El conservador Pedro Passos Coelho sigue siendo primer ministro de Portugal, pero el suyo será probablemente el Ejecutivo más corto de la historia de la democracia lusa. Socialistas, comunistas y Bloco de Esquerda han dejado claro que avanzarán con respectivas mociones de censura al programa de gobierno, que ahora tendrá que presentar en el Parlamento el líder de la coalición conservadora, en un plazo máximo de 10 días. El problema para Passos es que el Parlamento está totalmente girado a la izquierda, con una mayoría inédita, dispuesta a dejar sus diferencias de lado con el objetivo común de derribar a la derecha y devolver algo de calidad de vida a los portugueses después de cuatro años de austeridad bajo los auspicios de la Troika.

El secretario general de los socialistas, António Costa, es el líder de esa alternativa política que según el presidente Aníbal Cavaco Silva es más peligrosa para la estabilidad del país que el hecho de que la coalición conservadora tenga que gobernar sin mayoría absoluta. El jueves, en su discurso televisado, en el que anunció que Passos Coelho será primer ministro, Cavaco Silva dejó al descubierto el político conservador que lleva dentro. No citó nombres, pero estaba claro que sus críticas iban dirigidas al Partido Socialista y a la izquierda.

El presidente expresó su miedo a que Portugal esté enviando mensajes equivocados a las instituciones internacionales, a los mercados financieros y a los acreedores. También teme que un gobierno socialista con el apoyo de comunistas y Bloco de Esquerda (una formación similar a Podemos) pueda echar por tierra la confianza recuperada por Portugal con mucho sacrificio durante los últimos años de contención, austeridad y rescate. Y teme sobre todo que ese hipotético gobierno de izquierda sea respaldado con los votos de quienes defienden la salida del Euro y de la OTAN, es decir, por los comunistas, que desde la Revolución de Abril no han participado en el poder político portugués.

Por ello, y también porque es un hombre de derechas, Cavaco decidió hacer lo que manda la tradición: nombrar primer ministro al vencedor de las elecciones. Cavaco lo justificó diciendo que es lo que se ha hecho durante los 42 años de democracia, y citó, como ejemplo, el nombramiento del socialista José Sócrates, en 2009, cuando también venció sin mayoría. En estos asuntos, el presidente manda, pero la última palabra la tiene el Parlamento. Y por eso, en un último intento de defender a la coalición de Passos Coelho, el presidente hizo un llamamiento a la libertad y la responsabilidad de los diputados en la votación del programa de gobierno. 

Pero ni comunistas, ni bloquistas ni socialistas parecen dispuestos a dar marcha atrás en el rechazo del ejecutivo de Passos Coelho. Incluso la facción más conservadora del PS parece decidida a apoyar a Costa, como ha quedado claro en el comunicado emitido por los socialistas. No solo se defienden de las críticas y acusaciones del presidente Cavaco Silva, sino que además afirman que su lucha por conseguir un gobierno “anti-austeridad” es ahora más firme que nunca.

También entró en el debate la Asociación 25 de Abril, formada por los militares que lideraron la Revolución contra la dictadura de Salazar en 1974, que acusó a Cavaco de ser un "jefe partidista" y de "violar brutalmente la separación de poderes entre los órganos de soberanía". La asociación presidida por Vasco Lourenço dijo que Cavaco intenta decidir qué partidos pueden o no acceder al poder, olvidando que todos los votos de los portugueses tienen el mismo valor y apelando a la injerencia de las instituciones extranjeras en la política nacional.

La primera batalla parlamentaria quedó resuelta el viernes 23 de octubre: la alianza del PS con la izquierda eligió al socialista Ferro Rodrigues, ex secretario general del PS, como presidente de la Asamblea de la República. Lo habitual es que el partido que gobierna elija al presidente, pero era evidente que eso tampoco iba a suceder. Ha sido la primera señal de la debilidad del ejecutivo de Passos Coelho, que aún sin comenzar ya tiene fecha de caducidad. Si no han conseguido elegir al presidente, tampoco podrán, con minoría, aprobar los presupuestos generales para el próximo año. Así como tampoco podrán oponerse a las mociones que puedan ser presentadas por los partidos de la izquierda. En la práctica, es un gobierno que no puede gobernar, y aunque el presidente Cavaco Silva lo sepa, después de su discurso quedó claro que hará lo posible por defenderlo antes de abrir la puerta a la izquierda.

Así que antes de dar paso a un gobierno de izquierda, Cavaco Silva podrá optar por mantener a Passos Coelho al frente de un gobierno de gestión durante los próximos seis meses. Ese es el tiempo en el que no puede haber elecciones anticipadas en Portugal, y además por el camino se celebrarán las presidenciales, el próximo mes de enero. En la práctica, serían seis meses con el país parado, pero de esta forma, Cavaco terminaría sus diez años de presidencia y pasaría el problema a su sucesor. Y entonces, los portugueses tendrán que volver a elegir.