La extraña excepción religiosa de EEUU
El número de ateos o no adscritos a una religión aumenta sobre todo entre los estadounidenses nacidos después de 1980 en un país donde, pese a la absoluta aconfesionalidad del Estado, la religión incide en casi todos los aspectos de la vida
Diego Barros EEUU , 27/05/2015
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Pocos países en el mundo cuentan con una separación tan clara ―y a la vez tan difusa― entre iglesia (en sentido general) y Estado como EEUU. Algo que aunque contradictorio se entiende mejor dejando claro una cosa: es la contradicción la principal característica de un país como EEUU Y esto no es ajeno a la cuestión religiosa. Es lugar común asociar la esencia de EEUU con la tríada formada por Dios, armas y dinero, lo que no deja de ser como todo estereotipo, un reduccionismo. Esto puede verse desde el mayor símbolo norteamericano: el dólar, cuyos billetes están presididos por la leyenda In God we trust [en Dios confiamos], lo que más que una declaración de intenciones, se presta (de nuevo) a confusión sobre la verdadera identidad de esa deidad (dios/dinero). El presidente toma posesión jurando sobre la Biblia y las interpelaciones a Dios (God bless America [Dios bendiga a EEUU], God bless you" [Dios te bendiga]) son constantes en cualquier alocución pública de un político. Por lo tanto, Dios, entendido como la deidad cristiana en cualquiera de sus variantes, está muy presente en el ADN estadounidense como resultado de su parteaguas fundacional: fueron los padres fundadores de la nueva nación, los descendientes de aquellos puritanos que arribaron a las costas de Nueva Inglaterra escapando de las guerras religiosas que asolaron el corazón de Europa durante el siglo XVII. Lo que luego sería EEUU era una suerte de tierra prometida con un destino manifiesto, el mito bíblico de la ciudad sobre la colina.
Si la anterior es la cara, la cruz es el funcionamiento real de una administración estatal caracterizada por la absoluta aconfesionalidad cuando no directamente el laicismo. El ejemplo perfecto es el sistema educativo público, detrás de cuyas puertas acaba cualquier proselitismo religioso. En parte se debe al otro gran mito fundacional sobre el que se asienta la nación: la libertad individual, entendida como que nadie (y aquí hablamos del Estado fundamentalmente) puede imponer una determinada cosmología a los ciudadanos que lo forman. Ello explica por ejemplo que la primera Ley de Divorcio aprobada en los que hoy entendemos como EEUU date de 1786, en Massachusetts. El ejemplo máximo de separación entre ley divina y humana es la legislación sobre el aborto, garantizado como derecho a nivel federal tras la conocida sentencia Roe contra Wade emitida por el Tribunal Supremo de EEUU en 1973. La máxima instancia judicial estadounidense se amparó precisamente en la libertad individual, dejando a un lado el apartado religioso para dictaminar la libre elección, y que protegería el derecho de la mujer para decidir sobre su embarazo en las primeras semanas de gestación.
Si primero es la libertad, después está un teórico y más reciente respeto a la diferencia. EEUU es un país construido por emigrantes de los más variados orígenes. Si bien la mayoría trajo consigo el cristianismo, la religión nunca fue el factor unificador y sí el idioma, algo que pese al empuje del español sigue presente hoy en día. Ese teórico respeto a la diferencia ha derivado por ejemplo en lo que para algunos es la dictadura de la corrección política, algo que impera en todos los aspectos sociales comenzando por la raza, pasando por la religión y, más recientemente, por el candente debate sobre los derechos del colectivo homosexual.
Más allá del Día de Navidad no existe en EEUU ninguna otra festividad religiosa. Es algo artificial, claro. EEUU sigue siendo un país mayoritariamente cristiano en una proporción de 7 de cada 10. Pero pese a este dato global que incluye a evangélicos, protestantes y católicos, así como a otros credos minoritarios, la proporción de personas sin credo definido sobre todo entre los más jóvenes se ha colocado en el segundo puesto del escalafón identitario en EEUU con un 22,8% frente al 25,4% de evangélicos, el grupo todavía predominante. Así lo señala un estudio publicado este mes por el Pew Research Center y que recoge la evolución del mapa religioso en EEUU entre 2007 y 2014. Más allá de las cifras globales, el dato interesante es el que muestra que el porcentaje de adultos (mayores de 18 años) que se describen a sí mismos como cristianos se ha reducido en casi ocho puntos porcentuales en tan sólo siete años, desde el 78,4% recogido por el Pew Research Center en 2007 al 70,6% en 2014. Una caída de 7,8% contrarrestada durante el mismo período por dos factores. En primer lugar, el incremento de 6,7 puntos del número de estadounidenses (unos 56 millones) que se identifican en sus creencias como no afiliados ―término que comprendería a quienes se definen como ateos, agnósticos o nada en particular―, de 16,1% a 22,8%. En segundo lugar, se sitúa el incremento del porcentaje de estadounidenses que se identifican con las religiones no cristianas, 1,2 puntos porcentuales más, pasando del 4,7% en 2007 al 5,9% en 2014. El estudio indica que el crecimiento de este grupo ha tenido lugar entre musulmanes e hindúes, si bien a partir de una base muy baja, y que viene a certificar el aumento de población musulmana en EEUU en los últimos años.
La encuesta del Pew Research Center viene a certificar una modificación en el paisaje religioso del país, lo que podría indicar un cambio en su escala de valores si, como parece, las nuevas generaciones son cada vez menos religiosas.
Otro dato interesante señala que EEUU ha dejado de ser un país predominantemente protestante, 46,5% en 2014, frente al 51,3% de hace siete años. Este aspecto no ha significado, como pudiera parecer debido a la creciente población hispana, un aumento del número de católicos, cuya proporción (20,8%) según este estudio ha caído algo más de tres puntos desde 2007. Los datos hechos públicos por el Pew Research Center coinciden grosso modo con los recogidos por la encuesta anual realizada por el Public Religion Research Institute y que viene a certificar una modificación en el paisaje religioso del país, lo que podría indicar un cambio en su escala de valores si, como parece, las nuevas generaciones son cada vez menos religiosas. Así, desde la década de los años treinta, el número de ciudadanos ligados a un determinado credo ha ido descendiendo paulatinamente mientras que ha aumentado el grupo de los que se declaran no interesados por los asuntos espirituales, produciéndose un salto cualitativo en los últimos siete años de la mano de los nacidos en la primera mitad de los 90, la denominada generación de los jóvenes milenials.
Esta evolución podría tener una derivación política a medio largo-plazo y de hecho ya se puede atisbar algún cambio. Pese al ruido mediático impulsado por los sectores más conservadores ligados al Partido Republicano, el 55% de los estadounidenses está claramente a favor del aborto libre. Ocurre algo semejante en relación la legalización del matrimonio entre el mismo sexo, asunto que para una mayoría de ciudadanos (54% a favor frente a un 38% que se declara contrario) ha dejado de ser una cuestión ligada a la moral para convertirse en un asunto de derechos civiles.
Sin embargo, aquí como en tantas otras ocasiones, topamos con la contradicción inherente a EEUU. Una cosa es la opinión pública y la postura más o menos activa del Gobierno federal a la hora de abordar según qué asuntos, y otra muy diferente el ecosistema estatal. En este sentido, según el mapa religioso, EEUU sigue dividido entre los muy conservadores estados del sur (más Utah) y el resto del país, gradualmente más secular a medida que se avanza hacia el norte. Hasta doce estados disponen de legislación que discrimina a gais y lesbianas basada en una supuesta libertad religiosa.
Finalmente, será el Tribunal Supremo el que tenga que definir la postura federal acerca del matrimonio entre personas del mismo sexo y que estará basada nuevamente en la libertad individual más que en las creencias. La Corte Suprema ya ha señalado el derecho a contraer matrimonio como una libertad básica protegida por la Constitución. Las parejas del mismo sexo mantienen que se trata de una cuestión de igualdad de derechos y que, por tanto, los estados no pueden negarles una licencia de matrimonio. Se espera un veredicto durante el mes de junio.
Pese a todo, como en otros muchos aspectos en EEUU en materia religiosa la cosa va por barrios. Estados Unidos es un país híperlocalista en el que condados y ayuntamientos emiten las normativas que más injerencia tienen en la vida de los ciudadanos. Las zonas más urbanas siguen siendo a su vez más impermeables en cuanto a la religión. En este sentido, su influencia sigue dependiendo del nivel socioeconómico y cultural de los ciudadanos. Y también el factor racial. Así, los dos grandes grupos más apegados a las creencias religiosas siguen siendo los blancos evangélicos y los afroamericanos protestantes, ambos afincados mayoritariamente en el Sur, en el llamado "Cinturón bíblico", más rural y menos desarrollado. Los primeros son el principal caladero en el que el Partido Republicano insiste en pescar sus votantes con el peligro de que se trata de un grupo en franco retroceso. En cualquier caso, una vez abierta la campaña presidencial, la religión volverá a pasar a un segundo plano, ya que se trata de pisar los menos cayos posibles.
En cuanto a la comunidad afroamericana se da una cuestión interesante. Políticamente escorados hacia los Demócratas a causa de los Derechos Civiles, la influencia de la religión es enorme, como muestra el hecho de que la inmensa mayoría de sus líderes (el propio Martin Luther King) son hombres de iglesia. La razón es sencilla y como apunta John W. Gunn, profesor de Cultura Afroamericana en Indiana University Northwest, "esta comunidad siempre ha girado en torno a la iglesia, que suplía la ausencia del estado en dar respuesta a sus necesidades".
Pocos países en el mundo cuentan con una separación tan clara ―y a la vez tan difusa― entre iglesia (en sentido general) y Estado como EEUU. Algo que aunque contradictorio se entiende mejor dejando claro una cosa: es la contradicción la principal característica de un país como EEUU Y esto no es ajeno a la...
Autor >
Diego Barros
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí