1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.335 Conseguido 91% Faltan 16.440€

Cuaderno del nómada

La filial del infierno en Europa (I)

Aylan y otros centenares de niños habrán naufragado en vano en nuestras playas si esta conmoción es pasajera y no desemboca en un verdadero cambio de conciencia y una firme voluntad de enmienda moral en nuestra sociedad

SERGI BELLVER Halle , 9/09/2015

<p>Refugiados sirios y palestinos en Yarmouk, Damasco, el 31 de enero de 2014.</p>

Refugiados sirios y palestinos en Yarmouk, Damasco, el 31 de enero de 2014.

UNRWA

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

“Ha llegado el momento de irnos. Quemarán nuestros libros, pensando en nosotros. [...] Tenemos que marcharnos, para que sólo prendan fuego a los libros”, escribió Joseph Roth poco antes de abandonar Berlín en 1933. Nacido en el borde oriental del Imperio Austrohúngaro y desentendido de su herencia judía, el autor de los textos recogidos en La filial del infierno en la Tierra supo vaticinar en sus cartas y artículos el terror con el que los totalitarismos estaban a punto de incendiar Europa. Moriría seis años después, exiliado en París y vencido por la misma desesperanza que consumió tras cruzar su última frontera a otras grandes conciencias del humanismo europeo como Walter Benjamin y Antonio Machado.

En estos días convulsos en los que el fascismo y el horror adoptan mil caras, quienes sentimos empatía por el drama de los desplazados sirios y preferimos no olvidar tenemos en mente aquellas imágenes de los refugiados y exiliados españoles a las puertas de la frontera con Francia, hacinados en campos de concentración a orillas del Mediterráneo o a bordo de los barcos que les salvaron de la represión y la muerte para llevarles hasta México, Chile y otras tierras de acogida. Las similitudes con la actual crisis de los refugiados sirios no terminan ahí, pues arrancan desde una guerra civil que ya dura en Siria bastante más que la española y desangra el país desde 2011. Una guerra, como la nuestra, auspiciada en buena medida por intereses extranjeros, cuya complejidad amenaza el frágil equilibrio de toda la región y que promete dejar varadas multitudes en las orillas de Europa durante mucho más tiempo del que alcanzamos a imaginar en este instante.

El naufragio más largo

Nunca han faltado los avisos durante estos cuatro últimos años, aunque sólo ahora parece reaccionar nuestra sociedad, justo cuando las puertas del infierno se han abierto demasiado cerca para interrumpir la atonía de nuestros salones. Para arrojarnos a la cara el éxodo de todos los condenados por nacer en la sala de calderas del mundo. Sin embargo, aunque la imagen de un niño ahogado en una playa turca haya conseguido activar resortes que pensábamos dormidos, llevábamos mucho tiempo desayunando con las señales e ignorándolas, sordos ante una constante voz de alarma. Esa llamada se había ido fundiendo con el murmullo general de las noticias, como el ruido de máquinas de un barco al que ya no prestamos atención desde nuestro camarote, demasiado ocupados en nuestras rutinas, pero el infierno seguía ahí, bajo la cubierta, empujando su desmesura hacia el Mediterráneo.

Estábamos enterados, nos tocaba de cerca y nadie puede rebatirlo a estas alturas: tras el fracaso y la represión de la llamada primavera árabe en Siria, en agosto de 2011 las Naciones Unidas condenaron al Gobierno de Bashar al-Asad por su extrema violencia contra los civiles. La Unión Europea se unió a las sanciones contra el régimen sirio y se posicionó junto a la Liga Árabe para intentar propiciar una transición pacífica en el país. Hace más de dos años el Gobierno español llegó a un acuerdo con la oposición siria para suministrarle piezas de artillería antiaérea y demás “material de defensa para la protección de la población”. Nadie en su sano juicio puede hablar por lo tanto de esta crisis como de un tema exclusivamente sirio que no nos incumba.

