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Somos muchos los ciudadanos sobrecogidos por lo que está ocurriendo en Grecia. Viéndonos solidariamente concernidos, compartimos además una honda preocupación por lo que esta Europa de la que formamos parte, actuando así con el país heleno, está haciendo consigo misma. Abochornados por tanto sadismo como se manifiesta en los modos empleados contra Grecia, en medio de este verano políticamente tan caliente, nos hemos preguntado algunos cómo era posible conmemorar sin sonrojo la Revolución Francesa de aquel 14 de julio de 1789, cuando, en la Europa que se ha identificado con el lema Libertad, Igualdad, Fraternidad se producen hechos de naturaleza tan antidemocrática que ponen en cuestión que seamos dignos herederos de quienes con la toma de la Bastilla acabaron con el Antiguo Régimen.
¿No hemos vuelto, en esta Europa regida implacablemente por la Ttroika -Comisión Europea, BCE y FMI- y su despiadada ortodoxia economicista, a un régimen despótico? Ni siquiera parece corresponder a ella aquella fórmula de pretensiones modernizadoras de "todo para el pueblo, pero sin el pueblo". Si es claro lo segundo, no puede decirse que se cumpla lo primero: cuando el mismísimo filósofo Habermas, con toda su prudencia, se ha visto obligado a denunciar el "gobierno de los banqueros" que rige los destinos europeos, da a entender que lo que en verdad interesa al pueblo, como esa gran colectividad de ciudadanas y ciudadanos con derechos, ha sido postergado. Tal es la verdad de los hechos que en Grecia se ha visto confirmada; esa verdad que políticamente -como exigía con total lucidez Hannah Arendt- no debe ser escamoteada, si no se quiere ir a parar a la antipolítica.
Cuando Habermas se ha visto obligado a denunciar el "gobierno de los banqueros" que rige los destinos europeos, da a entender que lo que en verdad interesa al pueblo ha sido postergado
La gran paradoja de lo que está pasando en Grecia es, precisamente, que los hechos, tal como se han ido encadenando, responden a una lógica política -de suyo, ilógica-, y no meramente a una lógica económica por más que la situación económica del país heleno sea angustiosa, con una escalofriante deuda pública acumulada desde mucho tiempo atrás, que su gobierno pretendía reestructurar y las instancias del Eurogrupo, supuestamente, abordar. La secuencia de los acontecimientos por sí misma revela la intencionalidad política que los hilvana, bien es cierto que sometida a unos determinados intereses económicos. Del objetivo del llamado "tercer rescate" de Grecia, con sus condiciones leoninas, que, como ha dicho el exministro Varoufakis, suponen tratar a Grecia como país vasallo de Alemania como potencia neocolonial, no puede decirse que esté destinado a salvar el país del hundimiento económico y a sacarlo de su colapso financiero -a eso se le ha conducido-. Por el contrario, como afirma eufemísticamente la declaración de la Cumbre del Euro, es "restaurar la confianza" que el Gobierno de Tsipras ha dilapidado con sus actuaciones; es decir, disciplina de palo y tentetieso.
Verificadas las relaciones de tipo colonial que en el seno de la Unión Europea se han establecido, el objetivo de la mendaz declaración del Eurogrupo es, pues, meter en cintura a Grecia, y más exactamente hacer dimitir a Tsipras, quebrar a Syriza, humillar al país, ofreciendo el sacrificio de tal chivo expiatorio para que, con carácter ejemplarizante, sirva por anticipado de escarmiento a quienes tengan la osadía de cuestionar la ortodoxia económica imperante y el orden neoliberal al que ha de subordinarse la UE. Con ello, una vez desmontado el encubrimiento ideológico con el que ha tratado de revestirse el trágala impuesto, se corrobora que sobre las espaldas del pueblo griego se ha echado el peso de lo que hace años detectaba Étienne Balibar que se estaba dando en Europa: una contrarrevolución preventiva.
¿Es excesiva una descripción de los hechos en esos términos? ¿Se le va la lengua a Varoufakis cuando habla de un "golpe de Estado" contra Grecia, al precio del sufrimiento de todo un pueblo, ya gravemente empobrecido? ¿Se pasó Krugman, desde su perspectiva transatlántica, cuando calificó de igual forma lo sucedido? Tales palabras, que a algunos les parecerán gruesas, se adecúan a los hechos. Hacia dónde se encamina la realidad queda claro en el programa impuesto, incluso con tareas señaladas a fecha fija y de forma perentoria -con sólo días o semanas por medio-, para cumplimiento bajo amenazas de lo relativo a reformas fiscales, más recortes sociales, medidas para el ámbito judicial, nuevas reformas laborales, privatizaciones a toda máquina... El primer ministro Tsipras, de vuelta tras la espantosa decisión de acatar lo de suyo inaceptable, se ha presentado ante la ciudadanía de su país mostrando la tremenda contradicción de su pragmatismo martirial al decir que no cree en el "pacto", aunque se haya comprometido a aplicarlo. Exposición tan desgarradora remite a la extorsión sufrida cuando se ha tenido que aceptar lo impuesto, a pesar del referéndum en que ganó el "no" a los planes de la troika, en circunstancias extremas como las que suponen dos semanas con los bancos cerrados en Grecia. No sólo la insolvencia en el largo plazo; es irresistible la inmediata falta de liquidez de un sistema financiero bloqueado. El asedio a Grecia ha dado sus resultados. No podía fracasar la contrainsurrección aplicada contra quienes incurrieron en la temeridad de pronunciarse con voz propia en referéndum legítimo.
El objetivo de la mendaz declaración del Eurogrupo es, pues, meter en cintura a Grecia, y más exactamente hacer dimitir a Tsipras, quebrar a Syriza, humillar al país
La realidad, sin embargo, es tozuda, y no sólo por lo que al doloroso futuro de Grecia se refiere, sino por lo que afecta al incierto porvenir de Europa. Respecto a lo primero, no deja de ser sorprendente que desde el mismo FMI se haya vuelto a señalar que sin reestructuración de la deuda y sin quita, la economía griega no va a despegar. Es dar la razón, aunque con cínico retraso, a lo que el Gobierno de Syriza ha dicho antes, durante y después del referéndum que convocó. Pero ese aviso a navegantes -los náufragos tratan de sobrevivir a la desesperada- redunda en la consideración del equivocado derrotero por el que se adentra Europa, poniendo su futuro en entredicho. Se ha insistido en la humillación infligida a Grecia, pero los griegos, después de todo, con dignidad se han manifestado; de suyo, más se han humillado quienes en la Unión Europea se someten a quienes mandan en el Eurogrupo y, a su vez, en este Eurogrupo, quienes se subordinan al indiscutido poder de una Alemania que, con Merkel como vocera y el ministro de Finanzas Schäuble como ejecutor, lo ejerce abusivamente.
Pero, aun con todo, es obligado retener y hacer fecundo el mensaje que nos llega desde la castigada Grecia. Su referéndum no fue en balde, aunque su pretendido efecto no se haya logrado en primera instancia. La batalla es larga y en medio de ella, ya que hablamos de la Revolución Francesa, cabe recordar lo que Kant, desde su lejana Königsberg, decía de ella: la revolución suscitaba no sólo simpatía, sino entusiasmo, por lo que significaba, más allá de triunfos y fracasos inmediatos, de señal emitida sobre la historia de emancipación que había que impulsar. El insumiso "no" de la mayoría de los ciudadanos de Grecia señaló el camino de una Europa consciente de que tendrá futuro si se alza democráticamente contra el despotismo de los tecnócratas, la tiranía de los mercados y el autoritarismo cruel de quienes hacen de la salvación del euro la coartada de sus pretensiones de dominio. Ulises advierte de que nos podemos quedar sin Ítaca.
Somos muchos los ciudadanos sobrecogidos por lo que está ocurriendo en Grecia. Viéndonos solidariamente concernidos, compartimos además una honda preocupación por lo que esta Europa de la que formamos parte, actuando así con el país heleno, está haciendo consigo misma. Abochornados por tanto sadismo como se...
Autor >
José Antonio Tapias
Catedrático en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Granada, es autor de 'Invitación al federalismo. España y las razones para un Estado plurinacional'(Madrid, Trotta, 2013).
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