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La soga en el cuello de la cultura

Dos años y medio después de la subida del IVA al 21%, creadores y empresarios analizan la debacle que ha supuesto para el cine, el teatro, la música, el arte y la danza, y el Gobierno mantiene el suspense sobre su rebaja antes de las elecciones

ctxt 16/04/2015

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El almanaque de la cultura española tiene un fecha marcada en negro: el 1 de septiembre de 2012. Ese día, el Gobierno de Mariano Rajoy -con Cristóbal Montoro como responsable de Hacienda y Luis de Guindos al frente de Economía- aplicó una subida del IVA de un 13% a buena parte del sector cultural. Hasta aquel día, el IVA que gravaba el cine, el teatro, la danza, la música y el arte era de tipo reducido, un 8%. Pero en vez de aumentarlo hasta un 10%, el Gobierno decidió dejar de aplicar el tipo reducido y aplicar el tipo máximo, el 21%. 

Fue una manera ciertamente original de interpretar el artículo 44 de la Constitución, que en su punto 1 dice que “los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho”. Una promoción y tutela que desde aquel día se tradujo en un incremento del 13 % en el coste final de las entradas  para cualquier espectáculo, proyección o representación. Desde entonces, una quinta parte de cada entrada va a parar las arcas públicas. 

Han pasado más de dos años y la medida no ha supuesto un incremento de la recaudación, y el sector cultural, castigado también por el cambio de hábitos de consumo cultural como consecuencia de la crisis, sigue con la soga al cuello. Y cada vez aprieta más. 

La palabra la tiene el ministro de Hacienda. La última vez que habló, Cristóbal Montoro dijo:  "Cuando haya escenarios propicios, se tomarán decisiones a ese respecto". Se acercan las elecciones.

El teatro

La subida del IVA cultural en 2012 supuso el desplome del número de espectadores que acudía a los espectáculos teatrales. Pero no sólo eso: “Potenció la idea de la artes, de la cultura, como productos de ocio, algo especial de fin de semana”, explica Llátzer García, dramaturgo y director de la compañía Arcadia.

Con esa decisión, el Gobierno pretendía incrementar la recaudación. Sin embargo, el sector teatral sostiene que el efecto ha sido el contrario. Sólo en Barcelona, durante la temporada 2012-2013, hubo medio millón de espectadores menos y la recaudación en taquilla descendió un 25%. Aunque en la temporada 2013-1014 las cifras se recuperaron ligeramente, aumentando entre un 3% y un 5%, son muchas las compañías o salas que han tenido que cerrar porque las cuentas no les cuadran. 

En vista de la ineficacia de la medida, Miguel del Arco -director, autor, guionista y actor- se pregunta por qué el Gobierno no ha dado marcha atrás. Al principio Del Arco se negaba a creer la teoría de que la subida del IVA al sector cultural era una venganza tras las manifestaciones de los artistas por el ‘No a la guerra’ y contra otras políticas del Gobierno, pero ahora no encuentra otra explicación.

Del Arco, fundador de Kamikaze Producciones, es uno de los afectados por una de las consecuencias del incremento del IVA: la desaparición de las giras. Misántropo, la obra que dirige junto al productor Aitor Tejada, apenas consigue cuatro representaciones  al mes. 

Lo mismo le sucede con las creaciones de Llátzer García, quien sostiene que los programadores no arriesgan: “Sólo hacen hueco en la cartelera a obras que vienen con el favor del público garantizado, y eso que afecta creativamente al sector”. 

Otra consecuencia de la subida del IVA cultural ha sido una proliferación del monólogo o de obras con no más de tres o cuatro actores. Juan Vinuesa -actor, director y profesor en el Laboratorio William Layton- observa que hay compañías que no se atreven a hacer obras con varios actores. “Eso supone –en su opinión- cerrar la puerta a muchos textos y mitigar la libertad creativa”.

Sin embargo, para Vinuesa el incremento del IVA no ha cambiado radicalmente la situación del sector en España: “Aquí el teatro siempre ha estado en crisis y siempre ha sido considerado ocio, no cultura. Por tanto, el aumento de los precios ha servido únicamente para ponerle más trabas de las que ya sufría”. 

El problema radica en la educación, continúa Vinuesa: “¿Acaso en el colegio nos ponían deberes relacionados con el teatro? En el sistema educativo el teatro es algo accesorio, a diferencia de lo que ocurre en países como Francia o Inglaterra. Si estuviese presente en las escuelas, el nuevo público del teatro estaría mejor formado, habría más afición, y, por tanto, el navajazo del IVA no hubiera afectado tanto”. 

Algunos miembros del sector tratan de ver el lado positivo de esta crisis. A pesar de reconocer que el gravamen “ha hundido el oficio”, Marilia Samper -dramaturga y directora de escena-, considera que ha servido como motor para generar nuevas ideas y proyectos. Destaca la proliferación de pequeñas compañías independientes, que están acercando al público nuevas dramaturgias de autores contemporáneos, y que ha servido de acicate para lograr un producto rentable, interesante y de calidad: “Se ha producido una purga favorable para el sector, ya que quien se ha bajado del carro lo ha hecho porque no amaba realmente el teatro”.

Sean optimistas o pesimistas, todos están de acuerdo en la necesidad de una reducción del IVA -hablan de dejarlo en un 4%- porque consideran la cultura un bien de primera necesidad. 

También se plantean otras alternativas. Del Arco propone establecer un gravamen según la amortización de la obra, como en Francia, donde a las primeras funciones se les aplica una tasa reducida. Samper apuesta por fomentar la inversión privada, como ocurre en EEUU, confiando en que aquellas empresas que invirtieran lo harían por convicción ideológica, ya que, según sostiene, “la cultura difícilmente resulta rentable”. Vinuesa, sin embargo, dirige los cambios al interior del sector: “Los creadores tenemos que reflexionar, tenemos que pensar en métodos de difusión para ir más allá. No debemos contentarnos con que la obra guste a nuestros amigos”.

La música

Desde el 1 de septiembre de 2012, la recaudación total en conciertos se ha reducido un 15%. “Para nuestro sector la subida del IVA es la gota que ha colmado el vaso”. Lo dice Francisco López, mánager de figuras del pop rock español como Leiva o Siniestro Total y productor de eventos  musicales. “La falta de política cultural en España es un mal endémico que se ha acrecentado con esta medida, obligando a cerrar cientos de empresas vinculadas con el negocio musical”, dice.

El mánager y productor sostiene que no parece haber ninguna razón objetiva para mantener el impuesto porque “el propio ministerio se ha dado cuenta de que la subida no ha servido para aumentar la recaudación, sino todo lo contrario”. Y añade: “Prefiero no pensar que se trata de una represalia por parte del Partido Popular contra el mundo de  la cultura, porque me parecería de una necedad enorme”. En su opinión, “la solución es volver al IVA del 8% inmediatamente para equipararnos con países europeos como Suecia o Noruega donde el género pop-rock se considera patrimonio cultural”. 

“¿A qué estamos jugando?”. La pregunta se la hace Carmen Linares, cantaora flamenca. No entiende por qué, si la recaudación está cayendo, se mantiene el “impuesto de lujo”: “Aunque los espectáculos siguen llenándose ha bajado mucho el número de contrataciones y sobre todo la gente joven selecciona mucho más”.

Lo que apena a Carmen Linares es que “los programadores de espectáculos ya no arriesguen, marginando así a los talentos emergentes” y concluye lamentando que  “la cultura del flamenco ya no se fomente como debiera”. 

En España los géneros populares (pop, rock y flamenco) representan un 82% por ciento del mercado musical, mientras que la música clásica ocupa un 18%. El género culto tampoco muestra precisamente un panorama halagüeño. Begoña Lolo -musicóloga y directora del Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música de la UAM-, asegura que el descenso en contrataciones no es tan notable en escenarios como el Teatro de la Zarzuela o el Auditorio Nacional -que cuentan con el apoyo y la subvención del Ministerio de Cultura-. 

“El problema -concreta Begoña Loló-  es que no se apoyan iniciativas diferentes, no hay intención de promover el desarrollo real de la música clásica como patrimonio. Se busca simplemente la afluencia de público ofreciendo programas con más de lo mismo”. Begoña recomienda al Gobierno un análisis profundo de las necesidades del Estado en materia de música y cultura y “dejar de ceñirse a sus propias instituciones”. 

La danza

La crisis y el ivazo cultural han dejado a los bailarines temblando. Desde el comienzo de la crisis en el año 2008 las funciones de danza y su recaudación han caído casi un 50%, según datos de la SGAE. 

Javier Serrano, productor de la Compañía Nacional de Danza, reconoce que al formar parte del INAEM y tener apoyo del Gobierno la CND tiene menos dificultades. No obstante, también sufren los efectos de la subida del IVA, aunque en menor medida que las compañías independientes. “Cuando tienes más de tres funciones se aprecia notablemente el descenso de ocupación”. “La danza -explica Serrano- es un tipo de espectáculo que suele tener un público asiduo y de alto poder adquisitivo. Las dificultades surgen cuando se programan espectáculos familiares y con precios populares”. 

La Compañía Nacional de Danza ha aumentado su ocupación notablemente desde el año 2012. De un 66% ha pasado a un 94% de ocupación, según datos del INAEM. 

El musical

Un ejemplo ilustrativo del panorama de la danza moderna es el musical Hoy no me puedo levantar, basado en las canciones de Mecano. La producción se estrenó en el Teatro Rialto de Madrid en 2005. Hasta junio de 2014 la han presenciado más de tres millones de espectadores, lo que convierte  esta producción en el musical con más espectadores de la historia del teatro en España.

Pero, a pesar del éxito, el último noviembre la compañía entró en concurso de acreedores con una deuda aproximada de cinco millones de euros. Sus responsables lo achacaron, entre otros motivos, a los efectos de la crisis económica y a las subidas del IVA, primero del 7% al 8% y, posteriormente, al 21%, “un incremento que, debido a la debilidad de la demanda, no ha podido ser trasladado al precio final”, señalaba textualmente el informe de gestión de las cuentas de 2012 de la empresa. 

El arte

A principios de 2014, el 24 de enero, el Gobierno sorprendió al sector del arte con un regalo en forma de rebaja del IVA. Pasaría del 21% al 10%. Primera reacción: alegría y euforia. Parecía que el Gobierno aflojaba la soga que asfixiaba al sector del arte. Al conocer la noticia, los demás ámbitos de la industria cultural (el teatro, la música, el cine) pusieron sus ilusiones en fila india esperando su parte, su rebaja, su dosis de oxígeno en forma de rebaja del IVA. 

Pero no. Demasiado bonito para ser cierto. Días después, el BOE aclaraba la trampa. La reducción solo afectaría a las ventas directas de artista a comprador. O sea, que la medida incitaba a que las ventas se hagan directamente y no a través de las galerías. En definitiva, el galerista sigue soportando el 21% como antes de la anunciada reforma. Tras la euforia, el cabreo monumental. Un cabreo que hoy continúa. 

¿Qué sentido tiene bajar el IVA al artista y no al galerista? Pilar Serra -galerista y miembro de la asociación independiente Instituto de Arte Contemporáneo- entiende que la iniciativa responde “al desconocimiento del trabajo del galerista, por no decir al desprecio, por parte del Gobierno, a su labor  divulgativa del arte contemporáneo, a su propia existencia y en general a todos los temas relacionados con el arte y la cultura”.

La indignación de la “rebaja trampa” no solo afecta a los intermediarios, sino que el propio artista también ve perjudicados sus ingresos en la medida en que las galerías venden menos. De hecho, la mayor parte del mercado del arte se mueve en las ferias, que están promovidas y organizadas por las galerías. El IAC carece de datos fiables sobre el porcentaje aproximado de transacciones que se hacen directamente de artista a comprador.

 “Las galerías de arte son un sector profesional estable y reconocido cuya labor no sólo es fundamental en la selección de artistas sino que es un sector cuya inversión en la promoción de artistas es fundamental tanto a nivel nacional como internacional”, reivindica Vicente Matallana, director de LaAgencia, una productora independiente de arte dedicada a las nuevas tecnologías y creador de la New Art Foundation de Barcelona. 

