Ana María Velasco Molpeceres / Periodista, experta en moda y género
“La moda como exhibición del cuerpo aparece en el siglo XIV”
Julio Tovar 28/10/2021
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Las propuestas heterodoxas en la historiografía española no abundan, por eso es excepcional el libro de Ana María Velasco Molpeceres, Historia de la moda en España. De la mantilla al bikini, un completo repaso desde los tiempos clásicos a la actualidad de la moda ibérica. Conversadora animada y sarcástica, su obra es una trabajada cronología no solo de cómo vestíamos, sino de la sociedad que hacía de cualquier gabán o falda un símbolo de poder.
Algo que fascina en su obra es la ambición ¿No le imponía empezar su historia de la moda en la prehistoria?
Ojalá hubiera empezado más atrás (risas). Me gustan las cosas como las de los historiadores de antes, que pretendían hacer una historia universal.
Busca en el libro, de hecho, los rasgos que perviven de los tiempos clásicos a la actualidad.
Sí, es la idea que busco: es lo más bonito e interesante de la historia. Somos muy parecidos a cómo éramos en el pasado y esto te une a alguien que vivía en el siglo XVII e incluso a alguien que lo hacía hace 1.700 años.
Comienza citando las túnicas y mantos como rasgo hispano diferencial en época anterior a las guerras púnicas ¿Fueron creación propia o eran difusión del Mediterráneo?
En general en todo el Mediterráneo se utilizaban velos y mantos. Ahora, en España duraron mucho tiempo, especialmente la mantilla: aquí surgió este tocado tal y como lo conocemos ahora. En el resto de Europa se prefirieron otras modas, que más bien se fueron abandonando. En España la mantilla quedó como un rasgo propio vinculado a vestir a la española en la etapa de los Austrias.
Se intentó legislar en contra de las mujeres tapadas porque fomentaban los desmanes, incluso la prostitución
Nos gustaría que desarrollara esa inmanencia de la mantilla española…
Yo creo que el tema del pelo y las mujeres es endémico en la historia de la humanidad. Es la cuestión del cabello y la decencia y desde ahí ha llegado a nuestros días. Es el mundo musulmán, claro, pero también el occidental cuando visitan al Papa y utilizan la mantilla. Las polémicas sobre el color de esta, sobre si la llevan de color negro o blanco… La mantilla es un elemento importante en la moda española, incluso a nivel global, y que resulta folclórico (incluso kitsch). Para muchos es una cuestión sentimental, asociada a la Semana Santa, aunque lo vemos ahora un poco de España de pandereta (risas).
La hispania prerromana que describe está dominada por el orientalismo debido al comercio ¿Es el inicio de esa tendencia omnipresente en la moda española?
Sí, es un poco parecido a lo que ocurre en Venecia…
Venecia era la puerta en Occidente al Oriente mediterráneo. Su arquitectura era pseudo bizantina…
Claro. Los musulmanes, al ser su contacto con Europa, llegaban a distinguir entre el arte francés y el veneciano. Quizá porque este último era más parecido al oriental: esto pasa un poco con España. No solo por los contactos con Italia, sino también con toda la cultura del Mediterráneo.
El propio Al-Ándalus.
No soy experta en el tema, pero perviven mitos de la historiografía franquista contra ese periodo, quizá vinculado a la idea de la reconquista. Al-Ándalus, además, fue admirado en todo el mundo; especialmente sus tejidos.
Tal como explica en el libro, la moda visigoda fue continuista con la toga romana, pero ¿no mejoraron también la orfebrería? Creo que esa tradición orfebre se llegó a conservar en Al-Ándalus...
Sí, la orfebrería visigoda era muy buena; tenía una calidad muy alta y fue admirada. También, quizá sea de lo que más se hable del periodo visigodo, porque el metal es lo que mejor se conserva en la arqueología. Pero también la orfebrería andalusí era muy admirada y probablemente muy superior a aquella que se hacía en los reinos cristianos.
