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¿Hasta dónde llegarías por ligar con alguien que te gusta mucho? Llevar esa pregunta al extremo podría haber sido el origen de No Sex Last Night (1996), una película a cuatro manos de la artista francesa Sophie Calle y el fotógrafo estadounidense Greg Shephard (lacónico y depresivo para cuando ella lo encuentra, aunque de muy buen ver), que Calle presentó en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires durante la Bienal de Performance que se extiende hasta el 7 de junio.
Escritora que hace imágenes o fotógrafa que relata episodios autobiográficos (el fin de un romance, la muerte de su madre...), Calle (París, 1953) es un referente del arte conceptual. Exhibir, provocar, tensar la exposición del dolor propio o ajeno, la emoción o lo indecible son los materiales con los que trabaja: da vuelta a su vida como un guante y hace arte con las costuras, animada por la urgencia de que todo signifique.
Al pase de la película siguió una conferencia en la que Calle analizó en español y contestando preguntas del público algunas de sus propuestas más emblemáticas. "Soy muy adicta a las modas. Fui militante cuando había que serlo, feminista cuando había que serlo; estaba en el aire de la época. Viví en una comuna. Paré con los punk. Hasta que el arte tomó el poder", sintetizó.
De matriz autobiográfica y recomendable hasta el aullido, el filme relata las peripecias de un viaje en coche realizado por ambos artistas desde Nueva York a California (donde Calle había sido invitada a dictar clases), a lo largo del cual el registro vídeofilmado de cada día termina con una imagen de la cama compartida desecha y el leitmotiv que le da título a la roadmovie: No Sex Last Night. "No es mi vida personal, es un momento. No cuento el 99.9% de mi vida. Cuento un momento dado, que a veces me toma 15 años identificar. Pero no es un diario, no es un blog, para mí no es mi vida personal. No se sabe nada de ella salvo datos. Es un material", precisó.
A bordo de un Cadillac rotoso, metáfora no buscada de su relación afectiva -él sin un duro, apático y enamorado de otra; ella, proponiéndole que se casen al llegar a Las Vegas, cosa que hacen sin bajarse del automóvil en una capilla al paso-, el par compartirá bares, habitaciones, toneladas de silencio, comentarios irónicos, decenas de esperas en talleres mecánicos y, finalmente, un matrimonio vídeofilmado. El proyecto que los une, más que el viaje o la relación amorosa, parece ser el registro de su improbabilidad y la hechura de ese filme.
"La película cuenta una historia de un año; 40 horas de filmación que se resuelven en una. Podríamos haber hecho diez películas contando cada una lo contrario de la anterior. El simple hecho de elegir un momento y no contar el contexto es una ficción. Lo que puedo decir es que lo que cuento, pasó. Pero no es la verdad. Es un momento de a dos. Estoy tratando de escribir, busco palabras que funcionen también como texto; no es la verdad, aunque pasó", definió tras el pase la autora de Dolor exquisito.
La relación entre vida y ficción, entre intimidad y relato y las tensiones que existen entre ellas, así como la exploración de la alteridad (¿quién o qué es el otro? ¿"yo es otro" como proclamaba Rimbaud?) son una constante en la propuesta artística de Sophie Calle. Seguir a extraños y fotografiarlos; emplearse en un hotel como personal de limpieza para revisar cuartos ocupados por otros y consignar sus pertenencias; invitar a seres ajenos a dormir en la propia cama y registrar en imágenes ese trance. O acostarse y pedirles a otros que le cuenten una historia que le haga dormir ("la gente cuenta cosas muy personales (...) me sentía como si hubiera escuchado todo el dolor del mundo") deviene obra.
Cosas y seres: hacer el retrato ausente de cuadros que se han ido a otros museos en préstamo o de una persona cuya agenda telefónica encontramos, por el relato de sus contactos, son algunos de los disparadores que han cristalizado en exhibiciones de Calle, celebradas en distintas partes del mundo. Llegó a pedirle a su amigo el escritor Paul Auster que le inventara un personaje, comprometiéndose a vivir al pie de la letra esa ficción: "No quiso responsabilizarse por lo que pudiera ocurrirme", se lamentó.
Esta interacción entre privado y público se verifica también en Cuídese mucho, instalación suya que se exhibe por estos días en Buenos Aires, en el flamante Centro Cultural Kirchner, armada a partir de la carta de despedida con la cual un amante suyo terminó la relación que los unía, estampando esa frase final en el texto. "Tuve la idea dos días después de recibirla. La enseñé a una amiga mía y le pregunté: ¿qué lees? Porque de verdad yo no sabía qué esperar. Yo estaba enamorada de ese hombre y no sabía lo que realmente decía la carta; si era definitivo o no. ¿Qué lees? ¿Qué entiendes? Y enseguida tuve la idea de dársela a 107 mujeres para que la interpretaran de modo profesional”.
La instalación transcurre entre fotos y vídeos de esas mujeres que releen la carta de despedida y recrean la historia con sus palabras. "Cuando empecé el proyecto tenía mucho miedo de que el hombre regresara porque hubiera sido el fin. Vi muy rápidamente que el proyecto me interesaba más. Vi más futuro en él que en la relación", bromeó.
Performer de gran dominio, Calle conquistó al auditorio del Malba. Contó que había llegado al arte porque quería "seducir" a su padre, un coleccionista que le prometió apoyarla cuando definiera una vocación. Su muerte, ocurrida hace un mes, fue el único recuerdo que le dejó sin palabras ("hablemos de otra cosa"). ¿Por qué la ausencia -le preguntaron- casi eligiendo como centro el vacío? "Me interesa la ausencia. Está en todas partes. Mi madre que se muere, un hombre que se va... Lo atraviesa todo. ¿Por qué? No es su problema".
Artista global, hay muestras suyas en distintas partes del mundo. Para quienes no quieran viajar a Buenos Aires, en La Virreina Centre de la Imatge, Barcelona ofrece hasta el 7 de junio una ocasión de zambullirse en su obra: Modus Vivendi, retrospectiva de sus trabajos desde mediados de los años 80, dedica 18 habitaciones al universo Sophie Calle.
¿Hasta dónde llegarías por ligar con alguien que te gusta mucho? Llevar esa pregunta al extremo podría haber sido el origen de No Sex Last Night (1996), una película a cuatro manos de la artista francesa Sophie Calle y el fotógrafo estadounidense Greg Shephard (lacónico y depresivo para cuando...
Autor >
Raquel Garzón
Raquel Garzón es poeta y periodista. Se especializa en cultura y opinión desde 1995 y ha publicado, entre otros libros de poemas, 'Monstruos privados' y 'Riesgos de la noche'. Actualmente es Editora Jefa de la Revista Ñ de diario Clarín (Buenos Aires) y Subdirectora de De Las Palabras, un centro de formación e investigación en periodismo, escritura creativa y humanidades.
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