Jonás en Italia
Es de temer que dentro de cuarenta días, los italianos, como los ninivitas, acaben no solo ayunando, vistiéndose con sayales, sentándose en cenizas, sino que incluso terminen clamando al Dios Mercado para que sea clemente
Gorka Larrabeiti 20/05/2018
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Italia, capital Nínive. Pierdan toda esperanza de entender perfectamente qué está pasando porque, como dice Luigi di Maio, líder del Movimiento 5 Estrellas, en este momento se está “escribiendo la Historia”. Se han escrito y arrancado páginas cada día a la espera del “contrato” definitivo entre la Liga de Matteo Salvini y el M5Estrellas. Un día se menta un referéndum, otro la salida del euro, otro la cancelación de 250.000 millones de euros de deuda pública italiana que tiene el BCE, otro la suspensión de las obras del Tren de Alta Velocidad Turín-Lyon y al día siguiente, no quedan sino borrones y más cuentas nuevas. Se siguen negociando los nombres del gobierno. Faltan capítulos. Los días pasan deprisa. Las cuentas cuadran, no cuadran, cuadran, no cuadran. Se calcula que el programa de gobierno presentado costará entre 100.000 y 170.000 millones de euros pero se habla también de solo 550 millones de entradas seguras. Las cuentas corren peligro. Todo está siempre sin cuadrar, todo a punto de suceder.
Se está escribiendo la Historia en el laboratorio Italia, sí, y da pavor a quienes consideran que no hay nada que escribir, porque ya todo está escrito o porque son otros quienes la escriben. El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker avisó de que había que prepararse para el “peor escenario, es decir, el de un gobierno no operativo”. El vicepresidente de la Comisión Europea advierte de que Italia debe mantener “el rumbo de los últimos años reduciendo gradualmente el déficit y la deuda”; el comisario europeo de Trabajo critica la propuesta de una renta de ciudadanía por considerarla “demasiado costosa”; el comisario europeo de Inmigración espera que “no haya cambios en la política migratoria”. “Roma abre las puertas a los modernos bárbaros”, brama el Financial Times. Kurt Volker, enviado especial de Trump para Ucrania, amenaza a Italia con que sufrirá graves consecuencias si levanta las sanciones a Rusia. Berlusconi que anunció una genial “abstención benévola” hacia este gobierno, ruega a Salvini “que vuelva a casa (la coalición de centroderecha)”. La Bolsa italiana sufre pérdidas; la prima de riesgo aumenta. En todas estas voces, resuena de fondo la tragedia griega de Syriza, y aún más jondo, aquel presagio infausto de Jonás: “Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida”. Vuelve la urgencia, vuelve la prisa, vuelve el ansia a Europa. Italia, sacrílega, será probablemente castigada.
Se siguen negociando los nombres del gobierno. Faltan capítulos. Los días pasan deprisa. Las cuentas cuadran, no cuadran, cuadran, no cuadran
Algo jamás visto ni oído ha sucedido en el Belpaese. El mayor terremoto político tras el Brexit, según el Financial Times. Ha sido tal el derrumbe en las últimas elecciones de los viejos partidos (Partido Democratico, Forza Italia de Berlusconi, la siniestra sinistra) que, ni siquiera a través del genial oxímoron de un “gobierno neutral” del presidente de la República, ha habido modo de evitar el pacto de gobierno entre la Liga y el Movimiento 5 Estrellas. Dos populismos “dispares, heterogéneos y paradójicos” según Emmanuel Macron, pero que, en sustancia, se encuentran de acuerdo en un programa diáfano de extrema derecha en materia de seguridad y fisco. Así definía la situación Steve Bannon, exideólogo de Trump poco después de las elecciones: “Italia es el centro de la revuelta mundial nacionalpopulista que ha colocado en el centro a los individuos, la clase media, a la que se ha privado de trabajo y bienestar debido a dos factores convergentes: el comercio libre y los migrantes”.
Citamos a continuación algunas de las medidas nacionalpopulistas más controvertidas recogidas en el documento programático del inminente gobierno: reforma y extensión de la legítima defensa domiciliaria, plan de construcción de nuevas cárceles y de reforma y modernización de las actuales, plan extraordinario de contratación de agentes de policía penitenciaria, acuerdos bilaterales para que los detenidos extranjeros puedan cumplir sus penas en sus países de procedencia, una política seria y eficaz de repatriación de los 500.000 migrantes irregulares presentes en el territorio, guarderías gratis para los italianos; renta de ciudadanía para los ciudadanos italianos; aumentar los fondos para las fuerzas del orden; dotar a los agentes de videocámaras en el uniforme; cierre de todos los campamentos de gitanos; obligación de asistencia a la escuela bajo pena de orden de alejamiento de la familia o pérdida de la responsabilidad de la patria potestad. Por lo que se refiere al fisco, la tasa plana (flat tax) anunciada establece como tipo marginal máximo el 20%, medida de la que se beneficiarán sobre todo las rentas superiores a los 35.000 euros según la Asociación para la legalidad y la equidad fiscales. Se prevé asimismo una suerte de condonación de deudas fiscales.
Algo jamás visto ni oído ha sucedido en el Belpaese. El mayor terremoto político tras el Brexit, según el Financial Times
Con todo, en este contrato hay también una apuesta por la soberanía alimentaria y un oposición a la política agrícola común, se defienden las excelencias del Made in Italy, el agua pública, la economía verde y circular, la escuela y sanidad públicas, el patrimonio cultural como riqueza. Se defienden, dice Di Maio, derechos sociales que eliminó la izquierda, y se sanciona el pacto de gobierno a través de un plebiscito online en el que votan solo 44.000 inscritos a la plataforma Rousseau, solo un tercio del total de militantes usuarios de ese cuasi mítico canal de democracia representativa. La Liga también someterá a referéndum entre sus votantes el pacto. Pero lo harán en las plazas reales, no en el ágora virtual.
Algo jamás visto ni oído ha sucedido en el Belpaese. Lo realmente pertinente y novedoso es que, por primera vez, en una de las grandes economías de la UE se cuestionan abiertamente dos intocables dogmas de fe políticos –la Unión Europea y la OTAN – en los que se basa la religión neoliberal y el Dios Mercado. Dos fuerzas soberanistas se oponen a que cuestiones como la seguridad, la defensa, las migraciones o la política económica sean per secula seculorum asuntos supranacionales.
Pedir que se revisen los tratados europeos (Pacto de Estabilidad, Fiscal Compact...) porque sofocan la economía del país; tachar de injerencias las opiniones antes recogidas de los distintos Comisarios europeos; afirmar que “es oportuno volver a evaluar nuestra presencia en las misiones [militares] internacionales bajo el perfil de su relieve efectivo en el interés nacional”; proponer “una apertura a Rusia, que no se habría de percibir como una amenaza sino como un socio económico y comercial cada vez más relevante”; o sugerir “una retirada de las sanciones impuestas a Rusia, a quien habría que rehabilitar en cuanto interlocutor estratégico a fin de resolver crisis regionales (Siria, Libia, Yemen)” equivale a renegar de esos dogmas de la UE y la OTAN, que se fundamentan en su inquebrantable unidad y su indudable univocidad.
Se está escribiendo la Historia en Italia, pero se equivocan la Liga y el M5Estrellas si creen que solo la escribirán ellos. El presidente de la República, Sergio Mattarella, que ha guardado silencio mientras se iban filtrando los distintos borradores del contrato de gobierno, tendrá que expresarse y lo hará, a buen seguro, en calidad de garante de los acuerdos internacionales que Italia ha firmado y que habrá de respetar. ¿En qué quedará lo que Mattarella definió como “narrativa soberanista preparada para proponer soluciones seductoras e inaplicables"?
Es de temer que dentro de cuarenta días, los italianos, como los ninivitas, acaben no solo ayunando, vistiéndose con sayales, sentándose en cenizas, sin probar bocado ni beber agua, sino que incluso terminen clamando al Dios Mercado para que sea clemente con los miles y miles de personas que no distinguen su derecha de su izquierda. Aumentará la presión mediática y las amenazas. Y el Dios Mercado neoliberal arreglará todo como suele: con la credibilidad de sus sanciones en lugar de con las sanciones mismas.
En todo caso, una página de la Historia se habrá escrito. El votante de izquierda del M5Estrellas ya no podrá refugiarse en la coartada de que el Movimiento "no es ni de izquierda ni de derecha": es patente no solo que se ha aliado con un partido de derecha nacionalista. Ha nacido un nuevo engendro que despierta los temores de Silvio Berlusconi: se trata del LigaMento. Con perdón por el manoseo del término, en adelante será como ver combatiendo la revisitación milenial del fascismo ortodoxo (nacionalsocialismo, xenófobo pero también social) con el vigente sacrosanto ordoliberismo globalizador supranacional. Al leerla en los hechos, se sabrá si este arrebato de soberanía nacional identitaria –primero, los italianos – más de la Liga que del M5E ha sido un caso de herejía, apostasía o tan solo queda en una blasfemia. Es más que probable que se trate de esto último: que impongan las políticas económicas al nuevo gobierno y que no hayamos asistido sino a un gran número, una bravuconería de la que saldrán ganando los ricos y que acabarán pagando como siempre los más desgraciados, o sea, los migrantes. Es difícil creer que algo cambie en la religión de nuestro tiempo, pero la siniestra sinistra, en lugar de ventilar con insultos facilones este experimento italiano, haría bien en no seguir entregando conceptos que fueron y han de seguir siendo suyos como el bien público o la soberanía popular. Se ve claro que siguen asustando al poder.
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