1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

JOSÉ SARAMAGO / NOBEL DE LITERATURA

“Israel es rentista del Holocausto”

Tras visitar Ramala en 2002, el escritor concedió esta entrevista, publicada en el libro ‘¡Palestina existe!’, en la que reflexiona sobre el apartheid en Israel

Javier Ortiz 17/10/2023

<p>José Saramago. / <strong>Wikimedia Commons</strong></p>

José Saramago. / Wikimedia Commons

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

En marzo de 2002, el Nobel de Literatura José Saramago visitó Ramala como parte de una delegación del Parlamento Internacional de Escritores, de la que también formaba parte el español Juan Goytisolo. A su vuelta, el periodista Javier Ortiz le propuso una entrevista en profundidad –“¡Pero si yo no soy un experto! Muchísima gente tiene conocimientos más profundos que los míos”– a la que finalmente el escritor accedió. Después de una cena en Madrid, la conversación se prolongó a través de muchos correos electrónicos, que el Nobel, ya sumido en una prolongada gira de conferencias por Estados Unidos, fue respondiendo poco a poco. La entrevista se publicó ese mismo año en el libro ¡Palestina existe! (Akal), en el que también participaron el lingüista y filósofo Noam Chomsky, y los escritores James Petras, Edward W. Said y Alberto Piris.

Por su interés informativo, CTXT reproduce una parte amplia de aquella conversación que, lamentablemente, mantiene una vigencia extraordinaria. Como dejó dicho Saramago hace 21 años: “El objetivo deseable y posible es que los palestinos vean reconocido su derecho a tener un Estado digno de ese nombre, con fronteras seguras y claramente definidas”.

Tengo entendido que ya habías estado antes por allí. ¿En qué condiciones? ¿Cómo fueron esas experiencias?

La primera vez que viajé a Israel fue, si no me equivoco, en 1990, para la presentación de la traducción hebraica de Memorial del convento. Se me ofreció, entonces, la posibilidad de viajar por la región, desde Belén hasta la frontera con el Líbano y a los montes del Golán. Sólo al final del viaje supe que había sido transportado en un coche blindado... No pude tener entonces contacto con los palestinos, pero no fui insensible a su silencio ni a la tristeza de las miradas que se cruzaban con las mías. Debo confesar, sin embargo, que, probablemente por la satisfacción de verme traducido por primera vez al hebreo y por las atenciones (tanto particulares como oficiales) de que me vi rodeado, no presté la debida atención a la situación de los palestinos. Seguramente también influiría en mi relativa desatención la apariencia de “paz” que en esa época se observaba. Cuando regresé a Lisboa di una conferencia sobre las impresiones del viaje, en particular las emociones que experimenté en los diversos lugares que mantienen viva la memoria del Holocausto.

Oí la protesta indignada de los que vieron sus casas destruidas, los lamentos de los que lloraban a sus muertos

Esta vez has estado cinco días, ¿no? ¿Qué viste, con quién hablaste?

Lo que vi en Palestina me hizo comprender que mucha de la información corriente que circulaba en los medios de comunicación (me refiero a la información anterior al agravamiento de la situación, una vez que ahora difícilmente alguien podrá alegar ignorancia) era insuficiente y superficial, cuando no tergiversada, salvo en ocasiones muy concretas, cuando el dramatismo de los episodios narrados o una fácil aprehensión de las imágenes hacían “atractiva” la noticia. Con mis colegas, estuve en Ramala y en la Franja de Gaza, oí la protesta indignada de los que vieron sus casas destruidas, los lamentos de los que lloraban a sus muertos, vi largas filas de palestinos a la espera de que les permitieran el paso en los puestos de control para ir a trabajar en el “otro lado”, percibí la frialdad con que los soldados israelíes intentaban enmascarar su propio miedo... Se respiraba la tensión en el ambiente, corrían noticias de concentraciones de tanques, era evidente que el Ejército israelí estaba preparándose para una ofensiva a gran escala. Sabemos lo que sucedió después.

Se te ha reprochado que no mostraras interés por contactar con escritores israelíes y conocer sus puntos de vista.

