Edith Espínola /Portavoz de Sedoac
“En esta crisis del coronavirus el Gobierno no tiene en cuenta a las trabajadoras domésticas”
Amanda Andrades 14/03/2020
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Con colegios y guarderías cerradas, con unos servicios sanitarios sobrepasados y con las personas mayores como principal población de riesgo, la crisis del coronavirus arroja luz sobre otra crisis ya preexistente, la de los cuidados. Y para la que la única ‘solución’ hasta ahora ha sido trasladar la responsabilidad de tareas esenciales para la vida sobre mujeres en su mayoría venidas de otros países.
Edith Espínola (Asunción, 1978) es una de ellas. Llegó a España en 2009 para hacer el camino de Santiago. En Paraguay trabajaba como jefa de tesorería de una empresa. Decidió quedarse aquí, donde ya residía su mamá. Durante cuatro años trabajó como interna. Mientras no tuvo papeles. Luego otros tres como externa. El año pasado empezó a ejercer como administrativa del Centro de Empoderamiento de las Trabajadoras de Hogar y Cuidado, abierto en julio de 2019 con una subvención del Ayuntamiento de Madrid y gestionado por Sedoac, la Asociación de mujeres Servicio Doméstico Activo. Un espacio en el que ofrecer asesoría legal y psicológica y talleres de mejora de la empleabilidad. Estos días, Espínola anda cerrando la justificación económica del proyecto. El consistorio decidió no renovarlo. Las actividades continuarán, sin embargo, como siempre “a puro pulmón”, con compromiso y militancia.
Portavoz de Sedoac, asociación nacida en 2008 para luchar por la igualdad plena de derechos de las trabajadoras domésticas, Espínola aborda en esta entrevista las dificultades a las que están teniendo que hacer frente con la crisis del coronavirus y la necesidad de respuestas institucionales que las incluyan y protejan de abusos, de riesgos de contagio y de una mayor precariedad.
¿Cómo os está afectando la crisis del coronavirus a las trabajadoras domésticas?
Como a toda la ciudadanía, con miedo, con incertidumbre de saber realmente cuáles son los pasos a seguir para cuidarte y protegerte. Y más en un empleo en el que nosotras hacemos lo que más importa, cuidar a las familias, a la vida. Son muchísimas cuidadoras que están atendiendo a las personas ancianas que son los que están en más riesgo. Además, al ser muchas de nosotras trabajadoras internas, lo que están haciendo los empleadores, ya sean los hijos o los propios empleadores, es decirte que no salgas, que te quedes ahí, hasta que pase toda la cuarentena. Están priorizando la salud de ellos contra la libertad de nosotras. Ni siquiera el poco tiempo libre que tenés, que son 36 horas, te quieren dejar por miedo a que al salir un ratito les contagies. Lo que prima es la salud de ellos más que lo que a ti te pueda pasar.
Al ser muchas de nosotras internas, lo que están haciendo los empleadores, ya sean los hijos o los propios empleadores, es decirte que no salgas, que te quedes ahí, hasta que pase toda la cuarentena
¿A las mujeres a las que se les pide que se queden se les están pagando esas horas?
De todos los casos que las compañeras nos han contado, en ninguno se le ha dicho “te vamos a pagar extra” o “no vas a trabajar esas horas porque son tus horas libres”. No, simplemente le dicen no salgas porque te puedes contagiar y te quedas acá y sigues trabajando.
Esto está ocurriendo con las trabajadoras internas, ¿y las externas?
En ese caso, a muchas les han dicho que por qué no se quedan a pasar ahí el tiempo de la cuarentena. O si sos trabajadora por hora, te dicen directamente que ya no vengas. Esto implica que nos quedamos sin salario, sin trabajo. Que nos quedamos en la nada, porque ni siquiera el Gobierno ha sacado una medida para poder cubrir lo que les pasa a las trabajadoras domésticas.
Estáis denunciando además abusos que se están produciendo.
Sí, tenemos el caso, por ejemplo, de una trabajadora externa que llamó a su empleadora para decirle que ella no puede dejar a su hija de 11 años con nadie. Y la respuesta fue: "¿cómo me vas a dejar en este momento, encima que mi marido tiene coronavirus?" Que vaya a trabajar. Aparte de ser un foco de infección mientras se traslada, volver a su casa y poder transmitirselo a su hija. En los niños es más bajo el tema del virus, pero no por eso vamos a dejar de preocuparnos nosotras por nuestros hijos. ¿Y a quién se los dejamos nosotras?
Entre las empleadoras se comunican y se preguntan: ¿Me puede cuidar la mujer que está trabajando en tu casa, o la chica, como tan despectivamente dicen, a mis niños también? Y vienen y recargan a la trabajadora con este cuidado.
¿Hay familias que están dejando a sus hijos a cargo de las trabajadoras domésticas de otras familias?
Sí, también está sucediendo. Entre las empleadoras se comunican y se preguntan. ¿Me puede cuidar la mujer que está trabajando en tu casa, o la chica, como tan despectivamente dicen, a mis niños también? Y vienen y recargan a la trabajadora con este cuidado. Y eso no implica que ella tenga un salario o un extra. Se triplica el trabajo como en vacaciones. Bueno, ahora es más, se cuadruplica.
Vosotras también tenéis familias y personas cercanas a las que cuidar, ¿qué consecuencias tienen estas situaciones sobre vuestras vidas y las de vuestras personas queridas?
Ya de por sí trabajar de interna es una presión constante, es no tener una vida social, es no tener una hora de descanso para decir me voy por lo menos a tomar un poco de agua al parque, a hablar con mis amigas... Ahora, con esta situación de presión, de estar encerrada, algo que ya está viviendo una población que no está acostumbrada a estar encerrada como una interna, que te priven de tus horas libres implica una depresión más fuerte, un encierro más duro. Tú estás trabajando porque estás necesitando este trabajo y que te presionen a no salir, a no hacer esto, a no hacer lo otro, implica que te sentís presa de tu trabajo, sentís aún más que sos una propiedad de tu empleador, en la que ellos disponen de mi tiempo y de mi vida. Si por lo menos vas a disponer de mi vida que implique que me estás pagando más, pero ni siquiera eso. Hacen como que es cuestión del cariño y el aprecio que vos les tenés. Cuando trabajas en el empleo de hogar eso está muy latente, se juega mucho con eso, el que tú eres parte de mi familia, que yo te quiero, y por eso no dejamos que salgas.
Implica además situaciones muy difíciles. Uno, quedarte sin trabajo y renunciar al empleo para poder cuidar a tu familia. O dos, renunciar al cuidado y quedarte encerrada en el trabajo. La trabajadora del hogar está con la espada de Damocles en el cuello, tiene que decidir qué importa más, su trabajo para mantener a su familia o su familia y quedarse sin trabajo. No tienen derecho a paro y si se quedan sin trabajo se quedan sin medios de vida, sin nada. Es una situación muy difícil que no le deseamos a nadie. Somos un eslabón super débil y el Gobierno no está teniendo en cuenta las carencias y las necesidades por las que pasamos.
¿Qué ocurre si una trabajadora doméstica enferma?
Está muy difícil porque las mujeres, con o sin documentos, no están siendo empadronadas en el lugar donde residen, en el caso de las internas. Así que es mucho más difícil acceder a un servicio médico. Puede ser que esté trabajando en Moratalaz pero estoy empadronada en Getafe o en otro lugar donde duermo los sábados a la noche. Y si estás indocumentada son poquísimos los que te empadronan. Es una situación de extrema vulnerabilidad.
Que vigilen a las empresas de intermediación laboral y a las plataformas web que están ofreciendo hasta un 50% de descuentos en los precios. ¿Qué implica esto? Que la que va a cobrar menos es la trabajadora de hogar
¿Cómo os organizáis en un contexto como este de emergencia y mayor precariedad? ¿Tenéis alguna red de ayuda mutua, de solidaridad?
Hablar entre compañeras, habilitar un grupo cerrado en Facebook, Whatsapp, para que las compañeras se descarguen y no se sientan solas. El empleo del hogar de por sí es un trabajo solitario. Solo de forma telemática me puedo comunicar con otras personas y ahora se recrudece.
¿Qué medidas estáis demandando al Gobierno para hacer frente tanto a los abusos como a las pérdidas económicas?
Que así como están decretando medidas de cuidados en el régimen general, algunas prestaciones, que también tengan en cuentan a las trabajadoras del hogar. Nosotras, las que podemos, también estamos cotizando, en el régimen especial, y tenemos que ser tenidas en cuenta a la hora de las prestaciones. Además, si hay restricciones para el uso del metro, se debería facilitar un desplazamiento para muchísimas mujeres que tienen que seguir yendo a trabajar a pesar de que sus empleadores están trabajando de manera telemática. Y, sobre todo, que vigilen a las empresas de intermediación laboral y a las plataformas web que hemos visto que están ofreciendo hasta un 50% de descuentos en los precios. ¿Qué implica esto? Que la que va a cobrar menos es la trabajadora de hogar. Estas empresas se están aprovechando de la necesidad de las familias y de las trabajadoras. Y, por sobre todas las cosas, que a nosotras que estamos cuidando a la población con más riesgo, que somos las que después derivamos a un hospital o damos parte de lo que está sucediendo, se nos debería proveer de protección adecuada, de materiales.
¿También pedís poder solicitar bajas por cuidado de menores, igual que el resto de los trabajadores, y recibir exenciones fiscales como población especialmente afectada por el coronavirus?
¿Por qué no podemos tener la mismas medidas y la misma igualdad?
¿Por qué?
Porque estamos en un régimen especial que ya de por sí contempla unas desigualdades con el general: que no se cotice o se pague la misma seguridad social, que no tengamos la misma indemnización. Ni siquiera una ley de riesgos laborales, cualquier enfermedad que nosotras tengamos no está reconocida como enfermedad profesional. El Gobierno hace la vista gorda porque es tan amplio lo que abarcaría el empleo de hogar que afectaría a millones de familias.
Una gran mayoría de las mujeres que trabajan en el servicio doméstico son mujeres migrantes. Además de aumentar la vulnerabilidad y precariedad laboral, ¿esta crisis y su gestión está teniendo algún impacto negativo en otros ámbitos?
Las trabajadoras que son migrantes y tienen documentación no pueden quedarse sin trabajo porque tienen que demostrar que está cotizando para poder renovar. Así que, a veces, acepta unos horarios más extenuantes, una explotación mayor, porque tiene que renovar su documentación. Lo mismo ocurre con la que no tiene papeles y está aguantando por el deseo de tener documentación.
Una de las cuestiones que pone sobre la mesa esta crisis es lo lejos que estamos de una respuesta política y colectiva a los cuidados y su centralidad para la vida, y cómo es precisamente con vuestro trabajo, y a veces con vuestra explotación, cómo las familias están resolviendo individualmente este problema, ¿qué proponéis vosotras para que esto cambie?
Que el Gobierno se ponga las pilas, que ratifique el Convenio 189 de la OIT. Medidas de cuidado real, políticas públicas de cuidado, guarderías públicas, centros de días para personas mayores, una mejor preparación de las personas que trabajamos en el empleo doméstico para acceder a un cuidado más justo y a derechos a la hora de trabajar. No es justo que nosotras estemos sosteniendo la vida, sin derechos como una trabajadora. No se puede seguir sosteniendo sobre el cuerpo de mujeres el cuidado de las personas. El Gobierno tiene que ver cómo cuidar realmente a la población y no dejarlo en manos de terceros.
Con colegios y guarderías cerradas, con unos servicios sanitarios sobrepasados y con las personas mayores como principal población de riesgo, la crisis del coronavirus arroja luz sobre
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Amanda Andrades
De Lebrija. Estudió periodismo, pero trabajó durante 10 años en cooperación internacional. En 2013 retomó su vocación inicial. Ha publicado el libro de relatos 'La mujer que quiso saltar una valla de seis metros' (Cear Euskadi, 2020), basado en las vidas de cinco mujeres que vencieron fronteras.
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