Una réplica a Bruno Bimbi
La riqueza lingüística de la Universidad catalana
No existe un problema general con/para el castellano en Cataluña. Y tampoco existe un problema particular con/para el castellano en las universidades
José Luis Martí 28/11/2020
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Bruno Bimbi ha publicado el sábado 28 de noviembre en este medio un artículo titulado “¿Cómo se dice xenofobia en catalán?”. He leído artículos muy buenos de Bimbi sobre el Brasil de Bolsonaro, que muestran que puedo tener muchos puntos de acuerdo con su autor sobre diversos temas políticos, así que me gustaría responderle con una invitación a que reconsidere sus opiniones y a que piense el tema de otra manera, y para explicar por qué su artículo me parece desafortunado. Comienzo aclarando algo que nunca hago, pero que en este caso es obligado: escribo y firmo este artículo como profesor de una universidad catalana y como ciudadano, no lo hago desde mi posición de vicerrector de dicha universidad, y no hablo en nombre de nadie más que de mí mismo.
Bimbi relata una historia, una situación de desencuentro lingüístico, vamos a llamarlo así, que –aunque no se dice explícitamente– todo indica que pudo vivir el propio autor en una asignatura impartida –no aclara cuál– en la Universidad de Barcelona. Al parecer la docencia de esa asignatura estaba anunciada en castellano, pero después acabó impartiéndose en catalán, y ello aunque tenía matriculados estudiantes extranjeros que no entendían ese idioma. La historia es verosímil. Ocurre todos los semestres en todas las universidades catalanas. Debe añadirse, no obstante, algo muy relevante: que el caso más habitual es precisamente el contrario, que asignaturas que están anunciadas en catalán acaban impartiéndose en castellano, bien para que puedan ser seguidas por estudiantes de intercambio, bien porque ha habido un cambio de profesor de última hora. Cuando esto sucede, causa una evidente y comprensible indignación de algunos estudiantes, para los que el idioma que se emplee en la docencia no es indiferente, y que tal vez incluso seleccionaron ese grupo, en caso de poder hacerlo, por razón de su idioma. Permítanme ser muy claro en este punto: que una asignatura se imparta en un idioma distinto al anunciado es ciertamente un problema. Estadísticamente, no es un caso muy frecuente, pero ocurre. En cualquier caso no es ideal. Es necesario advertir que los idiomas de docencia se deciden meses antes de que se imparta la asignatura, a veces hasta un año antes, y entre medio pueden sobrevenir cambios en el profesorado o entre el alumnado que expliquen –aunque tal vez no siempre justifiquen– el cambio de idioma.
Hasta aquí el comentario que me suscita el relato central del artículo de Bimbi. Vayamos ahora a lo importante: el tema general sobre la lengua de docencia en las universidades catalanas. Contra lo que Bimbi da a entender en su artículo, no existe un plan para acabar con el castellano e imponer el catalán en la universidad. He tenido el privilegio de impartir docencia (de diverso tipo) en cinco universidades catalanas distintas, tanto públicas como privadas. Nunca, NUNCA, ninguna de estas universidades me ha pedido u obligado a utilizar el catalán como idioma de docencia. Por otra parte, no podemos quedarnos en la anécdota si tratamos de ver cómo es la realidad. Es necesario que atendamos a los datos –se pueden encontrar fácilmente por ejemplo en el Informe de Política Lingüística elaborado por la Generalitat de Catalunya todos los años; aquí el último, correspondiente a 2018, en su versión en castellano, pues sí, se traduce a este idioma. Lo que refleja este informe es que, ciertamente, si nos fijamos en la enseñanza de grado, la presencia del catalán es mucho mayor que la del castellano (un 75.6% de promedio, por un 14% del castellano y un 10% del inglés), aunque hay que señalar que el porcentaje es muy desigual en función de la universidad y sobre todo del grado de que se trate. Por la razón que sea, la facultad de Derecho tiene fama de ser aquella con una mayor presencia del castellano, que en ocasiones supera el 50% de las clases. Si miramos ahora a másters, el porcentaje de uso del catalán baja al 54%, subiendo el castellano al 23,2% y el inglés a otro 22% (aunque en mi universidad el idioma prevalente en másters es el inglés, con un 74% de las asignaturas en ese idioma). Es verdad que visto en su conjunto el catalán es mayoritario, pero no es así siempre y en todas partes, y aunque puede haber algún grado o algún espacio donde el castellano haya sido sólo residual, casi siempre hay opciones de docencia en castellano disponibles para los estudiantes. En cualquier caso, ¿es este sistema problemático?
Yo imparto algunas de mis clases en catalán, otras en castellano y otras en inglés. ¿De qué depende que elija un idioma u otro? El inglés suele ser habitual, como ya he dicho, en asignaturas de máster, donde tenemos el grado de internacionalización más elevado. En el caso de los másteres de mi facultad, por ejemplo, el 85% de los estudiantes son extranjeros, un máster es 100% en inglés, otro es bilingüe entre inglés y castellano, y el tercero es 100% en castellano. No hay ninguno en catalán. En el grado suelo variar entre el castellano y el catalán. Como la inmensa mayoría de mis colegas, me coordino con los profesores que imparten el resto de grupos, y tratamos de asegurar que haya grupos de docencia en catalán y en castellano. Desgraciadamente no siempre los estudiantes pueden elegir en qué grupo se matriculan. Pero los profesores solemos ser flexibles permitiéndoles que de facto asistan a las clases del grupo que mejor se acomode a sus necesidades o preferencias.