Hablé con escritores israelíes situados políticamente a la izquierda que me expresaron sus preocupaciones y su voluntad de paz. Me di cuenta de que existe una minoría de israelíes que desean una solución justa para los palestinos, pero también se me hizo claro que ningún partido en Israel, en el actual marco político, tiene condiciones para hacer suyas y promover entre la población esas aspiraciones de paz y de justicia. Conviví durante algunas horas con un admirable grupo de teatro formado por judíos y palestinos, cambié impresiones y admiré el valor de jóvenes que pagaron con la cárcel su negativa a prestar servicio militar en los territorios ocupados. Pero es obvio, incluso para un observador superficial, que la mejor parte del pueblo israelí se encuentra atada de pies y manos, y sin la mínima posibilidad de organizarse políticamente para los cambios necesarios.

Con todo el ruido que organizó la visita, mucha gente no se enteró de que uno de los objetivos del viaje era visitar a Mahmud Darwish. Háblame de él.

El objetivo inicial del viaje, del que antes he hecho referencia, nunca se olvidó. En un teatro de Ramala se realizó una lectura de textos poéticos y de ficción, tanto de los escritores de la delegación como de poetas y escritores palestinos. Mahmud Darwish estaba presente y fue aplaudido como pocas veces he visto aplaudir a un poeta. Se percibía que la voz de Mahmud, no siendo la voz única del pueblo palestino, es aquella que con más intensidad expresa sus dolores y sus esperanzas. Me pregunto si están todavía vivos todos aquellos hombres y mujeres que llenaban el teatro. Me pregunto si el propio teatro todavía estará en pie.

La comparación que hiciste entre la situación en que el Gobierno de Israel mantiene al pueblo palestino y la que vivieron muchos judíos en campos de concentración nazis como el de Auschwitz ha levantado muchas y muy furibundas iras. ¿Qué pretendías al hacer esa comparación? ¿En qué sentido te parece rigurosa y en qué sentido crees que sería impropio establecerla?

Para los judíos, Auschwitz es la palabra prohibida. Llegaron a decirme en Jerusalén que podía llamar a los israelíes lo que quisiera, pero que nunca pronunciara tal palabra. Auschwitz es para los judíos una herida que probablemente no cicatrizará jamás. Pero es también una herida que ellos no quieren ver cicatrizada, que constantemente arañan para que continúe sangrando, como si pretendieran hacernos responsables de ella. Auschwitz, en cierto modo, impide a los judíos enfrentarse con la realidad del mundo.

Es evidente que tenía clara conciencia de lo que iba a suceder al pronunciar la palabra maldita, pero creo que fue el hecho de haberla dicho y de haberme arriesgado a las consecuencias lo que hizo renacer un debate cada vez más necesario, el debate que servirá para esclarecer las responsabilidades del pueblo de Israel en su propia situación. The Wall Street Journal escribió que mis declaraciones habían levantado en Europa una ola de antisemitismo. Es absurdo, no puedo tanto... Además, si algún antisemitismo anda por ahí, la culpa no la tengo yo, sino precisamente quien de él se queja, es decir, el Gobierno de Israel y la mayoría que lo apoya.

Mis declaraciones sobre Ramala y Auschwitz han sido tergiversadas sistemáticamente. Yo no comparé los hechos de Ramala con los hechos de Auschwitz, sino el espíritu de Auschwitz con el espíritu de Ramala. Lo anuncié cuando esa realidad era ya patente para cualquier persona que se atreviera a mirarla de frente. Luego el Ejército israelí se ha encargado de confirmarla del modo más terrible.

Auschwitz, en cierto modo, impide a los judíos enfrentarse con la realidad del mundo

El “plan de paz” que Sharon presentó a Bush para obtener su visto bueno apunta claramente en esa dirección. Prevé un remedo de Estado palestino sin capacidad militar y con autoridad sobre un territorio reducido, que incluiría zonas de seguridad, vallas, alambradas electrificadas y puestos de control, todo ello destinado a separar físicamente a los árabes de los israelíes. Dibujemos un mapa y veremos nítidamente que lo que Sharon pretende es convertir el llamado “territorio palestino” en un inmenso campo de concentración.

