Matemáticas del deshielo
El pleno extraordinario del Parlament deja entrever que algo ha empezado a moverse
Mar Calpena Barcelona , 5/01/2020
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Es posible que la JEC, al haber intentado inhabilitar a Quim Torra antes de que este tuviera sentencia firme, haya conseguido lo que no ha conseguido nadie hasta ahora: una cierta unidad (contra la JEC) entre grupos que hasta ahora no se daban ni la hora. Bueno, unidad cierta pero mínima, no nos confundamos. En el pleno de este sábado 4 de enero en el Parlament, convocado after hours el viernes por la noche, hubo muchos desacuerdos, bastante de plebiscito, y, esto es la novedad, unos mínimos –muy mínimos, pero reales– puntos en común, un pequeño espacio en un diagrama de Venn en el que han habitado, por un rato, sensibilidades antitéticas. Una amenaza compartida, la de una visión autoritaria de la justicia al servicio de una visión autoritaria de España, que dejaba fuera de juego –pero paradójicamente, en el centro de atención y dentro del juego– a Torra, y que amenazaba con abrir grietas en el tímido acercamiento que, previsiblemente, dará la silla de presidente del gobierno a Pedro Sánchez y una mesa de negociación entre gobiernos pactada con ERC.
A partir de aquí, la película es esta: pleno en sábado, pleno –lleno en todos los sentidos, también en el de asistentes, con una tribuna de invitados rebosante de ídem– en su mayoría, con distintivo amarillo en la solapa, subsección aguja en forma de mariposa, o pendientes con lacito, qué gran tienda de complementos es el procés; y muchos miembros de ex gobiernos de cuando CIU era CIU, incluidos algunos que ya estaban inhabilitados cuando todavía no era mainstream. Fuera, en la calle, a media tarde ya había un grupito de gente congregada a las puertas del Parque de la Ciutadella, aprovechando el sábado soleado, con abuelos que gritaban “Torra president” y recriminaban a Damià Calvet, conseller de Territori, que no les saludara al entrar en el parque. “Hemos venido porque esto es una injusticia”, me dice un señor, “y hay que apoyar al president”. Más tarde, conseguirán abrir una de las puertas del parque, en oportuna coincidencia con el intermedio de la sesión, justo a tiempo para que Torra –él sí se debe a su público– salga a saludarlos.
Lo mismo piensan los alcaldes que han venido, vara en mano (¿irán siempre con el bastón, como yo con el móvil?), a ver la sesión. Alguno de ellos comentan que “hoy deberían estar organizando cabalgatas”. Hablo con el de Sant Jaume dels Domenys, Joan Ignasi López Vila (de ERC), que me dice que “ve lo que está pasando en Madrid con escepticismo” y no pueden dejar de explorar “todas las opciones”. A los alcaldes les dejan en una salita habilitada en el piso de abajo y yo, en cambio, me cuelo en la tribuna de invitados, donde, por cierto, hace un frío que pela, justo delante de Xavier Trias e Irene Rigau, que repite a quien quiera oírla que cuando a ella la inhabilitaron pudo seguir ejerciendo hasta que hubo sentencia firme. También están Bonvehí y unos cuantos ilustres PDcaters. Un palco reservado lo ocupan Núria de Gispert, Ernest Benach y Artur Mas, que pone cara de no haber roto un plato, y que, a media sesión, más o menos cuando comienza el Barça-Espanyol, desaparece sin dejar rastro .
La junta de portavoces se reúne antes del pleno; Iceta sale con cara larga. Me chivan que la resolución que propondrán CUP, JxCat y ERC contiene un punto siete con referencias a la autodeterminación, que muy probablemente sea el gran caballo de batalla. Quizás sí o quizás no; de hecho, el tono de esta propuesta bascula sobre la premisa de que la resolución de la JEC se enmarca dentro de –cito algunos de los términos oídos durante el pleno– un “golpe a la democracia” o una “causa general contra el independentismo”. Las propuestas de los grupos, y las posteriores intervenciones de Comunes y PSC, también por separado, orbitan sobre la idea de que el calendario no es inocente y que la JEC no opera tanto contra el independentismo como contra una posible alianza progresista. Ideas de las tres resoluciones, que posiblemente no sean excluyentes, pero que, en un parlamento que ha convertido la dinámica política en un juego de suma cero desde hace años, parecen antitéticas.
Todo comienza con acritud. Carrizosa, de Ciudadanos, se alza en cuanto comienza la sesión para poner en cuestión la legalidad de la convocatoria. C’s y PP quieren añadir dos temas al debate: parques infantiles y barracones escolares (presumiblemente, por lo que se verá luego, con el único fin de quejarse cuando la mesa decida con buen criterio no alargar el pleno). A continuación, en sus intervenciones, cada grupo, según su argumentario-power point, crea conjuntos y subconjuntos líquidos que pueden, o no, deshacerse o hacer el futuro, y que, a pesar de las coincidencias, no evitarán los reproches e incluso los insultos, que no decaiga.
Conjunto A: el bloque indie. Que no es un conjunto homogéneo, porque ERC ha asumido la centralidad, y parece, además, creérselo realmente. Abre fuego Torra, con la clásica retahíla de agravios y citas intelectuales accesibles y de consenso (¿Rosa Luxemburgo? ¡Chupito!,¿Vaclav Havel? ¡Chupito!), llamadas a reavivar la Assamblea de Càrrecs Electes (?), y pressing a ERC, a quien ha dicho que “no se puede dialogar con quien nos quiere inhabilitar”. Un discurso no muy diferente del que hará más tarde la CUP, en la voz de Carles Riera que, sin embargo, también se ha metido con Torra. Y ambos, paralelamente, con ERC, quien, en voz de una segura Marta Vilalta reforzará la idea de la represión, pero –y aquí llega la trampa saducea de ERC a los ex CIUs– también la idea-fuerza –una idea capital, el todo o nada de cara al futuro de la centralidad independentista– de que la oposición a una investidura conlleva hacer el juego al trifachito: “nosotros no seremos el brazo ejecutor de esta derecha”. De JxCat, por cierto, también intervienen un par de diputados, aparte de Torra, que esencialmente se dedican a repetir su discurso pero sin citar la Enciclopedia Espasa.
El conjunto B, el PSC, es un conjunto propio y alejado del resto de los que habían propuesto reprobar a la JEC. Tanto, que parece que Miquel Iceta y Eva Granados (que hará la segunda intervención del partido cuando los grupos tengan un agotador turno de réplica) se hayan repartido los papeles de poli bueno y poli malo. El PSC ha presentado una proposición aséptica que, en realidad, no lo es lo más mínimo, porque a) se opone a algo tan Estado-Estado como la JEC y b) crea un subconjunto con el conjunto A en la defensa de la institución de la presidencia –que no el presidente– de la Generalitat. Este punto b enlaza con lo que parece unir a todo el Parlamento, excepto al grupo de JuntsxCat, y que no es otra cosa que el enojo monumental hacia Torra. También hay un c) la constatación de una realidad que, en otras circunstancias, el PSC podría haber tenido la tentación de enmarcar en un mensaje antiprocessista. La trampa a la que se enfrentaba el PSC –como ERC, por otra parte– era que la sesión y las votaciones se convirtieran en una exaltación plebiscitaria a Torra, y esto solo podía enfrentarse con asepsia. Pero existe el reconocimiento implícito de algo, y esto es nuevo, que es que el régimen –y en particular, el sistema judicial– tiene claras disfunciones.
Del grupo de los proponentes, hay un tercer conjunto, el C, de Comuns. En la primera intervención, la de Jéssica Albiach, definición del problema como “querer ganar en los juzgados lo que no se logró en las urnas”, y apelación a la empatía. En la segunda, una Susanna Segovia cansada y combativa –lo pagó el vaso de agua de su atril, que tiró; de torpe a torpe te digo: I feel your pain,Segovia –enfrentada a Lorena Roldán, que le había acusado de ser más o menos el anticristo. Los Comuns, cuya proposición se votó a trozos, logran que uno de estos generara más consenso en la cámara. Se trata del punto ocho, que rechaza la judicialización del conflicto y defiende una resolución política, y que se aprueba con noventa votos a favor. Que no es nada, pero tampoco es poco.
El cuarto conjunto, el D, no intersecciona con nadie (pero contiene un claro solapamiento entre los dos conjuntos que lo formaban) es el de PP y C’s. Que, gritando más –muchísimo en el caso de Lorena metralletaRoldán–, o gritando menos, en el caso de los dos átonos diputados del PP, consiste esencialmente en presentar las ya mencionadas proposiciones para quejarse después de que nadie piense en los niños, decir que Torra está ya inhabilitado del todo, quejarse por la convocatoria de un pleno en día festivo, y hacerlo alargar lo más posible para celebrarlo. También reparten insultos a diestro y siniestro.
Al final, se acepta la propuesta de los grupos indies y un par de puntos de los Comuns. La sesión ha durado hasta las once y media de la noche, y juraría que salvo alguno de los alcaldes excursionistas, que oigo reír todavía a la entrada del Parlament, nadie lo ha pasado verdaderamente bien. Pero amigos, fuera, en la calle, el Espanyol ha empatado con el Barça 2-2. El resultado ha quedado igualado, y esto no ayuda a nadie, pero como un glaciar que se deshiela lentamente, el marcador ha comenzado a moverse.
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Autora >
Mar Calpena
Mar Calpena (Barcelona, 1973) es periodista, pero ha sido también traductora, escritora fantasma, editora de tebeos, quiromasajista y profesora de coctelería, lo cual se explica por la dispersión de sus intereses y por la precariedad del mercado laboral. CTXT.es y CTXT.cat son su campamento base, aunque es posible encontrarla en radios, teles y prensa hablando de gastronomía y/o política, aunque raramente al mismo tiempo.
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