republicanismo
Recordar a los federales
Memorias del viaje de Elías Reclus y Fernando Garrido por la España posterior a La Gloriosa, con Bakunin, Marx, Engels, Mazzini y Pi conspirando en la trastienda
Guillem Martínez 10/02/2023
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Impresiones de un viaje por España en tiempos de Revolución –creo que su última edición es en Pepitas, Logroño, 2007– es un libro escrito por Elías Reclus, que cuenta un viaje por la España inmediatamente posterior a La Gloriosa, en compañía de líderes republicanos, como Fernando Garrido. En algún momento, como en el tramo en el que Reclus y Garrido recorren la comarca del Empordà, el viaje se transforma en una serie de verdaderas proclamaciones republicanas, en las que se formula un republicanismo extraño, fascinante y, desde entonces, irrepetible. Si bien, ahora que lo pienso, todo esto que he escrito hasta ahora no significa nada, pues casi ninguna de las palabras utilizadas posee ya significado alguno. Lo que he escrito requiere, por tanto, una explicación. Por lo que, a continuación, intentaré reponer su significado a todas estas palabras. Empezaré por las palabras ‘Elías’ y ‘Reclus’.
Elías Reclus no es otro que Élie Reclus, etnógrafo, hermano del conocido geógrafo Élisée Reclus. Como él, hablaba castellano, tras unos años por Sudamérica. Cuando llega a España ya es un masón adscrito al Gran Oriente de Francia, un anarquista asociado a la Federación del Jura, a la que también está adscrito Bakunin. Es más, también es miembro de la asociación secreta –la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores o Primera Internacional) no admitía ese tipo de asociaciones internas, por lo que Bakunin optó por su secreto– Alianza de la Democracia Socialista, una asociación anarquista, determinante, por otra parte, en España. Por esos años, en 1868, llegaba a España, siguiendo las indicaciones de Bakunin, Giuseppe Fanelli, senador italiano. Tenía el encargo de presentar la AIT, y de buscar asociados en los núcleos obreros de Barcelona y de Madrid. El proyecto era, en previsión de un futuro choque en la AIT entre marxistas y antiautoritarios, incorporar a España a la AIT, sí, si bien dentro del campo antiautoritario. Fanelli formó dos grupos de afiliados a la AIT en Madrid y Barcelona. Pero –ese hombre era un desastre– se hizo un lío con los papeles, de manera que los nuevos afiliados no firmaron su ingreso en la AIT, sino, en realidad, en la asociación secreta de Bakunin. Ese equívoco llegó a oídos de Engels y Marx unos años después, momento en el que se desató la furia. El cubano Paul Lafargue, yerno de Marx, vino a poner orden. De su viaje nace la fundación del PSOE, el primer partido obrero español, así como el éxodo, echando leches, de anarquistas madrileños a Barcelona, donde la tradición anarquista era superior a la marxista. Reclus, para acabar este paréntesis, vivía, en los años de su viaje español, un momento dulce, que duraría hasta 1871, cuando participó en la Comuna de París. En aquel momento llegó a ser el director de la Biblioteca Nacional de Francia. Posteriormente, fue encarcelado hasta 1879. Logró salir, como su hermano, gracias a una carta firmada por lo más granado del mundo científico del momento. El documento contó, por ejemplo, con la firma de Darwin.
El mayor control del Estado es un sistema de contrapoderes, en el que la soberanía queda dividida en tres sujetos
Fernando Garrido es, a su vez, un político socialista español. Nacido en Cartagena, fue criado en Cádiz. Difundió a Proudhon, a Saint-Simon. Y a socialistas más próximos a él, como Blanc y Fourier. Es autor de uno de los primeros manifiestos socialistas en España, y de folletos como La República Democrática Federal Universal, o La Democracia y el Socialismo, con prólogo de Mazzini. De hecho, conoció a Mazzini, así como a los Reclus, en uno de sus exilios en Londres. Fue diputado en las Cortes constituyentes de 1869 y, ya en la República, gobernador de Filipinas. Tras el golpe de Pavía, se dedicó a estudiar y a difundir el cooperativismo en la industria y en la agricultura. Garrido, en fin, es miembro de la primera generación de demócratas españoles. Una generación beligerante y fascinante. Unen democracia política a democracia económica, por lo que se suelen declarar socialistas. En otras ocasiones, se autodenominan anarquistas. Esto es: tienen miedo de la furia del Estado, por lo que idean mecanismos para limitarlo, para evitar sus excesos sobre la ciudadanía y la democracia. Llegan a la conclusión de que el mayor control del Estado es un sistema de contrapoderes, en el que la soberanía queda dividida en tres sujetos: el Estado, el Estado Federado y el Municipio, siempre en discusión, siempre controlándose. A esto se le llama federalismo. El federalismo era, claro, anterior a ellos. Existía en Suiza, en Estados Unidos. Y, al menos nominalmente, en la América del Sur republicana. Pero esta nueva formulación del federalismo relacionado con la asociación voluntaria de ciudadanos, con el socialismo y con la corrección económica, es una aportación de Pi i Margall y de Proudhon, que, sin contacto alguno, dibujaron un federalismo similar y con varios meses de diferencia.
Lo que, aunque no aparezca en el texto, nos lleva a hablar de Pi i Margall. Hijo de obreros, se licenció en Derecho mientras trabajaba en una fábrica. Traductor de Proudhon, ingresó en el Partido Demócrata. En ese partido desarrolla en la prensa del momento un intenso debate con Castelar, amigo y correligionario. Es, ojo, el primer debate sobre socialismo en España. Castelar defiende que el socialismo no es democrático. Pi, que el socialismo era la democracia. Con La Gloriosa, el partido se divide entre partidarios de una monarquía constitucional y partidarios de una república federal. Nace así el Partido Republicano Democrático Federal, el gran partido de la I República, que agrupa a las clases medias y a la clase obrera. De ese partido provenían, para situarnos, los obreros de los dos grupos que fundó Fanelli. De hecho, los sectores obreros abandonarán ese partido en breve. Bajo el influjo antipolítico de Bakunin, y para no volver a formar parte de ningún partido nunca más, o para ingresar en el PSOE. El PRDF, en cierta manera, se prolongó hasta 1939, momento en el que, conocido ya como Partido Federal –liberalismo social y libertario, masones próximos a la CNT en ocasiones–, realiza su canto del cisne: participa, se involucra en el golpe de Casado bajo las tesis de la CNT, para acabar con una guerra que estaba exterminando –fue así, con todas las letras–, una tradición nacida en La Gloriosa. En la agenda de Pi está dar una solución –federal, otorgando controles que evitaran la primacía del Estado federado, o del Estado Federal– para Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Una solución efectiva a la esclavitud. El establecimiento de un nuevo sistema de comunicaciones, alejado del sistema radial, la unidad comercial y económica, la libertad sindical, la adopción del sistema cooperativista para intensificar y extender la industrialización en España. Gracias a la conjugación de estas y más cosas, España, durante unos meses –y por varias décadas– fue el sistema democrático más avanzado del mundo.
En aquel momento las banderas no son importantes, por lo que no hay reclamación de una bandera
Algo de todo ello aparece en el libro de Reclus. En el periplo empordanès, Reclus y Garrido van de pueblo en pueblo, donde les salen a recibir masas vinculadas o simpatizantes del Partido Republicano Democrático Federal. Con precisión fotográfica, esos fragmentos permiten ver el republicanismo de la I República en acción. Son hombres y mujeres, de extracción obrera, pletóricos. En aquel momento las banderas no son importantes, por lo que no hay reclamación de una bandera. Aun así, algunos federales despliegan las banderas de Suiza y la de Estados Unidos por las calles, en tanto son las banderas de las únicas federaciones que se conocen. Tanto Reclus como Garrido son siempre llevados en volandas a un teatro, o a un local, en el que improvisan discursos. Formulan la República. La República es el fin de la Guerra en Cuba, el fin del caciquismo, el fin de la explotación en fábricas, el fin de la primacía de la Iglesia. Pero, también, el inicio de cosas nuevas. Por ejemplo, la constatación de algo que nadie había visto hasta entonces. En Palamós, los oradores, desde el escenario de un teatro en el que se han sentado en sendas sillas, junto a todos los próceres republicanos del pueblo, hablan de la mujer. Cuando acaban su discurso, Reclus y Garrido ceden sus sillas a dos mujeres y bajan a la platea. Lo mismo hace todo el mundo del escenario. Al final, el escenario está lleno de mujeres, y la platea de hombres. Ambos grupos se aplauden unos a otros. Tal vez es la primera vez que se ven desde la igualdad y la fraternidad, las primas sexis de la muy sexi libertad.
Impresiones de un viaje por España en tiempos de Revolución –creo que su última edición es en Pepitas, Logroño, 2007– es un libro escrito por Elías Reclus, que cuenta un viaje por la España inmediatamente posterior a La Gloriosa, en compañía de líderes republicanos, como Fernando Garrido. Si bien, ahora que lo pienso, todo esto no significa nada, pues casi ninguna de las palabras anteriores posee significado alguno. Por lo que he intentado, en este breve artículo, reponer su significado a todas estas palabras.
Impresiones de un viaje por España en tiempos de Revolución –creo que su última edición es en Pepitas, Logroño, 2007– es un libro escrito por Elías Reclus, que cuenta un viaje por la España inmediatamente posterior a La Gloriosa, en compañía de líderes republicanos, como Fernando Garrido. En algún...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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