No me ha sorprendido, insisto, la reacción que ha tenido la referencia a Auschwitz. Es más, podría decir que, aparte de esperarla, la forcé deliberadamente. Si hubiera formulado una crítica rutinaria, habría encontrado un eco rutinario. Todos los días se producen críticas rutinarias contra Israel y nadie las tiene en cuenta. Esta ha obligado a que se discuta sobre el fondo del problema. Israel está expulsando a los palestinos y, a los que no consigue expulsar, los recluye en algo que cada día adquiere más nítidamente los caracteres de un espacio concentracionario.

Sabes que no eres el único que utiliza el símil de “campos de concentración” al referirse a Palestina.

Claro que no. Ni en público ni en privado. Por citar sólo un ejemplo, te diré que me acaba de llegar una carta de Brasil, de un brasileño judío, con unas reflexiones propias muy interesantes, y con citas de intelectuales judíos que todos admiramos y que nos ayudan a entender lo que pasa. Una de estas citas es de Hannah Arendt, que, hace años, refiriéndose a la tragedia de su pueblo, escribió: “Es perfectamente concebible, e incluso cabe dentro de las posibilidades políticas prácticas, que un bello día, una humanidad altamente organizada y mecanizada llegue a la conclusión, de manera democrática –es decir, por decisión de la mayoría–, de que a la humanidad, entendida como un todo, le conviene liquidar ciertas partes de sí misma”. Para Hannah Arendt a esta conclusión se llega cuando se admite que hay pueblos “descartables”, a los que se les puede despojar primero de su tierra, luego de la condición de ciudadanos con derechos, finalmente de la vida que van arrastrando casi sin capacidad de defensa. Mi corresponsal brasileño decía que el pueblo palestino, para el gobierno de Israel, para los ciudadanos que lo han elegido y para las dictaduras árabes vecinas, se ha convertido en un “pueblo descartable”, a imagen y semejanza de lo que ocurrió con el pueblo judío en los primeros decenios del siglo XX. Y hay similitudes si lo miramos bien.

¿Has recibido estos días muestras de apoyo, de concordancia con tus planteamientos, por parte de judíos?

Sí, muchas, y algunas son testimonios desgarradores de personas que sufrieron en sus carnes todos los atropellos por el hecho de ser judíos, incluso la experiencia terrible del campo de concentración. Tengo cartas de supervivientes o de familiares de supervivientes que no consiguen entender la política de Ariel Sharon ni a quienes conociéndolo lo votaron. El gran poeta Juan Gelman, también judío, ha escrito, y me lo mandó para que lo leyera, un artículo que habla de los refuzniks, los reservistas de las fuerzas armadas israelíes que se niegan a servir en los territorios palestinos ocupados. Pues bien, en ese artículo además de contar los agravios que sufren los refuzniks, es decir, cárcel, pérdida de empleo, aislacionismo social, la consideración de traidor, tanto para el reservista como para su familia, Gelman, que sabe de lo que habla, narra historias de civiles que no escapan del clima de intolerancia operante. Textualmente dice: “La mítica cantante Yaffa Yarkoni, de setenta y siete años, que desde la guerra de 1948 ha acompañado todas las batallas de las tropas israelíes, luego de mirar un noticiero con escenas de Yenín declaró a la radio del ejército: ‘Cuando vi a los palestinos con las manos atadas a la espalda, hombres jóvenes, me dije: es lo mismo que nos hicieron en el Holocausto. Somos un pueblo que atravesó el Holocausto. ¿Cómo somos capaces de hacer esto?’. Reuven Rivlin, ministro de Comunicaciones, calificó esas palabras de blasfemia y se suspendió un homenaje a Yarkoni que se venía preparando desde hacía dos años: no por las presiones del gobierno, sino del público”. Hasta aquí el relato de Gelman, aunque podríamos seguir leyéndolo, porque cuenta que 43 profesores de la Universidad firmaron una declaración para impedir que el exministro de Justicia de Israel Yossi Beilin pudiera impartir una conferencia en la Universidad Ben Gurion por haber participado en la elaboración de los acuerdos de paz de Oslo. Recuerda también Gelman una frase de Michael Lerner: “Si un pueblo está involucrado en la brutalidad hacia fuera, es seguro que la crueldad y el odio se reflejarán también dentro de esa comunidad”. Por cierto, el número de refuzniks es algo así como el uno por mil de los 400.000 reservistas del ejército israelí.

