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Jeremy Corbyn ha dejado de ser un personaje “anacrónico e irrelevante” para convertirse en “una amenaza para la seguridad nacional”. Así funciona el lenguaje del poder: un señor mucho más parecido al músico folk y activista Pete Seeger que a Osama Bin Laden se ha convertido en apenas unas horas en el nuevo enemigo público número uno en Gran Bretaña. Pero para el primer ministro, David Cameron, autor de esas palabras, el nuevo líder del partido laborista, un político atípico por su honradez, coherencia y respeto a sus propios principios –¿en qué momento ser así se convirtió en una anomalía y no el patrón por el que deberían cortar a todos los políticos?-- es prácticamente un terrorista contra el que habrá que luchar con uñas y dientes. Y para cincelar esa idea en la cabeza de los británicos no hay nada más eficaz que el miedo, el arma estrella del poder, de ahí que ahora se resuciten los fantasmas de aquellos comunistas de antaño, los del otro lado del telón de acero, los que venían a quitarnos nuestros coches, nuestras televisiones y, sobre todo, nuestro dinero.
Para ser justos con Cameron habría que puntualizar que en realidad la nueva amenaza no es sólo Corbyn sino el Partido Laborista al completo puesto que la frase exacta, pronunciada el domingo tras su victoria fue: “El Partido Laborista es ahora una amenaza para nuestra seguridad nacional, nuestra seguridad económica y nuestra seguridad familiar”. Si cambiamos la palabra “laborista” por “comunista”, retrocedemos en el tiempo treinta años de inmediato. La falta de imaginación de los gobernantes es portentosa.
George W. Bush, un tipo no precisamente célebre por su brillantez intelectual, al menos se estrujó un poquito el cerebro y bautizó al enemigo como “el eje del mal”, (Irak, Irán y Corea del Norte). De aquella diabólica frase nació una guerra, la de Irak, cuyas nefastas consecuencias seguiremos masticando durante muchos años. Irán, como por arte de magia, parece que ya no es tan malo –¿será porque sacar petróleo de Irak cada vez es más peligroso?-- y sobre Corea del Norte se cubrió un tupido velo minutos después de pronunciarse aquella frase y allí sigue, encerrado en su propio bucle, total, tras su frontera sólo hay coreanos que pasan hambre y ni rastro de oro negro.
Me ha resultado muy cómico escuchar el ataque de Cameron puesto que estos días ando abducida por una serie titulada The Americans en la que ese tipo de frases son muy frecuentes. Se trata de las aventuras de una pareja de espías soviéticos que viven en Estados Unidos durante la Guerra Fría y camuflan sus actividades bajo la apariencia de ser una familia con hijos de clase media mientras matan a agentes americanos o a disidentes soviéticos. Cuando aparece Ronald Reagan o los del FBI y hablan de los rusos, las frases son tan parecidas a las que ha pronunciado Cameron que tras leer el titular fue casi inevitable reírme aunque, después de la carcajada, es casi obligatorio asustarse. Bajo la excusa de “que vienen los rojos”, que por cierto también se ha escuchado en España cuando Podemos comenzó a tomar fuerza, se hicieron durante casi cincuenta años barbaridades de todo calibre, y no sólo al enemigo de fuera sino a todos aquellos que dentro de Estados Unidos no comulgaban con las políticas del miedo. Tras el 11-S los malos cambiaron de nombre y, aunque el lenguaje se mantuvo, ya no eran de color rojo. Ahora con Corbyn (y Podemos y Syriza ) llega la resurrección de los fantasmas con mayúscula y, aunque los cincuenta años de guerra fría quedaron atrás hace décadas, ayudan en el inconsciente ciudadano a cincelar nuevamente el miedo en el presente.
Pese a ello, yo tengo esperanzas: quizás los que conocieron aquel miedo y entendieron tras la caída del muro cuánto daño hizo el lenguaje no volverán a tragarse el mismo cuento. Y los que son más jóvenes, los que nunca conocieron al enemigo comunista a través de los titulares de los periódicos y la televisión y hoy se ríen al escuchar algunos diálogos esperpénticos de The Americans, no se dejarán engañar. El mundo ya no es tan naif y los jóvenes tienen muchas más armas que antaño para discernir la verdad de la propaganda. Muchos llevan desde el 11-S viendo a sus gobiernos perpetrar y decir barbaridades bajo la excusa de “la seguridad nacional”. Los malos y el miedo siguen ahí, pero quizás nosotros sí hayamos cambiado.
Jeremy Corbyn ha dejado de ser un personaje “anacrónico e irrelevante” para convertirse en “una amenaza para la seguridad nacional”. Así funciona el lenguaje del poder: un señor mucho más parecido al músico folk y activista Pete Seeger que a Osama Bin Laden se ha convertido en apenas unas horas en el...
Autor >
Barbara Celis
Vive en Roma, donde trabaja como consultora en comunicación. Ha sido corresponsal freelance en Nueva York, Londres y Taipei para Ctxt, El Pais, El Confidencial y otros. Es directora del documental Surviving Amina. Ha recibido cuatro premios de periodismo.Su pasión es la cultura, su nueva batalla el cambio climático..
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