Dije: "Éste es el camino a mi casa". Respondió: "No,

no pasarás", y me apuntó con el fusil...

Está bien. Tengo en todos los barrios

amigos, y todas las casas del mundo.

‘Desiertos’. Adonis 

Las imágenes se aferran a la retina, se pegan a la mente. En el túnel de Calais, en los trenes de Budapest. En Serbia y Macedonia. En Grecia y Turquía. En una larga marcha, a pie, hacia Viena. En barcas hacia Sicilia. En sillas de ruedas empujadas a través de una vía. Atravesando alambradas. Han sido golpeados por policías húngaros, asfixiados en el interior de un camión, ahogados en las orillas de las playas.

Los ayuntamientos de Barcelona, Valencia y Madrid plantean una red de acogida a refugiados y se convierten en “el Festival de Eurovisión de los progres” para Carlos Herrera (COPE, 4 de Septiembre de 2015). La cadena episcopal no parece compartir línea editorial con su jefe, el Pontífice. Pero las plumas más reacias a acoger a los huidos ya se pliegan a los repentinos cambios de humor y de opinión de un gobierno temeroso de los votantes, como estos que --cañitas y calor veraniego, ventanas abiertas-- hablan sentados en la calle, conversación de terraza de bar madrileño: “Son los moros esos del... ¿Estado Islámico? Bueno, esos que la toman con las ruinas arqueológicas. Son esos, ¿no?”.

Siria. Cuatro años de guerra. 230.000 muertos. Once millones y medio de desplazados.

Siria. Cuatro años de guerra. 230.000 muertos. Once millones y medio de desplazados. País de fronteras marcadas con tiralíneas tras la Segunda Guerra Mundial por franceses e ingleses. Una población alauita, chiíta, suní, drusa, cristiana. Una guerra civil entre las fuerzas gubernamentales del dictador Asad y sus aliados (como los milicianos de Hezbolá) contra el Ejército Libre Sirio, la Brigada al-Tawhid, el grupo salafista Ahrar al-Sham, el  Liwa al-Haqq, Suqour al-Sham, El Ejército del Islam, Ansar al-Sham, Al-Nasru (Al Qaeda en Siria), pero quizá otros, más fragmentados; los expertos no se ponen de acuerdo a día de hoy. Y por supuesto, el DAESH o Estado Islámico o Isis o Califato. Además, en el Kurdistán sirio, están las milicias kurdas del YPG (Unidades de Protección Popular). Todos contra todos. “Más de 11.000 niños han muerto en la guerra de Siria.” (Datos de 2013 publicados por el Grupo de investigación de Oxford. BBC)  ¿Nadie se indignaba entonces?

El conflicto es una mancha extendida hacia Irán, Irak, Turquía y Líbano, pero cada vez hay menos información directa de lo que ocurre en Siria: el país más peligroso del mundo para un periodista, según Reporteros sin Fronteras. Todo esto es demasiado complejo, vamos a aburrir al oyente, al espectador, al lector, avisan los expertos en las leyes del espectáculo mediático.

“Hay que ir a pegar tiros”, zanja el tertuliano Juan Manuel de Prada. (La radio de Julia, Onda Cero, 4 de septiembre 2015). Quizá a favor de Bashar al-Asad, aunque gasee a civiles con armas químicas. (Información de Amnistía Internacional, 18 de marzo de 2015)

“Asad, nos guste o no nos guste, es el Gobierno que se sienta en la Asamblea General de Naciones Unidas, y el que tiene la legitimidad en la interlocución internacional", dice Margallo, ministro de Exteriores, desde Teherán, donde se ha reunido con el presidente Rohani. (El Mundo, 8 de septiembre, 2015)

“La crisis de los refugiados obliga a planear bombardeos en Siria” (El País, 8 de septiembre 2015).  

“¿Y la ONU? ¿Por qué no hace nada?”, pregunta otra voz desde la calle, en la misma terraza madrileña. El 90% de las armas que se utilizan en esta guerra han sido fabricadas en los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad, como Rusia, Estados Unidos y China. Al parecer, todos tienen intereses geopolíticos en la región.

Una avalancha de opinadores justifica las dictaduras en “esos países” que no son capaces de desarrollar una democracia porque “no tienen tradición”. (¿España en 1975?). Hay que apoyar al Gobierno sirio, es un mal necesario. Aunque reciba ayuda de Rusia, Hezbolá e Irán. “La culpa de todo es de las primaveras árabes”, se repite como un mantra o una consigna. Los mismos plumillas cínicos avisan: “Esta crisis pasará, como todas, cuando en los periódicos y televisiones se vea relegada por otras noticias más actuales”.

De momento, las imágenes siguen llegando, imparables: ellas sí son una avalancha, una oleada vomitada por nuestras pantallas, desparramada por nuestras salas de estar, invade nuestras casas, se agarra a las gargantas y a los ojos. El niño de la orilla de la playa parece dormido.

Desciende conmigo por el tragaluz de las tinieblas

al lugar

donde habita el tiempo roto

para que el lenguaje sea

un poema que se viste con el rostro del mar.

‘El color del agua’. Adonis

Traducción del árabe de María Luisa Prieto.