El ajuste en las aulas frena el ascensor social
Los expertos recuerdan que la educación es una vacuna contra la exclusión social. Y España, siempre por debajo del gasto educativo europeo, ha recortado 7.000 millones desde el inicio de la crisis. Hay más estudiantes y miles de profesores menos
Cristina Vallejo 16/04/2015
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La educación pública ha sido el verdadero ascensor social en España, que permitió que los hijos de los obreros fueran a la universidad y escalaran en la pirámide desde los puestos de trabajo de mono azul a los de cuello blanco. Su maquinaria se engrasó sobre todo en democracia. Para caer en la cuenta de ello, unos pocos datos que proporciona el Instituto de la Juventud (Injuve): si en el curso 1959-1960 había apenas 170.602 alumnos matriculados en la universidad, en el curso 1974-1975 había ya cerca de medio millón y en el 1999-2000, más de 1,5 millones. Con ello, en el año 2014, con datos de Eurostat, el 41,4% de los españoles de entre 25 y 34 años tienen estudios universitarios, y ello pese a que en la última década el número de matriculados en la educación superior, por razones puramente demográficas, de acuerdo con la publicación del Ministerio de Educación Datos y Cifras del Sistema Universitario Español, ha caído un 8,3%, pese a los incrementos registrados en los cursos 2007-2008 y 2008-2009, como consecuencia de la crisis, que retuvo a muchos jóvenes en el sistema educativo.
Pero la crisis económica iniciada en el año 2008 y la decisión de atajarla acometiendo recortes pueden dejar el elevador social fuera de servicio o tan reducido de capacidad que ya no pueda presumírsele un carácter universal.
Todo esto lo alertaba ya el Informe España 2012 de la Fundación Encuentro. Por un lado, constataba que, en el caso español, la educación es el principal componente de la movilidad social. "Los títulos universitarios, con las diplomaturas por delante de las licenciaturas, encabezan las probabilidades de ascenso social", reza el estudio. Por otro lado, apunta: "Ante la crisis de la deuda, el estancamiento prolongado y los recortes del Estado de bienestar, crece la preocupación por el riesgo de descenso social de las clases medias y por las inciertas oportunidades de futuro entre los jóvenes".
Inversión sobre el PIB: del 5,02% al 4,39%
Ya en ese año, en 2012, era posible constatar la reducción de la inversión en educación y la situación se ha ido agravando con el tiempo. De acuerdo con datos oficiales, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, si en 2009 el Estado invertía una cantidad equivalente al 5,02% del PIB en educación, al año siguiente ya había caído del 5%; en 2012, se situaba en el 4,52%, y en 2014, el porcentaje era de un 4,39% del PIB.
Con los descensos de los últimos años se interrumpe la tendencia alcista iniciada a mediados de la década pasada: si en el año 2005, la inversión en educación apenas suponía el 4,26% del PIB, cuatro años más tarde había subido por encima del 5%.
Los recortes podrían no haber terminado. Comisiones Obreras, en su informe sobre la educación que publicó en septiembre de 2014 con vistas a analizar el curso actual, estima que aún se podrían quitar otros 4.000 millones de euros más del presupuesto educativo público, con lo que la inversión en esta materia podría situarse por debajo del 4% del PIB, lo que implicaría volver a niveles de 1987.
Por poner estos datos de España en perspectiva, de media, en los 28 países de la Unión Europea, en 2011, último año del que Eurostat dispone de datos, se gastaba un 5,25% del PIB en educación. España, sin llegar a haber convergido con la media comunitaria, se atrevió a meter la tijera en el presupuesto. Y eso que hay otro dato que anima a pensar que si era necesario recortar, quizás el mejor sitio no era la educación, dado que a ésta el Estado dedicaba apenas un 10,8% del gasto público de 2010, frente a 15,3% de Dinamarca o el 13,4% de Suecia, por ejemplo.
