LUCHA POR LA LIBERACIÓN
Día de la Nakba. Hay que acabar con el apartheid de Israel
Los criminales de guerra israelíes tienen que sentarse ante la Corte Penal Internacional, e Israel tiene que pagar indemnizaciones por todos los muertos y por la destrucción que ha provocado con la vergonzosa complicidad de EE.UU. y Europa
Ronnie Kasrils (The palestine chronicle) 24/05/2021
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Día de la Nakba: 73 años desde que se desencadenara la “catástrofe”, durante los cuales el Estado apartheid de Israel pensó que la memoria palestina se desvanecería, han sido testigos de la unidad y el valor de un pueblo indoblegable, que ha luchado sin descanso por su tierra y sus derechos, y que sigue resistiendo frente al último de los monstruos coloniales.
Como sucede en todas las luchas anticoloniales, el precio a pagar resulta angustiosamente elevado. La cifra de muertos sigue aumentando cada hora que pasa en Gaza, en Cisjordania y en toda Palestina. La comunidad internacional no puede permanecer indiferente, aunque observar que no están solos en su lucha por la supervivencia ha resultado revitalizador para el atribulado pueblo Palestino.
La voz y la determinación de la humanidad deben alzarse con ira para llorar y para movilizarse, que es la mejor manera de respetar a los muertos, a los heridos y a las familias en duelo por los cadáveres de madres, padres, esposas, maridos, ancianos venerables y cuerpos mutilados de niños, algunos de ellos todavía bebés. En ocasiones, ha acabado con familias enteras. Es necesario difundir el conocimiento y la verdad para poder acabar con la falsa narrativa sionista de Israel, con la impunidad que brinda occidente a los crímenes atroces que comete y para superar la desinformación de los medios de comunicación dominantes. Nuestra determinación es crucial ahora que se está produciendo este violento ataque contra el pueblo de Palestina al que los belicistas israelíes, junto con un corrupto y desesperado Netanyahu, están amenazando con una guerra salvaje y una solución final. Este es más que nunca el momento de renovar nuestro compromiso. Debemos mostrar nuestra indignación por los crímenes de guerra que comete Israel, según la descripción del derecho internacional. El viernes pasado, habían sido asesinados unos 240 palestinos (de los cuales 39 eran mujeres, 66 niños y 17 ancianos). El derrumbamiento de edificios en Gaza (uno que albergaba las oficinas de Associated Press y otro de Al Jazeera), demuestra las intenciones de Israel de acabar con los medios de comunicación, además de con las vidas de los palestinos, y pone de manifiesto el miedo que tiene Israel a que la magnitud de los crímenes que está cometiendo salga al exterior. Para que luego digan que Israel es la única democracia de Oriente Próximo. Bobadas.
Resulta imperativo que hagamos frente a la vergonzosa complicidad que ha pasado de Trump a Biden, y que no es más que el legado de los gobiernos de EE.UU. desde 1948
Los camaradas palestinos nos han pedido que acabemos con el apoyo criminal y la contemporización internacionales hacia Israel y que igualemos su coraje. Resulta imperativo que hagamos frente a la vergonzosa complicidad que ha pasado de Trump a Biden, y que no es más que el legado de los gobiernos de EE.UU. desde 1948. Qué macabro es este Joe Biden, que no duda en afirmar que los bombardeos de Israel sobre Gaza están justificados porque son en defensa propia. Qué insidiosa es la connivencia de la pérfida Reino Unido, la hipócrita Francia, la sinvergüenza Alemania, de los repugnantes regímenes de Austria, Brasil, Hungría, India, Lituania, Polonia, de los dominios blancos de Australia y Canadá y la traición de los cobardes estados árabes.
El deber sagrado de Sudáfrica es movilizarse a diario por el Día de la Nakba, alcanzar nuevas cotas con el movimiento BDS y acudir en defensa de nuestros hermanos, hermanas e hijos palestinos. Hay que pararles los pies a los mentirosos sionistas y hacerlo con la verdad. Hay que apoyar a las voces judías que buscan la justicia y la humanidad, y denunciar no solo el sionismo que equipara las críticas contra Israel con el antisemitismo, sino también esa depravada y errónea definición que hace la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA, por sus siglas en inglés) del racismo de Israel, la complicidad entre las multitudes racistas y la policía y la historia de asentamientos coloniales que comparte occidente, que no han hecho más que propagar el veneno de la xenofobia y desatar unos pogromos que recuerdan mucho a las épocas zaristas y a la Noche de los Cristales de Alemania. Las analogías nazis ya se han utilizado en el pasado. Aharon Zisling, uno de los ministros de Ben Gurion, declaró en mayo de 1948, después de la masacre de Deir Yassin: “Ahora sí que nos hemos comportado como nazis y todo mi ser se estremece profundamente”. Einstein y Hannah Arendt nos advirtieron del auge de partidos fascistas en Israel el mismo año en que Menachem Begin visitó Estados Unidos para recaudar fondos. Ese mismo futuro primer ministro Begin que fue líder del grupo terrorista Irgún y precursor del Likud, y también de los carniceros Sharon y Netanyahu.
