana debe entrar en una nueva fase. El imperativo no es tanto estimular una innovación ya abundante sino integrar las soluciones existentes dentro de una gobernanza de la movilidad, capaz de hacer dialogar servicios públicos y nuevas movilidades. Los actores del sector digital parecen ser cada vez más conscientes de que una mejora de la movilidad pasa por la acción colectiva. Como muestra de ello, las numerosas colaboraciones y cambios de postura que han podido observarse recientemente: nuevas alianzas entre Waze y Uber y colectivos locales para intercambiar datos u ofrecer servicios; cofinanciación de ofertas de vehículo compartido por autoridades locales e integración de estas nuevas ofertas en los servicios de cálculo de itinerarios públicos (Vianavigo en Île de France). Son necesarias nuevas políticas públicas igualmente innovadoras con el fin de encontrar las condiciones de esta coordinación. A través de estas nuevas relaciones podrían resolverse cuestiones fundamentales como la financiación de las infraestructuras o como la distribución de uso de la red vial.
En definitiva, los poderes locales juegan un rol primordial en relación a imponer sus prioridades y su visión en términos de movilidad. Las estrategias industriales nacionales e internacionales no pueden suponer el único ejemplo a seguir en la visión de la movilidad urbana sostenible, determinante para nuestra vida en la ciudad. Los poderes locales deben desarrollar sus hojas de ruta en materia de innovaciones con el fin de conectarlas con sus objetivos políticos (por ejemplo, París tiene por objetivo que el 15% de los trayectos realizados en 2020 se hagan en bicicleta) e influir en el desarrollo de las tecnologías digitales. Esto será particularmente importante para definir la forma de los futuros servicios de movilidad autónoma: resulta esencial que las ciudades puedan intervenir, mediar, orientar y gobernar esta carrera industrial mundial con el fin de defender su visión de la movilidad colectiva, bajo pena de que se les imponga la visión de un mercado de la movilidad en plena reestructuración.
*Estos análisis surgen del proyecto Audacities y del trabajo del Iddri sobre el futuro de la movilidad autónoma.
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Mathieu Saujot, coordinador de la iniciativa “Lier transition numérique & écologique” [Combinar transición digital y ecológica] en el Institut du développement durable et des relations internationales [Instituto de desarrollo sostenible y relaciones internacionales, Iddri por sus siglas en francés] y Thierry Marcou, director de programa en la Fondation internet nouvelle génération [Fundación internet nueva generación, Fing por sus siglas en francés].
Traducción de Andrea Sancho Torrico.
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Mathieu Saujot (Iddri)
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