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Olaf Scholz: la opción conservadora de la Alemania post Merkel
El candidato del SPD ha devuelto a la socialdemocracia a la lucha por la cancillería
Andreu Jerez Berlín , 23/09/2021
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“En las próximas elecciones contaremos con la ventaja de no tener que enfrentarnos a Angela Merkel en las urnas”. Esta respuesta dejó atónito al grupo de periodistas extranjeros con el que se reunió el ministro federal de Trabajo alemán, el socialdemócrata Humbertus Heil, en febrero del año pasado. Heil respondía así a una pregunta sobre las perspectivas electorales que su partido tenía tras una nueva legislatura –la tercera de las últimas cuatro– dentro de un gobierno de gran coalición con la unión conservadora de la CDU-CSU. La mayoría lo interpretamos como la prueba irrefutable del derrotismo y la desesperación sin remedio que sufría la socialdemocracia alemana, amenazada seriamente por la irrelevancia política.
Hoy, un año y medio después de aquella reunión, hay que reconocer que Heil tenía, al menos en parte, razón en su vaticinio. Para ello, basta mirar las encuestas para las elecciones federales del próximo domingo 26 de septiembre: el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) las lidera desde hace semanas por primera vez desde que Merkel llegase al poder, en 2005. El adiós político de la canciller es un factor fundamental –aunque no el único– para explicar ese giro en los sondeos, sencillamente impensable hace tres meses, cuando los conservadores, liderados por el candidato democristiano Armin Laschet, encabezaban la intención de voto con 15 puntos de diferencia sobre el SPD.
El primer beneficiario de ese inesperado giro de guión se llama Olaf Scholz, actual vicecanciller federal, político de larga trayectoria sin carisma, aburrido y sin gran capacidad oratoria. Es, por tanto, el perfil más idóneo para suceder a Merkel sin generar grandes sobresaltos en la transición hacia una nueva era política cargada de incertidumbres. Si algo detesta un país marcadamente conservador como Alemania es la incertidumbre.
Entre otras cosas, ha sido ministro de Interior de Hamburgo, en 2001; líder de la fracción parlamentaria del SPD en el Bundestag, en 2005 y ministro federal de Trabajo y Asuntos sociales
Scholz es, por así decirlo, el candidato más merkeliano para ocupar la cancillería. Al menos, eso es lo que parece explicar la probable victoria socialdemócrata en las elecciones. El SPD sigue sin solucionar sus problemas de identidad, de credibilidad ante la población y de liderazgo interno. Scholz podría convertirse en el próximo canciller federal de Alemania a pesar de su partido.
Familia socialdemócrata
Nacido en 1958 en Osnabrück (Baja Sajonia, Alemania occidental) y crecido en el popular distrito hamburgués de Altona, sus padres fueron trabajadores de la industria textil del norte de Alemania. En su biografía oficial, Scholz explica que fue la fascinación de su familia por las grandes dos figuras históricas de la socialdemocracia alemana, Willy Brandt y Helmut Schmidt, la que lo llevó a meterse en política: “Me impliqué desde siempre políticamente. Pronto me convertí en el portavoz escolar en mi instituto”.
Tras estudiar Derecho y cumplir con el servicio civil obligatorio, aterrizó en la vicepresidencia de los Jusos (juventudes socialdemócratas), que ocupó entre 1982 y 1988. Combinó la actividad política con el trabajo como abogado laboral. En el proceso de reunificación alemana, también participó en las negociaciones de consejos de administración de empresas orientales con la Treuhand, la agencia privatizadora encargada de sanear o desmantelar el tejido productivo de la desaparecida República Democrática Alemana.
En 1998 dio el salto a la política federal: ganó el mandato directo en el distrito de Hamburgo-Altona y se convirtió en diputado federal. A partir de ahí, comienza una carrera de vértigo: ministro de Interior de la ciudad-estado de Hamburgo, en 2001; líder de la fracción parlamentaria del SPD en el Bundestag, en 2005; ministro federal de Trabajo y Asuntos sociales, en 2007. En 2011, fue elegido alcalde-gobernador de Hamburgo, puesto desde el que construyó un perfil político propio con la vista puesta en la política federal.
Finalmente, tras las elecciones de 2017 –en las que su partido obtuvo el peor resultado de su historia (20,5%), lo que forzó la renuncia del Martin Schulz como presidente del SPD–, Scholz asumió la cartera de Finanzas y la vicecancillería a la sombra del liderazgo incontestable de Merkel. Con perfil bajo y sin grandes aspavientos, ha construido una imagen de político previsible y eficaz.
Esto último, a pesar de los diversos escándalos que ensombrecen su gestión: un presunto trato de favor al banco hamburgués Warburg cuando todavía era jefe de Gobierno regional en Hamburgo, el escándalo “Cum-Ex” –que apunta a una pérdida de miles de millones de euros en impuestos para las arcas del Estado alemán gracias a la ingeniería financiera aplicada por grandes empresas– o la quiebra de Wirecard, una empresa de pagos electrónicos que ha dejado un agujero de 2.000 millones de euros tras, presuntamente, falsear las cuentas y lavar dinero. En los tres casos, Scholz apunta a tener, al menos, responsabilidad política.
‘Bazuca’
La llegada de la pandemia le dio la oportunidad de ganar centralidad en el último Gobierno de Merkel: en un momento de excepcionalidad, Scholz prometió poner a disposición de la recuperación económica y del apoyo a las empresas todos los instrumentos que tuviera a su alcance como ministro de Finanzas. Los medios lo bautizaron como “el bazuca Scholz”, después de que él mismo usara esa palabra en una rueda de prensa para describir la política expansiva de gasto público que Berlín asumía excepcionalmente ante la dimensión de la crisis que se avecinaba por las restricciones ante la pandemia.
Así fue mejorando sus niveles de popularidad, sin que el SPD levantase la cabeza en las encuestas, y hasta convertirse en el candidato para suceder a Merkel mejor valorado, con bastante diferencia respecto a Armin Laschet y a la candidata verde Annalena Baerbock. Tras la pésima campaña electoral protagonizada por Laschet y los errores no forzados cometidos por Baerbock, el SPD comenzó a escalar sorprendentemente en la intención de voto a pocas semanas de la cita con las urnas; mientras, los conservadores perdían 10 puntos en las encuestas en la fase decisiva y los ecoliberales se alejaban de la disputa por la victoria electoral.
Olaf Scholz pertenece, efectivamente, al ala más posibilista y conservadora del SPD
La popularidad de Scholz, sumada a la inminencia del adiós de Merkel y a la campaña electoral defensiva desplegada por el SPD con el objetivo de no cometer errores innecesarios, creó el momento perfecto para que la socialdemocracia alemana recuperase el liderazgo sin haber resuelto el serio problema de identidad que arrastra. “Si los alemanes quieren votar conservador en esta elección, entonces deben hacerlo por el SPD”, decía recientemente un miembro del partido en una charla informal con periodistas.
Derrota en las primarias
Olaf Scholz pertenece, efectivamente, al ala más posibilista y conservadora del SPD. Ello quedó patente en las elecciones primarias celebradas por el partido a finales de 2019: la candidatura del ala izquierda, formada por el desconocido dúo de Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans, se impuso por sorpresa a la dupla de la corriente continuista y centrista, conformada por Olaf Scholz y la diputada federal Klara Geywitz.
La derrota de Scholz en aquellas primarias auguraba un futuro incierto para su carrera. Pero, para sorpresa de todos, la nueva dirección izquierdista del SPD decidió nominarlo como candidato a canciller ya en agosto de 2020. Mientras que los conservadores se desgastaban en disputas internas para definir su candidatura y Los Verdes postergaban el anuncio de su decisión, los socialdemócratas hacían una apuesta clara más de un año antes de los comicios.
Esa apuesta le ha funcionado al SPD, que al menos se sacude del marasmo con el que se arrastraba desde hacía años en las encuestas de intención de voto. Olaf Scholz no es Willy Brandt ni Helmut Schmidt, ni el SPD será capaz con él de acercarse siquiera al 40% de los votos que el partido era capaz de acumular el siglo pasado. Su candidatura permite, no obstante, a la socialdemocracia alemana volver a competir por la cancillería. Es la primera sorpresa que nos depara el fin de la era Merkel. Muy probablemente no será la última.
“En las próximas elecciones contaremos con la ventaja de no tener que enfrentarnos a Angela Merkel en las urnas”. Esta respuesta dejó atónito al grupo de periodistas extranjeros con el que se reunió el ministro federal de Trabajo alemán, el socialdemócrata Humbertus Heil, en febrero del año pasado. Heil respondía...
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Andreu Jerez
Es periodista freelance, residente en Berlín.
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