
Salud mental.
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No hay carretera sin barru
nin prau que non tenga hierba
nin mociquina de a quince
que non sea guapa o fea.
Mi madre hizo parte de sus estudios en Oviedo en los primeros años cincuenta. Tal vez por ello cantaba con frecuencia la canción asturiana que comienza con la estrofa que precede a este escrito. Siempre me ha fascinado la sabiduría que encierra su letra y, desde los inicios de mi residencia en 1980, he acariciado la idea de escribir sobre ella y su relación con los modos de entender la salud y los trastornos mentales.
No hay carretera sin barru
Que “no hay carretera sin barru” es una afirmación general que cumpliría las exigencias de Popper para poder ser considerada una proposición científica. Sostener una afirmación así es muy exigente. Nos exigiría conocer todas las carreteras existentes y haber comprobado que todas ellas tienen o han tenido barro. Como esto no es fácil, no podemos tener certeza de que la afirmación sea verdadera, aunque podremos, de acuerdo con Popper, considerarla provisionalmente verdadera hasta que alguien pueda mostrarnos al menos una –pero basta con una– carretera que no tenga ni haya tenido barro. La credibilidad de la afirmación será mayor cuantas más carreteras (todas sin barro) conozcamos. Es lo que sucede con este conocimiento inductivo en el que se hace una afirmación general (sobre todas las carreteras) a partir de la observación de casos particulares (algunas carreteras).
No hemos podido decir algo parecido a “no hay carretera sin barro” de ninguna de las condiciones que atendemos en nuestra práctica clínica
Esta forma de conocimiento nos obliga a ser modestos. En primer lugar, porque, como decíamos, sólo nos permite enunciar verdades provisionales, que lo son hasta que alguien encuentre un caso que las contradiga. También porque produce saberes locales, que son ciertos en determinadas condiciones, pero no en otras. Hay cosas, por ejemplo, que suceden en la superficie de la Tierra, pero no si estamos orbitando en torno a ella en una nave espacial. De hecho, es bastante probable que no haya carreteras sin barro en Asturias, pero quizás no tanto en Mauritania.
Este conocimiento provisional y local nos permite actuar sobre nuestro medio de un modo eficaz. Nos permite saber cosas como a qué velocidad y con qué fuerza llegará al suelo un sólido que se ha elevado y dejado caer desde determinada altura o a qué velocidad se moverá uno que ha recibido el impacto de otro sólido de una determinada masa que se desplazaba a determinada velocidad, y esto nos permitirá diseñar artefactos o hacer cosas como jugar al billar.
De este tipo de conocimiento tenemos poco los profesionales de salud mental. No hemos podido decir algo parecido a “no hay carretera sin barro” de ninguna de las condiciones que atendemos en nuestra práctica clínica. Muy frecuentemente alguien ha hecho este tipo de afirmaciones. Y muy frecuentemente la comunidad profesional se ha lanzado con entusiasmo a darlas por verdaderas sin reparar en que, por su propia naturaleza, eran como máximo, provisionalmente verdaderas. Lo peor es que de momento todas las que se han hecho han resultado con el tiempo ser definitivamente falsas, porque han aparecido carreteras sin barro o en nuestro caso personas que cumplían los criterios de trastorno depresivo o esquizofrénico y no tenían las alteraciones bioquímicas, genéticas o en la neuroimagen que se suponía causaban el trastorno. La última de estas decepciones es la refutación de la hipótesis de que la depresión está causada por un déficit de serotonina que han realizado Joanna Moncrieff y sus colaboradores, revisando la investigación empírica que intentaba probarla.
La última de estas decepciones es la refutación de la hipótesis de que la depresión está causada por un déficit de serotonina
Se ha acumulado mucho conocimiento que tiene un valor local y puede servir para guiar estrategias de intervención. Se han encontrado por ejemplo sustancias cuyo uso alivia determinados malestares en muchas de las personas que los padecen. También se ha demostrado que este sufrimiento mejora mediante determinado tipo de relaciones o conversaciones (en eso consiste la práctica psicoterapéutica). Se ha encontrado que muchas de las personas que cumplen los criterios para el diagnóstico de determinados trastornos han sufrido experiencias traumáticas, pero no sucede en todas y no podemos afirmar que sean su causa. Además, experiencias muy parecidas dan lugar a manifestaciones “clínicas” muy distintas. Pero sí sabemos que muchas personas han encontrado beneficioso volver, en determinadas circunstancias –terapéuticas– y con determinadas garantías, sobre estas experiencias (de nuevo la psicoterapia). La División de Psicología Clínica de la Sociedad Británica de Psicología ha realizado una importante revisión de lo que local y provisionalmente es sostenible con base en la investigación.
