Muchas veces lo que se dice refleja lo que se calla. Esperanza Aguirre propuso el pasado lunes “limpiar” el centro de Madrid de personas sin hogar porque "ahuyenta a los turistas”. Buena parte de los medios y de la opinión pública han puesto el foco en sus palabras, no en sus silencios. En este caso, infinidad de datos que la candidata a la Alcaldía de la capital no quieren que afloren en el debate público.

Un total de 1.078.354 personas viven en la Comunidad de Madrid con menos de 484 euros mensuales, según EAPN. De este millón, 759.314 se encuentran en "pobreza extrema relativa" y vive con menos de 242 euros al mes. Mientras, el presupuesto reservado para apoyar a las familias con más necesidades se ha reducido un 50 por ciento desde 2011: de 32 millones de euros a 16.

Por otro lado, un 22 por ciento de la infancia y la adolescencia de la ciudad que aspira a gobernar la sucesora de Ana Botella, está en riesgo de pobreza y de exclusión, es decir, 200.000 niños. ¿La solución? Reducir la apuesta en infancia hasta colocarse en el tercer puesto por la cola en inversión por niño en España.

Las palabras de Aguirre poca relación tienen con el turismo de Madrid, que batió récords entre enero y marzo, sino con la estupenda maniobra de criminalizar a unos para sacar del foco mediático a otros. Por ejemplo a su mano derecha, y vicepresidente gracias a ella, Francisco Granados, que está en la cárcel; o a Rodrigo Rato, detenido tras ser acusado de fraude fiscal, blanqueo y alzamiento de bienes.

El mensaje de la Presidenta del PP de Madrid junta las tres claves sobre las que suele pivotar el xenófobo discurso de su partido:  condenar a los pobres, englobarles bajo la etiqueta de extranjeros (a pesar de que la mitad de los “sin techo” son españoles) y vincularles con las mafias. Nada nuevo que no use a menudo el Gobierno en la frontera con los inmigrantes.

Las declaraciones de Aguirre tienen un efecto estratégico doble: que su discurso se amplifique por infinidad de canales de comunicación y así llegue a todo los votantes potenciales de PP -de mayor edad y de clase social alta; también, que el debate público se trivialice hasta su mínimo exponente.

La gente vota a aquellos con quienes se identifica. Y pocos seguidores del PP lo hacen con el indigente de la vuelta de la esquina. Ella habla a sus bases usando los marcos de esas bases y les dice lo que realmente piensan. Los pobres no votan al partido que desde 1991 ha gobernado con mayoría absoluta la capital, sí los que tienen una de las rentas brutas per cápita más altas de la ciudad, como el Retiro, con 26.409 euros. Por eso quiere llevarse a sus mendigos a otra parte, por ejemplo, a Usera, el distrito con la renta más baja (16.691 euros); o al Puente de Vallecas, donde la cifra de desempleo asciende al 21,76% respecto al 8% de Chamartín.

A Esperanza Aguirre o le interesa que se genere un debate público de calidad sobre casi ningún tema social, por eso, cuanto más se frivolice este mejor. “A diferencia de la derecha, la izquierda no piensa estratégicamente. Piensa cada cuestión por separado sin una visión global del discurso”, dice el siempre certero George Lakoff. Si mantienes el lenguaje y el marco de tu contrincante y te limitas a argumentar en contra, pierdes tú, porque refuerzas su marco. Enmarca eficazmente las cuestiones desde tu perspectiva y no caigas en la trampa del rival.