Pedro Sánchez sigue trabajándose su investidura, como candidato más votado en las últimas elecciones, con una gran diferencia sobre sus inmediatos rivales y opositores. Y lo sigue haciendo contra viento y marea, con intensidad de náufrago e imaginación de acorralado, frente al cinismo de sus enemigos, que confiesan la necesidad acuciante de salir de este atolladero del gobierno en funciones, como agua de mayo, sin mover un solo dedo por arreglar el asunto, cuando sería muy fácil hacerlo, para el bien de España, que no se les cae de la boca, pero que, en el fondo, les importa un bledo, como lo están demostrando, negándose a facilitar la investidura. Lo que quieren es el poder, que los votos no les dan. Ni el PP, ni sus colegas de Vox, a partir un piñón con ellos, ni los residuos, a la deriva, de “Ciudadanos” hacen nada, contra sus declaraciones de buena voluntad, con la boca chica, cayendo en una flagrante incongruencia delatora. Bastaría que se abstuvieran para que Pedro Sánchez formara gobierno y todo volviera a echar a andar, del modo más democrático deseable. Pero esto es pedir peras al olmo o, lo que es lo mismo, hacer que un camello entre por el agujero de una aguja. Las cosas son como son y no hay tu tía. Está demostrado, y aceptado por todos,  que la actual situación, alargada mucho más de lo debido, con un gobierno provisional, no acarrea más que graves males al país, empezando por la economía. Pero esto al PP, a Vox y a “Ciudadanos” les entra por un oído y les sale por el otro, insistiendo en el No. No hacen más que defender la necesidad de la estabilidad, pero, con otra gran contradicción, se niegan con todas sus fuerzas a que el PSOE la garantice, como otra prueba de sus escasas convicciones democráticas, demostradas, por otra parte, por sus programas de favorecer el Mercado único y crear una sociedad uniforme, inmóvil e idiotizada por el consumo. No pueden esperar cuatro años a que los votos de la gente les sean más favorables. La cosa está clara. Vamos a estirar la cuerda hasta que se rompa, por algún lado. No es precisamente un buen ejemplo de comportamiento democrático, corroborado por la presencia de Vox, en las decisiones del PP.