El señor Bimbi facilita datos sobre cuál es el idioma más hablado en Cataluña por el conjunto de la sociedad –que es el castellano–, y cree que sólo “el fanatismo, la xenofobia y hasta la falta de gentileza que gobiernan Cataluña” puede explicar las dificultades que él se ha encontrado para recibir docencia en castellano, a lo que, según parece, aunque no lo dice explícitamente, cree tener derecho. Se equivoca el señor Bimbi si cree esto. Esta no es una cuestión de derechos, al menos no de derechos fundamentales. No existe un derecho constitucional a recibir las clases de docencia de una universidad en ningún idioma en particular, sea una lengua oficial o no. Como tampoco existe un derecho fundamental del profesor a escoger el idioma de su docencia. Sí tiene un derecho fundamental de libertad de cátedra, pero no abarca la elección del idioma. Yo no puedo elegir, en ejercicio de mi libertad de cátedra, dar mis clases en urdu –fuera de que me sería bastante complicado, pues no sé ni una palabra en ese idioma. Lo que sí hay es un mandato estatutario explícito del Estatuto de Autonomía de Catalunya de garantizar el uso del catalán, un mandato que por cierto fue avalado por el Tribunal Constitucional. Y muchos estatutos de las universidades catalanas reconocen un derecho del estudiante a recibir la docencia en las lenguas oficiales y un derecho del profesor a elegir entre la lengua oficial de Cataluña que prefiera, derechos que, por cierto, resultan imposibles de conciliar entre sí. Luego vuelvo sobre esta cuestión. Pero en todo caso este no es un tema de derechos fundamentales. Para entendernos, si Cataluña mañana decidiera instaurar un sistema de inmersión lingüística universitaria 100% en inglés con el objetivo de garantizar el dominio de ese idioma a unos estudiantes que van a vivir en un mundo plenamente globalizado y en condiciones de competencia global, debería modificar el ya mencionado artículo 50 del Estatut, pero no se estaría vulnerando ningún derecho constitucional.
Aclarada la cuestión de los derechos, ¿es tan extraño o grave que haya una presencia mayoritaria del catalán en las universidades catalanas y que el Estatut establezca este mandato de especial garantía de un idioma? A mí no me lo parece. El catalán es un idioma propio de Cataluña –uno de los tres existentes–, que actualmente y gracias a las políticas de inmersión lingüística de la escuela goza de bastante buena salud, y es razonable que muchos estudiantes tengan la expectativa de recibir una buena parte de sus clases en catalán. También es razonable que muchas asignaturas puedan garantizarle a ese estudiante recibir su docencia en castellano. Y si hubiera más recursos lo ideal sería garantizar los dos tracks completos. Pero no siempre es posible. Para empezar porque, como ya he dicho, el idioma de docencia es esencialmente elección del profesor que va a impartir esa docencia –aunque no tenga un derecho fundamental para ello. Por otra parte, y como solía decir mi amigo y maestro José Juan Moreso cuando era rector de mi universidad, ¿si no se puede emplear el catalán con total normalidad en las universidades catalanas –o valencianas o mallorquinas–, como parte de la vida cotidiana universitaria, todavía más, si estas universidades no asumen una cierta responsabilidad en la defensa y promoción del catalán, qué otras universidades del mundo lo van a hacer? ¿O es que debemos resignarnos a que el catalán sea borrado completamente como lengua de uso universitario? No es eso lo que el señor Bimbi defiende. Lo que él reclama es un modelo bilingüe. Pero es que de hecho nuestro modelo es actualmente trilingüe. No siempre es perfecto, ni a gusto de todos, por supuesto. Y tal vez a él le gustaría que los porcentajes fueran más equilibrados. Pero son fundamentalmente el resultado de la elección de los profesores.
Y termino. Tras 20 años de impartir docencia en universidades catalanas, no me he encontrado nunca con problemas serios de convivencia lingüística, y ello a pesar de que afortunadamente nuestras universidades son cada vez más internacionales, multiculturales y cosmopolitas. Como es bien conocido, España era el país europeo que más estudiantes Erasmus recibía antes de que la covid-19 devastara temporalmente la movilidad internacional, y Barcelona era de hecho la ciudad española más popular para ese público, como también era muy atractiva para los estudiantes de intercambio provenientes de Estados Unidos. En ambos casos hablamos de una fuente de riqueza cultural y lingüística inestimable para la universidad, que aspira siempre a tener una mirada global, universal, y ser la verdadera casa de todos. Y debo decir que a pesar de las anécdotas relatadas en una vieja película francesa al respecto, lo cierto es que si durante muchos años, décadas ya, hemos tenido a miles de estudiantes internacionales visitantes entrando a nuestras aulas, un 99,9% de los cuáles ni hablan ni entienden el catalán, es precisamente porque las universidades catalanas han encontrado siempre la forma de que cada uno pudiera cursar sus estudios con relativa normalidad y comodidad, sin conflicto. No existe un problema general con/para el castellano en Cataluña. Y no existe un problema particular con/para el castellano en las universidades catalanas. Esto, estimado Bruno Bimbi, es lo que le dirán la inmensa mayoría de mis colegas y estudiantes. Si usted quiere sostener lo contrario, será necesario salir de la anécdota personal y comenzar a discutir sobre datos, y sobre todo sobre la base de argumentos. Mientras tanto, celebremos la riqueza lingüística de las universidades catalanas como parte de nuestro patrimonio cultural y académico. Y no generemos conflicto donde no lo hay.
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Bruno Bimbi ha publicado el sábado 28 de noviembre en este medio un artículo titulado “¿Cómo se dice xenofobia en catalán?”. He leído artículos muy buenos de Bimbi sobre...
Autor >
José Luis Martí
Es profesor de Filosofía del derecho de la Universidad Pompeu Fabra.
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