(...)

¿Cómo puede entenderse que gentes que se dicen de izquierda defiendan la existencia de un Estado de base religiosa, que prohíbe el matrimonio civil, que limita los derechos políticos de una parte de su población, que niega la ciudadanía a quienes siempre vivieron allí y la concede en función de la adscripción religiosa, que tiene legalmente regulada la tortura, etcétera?

Mientras no “refundemos” la izquierda (¿cuándo, cómo y con qué ideas?), todas las confusiones son y serán posibles. En cuanto a Israel, está claro que se trata de un Estado parateocrático en el que se ha perdido (si es que alguna vez la tuvo) una noción consensual de pensamiento de izquierda, tal como, hasta tiempos recientes, lo entendíamos en Europa.

Se te ha tachado de antisemita. ¿Cuáles son tus sentimientos ante el pueblo judío?

Llamarme antisemita es una cortina de humo, o simplemente una estupidez malintencionada. En todo cuanto he escrito hasta hoy no se encuentra una sola palabra de donde honestamente se pueda concluir la existencia, en mí, de ese sentimiento. Cuando los judíos creían y difundían que había escrito Ensayo sobre la ceguera pensando en el Holocausto, no me llamaban antisemita. Cuando se decía, sin el más mínimo fundamento, que uno de mis libros lo había escrito en Israel, tampoco me llamaban antisemita. Dicen ahora que lo soy porque esa falsedad conviene a su propaganda.

Me manifiesto en contra de la incapacidad que están demostrando los israelíes para extraer lecciones de humanidad de los espantosos sufrimientos que padecieron sus antepasados

Pero sí me manifiesto en contra de la incapacidad que están demostrando los israelíes para extraer lecciones de humanidad de los espantosos sufrimientos que padecieron sus antepasados. En lugar de aprender de las víctimas, se han inscrito en la escuela de los verdugos. ¿Que ayer fueron segregados? Ahora segregan. ¿Que fueron torturados? Ahora torturan. Hay un fragmento de El evangelio según Jesucristo en que, indirectamente, coloco a los judíos de cara a su responsabilidad en relación a los palestinos, pero eso no lo entendieron los israelíes. Dos horrores les impiden a los judíos mirarse al espejo: el de Auschwitz y el de su propia conciencia ahora.

Es desalentador comprobar, como antes decías, qué magras son las filas del verdadero pacifismo israelí, ¿verdad?

Es que resulta mucho más fácil educar a los pueblos para la guerra que para la paz. Para educar en el espíritu bélico basta con apelar a los más bajos instintos. Educar para la paz implica enseñar a reconocer al otro, a escuchar sus argumentos, a entender sus limitaciones, a negociar con él, a llegar a acuerdos. Esa dificultad explica que los pacifistas nunca cuenten con la fuerza suficiente para ganar... las guerras.

En este caso, además, estamos hablando de un pueblo que vive preso de un imaginario enfermizo que le hace sentirse “elegido” y, por tanto, avalado por una patente de corso de origen divino.

En cierta ocasión –tú me lo contaste hace meses– te ofrecieron formar parte del cuadro de honor de una fundación norteamericana integrada –tal vez no de derecho, pero sí de hecho– en el lobby sionista estadounidense, y te negaste. Si no me falla la memoria, les explicaste tu negativa haciendo una relectura del mito del enfrentamiento entre David y Goliat, relectura que luego has reflejado en algunos artículos. ¿Podrías recordar aquel episodio?

