Celestino Coronado o la vanguardia en el rastrillo
El primer director del mundo en realizar un largometraje en vídeo es poco más que una sombra porque sus películas permanecen perdidas, o, lo que es peor, olvidadas
Luis E. Parés 5/04/2019
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El pasado 24 de agosto murió en Italia el bailarín Lindsay Kemp. Casi todos los periódicos españoles se hicieron eco de la noticia, incluso los regionales, porque pocos artistas extranjeros como Lindsay Kemp se habían pateado sistemáticamente las capitales de provincia españolas. La mayoría de las noticias mencionaban que había sido amante de David Bowie. Algunas hablaban de su paso por el cine de la mano de Derek Jarman. Un par contaban que Celestino Coronado había colaborado en Flowers. Resultaba muy triste ver cómo uno de los cineastas independientes españoles más importantes de los años setenta acababa siendo relegado a simple colaborador de un memorable espectáculo teatral. Casi tan triste como que nadie sepa que Celestino lleva cuatro años muerto.
Celestino Coronado se ha convertido en una sombra que aparece en algunas notas a pie de página de algunos libros de cine de los setenta; eso sí, con una tarjeta de presentación memorable: el primer director del mundo en realizar un largometraje en vídeo. Celestino es poco más que una anécdota porque sus películas estaban perdidas, o, lo que es peor, olvidadas.
Celestino Coronado se ha convertido en una sombra que aparece en algunas notas a pie de página de algunos libros de cine de los setenta; con una tarjeta de presentación memorable
Pero no sólo se ha perdido su filmografía, sino también su biografía. Aparte de la fecha de nacimiento –20 de noviembre de 1944–, y el lugar –Puebla de Sancho Pérez, cerca de Zafra–, datos ambos que se puede encontrar en el perfil de Wikipedia que redactó tras su muerte su amigo Carlos Miranda, poco más se puede saber, a no ser que se rastree entre papeles viejos, que tampoco contienen mucha información. En una entrevista que Juan Cruz le hizo en El País, con motivo de su primer regreso a España, Celestino decía que había estudiado Ciencias Políticas en Madrid y que llegó a Londres en el 67, huyendo del clima cultural español. En otra entrevista alegaba que se había marchado para estudiar cine en el Royal College of Arts, pues en Madrid no se lo permitían al no haber acabado la carrera. Y con motivo de la primera retrospectiva que se le hizo en España –en octubre de 1977, en la Filmoteca Nacional–, en el programa de mano se incluía una breve biografía, claramente redactada por él, en la que decía: “Después de unos años en Europa, se instaló en Inglaterra, donde realizó algunas películas pop, escribió artículos para revistas españolas (con pseudónimo) y entró en contacto con Lindsay Kemp. Estudió mimo con Kemp y esto le llevó a realizar la mayoría de las secuencias de las películas que Kemp utiliza en sus espectáculos”.
Podría parecer que el propio Celestino jugaba al despiste con tantas dudas. Por ejemplo: no sabemos cuál era el pseudónimo que utilizaba, por lo que no se pueden localizar sus artículos, pero se conocen tres que firmó con su nombre en la revista Triunfo. Tampoco se sabe nada de las “películas pop” que hizo al llegar a Inglaterra –ni títulos, ni cantidad, ni argumentos–, lo que nos puede hacer pensar que era un embuste, como los que propagaban muchos artistas exiliados para crearse una leyenda, si bien las mencionó varias veces.
Las hubiese hecho o no, lo que es cierto es que antes de entrar en el Royal College of Arts para estudiar cine ya formaba parte de la compañía de Lindsay Kemp, de la que se convirtió en director asociado en 1973. Tampoco se sabe cómo se produjo el encuentro más decisivo de su vida. Parece que empezó como alumno y que Kemp poco a poco le fue dando cargos de responsabilidad hasta convertirlo en su mano derecha. Con Lindsay codirigió numerosos espectáculos, entre ellos los que le dieron fama mundial a la compañía: Flowers, That’s the Show, Legends, The Maids (como Flowers, una adaptación de Genet), Salomé… También codirigió dos espectáculos que hizo la compañía para el Ballet Rambert: The Parade Gone By (1975) y Cruel Garden (1977). Esta obra era una adaptación del universo de Lorca, situada en una plaza de toros, en la que Lorca a veces es torero y otras toro, apareciendo también vestido de novia, de Buster Keaton o de marioneta. La obra impactó enormemente en su estreno londinense. Años más tarde, en 1980, Kemp y Coronado volverían al universo del poeta con Duende, otro espectáculo codirigido por ambos.
En 1973 Celestino hizo su primera película, en 16 mm: Lindsay Kemp Circus. El cortometraje, de 30 minutos, era un registro de algunos espectáculos de la compañía. Proponía una exquisita mezcla entre cine, teatro, cabaret y mimo, creando una calidez que el cine de vanguardia no solía tener. El propio Celestino definía la película “un film-danza, un musical, un homenaje al vodevil, a Keaton y a los maestros del mejor silent cinema”.
El cortometraje hizo programa doble con A Bigger Splash (Jack Hazan, 1974), el documental sobre el noviazgo y posterior ruptura de David Hockney y Peter Schlesinger. El documental fue un inesperado éxito de taquilla, lo que hizo que mucha gente viese también el cortometraje. Pero este programa doble tuvo otra consecuencia: que se tuviese a la película de Celestino como una precursora de un cine de sensibilidad abiertamente queer.
Las dos películas siguientes realizadas por Celestino son sombras: Miroirs (1974) y Le bel indiferent (1975). Ambas están perdidas y no se hallan en ningún archivo, ni español ni británico. De ambas conocemos los argumentos y las duraciones: Miroirs duraba 19 minutos y mostraba a Lindsay Kemp preparándose para un espectáculo. Le bel indiferent es una adaptación de la obra de Cocteau y duraba 59 minutos. Estaba protagonizada por Ann Balfour y David Haughton, cómplices de la compañía de Lindsay. Lo único que queda de la película es una foto donde salen los dos protagonistas y Celestino. Miroirs no siempre estuvo perdida. En España se proyectó varias veces, la última en 1989. Sin embargo, nadie recuerda haber visto Le bel indiferent.
Durante tres años compaginó Celestino su trabajo en la compañía con sus estudios de cine. En 1976 hace Hamlet como práctica final del Royal College of Arts. Fue grabada directamente en vídeo, y después transferida a película (mediante la técnica de filmar la pantalla del televisor). Fue rodada en siete días con un presupuesto de 2.500 libras. Coronado quiso dar una interpretación psicoanalítica de la obra de Shakespeare. El conflicto entre las dudas y acciones de Hamlet se muestra por la presencia de dos personajes distintos, interpretados por hermanos gemelos (Anthony y David Meyer). Celestino nos muestra a un Hamlet duplicado, a dos Hamlets que se confunden.
A día de hoy, es la única película por la que se recuerda a Celestino, la única sobre la que se sigue escribiendo, haciendo siempre hincapié en su condición de rareza, de adaptación heterodoxa. También la presencia de Helen Mirren (que también interpreta dos papeles, el de Ofelia y el de Gertrudis) ha provocado que no haya caído estrepitosamente en el olvido. La película acaba con una dedicatoria a Pier Paolo Pasolini, lo que muestra claramente la tradición en la que se quería inscribir Celestino: la de Genet, Pasolini, Lorca, la de aquellos que habían entendido la homosexualidad como una forma de enfrentarse al poder.
Hoy la película ha perdido gran parte de su poder subversivo, pero sigue quedando como un testimonio brillante de aquellos primeros años del vídeo, donde mostrar todo el abanico de efectos posibles era otra forma atentar contra la moral imperante. Su simbolismo enternece por lo que hoy puede parecer ingenuo, pero sigue quedando un rastro de provocación y de puesta en cuestión del statu quo (la aparente relación homosexual entre los dos hermanos) mucho mayor que en cualquier película de la época.