¿Hubo un choque en la vestimenta entre la población cristiana y musulmana en la península? En las novelas del siglo de oro siempre se suele mencionar aquello de “ir vestido a la morisca” como anatema para cristianos viejos.
Hubo, claro. Al mismo tiempo, los objetos musulmanes eran vistos como de lujo, suntuarios, y se apreciaba la artesanía de Al-Ándalus (no solo en España, también en Europa). Aunque había costumbres moras, y se adoptaba parte de la vestimenta, también estaba mal visto. Por ejemplo: el rey de Castilla Enrique IV fue muy criticado por vestir a la mora y tener costumbres moras. Pero, también, la reina Isabel la Católica y sus hijos llevaban calzas moras: están en los inventarios de la corte. Se aceptaban ciertas cosas como los turbantes, las tocas o el albornoz, pero también tenían un matiz de “esto no es lo nuestro”, “esto es sospechoso”, etc. Estas opiniones también dependían de la guerra o no con los reinos musulmanes…
La propia mención de la adarga antigua, el escudo morisco de la caballería ligera, en El Quijote es muy sintomática de ese choque…
Del Quijote siempre se menciona en la novela que “viste antiguo”. Otro pasaje de la novela cuenta el regalo de un vestido a la mujer de Sancho; los tejidos eran muy importantes en esos tiempos. La adarga representaba un símbolo antiguo, de tradición, y también toda esa idea del poder y su representación.
¿Por qué tuvo tanto éxito la etiqueta borgoñona en la corte de los Habsburgo españoles? ¿Hasta qué época duró su influencia? Los autores negrolegendarios del siglo XVII hablan de españoles “embutidos en negro”…
La etiqueta borgoñona incluía el negro antes de que llegara aquí con Carlos V. Ese color era de prestigio en el ámbito europeo, y se usaba para destacar las joyas. Ahora, es con la conquista americana cuando aparece el tinte de palo campeche, de origen mexicano, que hace posible los colores muy oscuros. Anteriormente la gente iba de colores muy marcados, en época renacentista, algo que con el tratamiento digital actual no se visualiza en las películas. Además, los colores no resistían el paso del tiempo, ni los lavados. La llegada del tinte negro americano es espectacular y fascina a las cortes europeas. Baltasar Gracián defiende el negro como “lo más elegante” incluso; todavía no estaba asociado al luto.
La Revolución francesa fue fundamental para la moda, especialmente la masculina
¿Cuánto hay de oscurantismo español en el fenómeno de las tapadas en comparación con la incipiente frivolidad –recordemos la corte de Francisco I– de la etiqueta francesa? ¿Era consecuencia del puritanismo Habsburgo o venía de la sociedad hispana y su conservadurismo?
El tema de las tapadas, tal y como lo desarrolla Benito Pérez-Galdós (duran hasta el siglo XIX), se enlaza con los moriscos, con las costumbres musulmanas. Esto no es cierto: eran usos anteriores. A los extranjeros estas costumbres femeninas españolas les fascinaban: las mujeres aquí no hacían vida en la calle, en época moderna, y estaban en una pieza llamada estrado que se había perdido fuera. Aquí en Valladolid, en La Casa Cervantes, hay un estrado y se conserva. Cuando salían a la calle salían tapadas. Pero, ojo, esto no siempre era para proteger la honra y se intentó legislar en contra de las mujeres tapadas porque fomentaban los desmanes, incluso la prostitución…
Ese es el motivo, también, porque el que Esquilache, bajo Carlos III, legisló contra los embozados y capas españolas.
La sociabilidad en el vestido tiene mucho que ver con la moral pública, aunque curiosamente los embozados eran una importación extranjera de los años de Mariana de Neoburgo. Hay un cuento de Cervantes donde unos hombres se encuentran con una tapada y las manos son, junto a los ojos, lo único que muestra. Estas últimas están llenas de joyas y estos intentan timar a esta mujer… hasta que descubren que ella es la que les está tomando el pelo (risas)
¿Fue decisivo el cambio de dinastía en el cambio de la moda en España? Es fascinante como la estética hispana se troca por completo empezado el siglo XVIII.
Son concepciones distintas de la sociedad. La dinastía fue importante, aunque no fundamental: María Luisa de Orleans, hija del duque de Orleans y esposa de Carlos II trajo ese estilo…
¿Cómo analiza el fenómeno de los majos (esa derivación goyesca en contra de la indumentaria de peluca y calzas afrancesada)? ¿Es el inicio del casticismo español actual?
Pienso que sí. Es un fenómeno, también, de origen francés. Entronca con el rococó, con María Antonieta en el Petit Trianon ejerciendo de granjera. Es algo parecido, pero con un sabor propio: reivindican el casticismo, lo popular, “lo bajuno”. Eran los que se mataban a navajazos en los cuadros de Goya y que parten de una deriva internacional francesa y de la cultura del rococó.
Cuéntenos la rebelión de las mantillas contra el rey Amadeo I de Saboya. Un hito castizo comparable al motín de Esquilache.
Ese motín es muy interesante: el embajador inglés lo llamó “la revolución de las damas” (“the ladies’ revolution”). El golpe lo trama Sofía Troubetzkoy, cónyuge del duque de Sesto, ya que era legitimista y defendía al adolescente Alfonso XII. Quería acogotar a la esposa de Amadeo de Saboya y apareció con muchas aristócratas en el paseo del Prado con mantillas (se lee muy bien esto en Pequeñeces del Padre Coloma). No fue el único desaire, la monarquía de Amadeo no contentaba a los monárquicos ni a los demócratas. Era parecida al Imperio Mexicano o al Segundo Imperio Francés.
¿Fue tan importante la Revolución francesa en el fin del traje sofisticado? ¿Es cierta esa frase de Chateaubriand en sus memorias de “la variedad en el vestir fue sustituida por la casaca de los condenados al futuro”?
La Revolución francesa fue fundamental para la moda, especialmente la masculina. Aunque siguió habiendo diferencias de clase, especialmente el sombrero o la gorra, todos los hombres acabaron vistiendo con la casaca o camisa. Los más pobres, incluso, tienen una camisa para el domingo. Esto no fue así para las mujeres: existió una relajación del traje, pero no afectó tanto como a los hombres.
¿Cuándo empieza la disociación entre la moda femenina y masculina en Europa? En el siglo XIX, tal y como explica, el mito del ángel del hogar constriñó las formas femeninas, pero da ejemplos muy marcados antes en el siglo XVII como el verdugo.
Realmente hombres y mujeres han vestido siempre distinto. La moda anatómica, la moda como exhibición del cuerpo, aparece en el siglo XIV. Ahí comienza la disociación en Europa. Ahora podemos ver el verdugo como exhibición erótica, pero no es cierto: de hecho, los hombres iban más exagerados que las mujeres. Era como en la naturaleza: el macho tiene siempre un rasgo distintivo, con su melena, cola, etc. En el siglo XIX esto cambia, pero antes no.
¿No fue la década de los 20 del siglo XX, antes del auge del fascismo, una ruptura en estas modas distintas de hombre y varón? Aparecen las mujeres emancipadas, con pelo corto…
Siempre se dice que sí, pero a mí me parece que no. Creo que hemos romantizado ese tiempo, por las formas. Hay mucho de esa década en la actualidad, como la fascinación por los coches o la tecnología. Pero, todavía, el comportamiento de hombres y mujeres estaba muy reglamentado.
Leyendo su libro parece que las modas se atomizan en las sociedades liberales, primero en décadas y luego en años ¿No fueron más estables las modas en los países socialistas?
La línea estética de la URSS y países satélites era dura, ¿eh? Teniendo cosas muy modernas, que quizá a nosotros se nos han quedado antiguas: el brutalismo, por ejemplo. Me parece que tenían un sentido estético distinto, con vínculos a los años veinte citados en sus vanguardias, y formas geométricas. Este estilo al final no llega a la población y el arte inicial de la URSS no tiene que ver con el de 20 años después. Creo que el mito de Hollywood hace que nos parezca muy cutre toda la estética soviética.
¿Son los años sesenta del siglo XX la mayor brecha en la moda de toda la historia?
Sí. Hay un capítulo de Futurama donde el protagonista, Fry, dice aquello de “va enterrado en chándal: el hábito ceremonial del siglo XX” (risas). Esa década de los sesenta es clave, pero el chándal surge un poco antes en los mismos años veinte. La Segunda Guerra Mundial o la Primera no tienen tanta influencia como los años sesenta…
Es el advenimiento de la contracultura y las tribus urbanas.
Por eso el fenómeno del rap y sus modas me interesa mucho, también antes la implantación de la moda vaquera o las tachuelas y cadenas en el mundo heavy. Muchas de esas tendencias se habían visto ya en los cuarenta.
Volviendo al tema español ¿Por qué se tardó tanto en hacer de la moda aquí un asunto de Estado? Hasta la dictadura de Franco no existió una “promoción exterior” de las manufacturas textiles propias, algo que se consolidaría en época del PSOE…
Porque no había tejido industrial, quizá a excepción de Barcelona. El problema es que no tiene el prestigio francés o inglés. Inglaterra era el supermercado de Europa: inunda los mercados y tiene el control de toda la Commonwealth. Además, no van a existir creadores famosos en la moda española hasta los años treinta. El franquismo, por otra parte, se suma a la iniciativa personal de Pedro Rodríguez con la Cooperativa de Alta Costura…, sin defenderla en origen.
¿Qué nombres son para usted fundamentales en la moda española en el siglo XX? Balenciaga es clave dado el éxito parisino, pero Amancio Ortega es el vencedor industrial sin lugar a dudas
Balenciaga tiene un problema: es tan conocido, gusta tanto, que devora todo (risas). Por eso menciono otros autores en el libro, ya que son reseñables: Manuel Pertegaz, Asunción Bastida, etc. Amancio Ortega es, por otra parte, el gran fenómeno del siglo XX de la moda en España…
Siguiendo con Ortega ¿No es la externalización de la moda de Zara algo en detrimento de la industria española? Cada vez se ven menos fabricantes a gran escala aquí, cuando podríamos ser autosuficientes.
El panorama industrial en España es desolador, aunque pasa en todos los países occidentales. Ha sobrevivido poca cosa, manufacturas locales, centradas en cosas como la restauración de los vestidos de Balenciaga en la reciente exposición del museo Thyssen. A mí me gustaría que se protegiera por parte del Estado como patrimonio inmaterial: quizá en 25 años no se pueda recuperar…
¿Cuánto tiempo ha estado investigando este libro? Está muy trabajado, con decenas de nombres...
Diría que cinco años, aunque no sabría decirte de manera precisa. El libro tiene mucha dedicación.
¿Va a seguir escribiendo sobre estos temas? ¿No le tienta un enfoque feminista de la historia de España?
Sí, la moda siempre me gusta, es parte de la sociedad. El enfoque feminista siempre está en lo que hago: es parte de los derechos humanos. Pero no creo que la moda sea exclusiva de las mujeres; es un reflejo de la sociedad que somos.
Las propuestas heterodoxas en la historiografía española no abundan, por eso es excepcional el libro de Ana María Velasco Molpeceres, Historia de la moda en España. De la mantilla al bikini, un completo repaso desde los tiempos clásicos a la actualidad de la moda ibérica. Conversadora animada y...
Autor >
Julio Tovar
Periodista e historiador
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí