El reconocimiento facial se instala en nuestra vida
Esta tecnología, que ya se utiliza en el control de fronteras o del horario de los trabajadores, plantea serios problemas respecto a la privacidad de las personas
Gabriela Martínez 8/05/2019
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Entre, mire la pantalla e incline ligeramente la cabeza hacia un lado para que el cajero sepa que está vivo, que es usted una persona y no una imagen fija. Si la máquina aprueba la operación, habrá cotejado que los 16.000 puntos de la imagen del rostro ahí presente coinciden con los 16.000 puntos cifrados y almacenados previamente en la base de datos del sistema. Ahora podrá usted sacar dinero sin necesidad de recordar alguna de sus tantas claves. Así de rápido, así de sencillo.
Si esta escena le suena familiar es que ha entrado a uno de los primeros 20 cajeros con reconocimiento facial que CaixaBank estrenó en Barcelona en febrero y que planea extender a otras oficinas en Madrid, Sevilla, Palma de Mallorca, Bilbao y Valencia antes de que acabe el año, según informa la empresa.
Un situación similar habrá experimentado quien haya despegado desde el aeropuerto de Menorca, gestionado por Aena, donde ya no es necesario mostrar ni la tarjeta de embarque ni la documentación de identificación desde finales de marzo. La empresa tiene pensado ampliar progresivamente el sistema a otros aeropuertos una vez evaluada esta prueba piloto de 12 meses. Así de rápido, así de sencillo.
Y así de seguro. O al menos es lo que pretende la compañía. “El reconocimiento biométrico asegura niveles de confianza superiores a las revisiones estándar ya que se basa en el chequeo sistemático de puntos y características únicas de cada persona”, explica Alberto Taha, jefe de la División de Innovación de Aena. Para Nerea Luis, investigadora en robótica e inteligencia artificial de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), el reconocimiento facial es mucho más seguro que el reconocimiento mediante huella dactilar porque evalúa más puntos.
Esta tecnología reconoce las características físicas únicas e intransferibles de la parte del cuerpo que más expone a diario (otros datos biométricos están en las huellas dactilares o el iris). Su cara se convierte en una “malla de información”, asegura Luis.
El reconocimiento facial se basa en las mediciones de partes de la cara, cuenta la investigadora de la UC3M. “Cada uno tenemos unas medidas asociadas y, computando esas medidas, tienen tus facciones transformadas en números. Eso crea la huella biométrica”, explica sobre esta red de información utilizada también para desbloquear desde el iPhone X de Apple, hasta el Samsung Galaxy Note 9 de Android.
Sin embargo, el uso de esta tecnología plantea serios problemas respecto a la privacidad de las personas. Según el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la Unión Europea, los datos biométricos, en la medida en que permiten reconocer de manera unívoca a una persona, forman parte de la categoría de datos especiales.
Dado el carácter sensible de este tipo de datos, Jeimy Poveda, fundadora de la Fundación Secuoya, especialista en protección de datos, ve un riesgo en que se generalice el tratamiento de estos datos que está prohibido por por el Artículo 9, salvo excepciones, como el consentimiento explícito para ciertos fines. “Si a partir de ahora se vulgariza el uso de un dato sensible, ¿qué nos queda?”, se pregunta la experta.
Para Anil Jain, uno de los más destacados expertos internacionales en reconocimiento de huellas dactilares y facial, profesor de la Universidad de Michigan en Estados Unidos, las empresas tienen que asegurar la información biométrica de la que dispongan y los gobiernos tienen que establecer algunas leyes para cerciorarse de que los datos biométricos serán utilizados solo bajo estas condiciones y que habrá penalizaciones si alguien los usa por las razones inadecuadas.
Si los datos biométricos son utilizados de forma errónea, sin el consentimiento de los implicados o si son usados para una finalidad distinta para la que fueron dados “pueden afectar muy negativamente a los derechos y libertades de las personas”, advierte Poveda.
El uso de esto datos se extiende cada vez más del ámbito de la seguridad a otros ámbitos, asegura Jain. “La biometría está aquí para quedarse, será utilizada más y más. La sociedad se está haciendo más compleja y está entrando cada vez más gente a los países, más refugiados. ¿Cómo sabes que este refugiado que dice ser John Smith es él? Solo podemos confiar en la biometría, no en el nombre ”, explica Jain, quien sitúa el auge de la biometría en Estados Unidos y en la mayoría de los países tras los ataques del 9/11.
En el país norteamericano, el reconocimiento facial funcionaba a finales de 2018 en 15 aeropuertos y el Departamento de Seguridad espera usarlo en un 97% de los vuelos de salida en los próximos cuatro años. En China, el sistema utilizado en aeropuertos es tan solo un detalle más de un país en el que este método es utilizado para controlar los movimientos y los datos personales de 2,5 millones de personas en la región de Xinjiang.
En España el control en las fronteras a través de este sistema empieza también a ser una realidad. El Ministerio del Interior empezó hace unas semanas a realizar las evaluaciones previas a los trabajos de implementación del sistema en los puestos fronterizos de Beni Enzar, en Melilla, y de El Tarajal, en Ceuta, que estará listo antes de que acabe el año, según fuentes del Ministerio.
El control de identidad por reconocimiento facial rebasa el control de las fronteras. Ahora también sirve para fichar en el trabajo. Según Poveda, a raíz del decreto que obliga a las empresas a controlar el horario de entrada y de salida de sus empleados se está utilizando cada vez más esta tecnología con fines de control laboral, “por pequeñas y medianas empresas”, asegura.
La empresa HRLOG, que provee con una app de fichajes a casi 80 empresas del país, confirma el creciente interés por el uso del reconocimiento facial. Silvia Lorente, portavoz de la empresa, asegura que en los últimos meses la demanda de la app ha crecido un 70%. Empleados de oficinas, panaderías, empresas de cinco personas, colegios o temporeros en Andalucía, cualquiera puede identificarse mediante la tablet o el móvil. La empresa InfoJC, por su parte, también permite ejercer un control horario a través del reconocimiento facial mediante el programa Check JC.
Con el crecimiento del uso de esta tecnología, crecen también las denuncias sobre los errores que presenta. Según un informe del Ai Now Institute, un centro en Nueva York que investiga las implicaciones sociales de la inteligencia artificial, publicado en abril, esta industria se enfrenta a una crisis de diversidad ya que, tanto mujeres como personas de color están muy poco representadas. Es el caso del sistema Amazon Rekognition que, según un estudio publicado por Inioluwa Deborah Raji y Joy Buolamwini, investigadores de la Universidad de Toronto y del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) respectivamente, tiene tasas de error más altas para rostros de piel oscura, así como para los femeninos.
El problema comienza desde el momento en que se educa a las máquinas. “Todo sistema biométrico tiene que ser entrenado, las máquinas tienen que ser entrenadas para reconocer caras”, ha asegurado Jain y añade: “Si quieres que las máquinas reconozcan a personas diversas, tienes que tener unas que miren esta diversidad de caras durante el proceso de aprendizaje”.
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Este artículo se publica gracias al patrocinio del Banco Sabadell, que no interviene en la elección de los contenidos.
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Gabriela Martínez
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