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“Los paisajes y los lugares contienen en sí el deseo de ser narrados, grabados y mostrados a otros”, dice Wim Wenders (Düsseldorf, 1945). Este cineasta, autor de obras de referencia, como 'París, Texas' o 'Alicia en las ciudades', a punto de cumplir 70 años, lleva más de 50 fotografiando en solitario, e incansablemente, vastos y remotos paisajes con su cámara analógica y sin luz artificial, ni trípodes. Para este detractor de la fotografía digital, como incitadora a deformar la realidad, su obra fotográfica es completamente independiente de su quehacer como cineasta, pero ambas comparten un denominador común: 'el camino' como metáfora de la existencia del hombre.
Los solitarios y desolados paisajes del artista alemán parecen estar esperando a que alguien los transite, solo en ese momento se convierten en lugares reales. Son lugares de paso, lugares que conforman la experiencia subjetiva, pero en donde uno nunca se queda, y los cuales nunca se recordarán con nostalgia. Ya de por sí están teñidos por una leve melancolía. De la misma forma que Walker Evans, Robert Frank, Stephen Shore o William Eggleston, Lewis Baltz o Robert Adams, Wenders se ha sentido atraído por páramos y eriales. Cada uno de ellos los ha retratado por distintos motivos, pero “ni los demás, ni Wim Wenders, se preocuparon del estilo o de la peculiaridad estética, sino de la expresión única del tiempo y el espacio, y es aquí donde reside su grandeza”, dice el historiador de la fotografía Hubertus Von Amelunxen, en uno de los textos que incluye 4 Real & True 2, el nuevo libro sobre la obra fotográfica del artista, que publicará la editorial alemana Schirmer/Mosel el 25 de junio.
Llama la atención la casi total ausencia de personas. En las escasas ocasiones en las que aparecen, su presencia es pasiva, de manera que no distraigan nuestra atención. El viaje fotográfico de Wim Wenders es un paisaje sin figuras por distintas zonas del mundo: Estados Unidos, Alemania, Cuba, Japón, Canadá, Sicilia, Armenia, Austria e Israel. Pero esta carencia se ve compensada por “una abundancia de rastros y remanentes del pasado, que se observan en las casas, las paredes, las señales y los deteriorados paisajes. Parece como si la civilización apenas hubiese llegado a estos paisajes y lugares” señala Laura Schmidt, directora general de la Fundación Wim Wenders, en otro de los textos del libro.
El director de cine aún sigue cosechando éxitos: en la Berlinale de este año recogió el Oso de Oro de Honor a toda una carrera y ha estado nominado a un Oscar por su documental sobre la obra de Sebastiao Salgado, 'La sal de la tierra'. Pero su pasión por la fotografía cada vez le ocupa más tiempo, y se ha visto recompensada en varias exposiciones que desde 1986 han recorrido distintos lugares del mundo. En la actualidad, su obra se expone en una retrospectiva en el Museum Kunstpalast de Düsseldorf hasta el 6 de agosto.
Esta vez Wenders no nos cuenta una historia sino que nos invita, a través de su enigmáticas imágenes, a que nos convirtamos en uno de sus desarraigados personajes e imaginemos nuestra propia búsqueda por el territorio de sus paisajes.
“Los paisajes y los lugares contienen en sí el deseo de ser narrados, grabados y mostrados a otros”, dice Wim Wenders (Düsseldorf, 1945). Este cineasta, autor de obras de referencia, como 'París, Texas' o 'Alicia en las ciudades', a punto de cumplir 70 años,...
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