Susana Díaz
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La noche del 25 de mayo me lo pasé pipa. No fue sólo que la alianza rebelde ganase varias de las ciudades más importantes del país, incluyendo Madrid y Barcelona, es que prácticamente todos los parlamentos autonómicos desterraron las mayorías absolutas. Los gráficos de los informativos, representando la distribución de escaños, luciendo variedad de colores como nunca antes se había visto.
El mandato pareció estar claro, y así lo recitaron muchos de los nuevos candidatos electos: “La gente quiere que nos pongamos de acuerdo, que parlamentemos, que hagamos política”. ¿No era ese, acaso, el sentido del sistema parlamentario de representación? Si es necesario el acuerdo de varios partidos para sacar adelante una ley, ésta será más representativa de esa soberanía popular que en los hemiciclos se representa.
El problema es que no todo el mundo comprende aquello que Rousseau y Montesquieu proclamaban hace ya una pila de años. En agujeros de gusano --túneles espacio-temporales-- como el Parlamento de Andalucía, es muy difícil innovar con principios del siglo XVIII, como la separación de poderes, cuando allí se vive todavía en el siglo XV (con suerte).
Así, cuando los legisladores no susanistas se han puesto a hacer su trabajo, legislar, se han encontrado con una desagradable sorpresa: el Gobierno de la Junta no les deja. Y si no se han llevado ya las manos a la cabeza, atiendan a la historia de la Ley de Cuentas Abiertas, una propuesta del Grupo Parlamentario de Podemos Andalucía que persigue que cualquier persona pueda consultar los saldos y movimientos de las cuentas de la Administración Pública --sí, en Andalucía, tierra de ERE, cursos de formación e inversiones en yenes japoneses--.
Intento 1: Trámite en lectura única (urgencia)
La Ley que se presenta es tan simple que se podría resumir en 2 artículos:
1. Queremos ver las cuentas.
2. Queremos verlas ya.
A pesar de su simpleza, el resto de grupos insisten en que quieren enmendarla, y frenan su tramitación por esta vía de urgencia.
Intento 2: Trámite ordinario
Aquí llega la primera sorpresa, y es que el Gobierno de la Junta alega que, de aprobarse, esa ley costaría dinero y, así, se agarra a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, que admite que no se puede forzar al Ejecutivo a adoptar leyes que no estén previstas en los presupuestos.
El Partido Susanista bloquea la propuesta sin tener que decir abiertamente que prefieren latigazos antes que descubrir las cuentas de la Junta.
Intento 3: Gastos diferidos
Ya es curioso que la Ley de Transparencia, con su portal de datos abiertos incluido, no supusiese un aumento del gasto y esta Ley de Cuentas Abiertas, que supone una décima parte de trabajo, sí que aumente los costes. Aun así, queda un nuevo recurso, establecer la entrada en vigor de la Ley para finales de 2016, con lo que el hipotético gasto iría computado en los presupuestos del año siguiente. ¡Pánico!, debieron pensar en la Junta, pues no hay ninguna sentencia o ley que les sirviera para volver a bloquear la propuesta. Por no haber, no hay ni precedentes de que esto ocurra.
¿Cedería entonces Susana? ¿Permitiría que la proposición de ley llegara al pleno, donde su grupo tendría que votar en contra de enseñar qué hacen con el dinero de los y las andaluzas?
Nada de eso. Parapetándose en la Mesa del Parlamento, un órgano más administrativo que político, los miembros del Partido Susanista se han autonombrado Magistrados del Tribunal Constitucional, y han decidido que no se puede condicionar al Gobierno, tampoco en el presupuesto del año siguiente. El argumento es ridículo, primero porque ese presupuesto aún no existe, segundo porque el Gobierno está ya condicionado por muchas leyes en la elaboración de un presupuesto (por ejemplo, las que fijan los servicios de sanidad y educación) y, tercero, porque el proyecto de presupuestos que presente el gobierno debe aprobarse, por fuerza, en el Parlamento.
La jugada del susanismo consiste en dejar en el limbo la tramitación de una ley que les haría mucha pupa. Si se aprueba, queda al descubierto su gestión –-a la juez Alaya se le saltan las lágrimas--. Si no la aprueban se retratan delante de la gente. ¿Salida? Dar un golpe de Estado en el Parlamento, impidiendo que ningún grupo parlamentario que no sean ellos presente ninguna proposición de ley, simplemente alegando que supone un coste, aunque no enseñen ni un solo número, ni una mínima estimación.
¿Y cómo es posible que puedan frenarlo todo en la Mesa, estando en minoría? Aquí es donde entra la inestimable colaboración de Ciudadanos, ese partido comprometido con la transparencia, concienciado contra la corrupción… que volvió a poner al Partido de Chaves, Griñán y 164 imputados más en el Palacio de San Telmo. Como diría la infanta Cristina, el amor es que impide ver. Así, el representante de Ciudadanos en la Mesa emite una amorosa abstención que deja el resultado de la votación en empate, salvándole las posaderas a Susana y a su partido. Permitiendo que, a pesar de encontrarnos con el Parlamento más plural, en Andalucía siga gobernando una monarquía feudal.
Igual el problema no era sólo el bipartidismo, sino que toda la arquitectura y el funcionamiento de las instituciones estaba pensado para que la cosa no se fuese de madre. Un poquito de democracia está bien, pero sin pasarse, que sois todos unos radicales.
La noche del 25 de mayo me lo pasé pipa. No fue sólo que la alianza rebelde ganase varias de las ciudades más importantes del país, incluyendo Madrid y Barcelona, es que prácticamente todos los parlamentos autonómicos desterraron las mayorías absolutas. Los gráficos de los informativos, representando...
Autor >
Francisco Jurado Gilabert
Fue asesor del grupo parlamentario de Podemos en Andalucía. Es Jurista e investigador en el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP) de la Universidad Autónoma de Barcelona. Especializado en campos como la tecnopolítica, el proceso legislativo y la representación. Activista en Democracia Real Ya, #OpEuribor y Democracia 4.0. Autor del libro Nueva Gramática Política (Icaria, 2014).
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