De la otra forma de lograr proposiciones universales, la que nos permite saber que la suma del cuadrado de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa, no tenemos ejemplos en el abordaje de la salud y los trastornos mentales. Lo que tenemos son trampantojos que hacen aparecer como evidente algo que no está allí.
Nin prau que non tenga hierba
Un prado es, según la Real Academia, una tierra muy húmeda o de regadío, en la cual se deja crecer o se siembra la hierba para pasto de los ganados. Si un terreno no tuviera hierba no sería por definición un prado.
La segunda aseveración de la canción es necesariamente cierta. Pero no nos proporciona ningún conocimiento ni tiene ninguna utilidad. Nadie duda de que un prado vaya a tener hierba.
Decimos que alguien está deprimido porque sabemos que se quiere matar y eso es tan legítimo como saber que algo es un prado porque tiene hierba
La práctica de las profesiones de la salud mental ha sido, a pesar de ello, pródiga en esta forma de aproximarnos –aparentemente– a la verdad. Podemos aplicarle a alguien el diagnóstico de depresión porque está triste la mayor parte del día, ha perdido el gusto o el interés por las cosas, las ganas de comer, se siente inútil o culpable y cansado y sin energía y tiene ganas de quitarse de vida. En este caso no es el Diccionario de la RAE el que nos dice que vamos a llamar a un terreno prado si tiene hierba, sino el DSM-5, el que nos dice que vamos a llamar depresión a lo que suponemos que le sucede a alguien a quien le pasan muchas de estas cosas a la vez. El conocimiento que en todo caso nos aporta esto es saber que estas cosas es frecuente que ocurran juntas (lo que no es poco, porque nos servirá por ejemplo para que nos preguntemos si quien nos cuenta otras manifestaciones está planificando matarse). Pero no nos proporciona una explicación de nada. Decimos que alguien está deprimido porque sabemos que se quiere matar y eso es tan legítimo como saber que algo es un prado porque tiene hierba. Pero es frecuente pretender que decir que alguien se quiere matar porque tiene una depresión es una explicación. Y eso es tanto como “explicarse” que este terreno tiene hierba porque es un prado.
Nin mociquina de a quince que non sea guapa o fea
Todo es algo o el contrario de ese algo. Lo que puede decirse de las mociquinas de a quince puede decirse de las de a cuatro o de las de sesenta y ocho. Y también de las montañas, las olas, las estrellas o las estrategias de ajedrez. Esa es la primera gracia de los dos últimos versos de la estrofa.
Pero hay otra. Guapa y fea son juicios que alguien hace sobre el aspecto de una persona y hablan de quien hace el juicio más que de quien es objeto de él. Alguien es guapo o feo para mí. Si la canción dijera alta o baja lo que podríamos es preguntarnos cuál es la altura que separa ambas categorías. Pero una vez establecida esta, todas las personas entrarían en una u otra categoría para todo el mundo. No es así con la estimación de la belleza. Las personas no son guapas y feas: me lo parecen a mí.
Ha habido siempre una referencia a un criterio de normalidad que ha demostrado ser muy poco sostenible
De esto ha estado lleno el pensamiento con el que se ha querido abordar la salud mental y sus alteraciones. No de una presencia de lo subjetivo, lógica en unas disciplinas que bregan precisamente con la (inter)subjetividad. Sino de una presencia de lo subjetivo en una acción que se quiere revestir de objetividad. Más claramente: de una negación de la subjetividad desde la que los profesionales nos acercamos a nuestra tarea. Ha habido propuestas de fundamentar las más importantes diferencias psicopatológicas en el carácter de comprensible o no de la experiencia y el comportamiento de otra persona. Y ha habido siempre una referencia a un criterio de normalidad que ha demostrado ser muy poco sostenible a poco que uno se desplace en el tiempo o en el espacio.
La canción asturiana nos ofrece tres caminos para intentar hablar de las cosas que nos interesan. Los profesionales de la salud mental tendremos que tomar una decisión con respecto a cuál de ellos queremos transitar y por qué. No podemos olvidar tampoco que la siguiente estrofa de la canción dice precisamente:
Adiós, mocina, adiós clavel que te vengo a ver
de mañana y tarde.
De noche non puede ser que me rinde el amor que me pega tu padre.
No hay carretera sin barru
nin prau que non tenga hierba
nin mociquina de a quince
que non sea guapa o fea.
Mi madre hizo parte de sus...
Autor >
Alberto Fernández Liria
es psiquiatra actualmente jubilado. Ha sido presidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatría y miembro de la Comisión Nacional de Psiquiatría y del Comité Técnico de la Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud.
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