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TRIBUNA

Humor, racismo y la excusa de los cobardes

Roberto Bodegas no es un enfermo, todo lo contrario. Con todos ustedes: tan solo otro hijo sano y mal mimado del racismo estructural

Rromani Pativ 27/08/2018

<p>Rober Bodegas durante un monólogo.</p>

Rober Bodegas durante un monólogo.

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Comencemos hablando claro. Tras la supuesta rebeldía proclamada ante la denominada dictadura de lo “políticamente correcto” se esconden a menudo verdaderos reaccionarios que disfrazan sus enormes complejos con una ortopédica pose de contestatarismo hipster. Pero antes de seguir cargando las tintas, aunque sea de forma justa, debemos ser extremadamente cuidadosos. Y es nuestra responsabilidad ser cuidadosos porque reconocemos estar de acuerdo en algo con nuestros acérrimos antagonistas: rechazamos lo “políticamente correcto”. No obstante, nuestras posturas son radicalmente contrarias y nunca serán conciliables. Nos explicamos. Desde este lado de la vida, rechazamos la retórica de lo políticamente correcto por ser superficial, epidérmica, insuficiente y a menudo hipócrita. La consideramos insuficiente porque nos impide desarrollar lo que José Heredia Maya llamó una mirada limpia y horizontal que ilumine de forma crítica las verdaderas causas de nuestros problemas más persistentes. Sin embargo, todo indica que, desde el lado de Rober Bodegas, la cuestión que nos convoca se manifiesta de una manera, digámoslo así, “muy otra”. Especialmente desde hace unos años, lo políticamente correcto es rechazado porque deslegitima, al menos en el aspecto moral, los nada originales impulsos racistas y sexistas de los individuos más casposos de nuestra enfermiza sociedad. Este fenómeno ha cobrado popularidad en determinados espacios pretendidamente contra-culturales. Para una aproximación amena e interesante a tal realidad en nuestro contexto geográfico, nada como leer el libro Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural, del autor Víctor Lenore.

No nos preocupan tanto los mediocres insultos proferidos contra nuestro pueblo por este comediante en particular como el eco social que los producen y alientan

Es cierto que por abochornar públicamente a un humorista poco inteligente no acabaremos con el racismo antigitano, somos absolutamente conscientes de ello. No nos preocupan tanto los mediocres insultos proferidos contra nuestro pueblo por este comediante en particular, aunque emerjan camuflados como “chistes”, como el eco social que los producen y alientan. El patético y pálido humorista de etnia paya es, tan solo, uno de tantos síntomas más. No es él quien provoca la carcajada que nos denigra. La carcajada que nos denigra lo acuna en su evidente inmadurez intelectual y en su incapacidad para superar los condicionamientos patológicos de su propia cultura. No son sus torpes aspavientos ni su malicia adolescente la que nos hiere, son las condiciones de posibilidad de que un payo con micrófono sea aplaudido por bulerías -sin compás, eso sí- por rebuznar y graznar en do mayor. Y vaya por delante todo nuestro respeto a los burros y a los cuervos, animales dignos con mayor capacidad humorística que muchos. El discurso de quien no es otra cosa que un simple ventrílocuo que funciona como amplificador de los sentimientos racistas dominantes es, en este caso, más que hostil, de ahí que nos veamos en la necesidad de analizarlo con relativa frialdad.

Rober Bodegas es un hijo sano y mimado del racismo estructural.

Nuestro pobre humorista solo se está defendiendo. Está defendiendo su libertad de expresión, su derecho a ser abiertamente racista en una sociedad eminentemente racista que tiene un serio problema con el pueblo gitano. Por lo tanto, tras sus bromas palpita una queja pública: “a causa de lo políticamente correcto, no nos permiten ser abiertamente antigitanos”. Si desgajamos las risas, si eliminamos con brocha gorda el elemento irónico de su discurso social, lo que encontramos es un simple y ramplón ramillete de ataques que constituyen el abc del antigitanismo dominante, las reglas básicas del racista de manual para la vida moderna. Veamos entonces. En primer lugar, nuestro rebelde infante insinúa que los gitanos tienen dificultades para expresarse con propiedad por escrito, lo cual constituye, seguramente, una trabajada acusación que le ha obligado a someterse a años de estudio en las mejores universidades del país y el extranjero. Acto seguido, nos llama ladrones y esto sí que resulta ser un apelativo creativo y nuevo que nos hace preguntarnos cómo es posible que siendo dueño de semejante creatividad literaria, Rober no haya ganado a estas alturas algún premio cuyo prestigio, eso sí, no dependa del buen patrón catedrático al que uno se arrima. Para ir calentando el ambiente, en una pataleta digna del niño mimado de la gran casa del blanco privilegiado, asegura, lloriqueando aunque parezca reír, que ha aceptado una supuesta “tregua” en la producción de sus chistes sobre gitanos mientras que nosotros y nosotras no hemos aprendido a adaptarnos a sus normas sociales e integrarnos.

La retorcida lógica es la siguiente: os insulto porque no os integráis y no os integráis porque no sois dignos de ello

Es una pena que los psicólogos del Estado español no hayan aprendido aún a analizar los recovecos mentales del racismo porque estamos en condiciones de asegurar que un caso como el que nos ocupa es digno de estudios científicos apropiados. La retorcida lógica es la siguiente: os insulto porque no os integráis y no os integráis porque no sois dignos de ello. He aquí la primera capa de la cebolla en el mensaje taimado de nuestro artista durante su pseudocomedia. Pero, en el fondo, si quitamos más capas, hay tras todo este teatro un importante tufo a reproche. Por una parte, aunque de forma indirecta, el humorista necesita justificar su racismo, lo cual no le resulta difícil ya que, tal y como demuestran los aplausos y risas durante su show, nuestro protagonista goza de la aprobación entusiasta del sentido común dominante, y lo sabe. Por otra, y a pesar del evidente ninguneo, existe una latente y escondida necesidad de nosotros, de nosotras. La atracción morbosa hacia lo gitano, que se materializa en la imposibilidad de controlar su racismo de forma pública, aparece bajo la repulsión evidente hacia nuestra diferencia que comparte con gran parte de su sociedad. Bodegas se siente atraído por nuestro pueblo porque es payo y ha sido educado para insultarnos y para intentar despreciarnos, como todo buen hijo de vecino, salvando las honrosas excepciones.

La tragicomedia del humorista español

En una dimensión paralela, que a través de la analogía nos muestra el verdadero rostro de lo ocurrido, Bodegas aparece ataviado tragicómicamente con su uniforme de cuadros y, desconsolado, acude a su tutor para gritar lo siguiente: “papá, mira lo que me hacen estos pordioseros. Me exigen que no les humille, pero ellos no se visten como nosotros, papá, míralos. Son ladrones, papá, no saben hablar y además de casarse muy jóvenes les hacen burradas a sus mujeres”. No se dejen engañar, Bodegas no está haciendo humor. Rober, al menos en el caso que nos ocupa, utiliza el humor para dejar salir a su pequeño fascista interior al escenario. Puede desinhibirse porque intuye que, en el fondo, está en su salsa. Y esta es una realidad que nos apela como sociedad.

Resulta especialmente sintomático y triste que la comedia española carezca de humoristas críticos capaces de descubrir la relación ineludible entre humor y poder. No hablamos de moralina. Ni siquiera hablamos de no bromear con el racismo. Hablamos de que, en el contexto de la comedia española, son pocos los que se ríen del racismo con inteligencia y mordacidad y muchos -la mayoría- los que se ríen, sin creatividad ni originalidad, de los que sufren el racismo en primera persona. ¿Por qué será? Nadie le llamará racista porque eso es únicamente una manera de doblegarse ante la dictadura de lo políticamente correcto y nuestro campeón del humor es todo un rebelde. Pero no seamos tan duros, en el fondo no puede evitarlo. Señoras y señores, damas y caballeros: Roberto Bodegas no es un enfermo, todo lo contrario. Con todos ustedes: tan solo otro hijo sano y mal mimado del racismo estructural.

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14 comentario(s)

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  1. Aaron

    El humor no estaba en los clichés sino en la forma.

    Hace 6 años 2 meses

  2. Ildefonso

    Sí, asi es, estamos en un país de caspa y mucho más racista de lo que se cree, un artículo como este basta para mostrarlo en lectores de Ctxt, qué pena.

    Hace 6 años 2 meses

  3. Carlos

    Vaya hombre, querías escribir una argumentación contra el racismo y la intolerancia y te ha salido una interminable retahíla de insultos hacia Bodegas.

    Hace 6 años 2 meses

  4. Alejandro

    Ufff! cuanto tufo a racista en los comentarios. Todos vuestros comentarios demuestran que para erradicar el racismo es necesario mucho más trabajo, cada línea que habéis escrito rebuzna ignorancia, desinterés, racismo económico y étnico, además de una soberbia digna del mejor Cuñao con palillo en la boca. Os propongo que pidáis menos JB a las 07 de la mañana y busquéis estudios sobre índices de criminalidad, sobre los problemas de integración de los gitanos provocados por el rechazo racista y dediquéis unos 15 minutos a reflexionar sobre los posibles motivos por los que muchos gitanos se encuentran en circunstancias de precariedad y exclusión social. La libertad de expresión no tiene nada que ver con la actuación de este señor en un escenario, por mucho que sea vuestro mantra, aunque en cualquier caso me preocupan más los que ríen y aplauden que el humorista cuñao.

    Hace 6 años 2 meses

  5. Javier Bacardí

    Considero bastante más denigrante, desagradable y con bastante menos gracia los chistes sobre niñas asesinadas, víctimas del terrorismo y judios del Concejal Zapata, y no se le dio más importancia. Por lo menos en los medios mas progresistas

    Hace 6 años 2 meses

  6. manuel

    Hoy son los gitanos, mañana serán los taurinos, pasado serán los chistes sobre la iglesia o sobre el ejercito, y así iremos amordazando la cultura del reír, pero luego vendrán otras mordazas sobre otras culturas de la comunicación, del arte, etc. Recuerdo cuando todo el mundo eramos Charlie Hebdo, pero claro, eran chistes que solo podían ofender a los moros. El hombre inteligente se distingue por saber reírse de si mismo.

    Hace 6 años 2 meses

  7. Gorka

    "El patético y pálido humorista de etnia paya......." Dejando a un lado lo mediocre del articulo, que denota la presencia de un autor que no escribe muy habitualmente, simplemente voy a dejarla botando para que, si alguien quiere, lo discuta: hacer mencion de esa indignidad salvaje que forma parte de la cultura gitana que es la prueba del panyuelo es, segun el arriba firmante, fascismo. Ctxt, se os ha ido la olla totalmente publicando un articulo que rezuma odio a la libre expresion por los poros y que ademas no entra en el meollo de la cuestion. Es que algo de los 4 chistes malos que Rober hizo es una falsedad manifiesta? Tenemos que callarnos lo que nos transmite la mierda del panyuelo (entre otras cosas) para que alguien no se ofenda? es eso?

    Hace 6 años 2 meses

  8. Miguel Angel

    Los gitanos y los payos somos ciudadanos iguales y en todas partes cuecen habas. Pero si se quieren derechos, también hay obligaciones. Si los gitanos que sois decentes queréis que se acaben los problemas, tenéis que convencer a muchos de los vuestros que ir de agresivos y amenazantes, estar en el trapicheo de la droga o maltratar a vuestras mujeres no es cultura, es atraso y es reaccionario. Y ya no vale el discurso infantil de minoría puteada. Hace décadas era así, pero hoy no. Si quieres ver porque muchos payos siguen estando molestos con muchos de vosotros, date una vuelta por las urgencias de los hospitales de Madrid, habla con el personal sanitario y de seguridad de las plantas y que te cuenten cómo se comportan gran parte de los gitanos. También puedes hablar con los maestros de los colegios y los servicios sociales del Ayuntamiento y que te cuenten las actitudes. Los gitanos sois parte de este país, admirados por muchas cosas, pero unas mínimas normas de convivencia son necesarias. Si no lo entendéis, el problema lo tenéis vosotros.

    Hace 6 años 2 meses

  9. tolegarpio

    Dice el gitano diletante que se ve en la necesidad de analizar al humorista "con realtiva frialdad". Y en un ataque de ira incontenible lo describe así: El humorista es, entre otras cosas: mimado, patético, pálido, poco inteligente, con evidente inmadurez intelectual, incapaz de superar los condicionamientos patológicos de su cultura, que rebuzna y grazna en do mayor, de torpes aspevientos, que acusa una malicia adolescente, y [como muchos] con menor capacidad humorística que un burros y cuervos; un simple ventrílocuo que amplifica discursos racistas. En suma, un pobre humorista y un rebelde infante que ni tiene derecho a disculparse. Mientras tanto, en una galaxia muy cercana, 400 miembros exaltados de la victimizada raza gitana amenazan gravemente al torpe humorista y hasta organizan batidas. Joder, no es bueno usar los tópicos, pero si el humorista es el "típico hípster racista", un buen número de los individuos ofendidos reaccionan como los "típicos gitanazos vengativos". Por supuesto que los gitanos son víctimas, es más que evidente. Por supuesto que fue un error hacer chistes. Pero el resentimiento del autor del artículo no es una buena táctica para resolver un comportamiento puntualmente erróneo de un comediante que seguramente no será un ser tan abyecto como se describe.

    Hace 6 años 2 meses

  10. Lina

    No puedo opinar todavía del monólogo de Rober Bodegas, porque no lo he visto. Pero en este artículo en mi opinión, ironicamente, asoma precisamente aquello de lo que pretende acusar, es decir, racismo, De hecho, me parece delirante que se refieran a Bodegas como "El patético y pálido humorista de etnia paya". Desde luego, el texto no está a la altura de lo que publica habitualmente esta revista.

    Hace 6 años 2 meses

  11. Alfonso

    No es para tanto, oiga. Ni es necesaria tanta afectación y retórica indignadas, por mucha razón que tenga. Ahí está el señor(¿?) Torra, President de la Generalitat de Catalunya, despachándose a gusto contra los españoles, con un lenguaje antirracista y xenófobo que haría palidecer a Hitler, y, ya ve usted, es apoyado y aplaudido sin rubor por los independentistas, muchos de ellos de izquierda (¿?) y todos muy "demócratas". Pero no pasa nada. Y quien se atreva a discrepar es denunciado y/o agredido sin contemplaciones. ¿Es la democracia una gran mentira o estamos muy locos?

    Hace 6 años 2 meses

  12. Luisa

    Lamentandolo mucho, este es un país de fachas. Gracias por el artículo. "Resulta especialmente sintomático y triste que la comedia española carezca de humoristas críticos capaces de descubrir la relación ineludible entre humor y poder", completamente de acuerdo. País sumiso con una postura claramente reflejada en el comentario de Carlos García "Je suis Robet Bodegas". Bueno, bueno, bueno. Terrible país racista

    Hace 6 años 2 meses

  13. YEPALE

    Sin ánimo de causar más polémica por el asunto, me resulta cuando menos curioso el uso del lenguaje doblado y supuestamente "inclusivo" en un texto de defensa del pueblo gitano. En la vida real, la situación de la mujer gitana es significativamente peor que la paya (dificil que alguien discuta esto), pero en vuestros textos doblais los pronombres. Veis, eso si que es un ejemplo claro de lo politicamente correcto que con palabras pretende tapar realidades.

    Hace 6 años 2 meses

  14. Jesus

    https://blogs.elconfidencial.com/cultura/tribuna/2018-08-27/rober-bodegas-gitanos-chistes-ni-caso_1608585/

    Hace 6 años 2 meses

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