Tampoco han faltado los documentos gráficos de la barbarie, en los que a menudo los niños han sido también protagonistas. Quien tenga suficiente estómago puede revisar Internet y las hemerotecas: niños hambrientos y enfermos en los primeros campos de refugiados en territorio sirio; niños despedazados por las bombas arrojadas sobre la población civil; niñas convertidas en esclavas sexuales y casi niños aún crucificados, lapidados o defenestrados por sus creencias, su ascendencia o su condición sexual a manos de fanáticos islamistas; cadáveres de decenas de niños gaseados con sarín por el Ejército sirio, extendidos en una nave industrial o envueltos en sábanas blancas para su funeral. Del mismo día en que las manos del pequeño Aylan y de su hermano resbalaron de las de su padre hacia el abismo hay otras imágenes, casi en la misma playa, decenas de imágenes de niñas y niños de corta edad arrojados por el mar, con su ropa levantada por el oleaje y la cara entelada de espuma, imágenes que siendo del mismo parecen de otro naufragio, de uno más a la hora de las noticias, cuando seguimos anestesiados por la costumbre y algún extraño mecanismo impide la reacción emocional colectiva que ahora, sin embargo, hemos desarrollado ante una imagen concreta.

Aunque la imagen de un niño ahogado en una playa turca haya conseguido activar resortes que pensábamos dormidos, llevábamos mucho tiempo desayunando con las señales e ignorándolas, sordos ante una constante voz de alarma

Tal vez por su sencillo desamparo, quizá por golpearnos sin la pornografía habitual de la tragedia televisada y seguramente porque Aylan, tan reconocible ahí en los albores de una infancia occidental más, con sus diminutos zapatos intactos, su tez clara y su cabecita quieta de nene dormido, nos ha devuelto la imagen de nuestros hijos, nuestros hermanos menores, nuestros sobrinos o nuestros nietos. Desde el fondo de ciertos patrones culturales se revela en nosotros, por incómodo que resulte reparar en ello ahora, cierto racismo atávico y caucásico por el hecho de que esa familiaridad nos haya roto por fin el corazón precisamente ahora y no tras años de espanto gráfico a disposición de todo el mundo. Tras más de once mil niños sirios que tuvieron la mala suerte de morirse con el aspecto que nuestros prejuicios les asignan a los niños árabes que mueren allí, lo bastante lejos y en otra guerra más de la que seguir a salvo en nuestra burbuja, la música bien alta y el pedal del gas a fondo en la circunvalación de vuelta a casa. Pero el de Aylan ha sido el naufragio más largo de nuestro siglo, porque empezó a ahogarse en el vientre de su madre mientras allá fuera en el mundo, como un eco amortiguado, se sucedían ya los gritos y las detonaciones. Y siguió hundiéndose cuando vio la luz en un Kurdistán envuelto en llamas y cada vez que sus padres no pudieron garantizarle el sueño o la sonrisa. El pequeño Aylan y todos los niños sirios, iraquíes, palestinos y afganos varados en las playas de Europa llevan años naufragando desde su concepción hasta su muerte en un mar mucho más oscuro e implacable que el Mediterráneo: nuestra indiferencia.

La deriva de Occidente

Como tantas personas, no pude tolerar esa imagen del niño en la playa y recuerdo incluso haber intentado huir de ella en las redes sociales. Mi repulsión era en cierto modo “nueva”, acaso distinta y más honda, de manera que participo como todos de ese racismo inconsciente y secular, por mucho que quiera rebelarme a diario contra él. En primera instancia pensé que tal vez no debiera haberse publicado, pero luego reparé en todas esas fotos que antaño parecieron reconducir la Historia y, al ver la reacción general, comencé a contemplar un atisbo de cambio: aun cuando la pérdida es distinta pero también atroz, por fin los europeos parecían más consternados por la muerte de un niño que por la voladura de antigüedades milenarias como Palmira y el expolio de nuestra cultura madre entre el Tigris y el Éufrates. Y soy muy consciente de lo que digo: el Arte mueve mi vida pero en mi noción del humanismo la supervivencia de un niño es más valiosa. Cada niño es a la vez la compleción y el renacimiento del mundo entero, y su futuro es el de todos. La saturación ha venido después, con la innecesaria repetición, interpretación y banalización de la imagen del naufragio descorazonador hasta empezar a convertirlo poco a poco en un icono manejable, en un material gráfico que cientos de “artistas” copian, pegan, editan y comparten para demostrar quién sabe qué y hacer un poco más de ruido, esa inercia tan propia de nuestros tiempos. Del mismo modo que la imagen del niño ahogado ha invocado algún arquetipo en nuestro inconsciente colectivo, parece síntoma de nuestra época la trivialización continua de los símbolos y, con ella, la desactivación de su potencial: imaginen a Ernesto Guevara con una camiseta del “Che” tendido en el diván de Carl Gustav Jung.

El pequeño Aylan y todos los niños sirios, iraquíes, palestinos y afganos varados en las playas de Europa llevan años naufragando desde su concepción hasta su muerte en un mar mucho más oscuro e implacable que el Mediterráneo: nuestra indiferencia.

Cuando uno piensa en esas otras fotografías que sacudieron su época, la de la niña vietnamita rociada de napalm o las de los presos torturados de Abu Ghraib, aquellas que cambiaron parte de la opinión pública de los estadounidenses en contra de las guerras que su gobierno mantenía en el extranjero, se pregunta por su “utilidad”. Sin embargo, las guerras continúan y el supuesto cambio parece encallar en la superficie, como una agitación fugaz a punto de disolverse en el fragor del momento, antes de que todo el mundo siga con su vida para poder soportarse a sí mismo. La fotografía del buitre a la espera de que terminara la agonía de un famélico niño sudanés sacudió las entrañas de toda nuestra especie en 1993 y le reportó el Pulitzer, el repudio general y finalmente el suicidio a su autor, Kevin Carter. Seguramente propició también un leve repunte de las donaciones a varias ONG en todo el llamado “primer mundo”, pero la realidad es que no terminó con el hambre en África. Del mismo modo, Aylan y otros centenares de niños habrán naufragado en vano en nuestras playas si esta conmoción es pasajera y no desemboca en un verdadero cambio de conciencia y una firme voluntad de enmienda moral en nuestra sociedad.

Con su famoso retrato de una viuda y sus hijos hambrientos, la fotógrafa Dorothea Lange conmovió a los estadounidenses tras el Crack del 29 y logró que el Gobierno federal enviara toneladas de comida a los emigrantes llegados a California desde el Medio Oeste. La palabra quizá sea más lenta y menos aparatosa pero acaso más profunda: aquellos emigrantes se convirtieron por la ficción en el clan de los Joad, paradigma universal de los desposeídos y protagonista de Las uvas de la ira (1939), novela con la que un indignado John Steinbeck quiso denunciar y avergonzar a los “codiciosos cabrones” que provocaron la miseria de multitudes con la Gran Depresión. Se publicó el mismo año de la muerte de Joseph Roth, como si a ambos lados del Atlántico todo Occidente asistiera al mismo tiempo a su propio naufragio: el de una sociedad a la deriva entre los desmanes del capitalismo y los crímenes de los fanáticos totalitarios. “¿Cómo se puede asustar a un hombre que no sólo carga con el hambre de su vientre sino también con el de sus pobres hijos?”, escribió Steinbeck. Y ahora, mientras empiezo a escribir esta serie de artículos sobre dos crisis, la de los refugiados y la de nuestros valores, me pregunto cómo pueden Occidente y Europa pretender siquiera que las vallas, las fronteras, las leyes, las porras y las patrullas vayan a alejar a millones de padres desesperados por salvar las vidas de sus hijos, tanto si huyen de la guerra como del hambre, sean refugiados o migrantes, pidan asilo o pan, lleguen con todos los papeles en regla o con su identidad hecha cenizas, como condenados recién fugados de las puertas del infierno.

 


 

Nota del autor:
He pedido a la dirección de CTXT --y esta ha aceptado-- que destine el importe íntegro de mi remuneración por esta serie de artículos a un donativo en mi nombre para la campaña de ACNUR en Siria y el Mediterráneo.

https://www.eacnur.org/ayuda-ong-africa-donativos-hacerse-socio

 



“Ha llegado el momento de irnos. Quemarán nuestros libros, pensando en nosotros. [...] Tenemos que marcharnos, para que sólo prendan fuego a los libros”, escribió Joseph Roth poco antes de abandonar Berlín en 1933. Nacido en el borde oriental del Imperio Austrohúngaro y desentendido de su herencia...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

SERGI BELLVER

Escritor y nómada. Ha publicado el libro de relatos Agua dura (Ediciones del Viento, 2013) y ha trabajado como editor, profesor de narrativa, periodista cultural, crítico literario, guionista y librero. Vive sin domicilio fijo desde 2011.

sergibellver.com

@SergiBellver

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

12 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. oriol sumsi

    ¿Hacemos balance, año y dos meses después?

    Hace 7 años 11 meses

  2. Ferran

    Yo no percibo nada egocéntrico ni perverso en el artículo. Está pulido al estilo humanista y no sólo habla de la emoción que despierta una imagen, sino del drama real que no vivimos por ser aldeanos globales. Tiene una cadencia melancólica y un tono de desencanto que apunta a la decadencia de valores europeos, algo que lleva sucediendo desde hace diez años. Me parece que deberían distinguir el ruido de la furia que los hechos provocan. Un saludo.

