Jeremy Corbyn, un activista a la antigua para despertar a los laboristas
El veterano político ha conseguido despertar a las bases más izquierdistas del partido y a muchos jóvenes, que se han afiliado para poder votar en las primarias. Propone un ambicioso plan de inversiones públicas
Carlos Larroy Londres , 11/09/2015
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El Partido Laborista británico quedó en estado de shock tras perder las elecciones en mayo. El conservador David Cameron consiguió una inesperada mayoría absoluta cuando las encuestas apuntaban a un empate técnico entre ambos partidos. Tras la segunda derrota consecutiva, el debate sobre la crisis de la socialdemocracia europea ha llegado también al Reino Unido. Dentro del partido, el ala moderada consideraba demasiado izquierdista el discurso antiausteridad de Ed Miliband, mientras los más progresistas lo encontraron demasiado suave y hoy apuestan por volver a las esencias del socialismo clásico, abandonadas, en parte, cuando Tony Blair lanzó su Tercera Vía, para recuperar el poder.
La novedad es que el candidato favorito para las primarias laboristas del 12 de septiembre, Jeremy Corbyn, propone un radical giro a la izquierda --y el propio Blair ha advertido de que eso supondría la “aniquilación” del partido. Esa amenaza y el hecho de que a Corbyn se le compare con Alexis Tsipras o con Pablo Iglesias no parece, sin embargo, restar apoyos al curtido parlamentario de Islington North, quien heredó la vocación militante de sus padres, dos pacifistas que se conocieron en Londres haciendo campaña sobre la Guerra Civil española. Su discurso, que es en buena parte un regreso al pacto social keynesiano que los laboristas --y los conservadores-- pusieron en práctica en Reino Unido desde la posguerra mundial hasta los años setenta, ha conseguido despertar a las bases más izquierdistas del partido, dormidas desde la época de Blair, y ha encandilado a un gran número de jóvenes, que se han afiliado al partido solo para poder votarle.
El curtido parlamentario de Islington North ha conseguido despertar a las bases más izquierdistas del partido, dormidas desde la época de Blair.
Corbyn es conocido en el Reino Unido por ser un verso suelto dentro del laborismo. A sus 66 años --se presentaría a las elecciones con 71--, unos y otros valoran que el político se muestre consecuente con sus ideas, más allá de si las comparten o no. Con independencia de quien gobernara, siempre ha defendido lo mismo desde su entrada como diputado en la Cámara de los Comunes, hace ya 32 años. Los números lo confirman: el ex sindicalista, que es todavía columnista del Morning Star, es el parlamentario laborista que más veces ha roto la disciplina de voto (más de 500 veces desde 1997).
Sin corbata ni traje, a menudo con su gorra negra, Corbyn no tiene coche, llega todos los días a Westminster en bicicleta, se declara abiertamente republicano --con todo lo que ello conlleva en el Reino Unido-- y es uno de los rostros más visibles del pacifismo en su país. Empezó a salir a la calle en los sesenta contra la guerra de Vietnam y fue uno de los principales cabecillas de las manifestaciones contra la de Irak impulsada por Blair. Es, además, representante de Amnistía Internacional en el Reino Unido, y ha defendido diversas causas internacionales, como cuando mostró su apoyo a que el dictador chileno Augusto Pinochet fuera juzgado en España.
Este activismo es el que quiere recuperar para su partido: “Debemos convertirnos en un movimiento social otra vez. El partido fue fundado para combatir la injusticia y con demasiada frecuencia hemos abandonado ese camino, ignorando a nuestro electores en favor de los intereses comerciales y la prensa”.
“Debemos convertirnos en un movimiento social otra vez. El partido fue fundado para combatir la injusticia y con demasiada frecuencia hemos abandonado ese camino, ignorando a nuestro electores en favor de los intereses comerciales y la prensa”, ha declarado
Precisamente, el éxito de Corbyn reside en haber conseguido abrir el debate en un Partido Laborista escaso de ideas y torpe a la hora de explotar las deficiencias de las políticas económicas de Cameron. El líder conservador ha logrado que su país vuelva a tener unas cifras macroeconómicas envidiables, creciendo con fuerza y con una tasa de paro cercana al pleno empleo (5,5% y sigue a la baja). Sus políticas de austeridad han minado, sin embargo, el Estado del Bienestar y han provocado que el uso de los bancos de alimentos se haya disparado. Los trabajadores sociales alertan de que buena parte de los casi 1,1 millones de personas que recurren a ellos --frente a los 41.000 que pedían comida antes de que llegara Cameron-- son gente con trabajo, pero con unos contratos tan precarios que no pueden llegar a final de mes.
Corbyn es un keynesiano convencido y ha recibido el apoyo de importantes líderes de esta corriente de pensamiento, como el Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Sus ideas son muy claras: hay que acabar con la austeridad e iniciar un ambicioso plan de inversiones para que el Reino Unido vuelva a tener unos servicios públicos fuertes. En su programa incluye la nacionalización de sectores estratégicos --especialmente, el ferrocarril-- y diversas medidas para recuperar la igualdad perdida en los últimos años. Otra de sus propuestas es eliminar el tasazo universitario de Cameron, que en 2012 incrementó de 3.000 a 9.000 libras (de unos 4.000 a unos 12.000 euros) el precio de la matrícula anual, lo que ha obligado a muchos jóvenes a endeudarse para poder obtener un título.
El candidato del ala socialista de los laboristas está siendo criticado por su propio partido por ser un idealista que va a hacer que la formación “retorne a los años ochenta”. Las facciones moderadas alertan de que con Corbyn será imposible ganar unas elecciones y reclaman situarse en el centro del tablero. “Si tu corazón está con sus políticas, entonces necesitas un trasplante”, llegó a decir Tony Blair en un discurso destinado precisamente a pedir a la militancia que no votase a este candidato. El principal temor del establishment es que se repita la debacle de 1983, cuando Margaret Thatcher logró aniquilar a unos laboristas que se habían presentado con un programa marcadamente de izquierdas. No recuperarían el poder hasta 1997.
“Si vuestro corazón está con él, necesitáis un trasplante” (Tony Blair).
Ninguno de los esfuerzos por minar a Corbyn parece alcanzar su objetivo. Tampoco el empeño de los diarios sensacionalistas --en una maniobra que recuerda a lo que ha pasado en España con Podemos-- en sacar a relucir su pasado político: su foto con Hugo Chávez y el apoyo expreso que le dio; la invitación al líder del Sinn Fein, Gerry Adams, en 1984 a la Cámara de los Comunes --Corbyn defiende la reunificación de Irlanda--; o sus supuestas simpatías por el Gobierno de Irán, así como por Hamás y Hezbolá.
Por el contrario, Corbyn parece fuerte, tranquilo y seguro de lo que piensa. “Fuimos a las dos últimas elecciones prometiendo recortes. No podemos salir en 2020 diciendo que la primera cosa que vamos a hacer son más recortes. Yo digo: invertir para crecer”, afirmó en uno de los debates televisados previos a las primarias, en el que el resto de candidatos le preguntaron de dónde iba a sacar el dinero para poner en marcha su plan de infraestructuras.
Yvette Cooper, la candidata más cercana a las ideas de Gordon Brown, y que ha recibido el apoyo del periódico The Guardian, también le acusó de que su idea de aumentar el gasto público cuando la economía está creciendo “lo único que conseguiría es inflación”. Fue incluso más allá. “Lo que usted dice suena fenomenal. Todo el mundo quiere ver nuevos colegios, hospitales e infraestructuras, pero es deshonesto ofrecer algo que no podemos hacer. Tenemos que crear una alternativa creíble, no hacer creer a la gente que el dinero va a salir de la nada, simplemente imprimiéndolo”, criticó.
Yvette Cooper, la candidata más cercana a las ideas de Gordon Brown: “Lo que usted dice suena fenomenal. Todo el mundo quiere ver nuevos colegios, hospitales e infraestructuras, pero es deshonesto ofrecer algo que no podemos hacer”
Corbyn ni se inmutó. Dijo que no acepta el estado actual de las cosas en Reino Unido y echó mano de su discurso keynesiano --otros lo califican de “populista”-- para explicar de dónde sacaría el dinero. “Pusimos 395.000 millones de libras para salvar a los bancos en la crisis de 2008. Mi sugerencia es que parte de ese dinero, junto con otras fuentes de ingresos como bonos del Estado, sirvan para crear un Banco de Inversiones para mejorar las infraestructuras, particularmente la red de ferrocarril, así como para la construcción de viviendas sociales, que este país necesita imperiosamente”.
Corbyn ganó ampliamente el debate televisado, según las encuestas, y a la espera de lo que decidan los 610.000 militantes llamados a las urnas el 12 de septiembre, lo que está claro es que ha conseguido recuperar la esperanza de una importante parte del electorado laborista. Muchos de ellos --como han apuntado diversos sondeos-- ven improbable que Corbyn sea capaz de ganar unas elecciones. Mientras tanto, el veterano pacifista llena en cada mitin que da y ya ha conseguido que, sea quien sea el ganador, los laboristas se sientan obligados a virar la izquierda después de las primarias. En qué grado, dependerá de que Corbyn salga elegido el 12 de septiembre.
El Partido Laborista británico quedó en estado de shock tras perder las elecciones en mayo. El conservador David Cameron consiguió una inesperada mayoría absoluta cuando las encuestas apuntaban a un empate técnico entre ambos partidos. Tras la segunda derrota consecutiva, el debate sobre la crisis de la...
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Carlos Larroy
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