En 1977 la compañía de Lindsay Kemp llegó a España. El encuentro con esa España viva y ardiente que despertaba fue un impacto para toda la compañía, pero sobre todo para Celestino, que declararía años más tarde: “Volví en el mes de abril, el mismo día que regresó Alberti. La efervescencia cultural que España vivía entonces me deslumbró. Volví a comprender mis raíces y mi educación”.
En octubre de ese año, Celestino presenta por primera vez sus películas en España. El impacto entre los espectadores fue brutal. Juan Buffill describió la visión de Hamlet como “una revelación”. Celestino se convirtió en un modelo para los jóvenes cineastas barceloneses que coqueteaban con el cine experimental y que editaban la revista Visual, para cuyo número dos le hicieron una extensa entrevista .
El éxito clamoroso de Flowers, estrenada el 1 de diciembre, hace que la compañía decida establecerse en Barcelona. La obra no era fácil, y sin embargo, las entradas se agotan sistemáticamente. Se instalan en la Plaza Real y se convierten en unos protagonistas más del breve verano de la contracultura en España. Kemp entabla amistad con Ocaña y Boadella. Muchos se declararon admiradores del bailarín, desde Brossa (que escribiría un texto sobre él) a Miró, que le regalaría un abanico pintado. La compañía era sinónimo de libertad, de modernidad.
Esto llevó a Celestino a querer proseguir su carrera en España, y planeó varias películas, relacionadas con nuestra cultura: Serva la Bari. El bosque sagrado, sobre la vida de los gitanos , que iba a ser protagonizada por Lole y Manuel, y una adaptación del Quijote, escrita por Vicente Molina Foix y que iba a ser protagonizada por David Bowie. También trabajó en la adaptación cinematográfica de Flowers. Ninguno de estos proyectos salió adelante.
No es de extrañar que la Fundació Miró propusiese a Lindsay Kemp organizar una exposición en su sede de Barcelona. Del 2 de mayo al 29 de junio de 1980, carteles, decorados y trajes de sus espectáculos, cuadros del propio Lindsay, fotos de la compañía realizadas por David Haughton, se mezclaban con performances de los integrantes de la compañía. Fue en la Fundación Miró donde tuvo lugar el estreno de la versión de Sueño de una noche de verano. Celestino, aprovechando el novedoso y bien equipado departamento de vídeo que tenía la fundación, realizó una grabación del espectáculo, mezclando registros de la representación con otras filmaciones hechas ad hoc en Montjuic y otra película llamada Tres estudios. The Lindsay Kemp Company at the Fundació Miró, co-dirigida con Manuel Huerga y Pep Cabello, que está perdida. Tras la representación, las películas se proyectaban en la exposición, junto con sus tres películas anteriores: Lindsay Kemp Circus, Miroirs y Hamlet.
Esta fue la tónica de sus siguientes años de carrera, en los que su única actividad audiovisual fue el registro de espectáculos de la compañía que él codirigía junto a Lindsay, como Festival (The Lindsay Kemp Company at Sala Escalante) (1981), registro de su exitoso paso por Valencia, o Nijinsky, the Fool (1982), esta última filmada en super 8. Ambas películas han sido recuperadas recientemente.
En 1984, sin embargo, consiguió poner en pie un gran proyecto: su versión de Sueño de una noche de verano, basada en la adaptación escénica que habían estrenado en el marco de la exposición. Celestino decidió añadir algunos cambios, como incluir la presencia de Manuela Vargas en el papel de una torrencial Hipólita.
Celestino fue muy crítico con la poca difusión que TVE le dio al film, lo que según él había hecho que se frenase la posible difusión internacional
Sueño de una noche de verano es una película abiertamente camp, donde la compañía aprovechaba para dar rienda suelta a su gusto por los maquillajes excesivos, el vestuario estrafalario y las insinuaciones sexuales. En la línea fantástica de la versión que Max Reinhardt dirigió en 1935, aquí lo importante era poner en escena un imaginario irreal, al servicio de la danza, con una omnipresencia del personaje de Puck, interpretado por Lindsay Kemp. Llena de detalles excesivamente kitsch, la película es coherente con la teatralidad del espectáculo original, y entroncaba con la forma de trabajar de Celestino, cuyas películas eran abiertamente teatrales. Aquí, sin embargo, hay un abandono de la vanguardia, y se acerca, si bien de una forma tímida, al espíritu del musical clásico, empapado de una sensibilidad homoerótica.