Cada vez que Gaza es destruida y que se aniquilan sus vidas, las acciones y las ventas de Israel suben por las nubes
Un desesperado Netanyahu, que ve cómo se le escapa su puesto de primer ministro y cómo se incrementa la posibilidad de una condena a prisión por corrupción, se aferra a la vía de escape que supone entablar una guerra contra la asediada Gaza. La industria armamentística de Israel se relame ante la posibilidad de lucir su nuevo equipamiento militar, que ahora ya ha probado en situación de guerra, frente a los asquerosos belicistas y traficantes de armas internacionales. Una vez más es buena época para hacer negocios. Cada vez que Gaza es destruida y que se aniquilan sus vidas, las acciones y las ventas de Israel suben por las nubes.
Lo que no esperaba Netanyahu, ni el ejército criminal de Israel, es que la expulsión forzosa de hogares palestinos de Sheij Jarrah y de todo Jerusalén (para judaizar la Ciudad Sagrada) y el sacrílego ataque contra la mezquita de Al Aqsa, en el que dispararon y dieron palizas a los que estaban rezando, uniera como nunca antes a las personas de Gaza, de Cisjordania y a los palestinos residentes en Israel, y el enorme apoyo que han recibido de la diáspora.
El presidente Biden, confundido y perplejo, ha dado carta blanca a Israel para defenderse de los misiles caseros que se han lanzado desde Gaza, y ha ignorado por completo la lluvia de muerte y destrucción que ha lanzado la Fuerza de Defensa de Israel sobre una ciudad asediada de 2 millones de personas. Los cobardes gobiernos y medios occidentales repiten el mensaje como loros, las antiguas potencias coloniales comparten la forma de pensar del imperialista Estados Unidos, y no se dan cuenta de que la represión engendra resistencia. Si los misiles vinieran desde Irán tendrían mecanismos de precisión y serían mucho más sofisticados, pero no hay ninguna posibilidad de introducirlos en una Gaza que está herméticamente sellada y que tiene al Egipto de Al Sisi vigilando la puerta trasera. Los misiles caseros, diseñados con tuberías de agua, reflejan la imaginación que tiene la resistencia, pero apenas pueden equipararse con la artillería más avanzada del mundo. La razón de la respuesta contra la ocupación y la agresión israelíes resulta evidente para todos excepto para el agresor y sus aliados: la justificada rabia de un pueblo que reacciona contra una brutal opresión racista, contra la colonial desposesión de tierras y derechos, contra la destrucción de hogares y pertenencias, contra el asesinato de hijos, contra el salvaje maltrato y contra la humillación; que duran ya siete décadas. Ese es precisamente el motivo de que los sudafricanos reaccionaran contra el sistema del apartheid.
La causa de la respuesta es la impresionante resistencia de un pueblo que, contrariamente a lo que afirmó frente a sus seguidores el líder israelí Ben Gurion (un megarracista y colonizador semejante al poco añorado arquitecto del apartheid sudafricano, Hendrik Verwoerd) en 1948, cuando desató el terror y la limpieza étnica que se saldaron con la expulsión de 750.000 palestinos de sus hogares y de sus tierras: los descendientes de los que se disponen a huir olvidarán de dónde vienen. El pueblo palestino, incluidos los más jóvenes, que resiste con piedras, y algunos con cohetes, está ridiculizando las esperanzas sionistas. Los sueños y la fortaleza palestina son los que están ganando la guerra y están demostrando estar preparados para aceptar algunas bajas en la sangrienta batalla que están librando en su valiente camino hacia la libertad. Todos estamos al lado suyo: los cristianos, los judíos, los musulmanes, los hindúes, todos los grupos religiosos, todos los creyentes y los no creyentes y toda la humanidad justa.
El arma del BDS
Es imperativo que nosotros, miembros de la comunidad internacional, redoblemos nuestros esfuerzos para ayudar al pueblo palestino por medio de acciones solidarias. El movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) sigue siendo el arma más temible que tenemos en nuestro arsenal. Sirvió para lograr la caída del apartheid en Sudáfrica y para apoyar el movimiento de resistencia de la población negra. Además, su alcance y eficacia están creciendo hasta el extremo de que Israel ha señalado al movimiento global no violento como una amenaza estratégica.
Israel, al igual que sucedió con el apartheid en Sudáfrica, debe pagar por sus crímenes, en particular a través de sanciones. Nosotros los sudafricanos debemos continuar instando a nuestro gobierno y a los estados africanos a romper todas las relaciones con el Estado apartheid de Israel. Debemos hacer un llamamiento para que África rechace los edulcorados sobornos que no son más que una estratagema. Tenemos que imponer sanciones plenas contra el Estado del apartheid y convertirnos en adalides de la causa palestina. Sudáfrica debería convocar un congreso internacional de solidaridad con Palestina para analizar la realización de un programa de acción de ámbito mundial. Un programa que llevarían a cabo los gobiernos, los sindicatos y la sociedad civil con el objetivo de aislar a Israel, de consolidar el movimiento BDS, de terminar con la ocupación, de levantar el sitio de Gaza, de desmantelar los asentamientos ilegales, de eliminar el muro del apartheid y las barreras de separación, de garantizar el derecho de regreso a todos los refugiados, de asegurar la libertad de acceso a Jerusalén Este y los derechos de los palestinos que residen allí y de declarar la igualdad de derechos para los palestinos, que hasta el momento son tratados como ciudadanos de segunda clase y están sujetos al clamor de las turbas racistas.
El mundo debe sentar a EE.UU. en el banquillo, acompañado de Israel, que es un Estado que defiende el apartheid
Los criminales de guerra israelíes tienen que sentarse ante la Corte Penal Internacional. Israel tiene que pagar indemnizaciones por todos los muertos y por la destrucción que ha provocado. Algunos se lo tomarán a risa por la impunidad de la que goza Israel.
Lo que defiende el movimiento BDS es boicotear y desinvertir en los bancos israelíes y en los bancos y empresas internacionales que están implicados en el apartheid de Israel y en la colonización por asentamiento. La base de datos de la ONU, en la que figuran las empresas y bancos que son cómplices de la misión ilegal de asentamientos en el territorio ocupado de Palestina, aunque es incompleta, proporciona un buen punto de partida. Boicotear los productos estadounidenses y europeos, los bancos y las empresas, como por ejemplo el banco Chase Manhattan, Caterpillar Tractors, Estée Lauder, Barclays y Elbit Systems UK, presionará a esos gobiernos y empresas para que dejen de brindar apoyo estratégico a Israel. Lo mismo sucede con los 3.800 millones de dólares manchados de sangre que EE.UU. envía a Israel en forma de armamento militar y ayudas, y con su protección diplomática en forma de mutilación de las resoluciones de Naciones Unidas que, de aplicarse, podrían tambalear seriamente la intransigencia de Israel. Permitir que Israel siga arrasando vidas palestinas es un crimen contra la humanidad. El mundo debe sentar a EE.UU. en el banquillo, acompañado de Israel, que es un Estado que defiende el apartheid. Acusamos también al conjunto de países occidentales del mismo delito de complicidad.
Los sudafricanos, y la humanidad internacional, alzan su grito de guerra Mayihlome (“a las armas”) en solidaridad de la justa resistencia del pueblo palestino: crece nuestra rabia en aras de la batalla. No puede haber neutralidad en la lucha por la libertad y la justicia. Un pueblo unido jamás será vencido. Palestina será libre desde el río hasta el mar, para que todos los que viven allí puedan hacerlo en paz, igualdad y seguridad.
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Ronnie Kasrils es un antiguo ministro de la inteligencia sudafricana. Fue miembro del ejecutivo nacional del Congreso Nacional Africano (ANC) y miembro fundador de uMkhonto we Sizwe.
Este texto fue publicado originalmente en inglés en The Palestine Chronicle.
Traducción de Álvaro San José.
Día de la Nakba: 73 años desde que se desencadenara la “catástrofe”, durante los cuales el Estado apartheid de Israel pensó que la memoria palestina se desvanecería, han sido testigos de la unidad y el valor de un pueblo indoblegable, que ha luchado sin descanso por su tierra y sus derechos, y que sigue...
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