Los 90, década para el olvido... de la clase obrera. Tras los mantras neoliberales que fulminaban la conciencia de clase, en el cine que comenzó en esa década se extendió la imagen de los obreros como auténticos ‘losers’. @CervantesFAQs analiza cómo la clase obrera perdió. pic.twitter.com/gYeBvwmUEV

— El Mentidero (@Mentidero_ctxt) 19 de abril de 2018

Recordemos un poco de contexto a través de, precisamente, el propio cine: la realidad de la decadencia en los barrios obreros de países como Reino Unido contrastaba con el humo de prosperidad y boom inmobiliario que se había vendido previamente pic.twitter.com/rMx1Ih13yX

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The Full Monty cuenta la desesperación de un grupo de desempleados pero erra al hablarnos de cómo recuperar la ilusión y el esfuerzo con el espíritu de los dogmas neoliberales en lugar de apelar a la política y a la crítica del sistema pic.twitter.com/Jk5CgfSbwZ

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¿Qué hay más neoliberal que decidirte a vender tu cuerpo, incluso a hacerlo viral, cuando ya no te quedan más salidas? ¿No es otro modo de inculcarnos que la dignidad está en venta y que de todo se puede hacer negocio para ‘prosperar’? Como diría aquel: “Eso es el mercado, amigo” pic.twitter.com/C6XPvivURw

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La película, además, tiene un aire cándido muy made in Britain: el cine social de Ken Loach, aunque realista, también trata el socialismo de forma algo naif, mitificando al sindicalismo y a la clase obrera que en realidad han sido muy machacados pic.twitter.com/aHuLvcmKep

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En R.U., mientras avanza la amenaza populista de ultraderecha del UKIP, es paradójicamente el Partido Laborista quien nos da ese enfoque ingenuo y quien alimenta ese aire de ‘perdedores’. Característica que se ve reflejada también en otra peli británica de los 90, Billy Elliot pic.twitter.com/ILKdBOnbs0

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Bajo la apariencia de un niño de familia sin recursos cuyo sueño es ser bailarín de ballet, Billy Elliot apela al sacrificio y retrata a un padre obrero que renuncia a sus derechos laborales, claudicando y volviéndose esquirol con tal de ganar dinero para que su hijo pueda bailar pic.twitter.com/aQUPK6hvvG

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Es revelador que ‘pasar por el aro’ en esta película implique dejar atrás luchas colectivas para pagar estudios de ballet, uno de los deportes más elitistas que existen en toda su estructura. Solo acceden a él las clases altas y su precio y formas son clasistas pic.twitter.com/8u6rqXUQEu

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Sin pensar en lo que esto pueda significar, y únicamente por amor hacia el chaval, hasta un personaje íntegro y comprometido como el hermano de Billy termina por abandonar la huelga en el último momento para que el pequeño se dedique a una pasión que parece reservada a las élites pic.twitter.com/TfQmgjO34x

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Si hablamos de pasión, es inevitable mencionar las aspiraciones de las clases más bajas, y sus deseos de poseer lo que las altas atesoran. Entramos en el cine de nuestro país para observar la también noventera Barrio pic.twitter.com/rPRX4wU4v4

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Siguiendo los pasos de tres chavales de la periferia de Madrid nos encontramos con un área deteriorada y las vidas precarias de unos infelices que sueñan con salir del plan decadente que el mundo les ha lanzado a la cara pic.twitter.com/NAT81TzJKi

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Los chicos hacen frente a la vida como pueden, buscan su camino siempre desde el barrio, pero no son conscientes de a qué colectivo pertenecen. Creen que la suerte está echada, y lo creen tanto que al final, consiguen el objeto de su obsesión: una moto acuática. En Madrid, MADRID pic.twitter.com/9BE96tHiSt

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El surrealismo de la secuencia es también metafórico: estamos ante la clase obrera aspiracional que, ilusa, anhela ganar la lotería o un premio llamativo por azar. No sabe, o no quiere saber, que sus intereses se derivan de la lucha de clases y del combate contra la desigualdad pic.twitter.com/sVQEF1eezh

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Desigualdad que no deja de hacerles polvo. En Los lunes al sol, icono del cine patrio y del mismo director que Barrio, volvemos a encontrar a personajes perdedores enmarcados en un clima de despidos y de enfrentamiento social y político pic.twitter.com/RqlbJc1zOI

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La clase obrera está siendo hostigada y relegada. Los personajes de la película se vuelven alcóholicos, depresivos, solitarios e, incluso alguno de ellos, suicida. Si dejamos que nuestra conciencia colectiva de clase caiga en picado, si no podemos vivir juntos, moriremos solos pic.twitter.com/wupkjBbdvr

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En ella además se denuncia la visión distorsionada que la sociedad tiene de la clase trabajadora y de sus distintos miembros. Otra vez los mantras del Neoliberalismo: trabaja sin rechistar y conseguirás lo que quieras; si no entras en ese canon, solo serás una cigarra holgazana pic.twitter.com/4NofTfgBTc

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El trabajo y el esfuerzo como único motor de la vida que se mata por huir de un agujero sabiendo que en el fondo nunca podrá salir. Con la clase obrera muerta en vida, perdida y dividida, en Estados Unidos a veces solo les queda la música para evadirse pic.twitter.com/1NWCWxvPlR

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Normalmente, la literatura y el cine en USA nos presentan personajes de clase media y alta con problemas del primer mundo. En 8 millas esto no es así y nos sumergimos en un Detroit gris, industrial, claustrofóbico, con el rap como motor de evasión pero también con conciencia pic.twitter.com/063olrWcYr

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El protagonista es consciente de la realidad en la que vive y quiere escapar de ella. Mediante el rap, con humor a través de este, y colectivizando la cultura con orgullo de sus raíces obreras, aquí la resistencia y el desencanto se materializan en música y en amistad pic.twitter.com/8t7EjA7phf

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Y si la amistad es clave en nuestras relaciones de clase, el amor es otro gran punto a tener en cuenta. No es casual que en Titanic el chico de clase baja se sacrifique por la comodidad de la burguesía cuando había sitio para ambos en aquella tabla ;) pic.twitter.com/1EBe8TcZSk

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Si las clases existen por la lucha de sus respectivos intereses, al poder le interesa anular nuestra conciencia de clase y mantenernos en una constante admiración por los que están arriba. Pero eso no es admiración: es miedo. Un miedo que es precisamente lo que tenemos que perder pic.twitter.com/DJK9hvRAha

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