Recorte de 7.000 millones de euros
Podrían quedar otros 4.000 millones de euros más en recortes educativos. Pero, hasta ahora, ¿cuánto, en euros, se ha reducido la inversión? El nivel máximo de gasto en esta materia se alcanzó en 2009, con 52.540 millones de euros. En 2014, la cantidad invertida fue de 45.684,8 millones. En total, pues, han sido alrededor de 7.000 millones de euros en recortes desde que comenzó la crisis y, después, el ajuste.
Medir el volumen de inversión como porcentaje del PIB es interesante, también ver el volumen completo, pero da una imagen más clara hacerlo en euros por estudiante. Si en 2008, según datos de Eurostat, el Estado invertía 8.120,8 euros por alumno, en 2011, último año del que se dispone de información, había caído hasta los 7.452 euros. En esta cifra, España sí está por encima de la media europea, que en 2011 no llegaba a los 7.000 euros. Pero hay que tener en cuenta las pequeñísimas cantidades que se invierten en los países del antiguo bloque soviético, y que España se encuentra muy lejos de las cifras de Dinamarca (más de 10.000 euros), Bélgica (más de 9.000), o incluso Irlanda, con más de 8.000 euros.
Menos dinero para becas y menos beneficiarios
La educación funciona como ascensor social gracias, en gran medida, al apoyo que suponen las becas y las ayudas al estudio. La crisis y las decisiones políticas también han hecho cambiar drásticamente de rumbo y de tendencia a las cifras. Si en el curso 2003-2004, el importe global de las becas ascendió a 647,881 millones de euros, en el curso 2011-2012 llegó a 1.618,555 millones, para descender a 1.408,158 millones en el curso 2013-2014, según cifras del ministerio.
En cuanto al número de beneficiarios, en el curso 2003-2004 fueron 458.892, bajaron a 435.721 en 2005-2006, pero llegaron a 793.426 en 2011-2012, para bajar hasta 777.394 en el curso 2013-2014.
La evolución de las ayudas al estudio, que incluyen las prestaciones concedidas para la adquisición de libros de texto y material didáctico, así como la reducción de los precios académicos a familias numerosas, es todavía más alarmante. Si el número de beneficiarios en el curso 2008-2009 superaba el millón, en el curso 2013-2014 cayó por debajo de los 300.000. En cuanto al presupuesto, marcó máximos en el curso 2011-2012, con casi 130 millones de euros, pero ha bajado hasta 64 millones en los dos últimos cursos.
La estructura del gasto educativo
¿Cómo se gastan esos alrededor de 50.000 millones de euros que, en total, se invierten en educación en España? El informe más completo sobre la educación es el que anualmente realiza el Consejo Escolar del Estado. El último se publicó en 2014 y corresponde al curso 2012-2013, aunque algunas estadísticas están un poco atrasadas. Por ejemplo, la de la estructura del gasto educativo, cuyos últimos datos corresponden al ejercicio 2011, aunque pueden servir como ilustración.
En ese curso, las diferentes administraciones invirtieron casi 51.000 millones de euros en educación. De ese dinero, un 68% fue a parar a la no universitaria, prácticamente mitad y mitad a la educación infantil y primaria, por un lado, y a la educación secundaria y profesional, por otro; otro 20% se destinó a la educación universitaria; la formación educacional se lleva un 2,4%; y un 3,8% se gasta en becas.
Más estudiantes, menos enseñantes
Todos estos tijeretazos tienen lugar coincidiendo con un momento de crecimiento del alumnado de enseñanzas de régimen general de los centros públicos, rompiendo la tendencia previa: en los últimos cinco años, según datos de Comisiones Obreras, ha crecido en medio millón el número de alumnos de la red pública, frente a los 127.500 que ha aumentado en la privada.