Se trataba de la Fundación Raoul Wallenberg. Pretendían nombrarme miembro honorario, y yo rehusé. Añadí que aceptaría con el mayor gusto la invitación el día que una voz de un judío con responsabilidades oficiales y públicas pronunciara una palabra que se oyera en todo el mundo en defensa de los derechos del pueblo palestino. Me dijeron entonces que yo no podía comprender la historia del pueblo hebreo (es un argumento muy usado, ése de que no podemos comprenderlos) y que su lucha había sido siempre la de David contra Goliat, el minúsculo contra el gigantesco, el débil contra el fuerte, etcétera, etcétera. Se me ocurrió entonces (nunca lo había pensado antes) que esa historia siempre había sido mal contada, que, en realidad, el más fuerte de los dos era David, porque tenía un arma, la honda, capaz de herir o matar a distancia. Ante el descontento de las personas que me habían invitado, añadí, irrefutablemente, que David estaba armado con lo que en aquel tiempo, desde la perspectiva de hoy, podía asociarse a una pistola y que Goliat no había tenido siquiera la posibilidad de aproximarse. No creo haberlos convencido, pero sólo porque hay verdades que son difíciles de tragar cuando nos alimentamos espiritual y materialmente de mitos.

Leí que tus libros han sido retirados de las estanterías de las librerías israelíes, donde venían teniendo una excelente acogida.

En aquellos días, efectivamente, hubo librerías que, por decisión propia o presión de los lectores, retiraron mis libros. Sé que, en ciertos casos, algunas que habían retirado los libros de los escaparates pasaron después a venderlos por debajo del mostrador…

De todas formas, según me cuentan, en marzo se vendieron en Israel 3.000 ejemplares de Todos los nombres. En abril, tras mis declaraciones en Ramala, 280. Eso parece indicar que 2.720 lectores estaban equivocados sobre mí y que 280 sabían quién era yo. Ésos son los que me importan.

He leído que te han reprochado no tener en cuenta que donde tus libros han tenido tradicionalmente más éxito es en Israel, no en Palestina.

Y yo he respondido que ése es un argumento estúpido y mezquino, que evidencia una mentalidad avariciosa. Es verdad que en Israel no falta dinero para comprar libros, pero yo no comercio conmigo mismo: no me vendo a quien compra mis libros.

De todos modos, que esa gente tan preocupada por mis derechos de autor no se inquiete: mis obras también están traducidas al árabe. Estoy seguro de que algunos de mis libros también circularán por Palestina. Aunque es probable que más de un ejemplar haya quedado enterrado bajo los escombros de Yenín.

En cualquier caso, no deja de producir una cierta melancolía ver a judíos rompiendo libros, retirándolos de la vista o quemándolos. También eso sugiere paralelismos terribles.

Este tipo de represalias representa uno de los capítulos más comunes de la interminable historia de la intolerancia. El libro ha sido siempre una de sus primeras víctimas. Cuando se prohíbe un libro, lo que se quiere es eliminar a la persona que lo escribió.

Un conocido periodista israelí ha escrito que “si Israel es como el IlI Reich, entonces Tel Aviv es como Dresde, con lo que podría ser bombardeada sin remordimientos”. Se deduce de ello que, para él, el bombardeo de Dresde fue una decisión justa, lo que implica una traslación de las responsabilidades de los crímenes de Hitler al conjunto de la población alemana de su tiempo. ¿Has percibido un sentimiento generalizado de ese tipo en la opinión pública israelí con respecto a la población palestina? ¿Hay un odio colectivo hacia lo palestino?

Contra los palestinos no hay solamente desprecio, hay también odio

No soy capaz de comprender el raciocinio, si así se le puede llamar, de ese periodista. La rabia debe haberle obstruido el entendimiento. Pasemos, por lo tanto, a otra cosa. Contra los palestinos no hay solamente desprecio, hay también odio. Cuento un episodio ocurrido durante una visita que algunos miembros de la delegación hicimos a la ciudad vieja de Jerusalén. Nos acompañaba un palestino, Elías Sanbar, traductor en Francia del libro de Mahmud Darwish La terre nous est étroite. En cierto momento, un judío que pasó junto a nosotros pronunció una palabra hebraica que evidentemente no podíamos entender. La expresión del rostro de Elías Sanbar me hizo preguntarle qué era lo que el hombre había dicho, y Sanbar respondió: “Dijo: ‘Cortar el cuello’; se dio cuenta de que yo era árabe”. Cortar el cuello, lo mismo que degüello. Se dirá que se trata de un caso aislado. Yo preferiría llamarlo sintomático.

Tú no sólo hablaste de “nazi-judíos”, sino que también comparaste al régimen de Tel Aviv con la Sudáfrica del apartheid, aunque esa otra observación, que tus compañeros de expedición suscribieron en el manifiesto que hicisteis público antes de la visita, apenas fue comentada. Sin embargo, me pregunto si esa otra comparación es correcta. Pretoria no practicó realmente el apartheid, dígase lo que se diga, sino la segregación: “Para blancos, para negros”. Quería que hubiera negros, sólo que “en su sitio”. Es Israel la que ha aplicado un verdadero apartheid, procediendo a la expulsión de la “raza maldita”. Entre 1947 y 1949, más del 50% de la población árabe fue echada de Palestina. Unas 700.000 personas. Eso sí se atiene a la literalidad del apartheid. Podría hablarse incluso de limpieza étnica.

No fui yo el que usó por primera vez las palabras “nazi- judíos”, sino un judío, una gran figura intelectual y moral, el profesor Leibowitz (fallecido en 1994), que, en un ensayo que provocó una enorme polémica en Israel, acusó al Ejército israelí de “judío-nazi”. Si todavía estuviera vivo, ¿cómo calificaría el profesor Leibowitz las más recientes acciones bélico-terroristas de los militares israelíes? En cuanto al apartheid, analizar sus contenidos ideológicos y programáticos está fuera del ámbito de esta respuesta. Sin embargo, no veo grandes diferencias entre apartheid y segregación, una vez que, en principio, se “limitan”, uno y otro, a prácticas que niegan lo que Pierre Bourdieu expresó en esta fórmula brillante: “El otro es como yo y tiene el derecho de decir ‘yo’”. Si Israel hubiera simplemente “empujado” a los palestinos hacia Cisjordania y la Franja de Gaza, podríamos hablar, indistintamente, con razonable precisión, de segregación o apartheid, pero lo que en realidad pasa es algo diferente y peor: Israel no quiere tener a los palestinos como vecinos; quiere que desaparezcan del “paisaje”. En una entrevista dada al Diário de Notícias de Portugal el 7 de abril, Adiel Mintz, presidente del Yesha Council, organización gubernamental que administra los asentamientos judíos en Cisjordania y en la Franja de Gaza, a la pregunta del periodista: “¿Tiene proyectos para construir nuevos asentamientos?”, respondió lo siguiente: “Me gustaría traer un millón más de personas a Judea y Samaria en los próximos diez o quince años. Pero, principalmente, ampliando las comunidades ya existentes”. No se puede ser más claro en cuanto al futuro que Israel ha diseñado para los palestinos, si le dejan las manos libres…

Te han acusado de haber sucumbido a “la propaganda barata palestina”, y has contestado que prefieres “la propaganda barata palestina a la propaganda cara israelí”. Háblanos del poder del aparato propagandístico sionista a escala internacional. ¿Existe? ¿Lo has podido percibir? ¿Sientes que estás en su punto de mira?

No me doy a mí mismo la importancia de pensar que me encuentre en las miras del sionismo. Para ellos soy una mosca impertinente, inesperadamente incómoda, nada más. En cuanto al poder del “aparato propagandístico sionista internacional”, véase este simple ejemplo. Una reciente manifestación de judíos en Washington fue noticia de primera página en The New York Times, al tiempo que otra manifestación, ésta a favor de los palestinos, realizada dos días después, no mereció más que una lacónica referencia en la página 13... Dos pesos y dos medidas: ninguna objetividad, ninguna imparcialidad.

Sobre mi reacción a la acusación del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel de haber sido “víctima de la propaganda barata de los palestinos”, lo que respondí exactamente fue lo siguiente: “Prefiero ser víctima de la propaganda barata de los palestinos a ser cómplice de la propaganda cara de Israel”. Los hechos sucedidos desde ese día no me han hecho cambiar de postura ni de opinión.

***

¿A qué cabe aspirar?

A corto plazo, el objetivo deseable y posible es que los palestinos vean reconocido su derecho a tener un Estado digno de ese nombre, con fronteras seguras y claramente definidas. Definidas por los dos lados.

A más largo término, aspiro a que las dos comunidades vivan juntas y en paz. Quizá algún día, en el futuro, evocando todos los muertos del presente, recordándolos y llorándolos, palestinos y judíos sean capaces de establecer una relación que merezca llamarse fraternal.

¡Todavía no nos han privado del derecho a soñar!

----------------------

Este fragmento de la entrevista de Javier Ortiz a José Saramago incluida en el libro ¡Palestina existe! se publica por cortesía de Ediciones Akal.

En marzo de 2002, el Nobel de Literatura José Saramago visitó Ramala como parte de una delegación del Parlamento Internacional de Escritores, de la que también formaba parte el español Juan Goytisolo. A su vuelta, el periodista Javier Ortiz le propuso una entrevista en profundidad –“¡Pero si yo no soy un experto!...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Javier Ortiz

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. juan-ab

    Gracias por tan interesante y oportuno documento. La respuesta de Saramago a “¿Qué cabe esperar?” (a corto plazo dos estados separados, para, pasado el tiempo, poder llegar a convivir ambas comunidades) me parece más realista -sobre todo por los veinte años transcurridos desde la entrevista y todo cuanto ha sucedido desde entonces- que la ofrecida por el rabino Jeremy Milgrom a la pregunta “¿Cuál es la solución?” que Patricia Simón le hace en otra gran entrevista publicada en lamarea.com. Dice el rabino: “La única forma de que podamos tener una vida en paz es viviendo juntos, compartiendo. Es imposible crear dos Estados porque hay un mosaico de asentamientos, ciudades, aldeas, repartidas por un territorio en el que viven judíos y palestinos. A lo máximo que podríamos llegar es a trazar una línea que ponga que hay una mayoría de palestinos en un país y una mayoría de judíos en la otra. Aún existe un apego a la idea de un Estado judío, pero es imposible. Israel ya tiene dos millones de ciudadanos palestinos y los refugiados palestinos deben poder regresar, es lo correcto desde el punto de vista judío de la justicia. Entonces habrá una mayoría palestina y me parece bien. Tendremos que superar el odio y la ira mutua. Como lo han hecho Francia y Alemania, como lo habéis sabido hacer los españoles tras la guerra de los años 30. Nosotros también podemos hacerlo, pero para eso tendremos que aceptar que hemos estado muy equivocados en algunas cosas. Tenemos que mirarnos profundamente y aceptar que, por mucho que nos sintamos víctimas, hemos victimizado mucho más. En este sentido, creo que los palestinos estarán más dispuestos a aceptarnos a nosotros de lo que lo estarán los israelíes a ellos. Y eso es muy triste.” (Alguien tendría que decirle al señor Milgrom que en España, los herederos del franquismo todavía no han manifestado -al contrario, cada vez se reafirman más- “que hemos estado muy equivocados en algunas cosas”).

    Hace 9 meses 9 días

  2. Pilar

    Y ésta estrevista se realizó hace 21 años!!!!! Y todo sigue igual o peor. Atado y bien atado, como aquí

    Hace 9 meses 9 días

  3. ecac

    Axioma, una verdades que no necesitan demostraciones ningunas. No se pueden decir ni más alto ni más claro. Desde aquellas tempestades de 1948 hasta los lodos actuales 2023. No se comprende muy bien el porqué de la opereta tragicómica "LA PELA ES LA PELA", traficando y vendiendo armas ESPAÑA, desde LA ZARZUELA, Juan Carlos I, Felipe VI, maestros toreros junto a su reyezuelos políticos: ARLEQUINES-Partido Popular, centro diestro: Dolores COSPEDAL y Pedro MORENÉS; BUFONES-Partido "Socialista"-"¿OBRERO?"-Español"-centro zurdo-absurdo tirando a la derecha: Margarita ROBLES.-Recuerdos de la mili 1966 "Se llama mi Amor".-EN 2023: "Haz el AMOR por la PAZ DURARERA y Nunca Más Por las Guerras".-II GUERRA FRÍA USA VERSUS RUSIA.-RUSIA VESUS UCRANIA.-ISRAEL VERSUS PALESTINA, etcétera.

    Hace 9 meses 9 días

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí