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El pasado es el concepto más claro. Casi todo es pasado. Si te hablara, todo lo que me escucharas sería pasado al llegar a tus oídos. Todo lo que te escribo es, por tanto, mi pasado, cuando llega a tus ojos. Todo este peso del pasado explica lo difícil que es imaginar el futuro. Incluso hablar de él. Y, más aún, en él. Hasta el punto que ninguna gramática de ninguna lengua ha solucionado ese problema. Técnicamente, el futuro no existe en las gramáticas. Se acepta porque, todo apunta a ello, el futuro debe de existir. Pero nadie tiene claro dónde ni cómo. Parece extraño, pero es así. El futuro es precario. Hay una canción de Nino Bravo en la que habla del futuro. Dice, para sellar el futuro, “y hasta el fin te querré”. Pero no lo sella. Parece que sea una promesa de amor eterno, una descripción del devenir. No lo es. Solo lo sería si dijera “y hasta el fin te quiero”, una construcción tan extraña que nadie la ha pronunciado jamás. “Y hasta el fin te querré” supone, no afirma, que eso pasará. Parece una afirmación cósmica, pero es una afirmación relativa. No se compromete. Porque no se puede comprometer. Es inasumible para el lenguaje asumir algo que pasa en otro sitio. En un sitio en el que nadie ha estado, que se llama futuro. Por lo mismo, puede no ser verdad. Por lo mismo puede ser una mentira.
El futuro no existe. Es imposible hablar de él, como es imposible hablar de lo que hay detrás de una puerta. Y, sin embargo, el pasado es amplísimo. Abarca desde el primer recuerdo colectivo –supongo que la idea de construir, hace millones de años, una herramienta, que periódicamente se repite y nos hace felices–, hasta el último segundo individual. Es un volumen de tiempo tan incalculable, por tanto, como el futuro. Una selva. Otra. Sin embargo, nos sentimos cómodos en ese volumen de tiempo. Lo utilizamos tanto que hasta lo llamamos presente. Por lo mismo, es muy posible que cuando nos hablan del futuro nos hablen del pasado. Es posible que el futuro tan solo sea, por tanto, un lugar imaginario, en el que se reformula el pasado. Es decir, el lugar en el que más y mejor se miente sobre el presente, esos breves segundos.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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