El crecimiento de los estudiantes matriculados en los centros públicos en los años de la crisis ha roto la tendencia previa hacia una disminución: si a finales de los años noventa, prácticamente un 69,5% de los alumnos (sin contar los universitarios) estudiaba en la educación pública, en el curso 2008-2009, el porcentaje había bajado hasta el 67,3%. Ha vuelto al 68,3% en el curso 2013-2014. Los incrementos, según ha constatado CC.OO., han tenido lugar, fundamentalmente, en la educación postobligatoria (en Bachillerato, FP de Grado Medio y los Programas de Cualificación Profesional Inicial), que es la encargada de acoger a los jóvenes sin alternativa laboral.
Los recortes presupuestarios, pues, tienen lugar coincidiendo con un momento en que aumenta el alumnado. Y este último fenómeno se da, además, en un contexto de reducción del número de trabajadores de la enseñanza. Comisiones Obreras, que cita el Boletín Estadístico del Personal de Servicio de las Administraciones Públicas, afirma que la educación pública no universitaria ha perdido cerca de 33.000 profesores entre enero de 2012 y julio de 2013 "como resultado de la tasa de reposición impuesta por el Gobierno (de cada diez docentes que se jubilan, sólo se sustituye a uno) y la no renovación del personal interino". El número de profesores funcionarios habría bajado en este periodo de 422.265 a 408.070 y el de interinos, de 88.314 a 69.708.
También se ha reducido el personal no docente al servicio de los centros educativos: un 6%, 4.611 trabajadores menos.
En los últimos presupuestos, los de 2015, se estableció una tasa de reposición de hasta un máximo del 50%, algo que "aunque es un dato positivo con respecto a años anteriores, no será suficiente para recobrar la continuada reducción de la oferta de empleo público que se viene sufriendo a lo largo de los últimos años", valora UGT.
Los recortes del Gobierno de Rajoy
Hasta aquí son cifras que aglutinan la inversión realizada por todas las administraciones públicas, básicamente, el Estado y las comunidades autónomas, dado que la educación es una materia transferida a las autonomías.
UGT, con motivo de la presentación de los presupuestos de 2015, realizaba un análisis del esfuerzo del Ministerio de Educación por sí solo. Su inversión prevista para el año era de 2.273 millones de euros, lo que suponía un incremento de 123 millones o del 4,5%. Con esta subida, la cantidad final aún se encontraba lejos de los presupuestos de 2010, cuando superaba los 3.000 millones de euros, o incluso por debajo de los de 2011, cuando el Ministerio de Educación tenía un presupuesto de 2.843 millones de euros.
UGT, en su informe, refleja en qué medida han afectado los recortes del presupuesto estatal a cada uno de los programas educativos entre 2011 y 2015. En este periodo, la caída global del gasto estatal ha sido de un 20%, es decir, de 570 millones de euros. El grueso de las reducciones ha sido para el programa de formación permanente del profesorado, que se ha quedado reducido a la mínima expresión, a 3,39 millones de euros, tras mermar un 93,52%; después, el programa de educación compensatoria, que busca disminuir los efectos de las desigualdades derivadas de la carencia de origen social, cultural o educativo del entorno en que se encuentra el alumnado y los centros, que ha sufrido un recorte del 92,52%, hasta 5,24 millones de euros en 2015, frente a 70 millones de partida; tras él, el programa de deporte en edad escolar y en la universidad, en el que la inversión ha descendido un 85,49%, hasta 2,40 millones de euros; a continuación, el programa de enseñanzas universitarias, con una caída del 70%, hasta 118,72 millones de euros desde 399 millones de partida; mientras que el tijeretazo a la educación infantil y primaria ha sido de un 40%, hasta 158,89 millones de euros; para las enseñanzas artísticas, de casi un 25%, hasta 4,79 millones de euros; para la educación en el exterior, un 17,55%, hasta 95,87 millones; y un 4% para la educación secundaria, FP y escuelas oficiales de idiomas, hasta 237,24 millones de euros.