La película era una coproducción entre Televisión Española y Cabochon Films, la empresa que Celestino había fundado con su compañero David Meyer y con la que quería producir sus proyectos sucesivos. Celestino fue muy crítico con la poca difusión que TVE le dio al film, lo que según él había hecho que se frenase la posible difusión internacional. TVE se limitó a emitirla una vez, el 2 de octubre de 1984, dos semanas después de su estreno en el Festival de San Sebastián. En Inglaterra, se proyectó en el London Film Festival y estuvo dos semanas en cartel. Sin embargo, participó en muchos festivales internacionales y en Japón se llegó a editar en VHS.
Poco después del estreno de la película, Celestino decidió abandonar la compañía de Lindsay Kemp, sin que se sepan los detalles ni las razones. Se puede conjeturar que quería desarrollar su carrera de cineasta sin depender continuamente de la compañía, o que, tras el traslado de Lindsay a Italia, Celestino prefirió no seguirlo y volver a Londres.
En 1985 adapta una obra de su amigo Carlos Miranda, el compositor de la compañía de Lindsay: Goodbye G.O.D. El argumento es un desquiciado diálogo entre un general retirado y un compositor que han sobrevivido a una catástrofe nuclear. El propio Miranda definía la obra como una “opereta de ciencia-ficción”. Cuando Celestino leyó el primer acto, quiso filmarlo. Para ello, pidió ayuda a Carles Ameller, que trabajaba entonces en el departamento de vídeo de la Fundación Miró. El rodaje duró 3 días, y aparte de muy contadas proyecciones, la película nunca se vio en público. Carlos Miranda la guardó en un cajón, como el divertimento que fue.
Celestino sin embargo quería dar un paso adelante en su carrera, alejarse de lo teatral, y para ello concibió una película muy diferente a las suyas anteriores. El título era Barcelona: Open City. La idea original era suya, pero el guión lo había escrito Vicente Molina Foix. El argumento trataba las vidas cruzadas de algunos novelistas y periodistas extranjeros que habían coincidido en la Barcelona de 1936, junto con muchos otros brigadistas internacionales y enfermeras voluntarias. Entre los escritores que iban a ser retratados estaban Stephen Spender, John Dos Passos, Ernest Hemingway, George Orwell y especialmente John Cornford, un brillante poeta inglés que murió en el frente de Jaen a los veintiún años. En una sinopsis, Celestino escribió: “Estos personajes no están retratados como héroes, más bien como simples seres humanos con sus temores, debilidades y grandezas: forzados a reaccionar como marionetas ante una situación incontrolable”.
El proyecto era muy ambicioso. El presupuesto rondaba los doscientos millones de pesetas y la película iba a ser rodada durante tres meses en Barcelona, Valencia y Londres. Entre los actores que Celestino tenía en la cabeza estaban Josep Maria Flotats, Vanessa Redgrave, Terence Stamp, Victoria Vera y Juanjo Puigcorbé.
Celestino era muy consciente de lo que buscaba, y también del ecosistema cinematográfico español donde se quería inserir, en el que abundaban las películas sobre la Guerra Civil rodadas con un lenguaje excesivamente académico
Celestino Coronado era muy consciente de lo que buscaba, y también del ecosistema cinematográfico español donde se quería inserir, en el que abundaban las películas sobre la Guerra Civil rodadas con un lenguaje excesivamente académico, donde la toma de postura pecaba de una ingenua tentación de neutralidad. En una entrevista dejó claras sus intenciones: “Con Barcelona oberta lo que pretendo no es mostrar la Guerra Civil sino profundizar en las razones que la desencadenaron y en los motivos por los que los republicanos, a pesar de contar con el apoyo de muchos extranjeros, terminaron perdiéndola”.
