Breve historia transgénero
La transgresión de las identidades binarias, hombre o mujer, está documentada en todas las épocas y lugares. La diversidad humana es casi infinita
Roger Molinas 30/01/2020
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La diversidad de identidades sexuales y la multiplicidad de géneros no son ningún invento reciente ni posmoderno. Más allá del debate de si se trata de un fenómeno causado por los genes, la psicología o la cultura, lo que es indiscutible es que los y las transgénero –personas cuya identidad de género no se corresponde con la asignada socialmente a su sexo biológico– han existido siempre. Están documentadas en todos los momentos de la historia y en todos los rincones del planeta. Y han sido aceptados o perseguidos dependiendo del momento y lugar.
El término “transgénero” es un concepto occidental y contemporáneo, cuya extrapolación al pasado y a otros marcos culturales es algo complejo, ya que cada sociedad ha gestionado la relación entre sexos y géneros en función de sus estructuras de producción, mantenimiento y reproducción de la vida social. Cada cultura ha dado diferentes nombres a la multiplicidad de géneros e identidades sexuales del ser humano y muchas sociedades han optado por dar respuestas normativas que difieren de la ecuación binaria sexo/género establecida por el patriarcado.
En las sociedades buguis de Indonesia se reconocen cinco identidades sexuales, que incluyen transgéneros masculinos y femeninos e intersexuales
Por ejemplo, en las sociedades buguis de Indonesia se reconocen cinco identidades sexuales, que incluyen transgéneros masculinos y femeninos e intersexuales. Entre los chuckchi, cazadores nómadas de Siberia, llegan a siete géneros reconocidos. Los inuit, esquimales del Ártico americano, asignan los roles de género en un rito al nacer que luego puede variar a través de otros rituales de paso en la adolescencia. En otras culturas, como en los yoruba o los igbo de Nigeria, el género no se designa hasta los cinco años de edad y puede diferir del sexo biológico; los mbuti del Congo esperan incluso hasta la adolescencia. En los dagaaba de Burkina Faso y Ghana, el género se adjudica en función de la energía que tenga cada individuo, sin tener en cuenta la anatomía física.
Algunas culturas reconocen a los transgénero como un tercer sexo, un ejemplo es el caso del hinduismo: las hijras son un grupo religioso, documentado en textos sagrados del s.III a.C., formado por hombres e intersexuales que visten de mujer, hablan de sí mismos en femenino y una minoría opta por la castración. Tras las leyes tránsfobas de la colonización británica de la India y Pakistán, fueron marginadas y obligadas a ejercer la prostitución.
Algo parecido ocurre en la región zapoteca de Tehuantepec, en México, con las muxes, hombres biológicos que adoptan roles femeninos y que pueden casarse tanto con hombres como con mujeres.
En el islam existe el concepto “mukhannathun”, documentado desde el s.VIII, cuyo significado es ambiguo y variable a lo largo del tiempo y que ha hecho referencia tanto a hombres afeminados y homosexuales como a personas transgénero o hermafroditas que, dependiendo del contexto histórico, han sido perseguidos o protegidos y considerados como brillantes artistas.
En la mayor parte de las sociedades precolombinas las personas transgénero se consideraban seres sagrados y relacionados con el chamanismo animista, un fenómeno que fue llamado bardajismo por parte de los colonizadores europeos. Con infinitos matices culturales, desde los esquimales de Alaska hasta los incas de Perú, se creía que las personas transgénero tenían dos almas en un mismo cuerpo (masculino y femenino) y esto les facilitaba una comunicación con el mundo espiritual, lo que les proporcionaba un papel central en muchos rituales religiosos. En ciertos casos, también ejercían de ‘esposas’ de hombres guerreros.
En la antigua Mesopotamia las personas transgénero también asumían papeles religiosos. Llamados gala en el periodo sumerio y kugarru o assinu en la fase acadia, ejercían de sacerdotes de la diosa Ishtar. Eran hombres travestidos de mujer, pero estaban convencidos de que la diosa les podía cambiar de sexo.
Esta institución de los transgéneros sacerdotales también se encuentra presente en la antigua Grecia y Roma. Con el nombre de galli rendían culto a Cibeles, Venus y Attis. Eran hombres, muchas veces castrados, vestidos con ropa de mujer y con nombres femeninos.
Transfobia y cristianismo
En Europa, la primera persecución transfóbica se produjo en el siglo IV d.C. por parte de un grupo de cristianos contra los sacerdotes galli de un templo de Venus en Líbano, poco después de que el emperador Constantino firmara el Edicto de Milán. El cristianismo primigenio identificaba a estos transgéneros como una herencia del paganismo al que pretendían sustituir como religión imperial. Los cristianos heredaron del judaísmo, una religión extremadamente natalista al ser transmitida sólo por vía materna, un rechazo contra cualquier práctica sexual que no tuviera como resultado la reproducción dentro del matrimonio religioso (homosexualidad, aborto, masturbación, adulterio o divorcio). De hecho en el Antiguo Testamento se condena de forma explícita la transgresión de género: (Deuteronomio 22:5) “La mujer no vestirá ropa de hombre, ni el hombre se pondrá ropa de mujer; porque cualquiera que esto hace es abominación al señor tu Dios”. La cultura judeocristiana más ortodoxa y conservadora considera que existe un unitarismo sagrado entre género y sexo biológico derivado de la creación de Adán y Eva en el Génesis.
La cultura judeocristiana más ortodoxa y conservadora considera que existe un unitarismo sagrado entre género y sexo biológico derivado de la creación de Adán y Eva en el Génesis
A pesar de ello, el cristianismo medieval rendía culto a algunos santos o santas que cambiaban de sexo milagrosamente: San Onofre, venerado por los coptos desde el s.IV, según algunas versiones de su hagiografía, era una mujer que, tras quedar viuda, rogó a Dios que la convirtiera en hombre para espantar a sus insistentes pretendientes. Una historia parecida es la de Santa Librada, una princesa portuguesa del s.VIII que fue prometida por su padre al monarca musulmán de Sicilia. Para mantener su virginidad intacta, Dios le otorgó barba y vello por todo el cuerpo.
Un tipo muy diferente y particular de transgresión de género es el que han adoptado de forma temporal algunas mujeres para acceder a los privilegios sociales reservados para los hombres. Un ejemplo serían las 500 mujeres que participaron en la Guerra de Secesión americana (1861-1865) vestidas de hombres. También ocurrió en la Primera Guerra Mundial (1914-1919), como en el caso de la periodista Dorothy Lawrence.
Algunos autores también han englobado dentro del término transgénero a los eunucos, aunque es bastante controvertido y discutible. Se trata de hombres que eran castrados para poder trabajar y vivir dentro de los harenes y palacios de los imperios babilonio, chino, bizantino, árabe y otomano. Se quería asegurar que todos los hijos de las concubinas eran exclusivamente del emperador y de nadie más.
En conclusión, podemos observar como la transgresión de género es universal y atemporal. Algunas personas transgénero se han disfrazado, otras castrado y hoy operado, unas se identifican con el sexo opuesto al suyo, algunas se consideran un tercer sexo y otras se sienten cómodas con su sexo biológico pero no con los roles de género asignados culturalmente. La diversidad humana en este aspecto es casi infinita.
Una sociedad que pretenda superar el patriarcado debe abolir la ecuación binaria entre sexo biológico y género cultural. Debemos superar el determinismo biológico hombre/mujer permitiendo la libertad individual para que cada persona pueda tener la identidad sexual o rol de género que quiera, independientemente de sus cromosomas y que también pueda cambiar o reasignar su sexo biológico sí así lo desea libre y responsablemente, para que se pueda expresar con libertad la inmensa variabilidad que existe en la naturaleza y la cultura humana, sin que nadie sea discriminado, explotado o considerado un enfermo por ello.
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Roger Molinas es arqueólogo.
La diversidad de identidades sexuales y la multiplicidad de géneros no son ningún invento reciente ni posmoderno. Más allá del debate de si se trata de un fenómeno causado por los genes, la psicología o la cultura, lo que es indiscutible es que los y las transgénero –personas cuya identidad de género no se...
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