Ha habido algunos programas, en concreto cuatro, que desaparecieron en 2012: el de educación especial, el educación permanente y a distancia no universitaria, el de nuevas tecnologías aplicadas a la educación y el de apoyo a otras actividades escolares. En el lugar de estos cuatro programas, cuenta UGT, apareció uno nuevo, "otras enseñanzas y actividades educativas", que en 2013 contaba con un presupuesto de 52,3 millones de euros, una cantidad inferior a los 76,151 millones de euros que sumaban los cuatro suprimidos, aunque en el año 2015 contaba con una dotación de 78,209 millones de euros.
En cambio, sube un 2,66% el presupuesto destinado a becas y ayudas a estudiantes en este 2015, hasta 1.469,59 millones de euros, con lo que es la partida más importante del total del presupuesto para educación.
Los recortes de las comunidades autónomas
El mismo ejercicio realizado con el presupuesto del ministerio lo ha hecho UGT con el de las diferentes comunidades autónomas para el periodo 2012-2015. Ha habido tres autonomías que en estos años han reducido su gasto en esta materia en alrededor de un 10%: Aragón, Asturias, Valencia y Madrid. Andalucía lo ha recortado algo más de un 8%, mientras que Castilla-La Mancha y Galicia lo han reducido más de un 7%; Canarias, algo más de un 6%, y Murcia, casi ese porcentaje.
Se han producido, en cambio, incrementos presupuestarios en tres comunidades autónomas: Baleares, Extremadura y Euskadi, además de en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
Ha habido diferencias en los recortes, pero también las situaciones de partida eran diferentes. De acuerdo con la memoria del Consejo Escolar de Estado, el gasto público por alumno en los centros públicos del País Vasco era en 2011 (último dato que proporciona el informe) de 10.000 euros, mientras que en Navarra se situaba en 8.000, frente a los 6.000 en que se encontraba la media española. Por encima de la media también se colocan Asturias, Cantabria y Galicia. Por debajo, la última es Madrid, seguida de Andalucía y Canarias.
Y ello obedece, sobre todo, al número medio de alumnos por profesor, puesto que los gastos de personal son los principales protagonistas de la inversión en educación, es una actividad intensiva en capital humano. De esta manera, en Madrid, hay 13,8 alumnos por profesor; en Canarias, 13,4; mientras que en Galicia hay 10,3 y en el País Vasco, 11,8. De media, en España, hay 12,8.
Consecuencias de los tijeretazos presupuestarios en la exclusión social
Este recorte paulatino del presupuesto educativo provoca que las familias tengan que aportar cada vez más recursos de su bolsillo para que no decaiga la calidad de la educación que reciben sus hijos. Aunque, más que a este interés, el mayor esfuerzo que tienen que realizar los hogares se debe al incremento de los precios de las matrículas, así como al descenso de las becas y otras ayudas. De esta manera, de acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Educación, si en 2001 las familias destinaban 6.500 millones de euros a la educación de sus hijos, esa cantidad ha pasado a los 9.200 millones de euros en 2011, el último del que se dispone de información. Y este incremento del gasto privado familiar ha tenido lugar coincidiendo con un empeoramiento de la situación económica de los hogares.
Por eso, también hay estudios que denuncian los recortes presupuestarios. Por ejemplo, el VII Informe Foessa incluye un apartado con el título: ‘Los recortes en educación podrían aumentar la fractura social en el futuro’.
Su primer mensaje, de todas maneras, es positivo: "Por el momento, la crisis económica no ha tenido reflejo negativo en los indicadores más básicos de acceso a la educación. Es decir, el derecho a la educación obligatoria en España sigue manteniendo el nivel de escolarización previo a la crisis. Incluso han mejorado algunos indicadores educativos que nos distancian de Europa, como la tasa de abandono escolar temprano, que descendió de un 28,4% en 2010 hasta el 24,9% en 2012. Este descenso no viene explicado por transformaciones del propio sistema sino precisamente por la coyuntura laboral negativa que ha llevado a más jóvenes a mantenerse en el sistema educativo por más tiempo. A pesar de todo, la cifra sigue estando muy por debajo de la media europea, que se situaba en el 14,5% en 2012", comenta el informe.
Los problemas de exclusión educativa se relacionan, dice Foessa, con el empeoramiento de las condiciones de vida de los hogares en los que viven las personas en edad escolar y cómo esto puede afectar a su rendimiento, su manutención, los gastos de transporte y, en última instancia, su continuidad y paso hacia estudios postobligatorios que no son cubiertos por el presupuesto público en su totalidad.
De acuerdo con la encuesta Foessa de 2013, en un 0,7% de los hogares ha habido abandonos del proceso educativo, en un 0,4% ha habido alumnos que han dejado sus estudios universitarios y en un 0,9%, se ha decidido no usar el comedor escolar porque no se puede pagar. No parece, pues, éste el mejor momento para hacer recortes educativos, sino que es el contexto idóneo para incrementar el esfuerzo presupuestario en esta materia. Porque se ha sufrido un empeoramiento en el contexto social y familiar en el que viven los estudiantes en nuestro país una vez superada la escolarización obligatoria: de hecho, estos hogares han pasado de una tasa de exclusión del 9,5% en 2007 hasta el 22,5% en 2013.
En esta situación, Foessa vaticina que, en el corto y en el medio plazo, las dificultades de financiación de los estudios postobligatorios pueden intensificar los procesos de fractura social. "Nacer en un hogar integrado ayuda a alcanzar un elevado nivel de estudios y favorece la inserción laboral. En el otro extremo, los jóvenes de hogares excluidos alcanzan generalmente un menor nivel formativo, debido a sus dificultades de acceso a los estudios postobligatorios, por el precio de las tasas, el transporte y su propia subsistencia o la de su familia en el periodo de estudios", comenta el informe. "El efecto del encarecimiento de tasas de estudios postobligatorios y el recorte en la becas contribuirán claramente a intensificar estos procesos y la distancia entre clases sociales en el medio y largo plazo", añade.
Y denuncia, además, Foessa "el discurso que viene desacreditando el valor de la educación en nuestra sociedad", así como el que "habla de sobreformación de las personas (como si les sobrase una parte de la educación recibida)", cuando precisamente la educación ejerce de vacuna contra la exclusión social: "Los hogares encabezados por una persona con estudios universitarios suponen tan sólo el 7% del total de los afectados por la exclusión social".
Precisamente éste último se parece al discurso del estudio colgado en la página web del Injuve ‘Un futuro sin generación perdida’, elaborado por el Instituto Max Weber: "El problema en nuestro país es más de sobreeducación que de sobrecualificación. En cualquier proceso de selección se descartan cientos de currículos sobradamente titulados pero insuficientemente preparados". También ese informe destaca que en España el retorno, la rentabilidad obtenida por la inversión en educación, es sensiblemente menor que en otros países de nuestro entorno, como Francia, Alemania, Finlandia o Estados Unidos, citando un informe de la OCDE. Y, además, apunta: "La cultura educativa de la integración y la igualdad de oportunidades se encuentra en España bastante más desarrollada que la cultura de la competitividad y la excelencia, especialmente en la enseñanza secundaria, pero quizá también en la universitaria. En nuestro sistema educativo prima el grupo sobre el individuo y, por ello, la diversidad cede generalmente frente a la uniformidad y este marco cultural desmotiva a los más competentes y competitivos, cuyo esfuerzo y capacidad no se ven estimulados y a menudo también insuficientemente recompensados y reforzados". ¿Es todo esto lo que desincentiva el crecimiento de la inversión en educación, lo que anima a los recortes, lo que ha hecho cambiar criterios para conceder becas, para diseñar el nuevo modelo 3+2?, ¿todo es en busca de la excelencia en detrimento de la igualdad?
La educación pública ha sido el verdadero ascensor social en España, que permitió que los hijos de los obreros fueran a la universidad y escalaran en la pirámide desde los puestos de trabajo de mono azul a los de cuello blanco. Su maquinaria se engrasó sobre todo en democracia. Para caer en la cuenta...
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Cristina Vallejo
Cristina Vallejo, periodista especializada en finanzas y socióloga.
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