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Los programadores de televisión, a la hora de llenar parrilla tienen principalmente tres recursos: la arriesgada vía de la idea original, la franquicia del producto consolidado, o la clonación de un producto de la competencia. Lamento no recordar en este momento ningún ejemplo de la primera opción. La segunda llena los prime times. La tercera también, y consiste en que si triunfa en ATv un programa de baile, en TvB hacen uno de gimnasia rítmica, y si en TVC alguien tiene que contar chistes y tirarse a la piscina desde un trampolín, en DChannel implementan la variante de caer al agua desde un tobogán entonando melodías de moda. El PP está ahora en una tesitura parecida, la de llenar la parrilla (la de San Lorenzo, en este caso), y creo que elegirá la tercera opción, el sucedáneo, Alberto Núñez Feijóo. En tiempos de tribulación, no hacer mudanza.
Esa tercera vía ya salió bien con la recuperación del archivo catalán de Alberto Rivera para contraprogramar a Pablo Iglesias en el late night de la nueva política. Aunque Alberto Núñez Feijóo no es realmente un sucedáneo de Rajoy, sino un restyling. Feijóo también es gallego, pero de los que quieren irse a Madrid a hacer carrera y no desconciertan al oyente, por simple que sea. Es como Ramón Pellicer presentando telediarios: directo, claro y mirando a los ojos.
Feijóo puede ser liberal, en lo social y en lo económico, pero también puede ser conservador y proteccionista
Otra ventaja es que no tiene una ideología definida a la que rendirle cuentas. Puede ser liberal, en lo social y en lo económico, pero si hace falta, también puede ser conservador y proteccionista. Galleguista pensamiento Castelao o clamar contra la imposición del gallego a la vez y no estar loco. Capaz de montar una escandalera a un rival por una foto en un yate con un empresario y no darle importancia a una serie de viajes suyos en la lancha –y en más sistemas de transporte– de un narco. Realizar una visita oficial al Vaticano –vamos, al Papa– y hacerlo con una pareja con la que no estaba casado (tampoco lo está con la actual, madre de su hijo). Es un truhan y es un señor, como dice otro gallego de origen, Julio Iglesias.
En resumen, un caballero hábil y multipensamiento, la encarnación del significante vacío en hombre público. Por eso es el antídoto perfecto contra Albert Rivera, el político antes rebosante de transversalismo y que ahora se ha descubierto que posee un registro ideológico unicejo, que cumple a la perfección aquella definición de fanático creo que de Churchill: alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema. Feijóo puede ser también puerto de acogida, o uno de ellos, para todos aquellos refugiados del previsible desastre humanitario que se registrará en el electorado de centro derecha si se concreta la amenaza de liderarlo desde la barrera que ha hecho José María Aznar. Y, aunque extramuros, sería un magnífico líder de la oposición: nadie como él para tirarse a la yugular.
Obviamente, todas estas virtudes que le pondero no tienen por qué asegurarle el puesto. Este no es país para currículos. Pero ciertas señales de humo dan pistas: en el PP han quedado laminados los antiguos pesos pesados (excepto que consideremos como tales a Celia Villalobos) y no hay ningún colegio de senadores togados que rigen los destinos de la venerable institución. Así que en ausencia de dedazo, y a falta de esos usos modernos que provocan sustos e incertidumbre como son las primarias, lo suyo son las decisiones mediante faits accomplis de la opinión más o menos pública. Otra es la postura del interesado: de estar más en los medios madrileños dejándose querer ha pasado a un modesto silencio, claro aviso de que “si me quieren, que me busquen”.
A favor de la opción Feijóo está también el bonito detalle de que se cumpliría una justicia histórica. En 2009, cuando nadie daba un euro por la piel de Rajoy como líder de la oposición/presidente del PP, fue la victoria electoral de su candidato gallego (bien es cierto que tremendamente trabajada por el amenazado líder) la que le dio un respiro y le afianzó hasta poder esperar a que el PSOE de Zapatero cayera por su propio peso.
Algún malpensado podría decir que este análisis está viciado de origen por el ansia del analista de quitarse de encima como presidente de la Xunta a Alberto Núñez Feijóo. Craso error. El actual presidente de Galicia no tiene en teoría que dejar de serlo para presidir también el PP y siempre hay que tener en cuenta aquello que decía Teresa de Ávila, y después Truman Capote, que se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las que quedan sin respuesta. Es decir, hay que tener cuidado con lo que se desea.
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Autor >
Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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