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Cualquier día alguno se va a saltar un ojo, recuerdo que le dijo la profesora a los padres de un niño de mi clase que se llevaba al colegio la espada de plástico que le habían regalado por su cumpleaños y con la que unos cuantos jugábamos en los recreos a tumbar de un espadazo el bote de zumo vacío que sostenía la cabeza de otro. Un peligro parecido al que advertía mi profesora ronda en el ambiente cuando a un político le da por llevarse su bandera a un acto institucional. ¿Ves lo que pasa?, parecía decirle en las imágenes de vídeo la maestra Ada Colau al niño de ERC, señalándole la reacción que acababa de provocar, sacando su juguete, en el niño del PP del pupitre de al lado.
Viendo el espectáculo de las banderas en la celebración de la Virgen de la Mercé recordé aquello que una vez le escuché al escritor Juan José Millás. Reivindicaba Millás su derecho a pagar menos impuestos que sus vecinos, ya que él no era ni patriota ni religioso. De toda la vida las guerras las han provocado los nacionalismos y las religiones, decía, y le exigía a Hacienda que tuviera esto en cuenta cuando presentara su próxima declaración de la renta para que le fuera descontada la parte de la partida correspondiente a gastos militares.
Imagino que, a pesar de sus justas reivindicaciones, a Juan José Millás Hacienda acabaría cobrándole la parte correspondiente a Defensa. Los ateos de dioses y banderas estamos poco organizados. Los que no amamos especialmente las banderas ni las religiones deberíamos montar una patria propia y una religión para hacernos valer en torno a ellas. Quizá seríamos más de los que pensamos. Aunque dándole una vuelta al asunto, igual tendríamos el grave problema de que haríamos poco ruido. Sin mantras que repetir, ni trapos que ondear, ni dioses que echar a pelear contra otros dioses, seríamos una patria y una religión, sí, pero invisibles para el resto. Para eso nos quedamos como estamos.
De momento nadie se ha saltado un ojo, pero a este ritmo no tardará demasiado en suceder. Ya pasado el momento álgido, el líder de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona seguía defendiendo solemnemente el derecho de su bandera a salir a pasear el día de la Virgen de La Merced por ese balcón de Bienvenido Mister Marshall; algo parecido a lo explicado, con solemnidad parecida, por el líder del PP de Barcelona y hermano del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, también banderófilo, al que el incidente le ha recordado “a cuando ETA estaba plenamente activa y operativa”. No intenten entender nada. Son niños hablando de sus cosas. Al resto, por desgracia, descartada la opción de crear la patria propia, sólo nos queda cruzar los dedos y esperar que el juego no acabe en un ojo malherido. Qué pereza de banderas, de verdad, qué pereza. Sólo hay algo más cansino que una bandera: dos banderas.
Cualquier día alguno se va a saltar un ojo, recuerdo que le dijo la profesora a los padres de un niño de mi clase que se llevaba al colegio la espada de plástico que le habían regalado por su cumpleaños y con la que unos cuantos jugábamos en los recreos a tumbar de un espadazo el bote de zumo vacío que...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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