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1. Andrés Mellado

   Tarde llega esa nota que, en su brevedad, no alcanza a corregir el hecho de haber mantenido durante los días más duros del conflicto un artículo sonrojante. El Sábado recibí una nueva Carta a la Comunidad en la que Nuria Alabao defendía con calor "un periodismo comprometido con los de abajo, con los que no tienen poder, con el feminismo, la libertad de movimiento y el antirracismo." Porque yo he compartido toda mi vida esos principios me hice socio en los inicios de Ctxt. Porque hoy, quizás más que nunca, hace falta un periodismo así, con acuerdos y discrepancias puntuales, sigo siéndolo. Y precisamente por ello, como ya os escribí, tengo que transmitiros mi desconcierto ante el artículo que publicásteis sobre las elecciones presidenciales en Bolivia. El ya ex-presidente Morales, derrocado por un golpe cívico-militar, ha tenido numerosos flancos criticables, como Chávez antes que él, como tantos y tantos caudillos en la historia de Latinoamerica. Incluso a Lula, cuya liberación celebramos con alborozo , se le han atribuído errores estratégicos a pesar de haber encabezado el partido político más moderno de la historia latioamericana. Pero a pesar de ello, en Bolivia Evo Morales ha conseguido con la población indígena, históricamente reprimida, ignorada, explotada y despreciada, lo mismo que Chávez consiguió con los pobladores de los cerros y Perón (o Evita) hace decenios con sus "cabecitas negras": hacerles pasar de súbditos ignorados a sujetos políticos orgullosos de serlo. Es conveniente y necesario criticar a Evo como a Chávez y, con mayor razón a Perón, pero ese ascenso de los ignorados fue, ha sido, aunque todavía insuficiente, un paso histórico. Lo que hoy vivimos en Bolivia es seguramente, si se me permite la expresión, un queso de muchas leches: cansancio o insatisfacción de una parte de la población que se ha incorporado a la vida ciudadana en los últimos años, errores o tropelías del partido de gobierno, lastres educativos e identitarios de un país nacido por un fracaso histórico y compuesto por un infinito mosaico de identidades mal y aún escasamente cementado. Sin embargo, por debajo de todo eso, lo que ha vuelto a aflorar y hoy aparece triunfante es el rechazo visceral de la derecha tradicional, machista, clasista y racista a la ascensión del colla o de la señora de pollera a los derechos de ciudadanía y a los más altos puestos de gobierno. Sin ignorar por supuesto otros intereses, económicos, o geoestratégicos, nacionales o foráneos. Hace tiempo que no he estado en Bolivia y con el tiempo he perdido el pulso cotidiano pero, no hace falta ser un lince para identificar un golpe de estado cuando se le venir. Luis Fernando Camacho, a quien nadie ha elegido, se ha erigido en portavoz del pueblo y lanza una "cruzada" -¿os suena el témino?- que empieza impugnando las elecciones (y quemando las urnas por si acaso) y sigue con la ofensiva de las milicias motorizadas fascistas de las juventudes cruceñistas o q'ochalas, con la contratación de guarimberos que paralizan el país y con los atentados contra centrales eléctricas para provocar apagones. Mientras, se llama al ejército a "poner orden". El otro día las milicias Q'ochalas incendiaron el ayuntamiento de Vintos, junto a Cochabamba, secuestraron a la alcaldesa, la sometieron a todo tipo de abusos, le raparon la cabeza y la cubrieron de pintura roja. El el amotinamiento de la policía y la "sugerencia" del ejército ha dado luz verde a la toma de la sede del gobierno. Los "cívicos" acosan a los periodistas y cierran la radio y la televisón estatales. Al tiempo Camacho ordena a la policía la detención del presidente y anuncia la toma del poder por una "Junta" que denomina de notables. ¿Quemar urnas, rapar a las mujeres, exigir la ilegalización de un partido de izquierdas, apelar a las fuerzas armadas, perseguir periodistas, llamar auna cruzada, no era suficiente para que Ctxt denunciara el golpe inminente? ¿Es el artículo de María Alemany un ejemplo del "periodismo comprometido con los de abajo"? Como ya os escribí el otro día: uno tiene el derecho de disentir de Morales, de expresar libremente sus opiniones y de intentar derrotarle electoralmente pero el lugar de los golpistas en Bolivia y en cualquier país del mundo es la cárcel y el papel del periodismo decente es exigirlo. Yo pensé que eso en Ctxt se daba por descontado.

   Hace 5 años