Según los datos del IAC, en los últimos dos años las ventas han descendido un 50%. Esta reducción de ingresos dificulta la asistencia a ferias en el extranjero, los pagos para producción de obra, la edición de  catálogos, etcétera.  

El IAC muestran su asombro ante la actitud del Gobierno frente a esta situación: “Es inconcebible que la Administración no se tome en serio la realidad económica y las necesidades fiscales del sector cultural que representa nada menos que el 4,5% del PIB y cuya actividad influye de manera notable en el sector del turismo”. 

El cine

“Un palo brutal”. Enrique González-Macho -expresidente de la Academia de Cine y propietario de los cines Renoir y de la distribuidora Alta Films-, responde con rotundidad cuando se le pregunta qué ha supuesto para la industria del cine la subida del IVA hasta el 21%. Y no es una opinión. Se sustenta en un dato tan contundente como el palo: desde el 1 de septiembre de 2012, cuando se produjo la subida, han cerrado en España 270 salas de cine.

“El sector decidió en su momento, y así lo ha mantenido, que la subida del impuesto no repercutiera en el público. Los costes han sido asumidos por la industria”, explica González-Macho. Por eso, el sector está viviendo uno de los momentos más complicados que se recuerdan.

“En contra de lo que mucha gente cree, ir al cine no es caro -sostiene González-Macho-. A día de hoy, el precio medio de una entrada está en 5’70 euros”. A ello contribuyen iniciativas como el día del espectador (el día de la semana en que se rebaja la entrada hasta un precio que oscila entre los 3 y los 4,50 euros) o la cada vez más exitosa Fiesta del Cine, que se celebra dos veces al año y durante la que las entradas cuestan 2'90 euros. 

Los cines se llenan durante unos días, sí, pero, ¿es realmente rentable vender la entrada a esos precios o es un mero ejercicio de marketing? Desde la Federación de Cines de España (FECE) creen que, además de que ver las salas llenas durante tres días es muy beneficioso para la industria, el principal beneficio de esta iniciativa es recuperar a los espectadores que han dejado de ir al cine con asiduidad.

¿Cómo se distribuye el precio de una entrada? El 21% es de IVA, otro 3% va a la SGAE por los derechos de autor y el resto se liquida en función de las negociaciones privadas e individuales entre cada una de las partes, es decir, entre exhibidores y distribuidores y entre distribuidores y productores, pero, por lo general, la distribuidora se lleva alrededor del 50% del importe. En cuanto a las productoras, cada una tiene una política y las majors estadounidenses cobran más que las productoras pequeñas o independientes.

Al comparar las cifras de 2011 (año con el IVA en el 8%) y 2013 (año completo con el IVA en el 21%) se observa que, mientras hace 3 años se vendieron 98 millones de entradas, en 2013 se vendieron algo más de 78 millones y medio. Es decir, en apenas dos años, 20 millones de entradas menos. Y la recaudación pasó de los 537 millones de euros a los 506. 

Por ello, el presidente de FECE, Juan Ramón Gómez Fabra, envió hace unas semanas una carta al presidente del Gobierno en la que le instaba a bajar, de una vez por todas, el gravamen: “Ustedes, sin comprender el momento delicado en el que nos encontramos como consecuencia de la piratería y de la crisis económica, financiera y del consumo, decidieron subir el IVA del 8 al 21% dándonos el empujón definitivo hacia el precipicio”, decía en la misiva. 

¿Por qué España tiene el IVA cultural más caro, con diferencia, de todos los países de la zona euro? “Eso sólo lo sabe Montoro”, dice González-Macho. “Cuando es para subir impuestos siempre nos fijamos en Europa, pero nunca para bajarlos”.

Con información de Helena Crespo, María Matos, Rocío Huerta y Vicente Sánchez

El almanaque de la cultura española tiene un fecha marcada en negro: el 1 de septiembre de 2012. Ese día, el Gobierno de Mariano Rajoy -con Cristóbal Montoro como responsable de Hacienda y Luis de Guindos al frente de Economía- aplicó una subida del IVA de un 13% a buena parte del sector cultural....

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