Es sospechosa y reveladora esa unanimidad táctica y esa coincidencia de criterios entre el PP y Ciudadanos, cada vez más parecidos en sus intenciones y sus programas, mirando unos al alto capital y los otros a la clase media, incluso igualmente sensibles en cuanto a sus relaciones con Vox, cuya matriz original fue el PP y su nexo su presidente Aznar, estrechamente ligado, al parecer, a Santiago Abascal. Por eso, no es de extrañar que, siguiendo los hábitos de la tradicional derecha española, expeditivos, antidialogantes y potencialmente dictatoriales, estén de acuerdo en reclamar la aplicación del artículo 155, prueba del latente neofranquismo de la Constitución, con ayuda del puente de la monarquía, para solucionar el complicado asunto de Cataluña. La derecha española está acostumbrada históricamente a arreglar así todos los problemas que se le presentan, tajante y sin vuelta de hoja, cuya expresión axiomática fue la guerra civil. El que no está conmigo a la cárcel y, en el peor de los casos, al otro mundo, y punto en boca. Allí aprenderán a obedecer y a saber que son unos marginales, indeseables y sin futuro. Porque el futuro o sigue al pasado o no es nada. Así se arreglan las cuestiones y se solventan las diferencias y no se pierde tiempo dialogando. Como hizo Alejandro Magno, con su famoso nudo gordiano, que impedía su victoria, deshaciéndolo de un tajo, sin esperar a deshacerlo de otro modo. Pero todo es muy fácil, se coge una espada y de un solo tajo, fíjense bien qué fácil, de un solo tajo contundente y sin más historias, se deshace el nudo y a otra cosa mariposa. Para más detalles, el Diccionario de la RAE dice que el nudo gordiano era “el que ataba al yugo la lanza del carro de Gordio, antiguo rey de Frigia, el cual dicen que  estaba hecho con tal artificio que no se podían descubrir ninguna de las dos cabezas”. Y el Larousse, después de recordar que el “nudo gordiano fue un nudo roto violentamente por Alejandro Magno en Gordión”, añade que “por alusión, dícese de un problema de cuya resolución, difícil, depende un gran bien, y que se solventa por medios expeditivos”. Nadie podrá afirmar que Alejandro Magno fuera un modelo de demócrata, digno de ser imitado, hoy día.