EDUCACIÓN
Las universidades españolas suspenden en valores de ciudadanía inclusiva
Tanto el equipo docente como el alumnado coinciden en la escasa atención a la diversidad en la metodología de enseñanza. Además, un 40% de estudiantes afirman haberse sentido discriminados
CTXT / Observatorio Social ‘la Caixa’ 31/03/2022
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“¿Se pueden enseñar competencias de ciudadanía inclusiva en el marco de la construcción de universidades más sociales?”. Con esta pregunta arranca una de las últimas investigaciones llevadas a cabo por parte del Observatorio Social “la Caixa”, que ha incluido un experimento de campo que mide la efectividad de nuevas metodologías específicamente centradas en reforzar las competencias morales y la empatía. Con una muestra de 216 participantes (81,94% de mujeres y 18,06% de hombres), el estudio tuvo lugar en la Universidad de Córdoba, concretamente entre el alumnado de primer año del Grado en Educación Primaria y el Grado en Educación Infantil.
La necesidad de encontrar y proponer alternativas metodológicas surge de una serie de datos extraídos por el propio Observatorio Social “la Caixa”, en el año 2019, a través de un cuestionario en el que se recogieron las respuestas de 2.539 alumnos y alumnas de ocho universidades públicas diferentes. La primera de las alarmas salta al comprobar que el 40% de las personas encuestadas afirmó haberse sentido discriminada en el último año, cifra que irá encontrando su fundamento conforme avance el repaso de resultados del estudio.
Preguntados acerca de la existencia de prácticas de atención a la diversidad en la metodología docente de su universidad, las respuestas de los profesores y las profesoras solo alcanzaron los 3,63 puntos, siendo 1 “totalmente en desacuerdo” y 5 “totalmente de acuerdo”. Es decir, superan ligeramente la barrera del 3 –“ni de acuerdo ni en desacuerdo”–, pero no alcanzan siquiera los cuatro puntos, que representarían un acuerdo parcial. En el caso de los alumnos y alumnas la cosa empeora, ya que su puntuación se queda en los 3,46 puntos, siendo, además, notablemente más baja la de aquellas personas que declaran haberse sentido discriminadas en algún momento de su vida estudiantil. Un factor que, como ya se ha dicho, no es anecdótico, sino que puede llegar a alcanzar a un 40% del alumnado encuestado. Esto último arroja la imagen de un sistema universitario en el que la atención a la inclusión no solo es insuficiente, sino que se ve mermada para quienes más la necesitan.
Con estos datos en la mano, se diseñó un modelo de evaluación que fuese capaz de detectar la evolución del desempeño del alumnado en términos de ciudadanía inclusiva. Los elementos a examinar fueron dos: la empatía y la competencia moral. El primero de ellos hace referencia a “la sensibilidad hacia la cosmovisión y esfera emocional de otras personas, particularmente de aquellas que padecen algún tipo de desventaja”, mientras que la competencia moral se refiere a “la capacidad de resolución de conflictos y toma de decisiones a partir de principios internos, superando razonamientos basados en el autointerés, la oportunidad, los prejuicios o las consideraciones simples”.
Además del grupo de control, se hicieron tres divisiones entre los y las participantes: un grupo de empatía, un grupo de competencia moral y un grupo combinado. Durante dos meses y medio, se impartieron 10 sesiones, de una hora cada una, centradas en la mejora de una, otra o las dos capacidades, respectivamente. Cabe destacar la utilización de herramientas teóricas sólidas para medir las variaciones en ambos casos, con el Test de Empatía Cognitiva y Afectiva (TECA) de López-Pérez, Fernández-Pinto y Abad (2019) y el Test de Competencia Moral, construido y validado por el psicólogo alemán Georg Lind (2019).
Los resultados muestran un incremento notable y significativamente mayor en la competencia moral del grupo dedicado a esa variable, mientras que las diferencias estadísticas entre el grupo de control y los grupos de empatía y combinado son inexistentes. Por otro lado, la empatía de los alumnos y las alumnas no mejoró, en ninguno de los cuatro grupos, tras las 10 sesiones.
Entre las explicaciones del equipo de investigación destacan la predominancia de mujeres en la muestra, ya que los roles de género parecen generar una capacidad empática alta –por lo tanto, difícil de mejorar– en la población femenina, y los pobres resultados arrojados por el pretest en lo referente a la competencia moral, que facilitaron un incremento notable.
Tanto el cuestionario previo como el experimento ofrecen una serie de conclusiones que apuntan, de forma confluyente, hacia un déficit de valores inclusivos en la enseñanza universitaria. Además, el segundo de estos elementos de investigación va un paso más allá y plantea la posibilidad de optar por metodologías que coloquen estos valores en una posición de mayor centralidad, en pos de reducir fenómenos como aquella discriminación tan normalizada (40%).
Para terminar, el informe pide ampliar su propio foco de observación, con la sugerencia de “abordar también otro tipo de capacidades (comunicación en contextos de diversidad, actitud de responsabilidad social, ética del cuidado, etc.), así como enfoques integradores de las metodologías profesionalizadoras con las de formación en ciudadanía”.
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CTXT / Observatorio Social ‘la Caixa’
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