Matteo Salvini: de corazón a corazón
Italia es siempre un enigma político. Tras los últimos resultados electorales muchos análisis se han preguntado por las razones del éxito del populismo del Movimiento Cinco Estrellas. Pero hay otro populismo quizás más peligroso
Francesca Romana Santoro / Federico Giustini 31/03/2018
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Si la ex Lega Norte (hoy sólo Lega) ha alcanzado una posición tan ventajosa se debe en buena medida a sus aciertos políticos y a una coyuntura favorable. Para entender las reivindicaciones de justicia, democracia y patria (en un sentido restrictivo próximo al etnonacionalismo) necesitamos retrotraernos a noviembre de 2011, cuando en Italia se instala un gobierno técnico guiado por el ex comisario europeo Mario Monti. En un momento de fuerte crisis económica se aprueba, en el ámbito de lo que fue llamado Decreto Salva Italia, la reforma del sistema de pensiones Fornero, por el nombre de la ministra de Trabajo y Políticas Sociales. La reforma fue votada por todas las fuerzas políticas, excepto dos partidos: Italia dei valori, cuyo presidente era el magistrado Antonio Di Pietro, y la Lega Nord. A partir de ese momento, la Liga hace una campaña muy contundente y sostenida en el tiempo contra la ley Fornero y, en general, contra los recortes sociales. De hecho, en el año 2013, en el tradicional mitin de la Liga Norte en Pontida, Matteo Salvini llega a pronunciar las siguientes palabras contra la ministra: “Si por casualidad pasara por Pontida la ministra Fornero, espero que la pateéis durante 10 kilómetros. (…) En una noche decidió que millones de personas tenían que morir de hambre. Porque si pierdes el trabajo a los 50 años por culpa de una pordiosera como Formero, es muy difícil empezar otra vez”. Y pocos días antes de las recientes elecciones del 4 de marzo, Salvini, en una manifestación en Roma, prometió que “el primer acto de un gobierno con la Liga será la abolición de la ley Fornero”.
Otro de los filones que ha aprovechado la Liga para resucitar tras la llegada de Matteo Salvini es la vinculación entre inmigración e inseguridad en un país donde la temática migratoria es omnipresente. Y es especialmente relevante que la conquista de la mitad norte del país (incluso zonas tradicionalmente de izquierdas) se haya hecho hablándole a las clases populares de seguridad (contra los inmigrantes), justicia social (contra los recortes) y patria (recuperando un cierto mito de la Italia renaciente). El incremento de votos en ciudades como Cascina o Gorino son representativas de ello. Otro escenario que se ha convertido en simbólico es Macerata, donde el pasado día 3 de Febrero un ex candidato de la Lega disparó desde su coche a algunas personas de origen africano. La Lega en Macerata ha pasado de un 0,6% en 2013 a un 21% en 2018. Al mismo tiempo, en las regiones más adineradas de la Lombardía, la Liga conjuga la temática de la seguridad con la legítima defensa: “La propuesta de la Lega es muy simple, reconoce que la legítima defensa es siempre defensa legítima (…) Quien viola la propiedad privada y pone en peligro la vida de otra persona tiene que considerar la eventualidad de salir ‘noqueado’”.
Otro de los filones que ha aprovechado la Liga para resucitar tras la llegada de Matteo Salvini es la vinculación entre inmigración e inseguridad
Cabe destacar, además, la importancia del éxito del gobernador leghista Roberto Maroni, máxime cuando uno de sus compañeros de partido en la región, Attilio Fontana, llegó a afirmar en plena campaña: “No podemos acoger a todo el mundo porque no cabemos, así que tenemos que elegir. Hay que decidir si nuestra raza blanca tiene que seguir existiendo o si tiene que ser borrada”. Después se disculpó arguyendo que fue un lapsus. Estamos hablando de alguien que fue alcalde del ayuntamiento de Varese desde 2006 a 2016 y que ha sido nuevamente elegido con un apoyo del 49,74%.
El giro narrativo de Salvini
A la hora de forjar su carácter político, Matteo Salvini ha privilegiado valores como la coherencia y la fidelidad. Ha querido ser la roca que resiste para poder ser luego la primera piedra en la reforma del país. El proyecto salviniano es una misión heroica de reconstrucción del país; es, como decía su eslogan de campaña, una “revolución del sentido común”, una tarea de rehabilitación sobre la base del descontento y los valores tradicionales. Matteo Salvini se esfuerza por encarnar la figura del líder-padre que reconstruye un país colapsado por el descrédito del trabajo y la burocracia.
Así como el Frente Nacional de Marine Le Pen ha tratado en los últimos años de emprender una labor de desdiabolización, la Liga de Matteo Salvini se ha esforzado por pulir aquellos elementos de su discurso que pudieran colocarlo inmediatamente en el extremo derecho del tablero político. Cuando Salvini se dirige a su electorado emplea un lenguaje de tintes caballerescos en el que se mezcla el amor hacia la patria con el gusto por la prueba, el desafío y las empresas heroicas y complicadas. Como si se tratara de un torneo medieval, Matteo acepta tomar partido por los ciudadanos que sufren el descontrol de una política egoísta y autorreferencial. “Tenemos que llegar al corazón y a la cabeza de los italianos, especialmente de aquellos que siempre se han quedado en casa”. De esa misma apatía sufrida por el pueblo italiano se hace cargo el programa de gobierno de la Lega con un lenguaje simple, directo, accesible, versátil y universalmente inteligible. La fuerza de su discurso se basa en la concisión de sus fórmulas, en el uso de pocas palabras y en el empleo de expresiones que representan esquemáticamente un cierto mal humor tan vago como extendido, y también una sensación de urgencia.
La fuerza de su discurso se basa en la concisión de sus fórmulas, en el uso de pocas palabras y en el empleo de expresiones que representan esquemáticamente un cierto mal humor
El suyo es un populismo de revuelta contra el sistema, contra el actual gobierno y los precedentes, contra la ministra Fornero, contra Europa, contra quienes no dan prioridad a los italianos y a sus derechos y contra quienes se oponen a esta lucha justa por un nuevo pensamiento crítico. Hay más de un enemigo declarado, repetitivamente acusado y claramente definido. El día 6 de Marzo, dos días después de las elecciones, Salvini publicó un sarcástico tuit con una foto que lo muestra sonriente, con una copa de vino en la mano y la leyenda: “Un brindis de mi parte y de la vuestra por Roberto Saviano, Fabio Fazio, Oliviero Toscani, Vauro, 99 Posse, Gad Lerner y Saverio Tommasi. Abrazos y besos”. O sea, un escritor, un presentador televisivo, un fotógrafo y publicitario, un caricaturista, una banda musical militante de extrema izquierda y dos periodistas. En el nombre de la transparencia, de la coherencia, de la cercanía entre política y pueblo, de una cierta simpatía por la veracidad y espontaneidad de un líder que salta por encima del formalismo que se presupone en los políticos, Salvini trata de forjarse una imagen campechana entre los italianos.
El peligro de tanta ‘claridad’ es desencadenar una guerra no sólo entre posiciones políticas, sino incluso entre personas. El problema fundamental de Italia es que la Liga opera en un terreno explosivo. Bien es cierto que esta situación no es exclusiva de Italia, sino que forma parte de un escenario global en el que las sociedades están altamente tensionadas por la incertidumbre laboral, la infoxicación mediática, la brecha cada vez mayor entre mundo de la política y mundo de la ciudadanía, y la sensación de estar viviendo un cambio de época.
Sobre estas bases, compartidas extraterritorialmente, se arman el discurso y los objetivos de la nueva Liga: restablecer el rigor, la disciplina, la regularidad y los derechos de los ciudadanos; restablecer, en suma, la fuerza de un mundo que sentimos precioso y se nos escapa por el sumidero de la Historia. El verbo que mejor caracteriza el lenguaje de la Liga es “recuperar”. Se trata de restablecer la valía de aquello que se desvaloriza y corre el riesgo de desaparecer. Por eso Matteo Salvini se presenta como ese líder político que comprende a los ciudadanos en su valoración positiva del pasado y que además les reconoce en su debilidad y olvido actuales. La Liga sabe que Italia tiene raíces estables, tradiciones y valores que no han sido dignamente escuchadas.
Uno de los éxitos comunicativos de Matteo Salvini fue la campaña iniciada en 2014 con el nombre “Basta Euro! Tour” en el que se recorrió Italia en una humilde furgoneta parando en múltiples ciudades y escuchando a los ciudadanos, sur incluso. Es ahí cuando empieza la aventura política “nacional” de la antigua Liga Norte. Lo verdaderamente llamativo es que en ese tour por Italia, Salvini construye su imagen de hombre trabajador, que escucha al ciudadano, que recorre kilómetro a kilómetro el país con medios humildes y que les habla a los italianos de sus problemas cotidianos. Matteo Salvini es un político contradictorio (¿y cuál no?) que, sin embargo, echa de menos y ensalza los valores del orgullo, la responsabilidad y la coherencia. Y pertrechado de esos valores, encarnándolos, Salvini se lanza al duelo contra el establishment por haber ofendido a la ciudadanía italiana.
El suyo es un populismo franco y engañosamente necesario que restituye un primitivismo dialéctico cuyo riesgo es hacer descender hasta lo más bajo el nivel del debate político italiano. Más allá de las fronteras italianas, el resultado electoral de la Liga está siendo muy celebrado por las fuerzas de la derecha radical europea: de Nigel Farage a Marine Le Pen pasando por FPO, Geert Wilders o AfD. Para estas fuerzas políticas, el resultado de la Liga demostraría que el futuro de la política europea se juega en la oposición entre nacionalistas-identitarios y globalizadores y que el espacio entre medias se reduciría casi a cero. Es decir, que en la política del futuro ellos son un actor fundamental.
el resultado electoral de la Liga está siendo muy celebrado por las fuerzas de la derecha radical europea: de Nigel Farage a Marine Le Pen
¿Y ahora qué?
Los próximos días serán escenario del último gran reto que pondrá a prueba las virtudes como estratega de Matteo Salvini, que tendrá que hacerse cargo de pactar con el verdadero ganador: el Movimiento Cinco Estrellas. De momento es a Matteo Salvini a quien la coalición de centro-derecha ofreció el encargo de negociar con el M5E para elegir a los futuros presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado. Y tras las primeras negociaciones puede decirse que Salvini ha obtenido lo que esperaba: la Cámara de los Diputados será presidida por Roberto Fico (M5E) y la presidencia del Senado irá para algún miembro de Forza Italia. Con ello Salvini ha sido capaz de salvar los muebles y restablecer el equilibrio con la coalición de centro derecha, que en algún momento pareció en peligro durante la última semana. Vuelve a ser la cabeza visible de la derecha italiana. Y ha ganado en confianza. Tanto es así que Beppe Grillo, fundador del Movimiento Cinco Estrellas, ha llegado a decir: "se puede confiar en Salvini, cuando dice una cosa la respeta".
El escenario tan abierto en Italia y el respeto político ganado estos días por Salvini permite imaginar un posible gobierno entre los dos grandes partidos populistas italianos: la Liga y el Movimiento Cinco Estrellas. Es una posibilidad que sin estar todavía cerca, ha ganado en posibilidades durante los últimos días. Queda por ver cómo dos programas electorales tan diferentes pueden relacionarse entre sí: de un lado el Flax Tax de la extrema derecha, del otro la Renta Básica, punto clave de la propaganda grillista. Si el acuerdo va a más, nos encontraríamos con un populismo débil, de base contradictoria, inestable en sus ideales y que, a pesar de situar siempre al pueblo en el centro de su discurso, le resulta difícil dialogar y hacer concesiones. Sobre el papel una coalición de este tipo ideológicamente difícil de llevar adelante, pero como el mundo sabe (y la historia italiana ofrece en esto buenos ejemplos), la política es el arte del compromiso.
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