Los cristianos de Trump
Algunos líderes de la comunidad evangélica están adoptando el estilo del presidente al que apoyan, basado en la codicia, la corrupción y la beligerancia
Dave Denison (The Baffler) 4/12/2019
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Una de las grandes perversiones de la actual política estadounidense es que los líderes cristianos estén siguiendo los consejos de Donald Trump, y no al revés.
El ejemplo perfecto de esta inversión (el arquetipo del cristiano partidario de Trump) es Jerry Falwell Jr., el presidente de la Universidad Liberty, que se encuentra en Lynchburg, Virginia. Al contrario que su difunto padre, Jerry Falwell Sr., que fundó la Universidad Liberty en 1971 y la Mayoría Moral en 1979, Falwell hijo no es un reverendo. Se dedica a la promoción inmobiliaria, pero debido a su famoso nombre y su posición en lo más alto de una facultad baptista grande y prominente, su apoyo a Donald Trump en las primarias republicanas de 2016 se consideró un punto de inflexión decisivo en la campaña. Llegó en un momento en el que el senador de Texas, Ted Cruz, estaba esperando el respaldo de Falwell, cuando Cruz parecía surgir como el candidato de consenso entre los cristianos conservadores.
Naturalmente, Falwell se ha mostrado firme en su devoción por el presidente desde entonces. Trump aceptó una invitación para hablar en la ceremonia de graduación de Liberty en mayo de 2017, y los meses posteriores han dejado una cosa clara: juntarse con cristianos no influye a Trump en nada, pero Trump parece haberse convertido en un modelo a imitar para sus admiradores cristianos. Esta dinámica puede apreciarse de forma asombrosa en la vida y hechos recientes de Falwell.
Últimamente, estos hechos han venido acompañados de algunas tribulaciones poco habituales. Las raíces de los problemas actuales se remontan a 2012, cuando Falwell y su esposa Becki conocieron a un “limpiapiscinas” en el hotel Fontainebleau de Florida e iniciaron algún tipo de relación con él. Decidieron apoyarlo en una inversión inmobiliaria relacionada con un albergue gay-friendly en Miami, en la que también estaba involucrado su hijo Trey, que por aquel entonces tenía 23 años. Con el tiempo, se terminó presentando una demanda sobre la financiación de ese albergue. Como más tarde informaron algunos medios de comunicación, supuestamente circulaban fotos subidas de tono de Becki Falwell que podrían haber sido utilizadas como arma en la batalla legal. (Falwell ha negado la existencia de fotos comprometedoras “de mí”, pero en junio algunos periodistas del Miami Herald confirmaron que habían visto tres fotos, y añadieron: “Son imágenes no de Falwell, sino de su mujer en diversos estados del proceso de desnudarse”).
juntarse con cristianos no influye a Trump en nada, pero el presidente parece haberse convertido en un modelo a imitar para sus admiradores cristianos
Una de las primeras investigaciones acerca del negocio inmobiliario de Florida la escribió Brandon Ambrosino, exalumno de la universidad Liberty, para la revista Politico en agosto de 2017. Ambrosino se ha ganado el favor de algunas fuentes de Liberty que están descontentas con el liderazgo de Falwell. A principios de septiembre, Ambrosino publicó en Politico una investigación complementaria sobre el mismo asunto y sobre la forma en que Falwell dirige la Universidad Liberty. En ella detallaba “cómo Falwell preside según una cultura de usufructo personal, y dirige los recursos de la universidad hacia proyectos y negocios inmobiliarios en los que sus amigos y familiares aprovechan para sacar beneficios económicos”. En el reportaje incluyó nuevas revelaciones sobre la “decisión de Falwell de contratar a la empresa de su hijo Trey para gestionar un centro comercial propiedad de la universidad, la defensa que hizo Falwell de unos créditos que la universidad concedió a sus amigos y los contratos de la universidad que Falwell adjudicó a empresas propiedad de sus amigos”.
Y para empeorar la situación, Reuters informó en agosto de que Falwell también había firmado un contrato inmobiliario ventajoso con un joven “entrenador personal” con el que los Falwell habían estado haciendo ejercicio. Falwell accedió a vender una instalación deportiva de 7 hectáreas propiedad de Liberty a ese entrenador, un antiguo graduado de Liberty, y luego financió el acuerdo para que el entrenador no tuviera que poner su propio dinero.
Cuando estos artículos recibieron cobertura informativa a nivel nacional, se pudo ver la reacción de Falwell y casi se podía atisbar el bocadillo con el pensamiento en su cabeza: “¿qué haría Donald?”. Naturalmente, la respuesta es no admitas nada y nunca, nunca, pidas perdón. Y así es como la CNN informó de la respuesta que dio Falwell cuando le preguntaron sobre su reciente racha de titulares negativos y la disensión latente en Liberty:
en 1997, casi un 27 % de los estadounidenses se identificaba como protestante evangélico blanco, en 2016 era un 17 %
“No creo que exista eso de la mala publicidad y lo peor que le puede pasar a cualquiera que intente dirigir una organización nacional es que le ignoren. Realmente me da igual lo que digan. Al final van a quedar como idiotas, así que en realidad me lo estoy pasando muy bien esta semana. Eso pasa porque llevo 57 años estando en el punto de mira, primero como el hijo de mi padre y luego como presidente de Liberty. Para mí, eso es una señal de que estoy marcando la diferencia”.
A ver, por muy trumpiano que suene eso, también podría desestimarse como una cierta chulería y manipulación. Así es como se juega a esto, nada más: nunca dejes que te vean sudar, etc. etc.
Pero a principios de este verano hubo un momento en la vida y aventuras de Jerry Falwell Jr. que no estaba relacionado con disfrutar de la vida en Miami o con transacciones inmobiliarias entre amigos. Permitía entrever la podredumbre moral del corazón de este supuesto líder cristiano, y demuestra cómo Falwell se ha esculpido a sí mismo a imagen y semejanza del maestro Donald Trump. Por supuesto, el hecho tuvo lugar en una conversación en Twitter.
Russell Moore, un líder de la Convención Baptista del Sur (y uno de los pocos destacados líderes cristianos conservadores que se opuso a Trump en 2016) comentó que “las informaciones sobre las condiciones de los niños inmigrantes en la frontera deberían golpear las conciencias de todos nosotros”. Moore pedía que se tratara a los inmigrantes con “dignidad y compasión”. Falwell salió en defensa de su líder espiritual que, en su sabiduría, ha decretado la presencia de campos de concentración a lo largo de la frontera: “¿Y usted quién es, Dr. Moore?”, escribió. “¿Alguna vez ha tenido que pagar nóminas? ¿Alguna vez ha montado una organización del tipo que fuera desde cero? ¿Qué autoridad tiene para hablar sobre el tema que sea? Estoy hablando en serio. Usted no es más que un empleado, un burócrata”.
La pasmosa falta de lógica de esa respuesta es una cosa (¿la autoridad para hablar sobre asuntos morales proviene de pagar nóminas? ¿Están al corriente de esto los teólogos de la universidad Liberty? Y, por supuesto, ni Trump ni Falwell montaron sus organizaciones desde cero), pero el pecado (si se quiere utilizar esa palabra) de una declaración de ese tipo fue responder a una preocupación sincera sobre el trato inhumano que se propensa a los niños inmigrantes utilizando el lenguaje basura de Trump. Lo que Falwell estaba diciendo es: no, nuestras conciencias no se escandalizarán con nada de lo que haga este presidente.
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Con el tiempo, Trump abandonará la escena y lo más probable es que lo haga desprestigiado, pero ¿cuánto daño habrá sufrido la fama de los cristianos evangélicos de Estados Unidos cuando llegue ese bendito día? Si un pequeño grupo de creyentes, aunque fuera minúsculo, perdiera la esperanza en la política y rompiera con la coalición republicana en los próximos años, podría poner fin al tenue dominio que tiene el partido republicano sobre varios distritos electorales y cámaras legislativas repartidos por todo el país. Para empezar, las estadísticas demográficas no están a su favor: en 1997, casi un 27 % de los estadounidenses se identificaba como protestante evangélico blanco, pero ese número cayó a un 17 % en 2016, según el Instituto de Investigaciones sobre Religión Pública. Este organismo también señala que “a lo largo de la última década, la Convención Baptista de Sur (SBC, por sus siglas en inglés), la confesión evangélica más numerosa de Estados Unidos con diferencia, que es abrumadoramente no hispana y blanca, ha perdido más de 1 millón de miembros”. Además, la gente joven representa una parte mucho más pequeña de las iglesias evangélicas blancas que la gente mayor.
Se podría pedir a los cristianos conservadores que reflexionaran sobre el motivo de que esto esté sucediendo, y se podría especular que cuando los líderes cristianos como Falwell abrazan el espíritu de Trump, que es un espíritu de codicia, corrupción y beligerancia, lo que pierden es, como diría Falwell, “su autoridad para hablar del tema que sea”.
Para los cristianos partidarios de Trump esto es un breve momento de gloria
No obstante, entre aquellos que piensan que Trump fue elegido por Dios, esa crítica no llegaría muy lejos. En un reportaje que publicó el Washington Post en agosto, Elizabeth Bruenig consiguió sonsacar una extraordinaria especulación a medias del pastor de Dallas, Robert Jeffress, cuya devoción por Trump ha sido tan ferviente como la de Falwell. Bruenig le preguntó a Jeffress si pensaba que los evangelistas necesitaban un “hombre decididamente mundano” como Trump para fortalecer el poder de su movimiento.
“Jeffress no creía que así fuera, pero no por las razones que yo habría imaginado”, escribió Bruenig:
“Como cristiano, creo que independientemente de lo que pase en Washington D.C., la trayectoria general del evangelicalismo seguirá yendo hacia abajo hasta que regrese Cristo. Si uno lee las escrituras, verá que no se dice: las cosas son cada vez mejor y mejor, y más amigables con los evangelistas o los cristianos; sino que dice: se vuelven peor y más hostiles, al igual que la cultura… Yo creo que la mayoría de los cristianos que conozco considera que la elección de Donald Trump quizá haya supuesto un respiro, una pausa en ese sentido. Quizá para darles a los cristianos la capacidad y la libertad más para compartir el evangelio de Cristo con otras personas antes de que llegue el fin último y regrese el Señor”.
Pues eso es. Para los cristianos partidarios de Trump esto es un breve momento de esplendor en el que pueden degustar la gloria, aunque de forma efímera. Obtendrán la satisfacción de ver cómo los liberales y laicistas consiguen su justo castigo, y se deleitarán viendo cómo sus enemigos de la prensa se lamentan. Es un respiro de la opresión imaginaria que sufrían antes y que pronto regresará. ¡Con razón Jerry y Becki estaban de fiesta en Miami! Estamos asistiendo a los días dorados de la influencia cristiana sobre el gobierno y la política. Esto es lo más divino a lo que se puede aspirar, gente. Y después de Trump, el diluvio.
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Dave Denison es un reportero veterano de The Baffler.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en The Baffler.
Traducción de Álvaro San José.
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