Celestino tenía asegurada la distribución de la película en Gran Bretaña y TVE le había comprado los derechos de antena y de distribución del filme en los países de habla hispana. Sólo quedaba la subvención del Ministerio de Cultura para rodar la película. Pero esa subvención le fue negada. Entre los proyectos que sí recibieron ayuda estaba Si te dicen que caí, de Vicente Aranda, adaptación de la novela de Marsé y enésima prueba de lo conservadora que era la visión de nuestro pasado por parte del cine español, donde se convertían los problemas ideológicos en conflictos sentimentales. Celestino denunció que le habían denegado la subvención por inquina a su persona, pero la situación no revirtió, y la película no se hizo nunca. Años después, Ken Loach realizaría una exitosa película, Tierra y libertad, centrándose en la figura de los brigadistas internacionales.
Muy desengañado con nuestro país –al que acusaba de cicatero y clientelar, incapaz de asimilar la vanguardia–e instalado definitivamente en Londres de nuevo, en el año 89 Celestino puso en escena, en el Bridge Lane Theater de Londres, Smoking Mirror, obra del escritor chileno exiliado Alfredo Cordal, sobre el amor entre Hernán Cortés y la Malinche. La obra era abiertamente musical, con un gran componente lisérgico; tenía un prólogo y un epílogo ambientado en una taberna de Tijuana, en el que un yanqui chulo y poderoso se aprovechaba de la chica más guapa. Poco después, Alfredo Cordal y el cineasta decidieron hacer una versión cinematográfica de la obra.
El resultado es una obra extrañísima, sugerente, a medio camino entre Jack Smith y Werner Schroeter. La película cuenta una anécdota mínima para sumergirnos en un sueño delirante y fantasmagórico, parecido a lo que debió ser el Nuevo Mundo a ojos de un castellano piadoso. La puesta en escena es deliberadamente teatral, frontal, como si quisiese mezclar a Brecht con las varietés. Smoking Mirror es un tesoro escondido, una de las pocas películas que se acercan, de una forma anómala y transversal, al misterio que fue la conquista de América, una mezcla de fascinación y pesadilla, una auténtica obra maestra.
Smoking Mirror se estrenó en la sección Panorama del Festival de Berlín de 1990 sin ninguna repercusión. Se proyectó en centros de arte, como el ICA de Londres, y en la Filmoteca Española, a cuya presentación acudió Celestino visiblemente borracho. La película no mereció ninguna reseña crítica.
Con Alfredo Cordal, adaptó después La vida es sueño de Calderón de la Barca en un extenso guión, pero este proyecto tampoco se llevó a cabo. Después intentó poner en pie algunos proyectos, pero ningún dato, ningún título, nos ha llegado. Smoking Mirror se convirtió en su última realización.
Celestino cayó en el olvido y nada se sabe de sus últimos veinte años. Alcoholizado, con problemas con la justicia por disturbios, murió de cáncer de colon el 21 de julio de 2014
Celestino cayó en el olvido y nada se sabe de sus últimos veinte años, más allá de que fueron un auténtico calvario. Alcoholizado, con problemas con la justicia por disturbios, murió de cáncer de colon el 21 de julio de 2014 en un hospital público de Londres en el que llevaba hospitalizado un año. Tras su muerte, sus sobrinos dieron permiso a la Embajada para que sus pertenencias, depositadas en un guardamuebles, se donasen a una charity shop. A nadie, ni a la familia ni a los funcionarios, se le ocurrió pensar que aquello podía tener un valor cultural, artístico, patrimonial. Como sucede en estos casos, no se hizo un inventario de lo que se iba a perder para siempre. Yo personalmente me imagino montones de latas de súper 8 y vídeos de bobina abierta que testimoniaban los inicios del videoarte, la carrera de Lindsay Kemp y quizá imágenes de la contracultura española de los años setenta. También las copias de Le bel indiferent y de Miroirs. Pero nada se sabe sobre lo que había o no había. Lo que sí hay es una calle con su nombre en su pueblo natal.
¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...
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Luis E. Parés
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