    Hace 9 años 2 meses

  3. Eduard

    A Oriol y compañia decirles que observo con alarmismo que el analfabetismo funcional, aún y con los esfuerzos del Estado en sus repetidas reformas en lo que atañe a la educación, sigue creciendo directamente proporcional al cinismo. Saber leer es importantísimo pero lo es más saber interpretar lo que se lee. Malgastar tiempo en intentar derribar con ironías pueriles la buena intención del articulo y del articulista exacerba todavia más la profundidad del pozo que ha cavado vuestra ignorancia y falta de empatía.

    Hace 9 años 2 meses

  4. CHUS

    A Sergi: Muy buen y veraz artículo. Berthus y Oriol: Por vuestros comentarios, está claro que formáis parte de ese abundante colectivo que solo lee lo que quiere leer e interpreta lo que le cuadra en función de sus manías y clichés personales... Eso sí, desde la sapiencia e intelectualidad absoluta. El problema lo tenéis vosotros que si sois perversos por darle un giro a la esencia del artículo a favor de vuestro liso pensamiento. Me disculpo de antemano por no alcanzar vuestro tan alto nivel sociocultural.

    Hace 9 años 2 meses

  5. Sergi Bellver

    Enhorabuena a Oriol y a sus amigos, paisanos míos (saludos a Raúl, por cierto), por su lección de altruismo y humildad. Su aportación es inestimable, al revelar que esa figura retórica usada miles de veces por miles de autores (cada vez que se produce una tragedia y que una muerte indeseada puede convertirse, sin embargo, en revulsivo para las conciencias: la lista de ejemplos es larga) demuestra en realidad un "macabro egocentrismo" por mi parte. Que este artículo esté dirigido fundamentalmente a que los europeos nos cuestionemos unas cuantas cosas y dejen de hablar y actúen, supongo que son temas secundarios. Aunque aquí tenemos a un par de paisanos haciendo justo eso, hablar y hablar para demostrar quién sabe qué. Gracias por iluminarnos, ya nos hemos enterado. Ahora miren a su alrededor y HAGAN algo.

    Hace 9 años 2 meses

  6. Berthus

    Porqueria de lloriqueo! 100% con Oriol! "Naufragar en vano" dedicado a un niño es ego-perverso!! Patricia, mira la vida de cara y olvida la sumisión. El Sergi en este caso parece una Yaya.. Sorry dock

    Hace 9 años 2 meses

  7. Patricia

    Eres tan listo y tienes una capacidad de análisis tan grande que no merezco tu precioso tiempo. Buenas noches a ti y a tu conciencia, que seguro que tu postura es justo lo que necesitamos todos en este momento, sobre todo los refugiados.

    Hace 9 años 2 meses

  8. oriol sumsi

    Hola "patricia", no me parecen palabras sacadas de contexto, al contrario, encabezan el artículo y lo tiñen todo de esa típica moralina tranquilizadora de conciencias propia de los que afirman escandalizarse cuando se pone de moda, durante unos días, la foto de un niño muerto. La expresión "naufragar en vano" denota, si lo piensas bien, un macabro egocentrismo, como si el pobre niño en cuestión se hubiese ahogado en "nuestras costas" con el objetivo, quizá divino, de provocar un "cambio de conciencia". Algo similar se ve en el mismo párrafo cuando se habla de " voluntad de enmienda" y no de enmienda, que sería lo suyo, digo yo. Dime cuántas fotos de niños muertos has visto y cuántas veces no ha cambiado "la conciencia" y quizá entiendes lo que digo. Como seguramente no lo entenderás y seguirás llamándome podrido por dentro, me despido por anticipado, que no voy a perder el tiempo debatiendo por aquí. Salud y muchos euros a la Acnur

    Hace 9 años 2 meses

  9. Patricia

    Hay que estar completamente podrido por dentro para sacar de contexto tres palabras de todo este artículo, obviar su objetivo y dejar un comentario tan cínico y retorcido como el de "oriol sumsi".

    Hace 9 años 2 meses

  10. oriol sumsi

    El concepto "naufragar en vano" es lo más perverso que he leído en mi vida, felicidades a tu conciencia.

    Hace 9 años 2 meses

  11. C. Blanco

    Estremecedor.... verídico y duro pero la eterna realidad.

    Hace 9 años 2 meses

  12. Sergio López

    La negación del individuo es el mayor éxito de la opresión http://psr-e.over-blog.com/2015/09/la-burbuja-del-desencanto.html

    Hace 9 años 2 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí